21/08/12 (21:30 aprox.)
¡Aspirar, respirar, expirar! ¡Aspirar, respirar, expirar! Está claro que algo tengo que hacer para que no me termine dando un soponcio de los buenos, así que me pongo hacer lo que aprendí cuando entrenaba en el equipo de futbito y me ponía muy alto de pulsaciones. Las vivencias que estoy teniendo hoy me superan una jarta y, pese a que intento que no se me note demasiado, todo esto que me está ocurriendo creo que es capaz de dejar listo de papeles al más pintado.
No todos los días se reencuentra uno con su ex y descubre que, aquella cuyos melones han servido de inspiración para las mejores pajas de mi adolescencia, sigue estando igual de buena (o más) que por aquel entonces. Aunque uno está muy felizmente casado e intenta serle fiel a su mujer, a poco que me toquen las palmas, soy incapaz capaz de tener la churra dentro de los pantalones y, una vez la saco de paseo, echo un polvo sí o sí. No sabré muchas cosas, pero si tengo claro que follar es lo mejor que se ha inventado.
Hoy he comprobado de primerísima mano que los que dicen que el primer amor nunca se olvida, tienen más razón que un santo, pues ha sido ver a la Debo y entrarme ganas, a más no poder, de colocarla a cuatro patas y mostrarle donde está Pamplona.
Una charlita rápida y nos pusimos un poco al día sobre lo más fundamental que había sido de nuestras vidas. Todo a modo de resumen, hacía la friolera de quince años que no nos veíamos y no era cuestión de ponerse a pormenorizar, pues nos podían dar las uvas.
Quince años, justo el tiempo que había pasado desde que su padre, tras el escándalo que armó la Vane en el pueblo contando lo de la orgia en la que participamos, decidió mandarla con su tía a Sevilla.
Una noche que podía haber pasado a la posteridad por la circunstancia de que nos pusimos de chingar como a nadie le importa, se convirtió en algo que preferíamos no recordar. Aunque nunca pudimos llegar a ignorarla del todo…
Lo que tampoco se nos había olvidado, ni a mi ex ni a mí, es lo bien que se nos daba follar juntos y a la primera ocasión que tuvimos, echamos en la nave del taller un polvo como los de antes. Hacía cantidad de tiempo que no me cogía con tantas ganas a una gachí y que no disfrutaba tanto.
Una vez nos corrimos (y como me quite de fumar), le hablé de mis problemas económicos. Su respuesta no dejo de sorprenderme, me comentó que su marido, un mexicano que estaba en el taco y que se dedicaba a producir películas, quizás me pudiera dejar los seis mil euros que los cabrones del banco no me prestaban ni a la de tres.
Quedé con ellos, para concretar el tema, en un chalet que tenían alquilado en las afueras de Alcalá. Al recibirme, me encontré con que estaba sola, me contó que Eduardo había tenido que salir. Charla que te charla, nos pusimos calentorros otra vez y ya puestos, mientras el mexicano volvía o no de sus gestiones en la capital, aprovechamos para “darle al cuerpo alegría Macarena”. A lo tonto a lo tonto, terminé atado a la cama, con los ojos vendados y, sin que yo lo supiera, con su marido comiéndome el calvo cabezón. ¡Vaya mamada que me pegó el gachón! ¡Fue la hostia!
No sé qué me sorprendió más, si descubrir que al Mr Propper mexicano le gustara la carne en barra o que a mi ex no le importara lo más mínimo que a su maridito le picara el culo. Dado que no soy amigo de inventarme problemas y nunca tengo un no para un buen revolcón, antes de que mi quisiera dar cuenta me estaba follando a los dos como si no hubiera hecho otra cosa en mi puta vida. ¡Joder, qué pedazo de polvo! ¡Me temblaban hasta las piernas!
Después de ducharnos, el brother me puso un video pornográfico. Al principio no sabía qué carajo pretendía con ello. Mi único interés en aquel momento, una vez vaciado los huevos de leche calentita, era saber si me iba a prestar los seis mil euros o no. El tío insistió que antes de negociar nada, tenía que ver la dichosa peliculita. Dado que no me quedaba otra, me la tragué hasta los títulos de crédito sin decir ni mu.
Pese a que yo había empezado a tener las orejas tiesas y sospechaba que allí había gato encerrado, ni por asomo me pude imaginar lo que realmente estaba sucediendo.
Por lo que me contaron después Eduardo y Débora, se habían dedicado durante unos años a actuar en películas pornográficas, pero ambos estaban ya retirados. El único quién todavía seguía en el candelero era él, quien se dedicaba a la realización de películas guarras. Con lo yo no podía estar más equivocado, con mi suposición de que se dedicaba a producir telenovelas.
No había salido todavía de mi asombro (no todo los días folla uno con actores pornos), cuando la Debo me hace una proposición más que indecente: Si quiero participar en una película que van a rodar en Sevilla.
Durante unos segundos no sé qué decir y se me tiene que poner cara de “tequieiya” que no se la salta un guardia. Tras tragar saliva me enfrento a la situación como mejor me sale.
—¡Debo! —Frunzo el ceño y me pongo bastante serio —. No nos conocemos ya de mucho tiempo para que te cachondees de mí tan descaradamente…
No espero que respondan nada y, visiblemente enfadado, me pongo a buscar mi ropa para largarme con viento fresco de allí. Si querían echar un polvo que lo hubieran dicho claro, no hacía falta que me enrearan con el rollo de que me iban a dejar la pasta. ¿Por qué carajo la gran mayoría de la gente de ciudad piensa que, porque uno sea de pueblo, se ha caio de un guindo? ¿Acaso se creen que me voy a creer que existe alguien en este puto mundo que vaya pagar por ver al menda lerenda follar?
Antes de que pueda hacer ademán de ponerme el pantalón, Eduardo, con su casi dos metros de músculos, me detiene diciendo:
—¿Qué te ocurre, compa? ¿Debi o yo dijimos algo que te importunara?
«¿Qué si ha dicho algo? No, si lo que se dice decir, no habéis dicho nada. Simplemente me habéis tomado por el tontolnabo de turno», pienso mientras lo miro de arriba abajo como perdonándole la vida. Estoy tentado de pegarle un empujón, pero entre que el tío me saca dos cabezas y que hay algo en su cara que me hace confiar en él, reconsidero mi postura. Aplaco un poco el toro de Miura que llevo dentro y empiezo a pensar con la mente más fría. No sé por qué, pero tengo la sensación de que la proposición que me han hecho estos dos, por muy estrambótica que parezca, la han hecho en serio.
Me calmo, dejo los pantalones a un lado y, tras negar repetidamente con la cabeza en clara señal de no creerme de la misa la media, me vuelvo a sentar. Eduardo se acomoda junto a su mujer, nos miramos fijamente durante unos segundos y con un gesto amable me cede la palabra.
—¿De verdad me estáis ofreciendo trabajar en una peli guarra de esas?
—Sí, de veras… —Me responde Eduardo, sonriendo como si hubiera dicho algo gracioso.
—¡Oye, pare, a mí me gusta más follar que comer con los dedos! Pero ni tengo una polla descomunal, ni tengo un cuerpo del otro jueves. Soy un tío de lo más normal y corriente.
—Es que ese es el tipo de cine que hace mi amorcito… —Interviene Debo —. Cine porno donde los actores parecen gente de la calle normal y corriente… Tipo “Nextdoor”…
—¿Nexdor?
—Es el nombre con el que los gringos llaman a este tipo de cine, pues se supone que los autores no son profesionales y tienen aspecto de vivir en la casa de al lado —Me responde el mexicano, quien de nuevo vuelve a estar encantado de conocerse y me habla como si fuera un paleto ignorante al que tuviera que perdonar la vida por compartir el aire que respira con él.
Asiento con la cabeza, como si lo que me está contando me interesara muchísimo. No digo nada porque me estoy empezando a cabrear de nuevo, pero me tranquilizo diciéndome para mis adentros: «Sí, calvorota, tú te creerás mucho mejor que yo y te darás muchos aires de importancia, pero me has comio er nabo hasta que te ha dao asco y la polla que has tenio metio en el buje ha sido el del Iván. ¡Y has chillao como una perrapor lo que seaqueao fuera, no por lo que ha entrao!»
Como parece que todavía no se ha pavoneado lo suficiente de lo mucho que él sabe y de lo poco que sé yo, sigue hablando con un tono que me deja claro que le gusta el sonido de su voz más que la del Pavarotti ese.
—Tú, brother, siendo claridoso, no es que tengas un físico fashion, ni seas un mamado, ni nada por el estilo. Fue Debo la que quiso contar contigo y yo una vez comprobé lo bien que la metes y que eres capaz de correrte varias veces, entendí bien porque te escogió —Al decir esto, el mexicano acaricia el muslo de su mujer y le dedica una sonrisa de lo más cursi.
De nuevo tengo la sensación de que se están burlando de mí, el Iván sabe que es muy macho que nunca ha dejado una raja, culo o boca insatisfecha, pero de ahí a que se crea el Rocco Siffredi de los Palacios va un buen trecho.
Tengo que poner cara de no tragarme lo más mínimo el rollo patatero que me están metiendo, pues Debo, tras mover la cabeza durante unos segundos, se vuelve a su marido y, tras pasarle la mano por el pecho melosamente, le dice:
—Edu, cariño, como sabes Iván es muy especial para mí, creo que será mejor que no andemos con tontunas, pues él se merece que le contemos la verdad y nada más que la verdad.
El productor porno mira a su esposa, le da un piquito y le giña cariñosamente el ojo para invitarla a que se ella quien me suelte esa “verdad y nada más que la verdad” a la que se refiere.
Mi ex se incorpora sobre el sofá, y como si intentara tener un aspecto más presentable, tira de la parte baja de su vestidito rosa para taparse lo más posible. Durante unos segundos tengo la sensación de que lo que me tiene que contar es una jarta de importante, pues se ha puesto mogollón de seria. El mexicano le echa un brazo por los hombros para dejar claro que la apoya en todo. El cabrón este será un poco bujarrón, pero la Debo ha tenido mucha suerte de dar con él, pues se ve que la quiere un montón y de veras.
—Lo cierto es que no sé por dónde empezar —Dice bastante apurada.
—Pues por donde se empieza a contar cualquier cosa, por el principio — Le respondo yo con la mejor de mis sonrisas.
Me mira, frunce el gesto, traga saliva y empieza a hablar muy despacio, como si le costara trabajo hacerlo.
—La película la voy a dirigir yo, es la primera vez que me voy a poner detrás de la cámara y si lo hago es por prescripción de mi terapeuta.
Pongo cara de sonarme todo a chino mandarín, así que Debo, sin que yo haga el intento de preguntar nada, procede a explicarse mejor.
—Te preguntaras que porque necesito la ayuda de un terapeuta. Como ya te he contado tuve problemas con las drogas, eso unido al mundo tan outside por el que me he movido, me dejó muy marcada anímicamente. Cuando abandoné la actuación y comencé a llevar una vida normal, empecé a tener pesadillas, fuertes cambios de humor y, a pesar de que me encontraba más feliz que nunca, caía en fuertes estados de depresión sin motivo aparente.
«Eduardo me buscó ayuda profesional. Una doctora bastante cara de Miami, especialista en tratar a gente del mundillo. Al principio mejoré bastante con las sesiones de terapia individual, ella preguntaba cosas sobre mi vida y tomaba notas mientras me escuchaba…Algo que puede parecer muy simple, pero que me hizo sentirme bastante mejor conmigo misma.
«Con cada vivencia que compartía con ella veía el mundo de un modo más positivo, era como si me quitara un peso de encima. Sin embargo, llegó un momento que tenía la sensación de no mejorar con la terapia, como si ya hubiera tocado techo en mi recuperación.
»Gloria, que es como se llama mi terapeuta, llegó a la conclusión de que mi mayor problema era no haber tomado nunca el control de mi vida y que siempre me había dejado arrastrar por las circunstancias, permitiendo que fueran los demás quienes determinaran lo que debía hacer o no. Pues la única vez que tomé una decisión transcendental, la única vez que hice algo que no fuera tremendamente egoísta, nadie me lo agradeció y mi mala suerte se volvió de lo peor.
—¿Qué fue? —Aunque más o menos sé por dónde se encamina el tema, le pregunto para que sea ella quien me confirme lo que sospecho.
—Cuando me enfrenté a la Vane el día después de la orgia en el local de las fiestas de Navidades. Aquello, como tú bien sabes, dio un giro completo a mi mundo. Me quedé sin la única amiga que tenía y ninguno de la pandilla del barrio, a pesar de que mentí por ellos, se preocupó por lo que me pasó después.
Escucho con la pena que suelta esa parrafada última y me siento fatal. La chavala dio la cara por nosotros, para que nuestros noviazgos no terminaran y ni Fernando, ni Antonio, ni yo nos molestamos por saber que fue después por ella. Es más, tras marcharse del pueblo apenas nos acordamos de que existía, como no fuera para soltar una brutalidad referente a lo bien que la mamaba. «¿Cómo puede llegar el ser humano a ser tan cabrón?», pienso mientras aprieto los labios y muevo la cabeza afirmativamente, mientras la miro.
Estoy tentado de disculparme, pero exteriorizar mis sentimientos se me da muy mal y, siempre que me da por hacerlo, quedo de lo más moña. Como tampoco quiero interrumpir su historia que me tiene la mar de intrigado, pongo cara de circunstancia y prosigo escuchándola con atención.
—Gloria llegó a la conclusión de que si había existido en mi vida un momento transcendental era aquel y que la única manera de volver a aceptarme como la persona en que me había convertido, era dejar ese momento atrás de una vez por todas.
»Los sentimientos de culpa me atormentaban y me sentía muy desdichada por no haber sabido tomar la decisión correcta en su momento. Lamentaba no haberme marchado de allí cuando la Vane insinuó lo de hacer una orgia, lamentaba haberme negado a tener sexo con el único hombre que me había importado, y que desde aquel momento me vio como una puta…—Intento decir que yo nunca he pensado algo así, pero ella con un gesto me ordena que me calle y prosigue con su charla — Si me hubiera marchado, mis padres no me habían mandado a Sevilla con mi tía, su marido no me habría violado y no me tendría que haber ido a Madrid, ni me habría visto envuelta con la gentuza que lo hice.
»Estaba claro que si algo me tenía traumada era lo que pasó aquella noche y no poder cambiarlo. Por más horas de terapia que Gloria me impartía, la cosa no iba a mejor… aunque las pesadillas y los cambios de humor habían cesado, no así mi estado depresivo. Una tristeza y angustia que no solo estaba perjudicando mi estado de salud, sino que estaba dañando mi maravillosa relación con Eduardo.
Al decir esto último coge la mano de su marido y la aprieta fuertemente, dándome a entender que el calvorota ha estado para las duras y las maduras, no como yo que fui un mamón como la copa de un pino de grande.
—Era más que obvio que no podía reparar los errores del pasado, las circunstancias que me habían convertido en un paria para mi familia y mis amigos de la juventud no las podía borrar. Ni tampoco mi creciente odio mal sano hacia la Vane, a la que responsabilicé de todas mis desventuras y a quien, por mucho que insistía mi terapeuta sobre lo negativo de odiar, no podía dejar de desearle lo peor —Hace una pausa, se me queda mirando y me dice con bastante indignación —. Así que te puedes imaginar lo bien que me sentó, que le vaya bien aunque sea con un viejo chocho.
Tras la breve interrupción, prosigue con lo que me estaba contando, como si tal cosa.
—Conocer a Eduardo fue lo mejor que me había pasado en la vida y tenía muy claro que era consecuencia directa de la ajetreada existencia que había llevado, pero, a pesar de que era muy feliz y me sentía dichosa, no me sentía orgullosa de las cosas por las que había tenido que pasar para sobrevivir. Gloria insistía en que hasta que no reconociera mi parte de culpa, por dejarme llevar, por ser tan influenciable… Hasta que no superara que la causante de todas mis desdichas, había sido mi falta de iniciativa para tomar decisiones propias, nunca alcanzaría la estabilidad emocional que precisaba.
»En un principio, mi terapeuta me hacía revivir una y otra vez aquella noche. Me sumía en una especie de hipnosis, me trasladaba mentalmente a aquel momento y me preguntaba por lo que sentía, cómo reaccionaba ante los manejos de la Vane y cosas por el estilo. Sus palabras me llevaban a analizar lo sucedido desde una perspectiva diferente. Una perspectiva donde los buenos se convertían en menos buenos y los malos en menos malos.
»Cada vez que le confesaba mis sentimientos respecto a lo sucedido durante la orgia, mis conflictos emocionales se volvían más pequeños… Sin embargo, no dejaba de ser más doloroso y quedaba más traumada, con lo que aparentemente no avanzábamos en mi curación. Por lo que decidió efectuar un cambio radical en la forma de abordar mi problema.
»Gloria uso conmigo un tratamiento experimental. Uno con el que había conseguido que pacientes con trastornos complicados, llegaran a superar sus conflictos emocionales. Dicha terapia consistía en que fuera yo la que gobernase los acontecimientos y, en mi caso concreto, que fuera yo la que controlara desde el minuto cero la noche de marras. Así que, durante unas cuantas sesiones, me dediqué a remodelar y contarle la orgia de la Vane del modo y forma que a mí me hubiera gustado que pasase.
»Reconstruir lo que sucedió desde mi perspectiva personal, me hacía sentirme mejor conmigo misma y, al notarme dueña de la situación, me sentía exultante. Los episodios depresivos comenzaron a ser menos frecuentes, pero no desaparecieron del todo. Yo quería dejar todo aquello atrás, pero había una parte en mi interior que parecía negarse a ello, como si fuera algo de lo que no pudiera sobreponerme por más empeño que pusiera en ello.
»Mi terapeuta dijo que la única manera de superarlo era con un tratamiento de choque, controlar lo sucedido hasta sus máximas consecuencias.
» Dado que ella sabía perfectamente a lo se dedicaba mi marido, me propuso dirigir una película porno con la historia de la orgia como guion, tal como yo había considerado que debió suceder. Yo no solo controlaría los sucesos sino que sería quien dirigiría a todos y cada uno de los actores que participaran en ella. La proposición me sedujo muchísimo. Cuando se lo conté a Eduardo, este accedió sin poner ningún tipo de problema…
—Yo por Debi, lo que sea necesario —Interviene el mexicano dándole un beso en el cuello.
—La idea de filmar la orgia que marcó el rumbo de mi vida como terapia de choque me parecía genial y, conforme más vueltas le daba en mi cabeza, más me atraía el tema.
Debo parece haber dejado atrás cualquier reparo y, conforme se va metiendo en “faena”, parece importarle menos lo que yo piense o deje de pensar. Me larga todo aquello como si fuera la cosa más normal del mundo, cuando es de lo más rocambolesco.
—Te puedo decir que estoy tan ilusionada que llevo como seis meses trabajando el guion de la historia. Una historia que, tras comentárselo a Gloria, decidí que no se podía rodar en otro sitio que no fuera Sevilla. Así mataría dos pájaros de un tiro: superaría el drama que supuso para mí intervenir en aquella orgia y presumiría delante de toda la gente que me dio de lado, de lo feliz que, a pesar de los pesares, había conseguido llegar a ser.
»A ella, que tomara la iniciativa de ese modo, le pareció estupendo. Se lo comenté a Eduardo y en cuanto tuvimos un hueco en la agenda nos venimos para acá para ir ultimando los preparativos. Si todo va bien, la semana que viene vendrán los equipos de filmación y algunos de los actores.
—¿Algunos de los actores? —Pregunto poniendo cara de no creerme lo que estoy escuchando.
—En principio íbamos a rodar únicamente mi película, pero como hay que rentabilizar el traslado de material, el staff y demás. Eduardo ha decidido filmar varias secuencias más, para que mi “caprichito” no le saliera demasiado caro.
—Entonces que yo me entere, Debo. Has venido a Sevilla a rodar una película con lo que a ti te hubiera gustao que hubiese pasao en la orgia con la Vane, ¿no? —El matrimonio de actores pornos asiente ante mis palabras, por lo que tengo claro de que ,a pesar de lo estrambótico que es todo, me he enterado a la perfección de todo el rollo patatero que me ha largado mi ex —. Pero lo que no entiendo, ni me acaba de cuadrar, ¿es qué coño pinto yo en todo esto?
Mi ex me sonríe con dulzura, intercambia una mirada con su marido, para después dirigirse a mí sin dejar de poner esa cara suya de pilla que tan cachondo me pone.
—Lo de venir a rodar el film a Sevilla ha sido por otra razón más. Implicar como actores a los verdaderos protagonistas…
—¿Tú… vas a intervenir… también?
—No, mi papel y el de la Vane lo harán unas actrices profesionales. Mi intención era juntar al elenco masculino.
—¿Antonio, Fernando y yo?
—Sí. Gracias a las conversaciones por Skype con mi hermano, sabía lo mal que lo estaban pasando en el pueblo con todo este tema de la crisis en la construcción. Como soy de la opinión que todo el mundo tiene su precio y que lo que ofrezco es un dinero muy fácil. Conforme sopesé los pros y los contras, lo fui viendo de lo más factible. De hecho ya Antonio ha aceptado…
Tengo que poner cara de “te lo estás inventando, tía”, porque Eduardo me sonríe chulescamente y me dice:
—Compa, no fuiste el primero al que sometimos a nuestro pequeño casting…
—¿Casting? —Por unos momentos tengo la sensación de haber estado en un Operación Triunfo pornográfico.
—Sí, cariño —Me responde melosamente la Debo —Todo esto que has visto esta tarde aquí, ha sido una especie de prueba a la que te ha sometido Eduardo, pues creía que yo no estaba siendo demasiado parcial al comentar que eras todo un semental.
Aunque tanto alago no me desagrada, me toca los cojones que la trampa haya sido doble. No tengo claro que responderé a la jodida proposición laboral, pero él que Antonio haya accedido, que no es ningún pringao a quien se la den con queso, me tranquiliza y me hace pensar que la cosa puede no estar mal del todo.
—¿Antonio ha dicho que sí? —Vuelvo a preguntar, esta vez directamente a la Debo, como dejando claro que me fio más de ella que de su maridito.
—Sí, está sin un duro y lo que le hemos ofrecido por cada escena le ha parecido bien. Además te puedo asegurar que pasó el casting con nota —Dice poniendo una mano enfrente de otra, como si midiera con ellas el tranco de mi amigo.
Mr Proper y yo nos miramos un poco avergonzado por no haber sido bendecidos por una herramienta tan enorme. Eduardo no tiene por qué quejarse, yo tampoco lo hago… Pero es que lo del amigo Antonio no es un cipote, ¡es una barbaridad!
Antes de responder a su pregunta, les pido que me cuenten como fue la cosa con Antonio. La parejita cinematográfica se da cuenta de que más que la curiosidad, lo que me empieza a “picar” es la polla y me cuentan lo sucedido con todo detalle. Cuando termino de escucharlos, tengo la sensación de que he visto una película porno con el añadido de que sé que lo que he escuchado es cien por cien real, por lo que no es raro que tenga otra vez al calvo cabezón mirando si al techo le hace falta una manita de pintura.
Yo sabía ya que a mi amigo Antonio le daba igual la carne o el pescao, que le gustaba un montón el toma toma y que tenía el nabo dispuesto a taponar cualquier bujero que se le pusiera por delante, por lo que no me coge de nuevo que haya podido trincarse al calvorota. Lo que sí me sorprende es que sea tan guarro y tan morboso. Antes de que yo pueda opinar algo al respecto, el mexicanito vuelve a la carga con la dichosa pregunta:
—Bueno… ¿Qué me dices, compa? ¿Vas a trabajar con nosotros o no?
Muevo la cabeza en señal de perplejidad, aprieto los labios y me encojo de hombro. Los rostros de ellos dos, expectantes ante lo que pueda decir, no hace si ponerme más nervioso. El dinero me hace falta como el comer, pero que lo rueden a uno follando, ya sea con un tío o con una tía, no es algo que sea para tomar a la ligera.
—Pare, la idea me atrae por un lado, pero por otra me da miedo. Yo esto me lo tengo que pensar.
Debo guiña un ojo a su marido, fija la mirada en la tienda de campaña de mis calzoncillos, se agacha, gatea hacia mí con una sonrisa picarona en el rostro y me dice:
—Pues mientras te lo piensas y no, vamos a bajarte ese bulto que tienes ahí, que como no lo hagamos, seguro que te terminan doliendo los huevos después.
A una señal de ella, su marido se pone al lado suyo y adopta una pose casi tan sumisa como la de ella. Esto de ver a un tiarrón de cerca de dos metros, dispuesto a satisfacer mis deseos como una buena puta, me pone una barbaridad y me hace sentirme como si fuera el rey del mambo.
Antes de que me pueda dar cuenta, mi ex me ha bajado los gayumbos, ha cogido mi polla y, junto con Eduardo, se ha puesto a hacerme una mamada a dúo.
Mientras Debo lame el capullo como si fuera una bola de helado, la lengua del mexicano se pasea por mi tronco hasta llegar a los huevos. Una vez allí se mete uno en la boca, lo chupetea con ganas y, cuando le parece, hace lo mismo con el otro. La primera vez que follé con ellos tuve la sensación de que me habían metido una de las mejores mamadas de mi vida, pero ahora que sé que son dos pedazos de profesionales en el arte de chuparla, no tengo ni la más mínima duda.
No sé si el Mr Proper estuvo presente o no cuando su mujer me comió el buje, y llegó a comprobar que era mi debilidad. Como me imagino que no quiere que me corra todavía, aunque tiene la lengua cerca del agujero, no hace siquiera el intento de pasarme la lengüita por mi “punto G”. ¡Joder, solo de pensarlo me pongo como una moto!
Una vez se cansa de tener mis bolas dentro de la boca, sube la lengua por el tallo de mi nabo y, como si fuera una especie de premio al que mejor la come, se disputa el calvo cabezón con su mujer, quien tras unos segundos de “Patinopami”, se la cede.
He de admitir que Debo es una monstrua en el arte del lavado de cabeza, pero su marido le echa la pata. Si ella me ha comido el nabo de una forma delicada y saboreando exquisitamente cada pliegue de mi glande. El calvorota se ha tragado mi martillo hasta el cabo de un solo golpe. Sentir como mi capullo roza su campanilla, me tiene a mil por mil. Tengo que hacer verdaderos esfuerzos por no echarle toda la leche en la boca.
Tras mantener la polla hasta el fondo de su garganta durante unos instantes que resultan ser la hostia con patatas para mí. El muy cabrón se la saca de golpe y empieza a succionarme el capullo. Lo hace tan bien que tengo la sensación de que sus labios son una ventosa. La presión de su boca sobre la cabeza de mi carajo es tan tremenda que creo que me voy a morir de gusto.
Cruzo una mirada con mi ex, la muy puta se relame los labios de un modo morboso y con un gesto me pide permiso para juguetear con sus dedos en mi culito. Aunque sé que me va a doler un poquillo, he de reconocer que, cuando esta tarde le dio por experimentar, me dio un gustirrinín la mar de bueno. Así que temblando de gusto por la buena comida de nabo que me está pegando su marido, le digo que sí con la cabeza.
El calvorota agarra mis huevos fuertemente y se vuelve a meter mi tranca hasta el fondo. Su boca está tan caliente que no echo de menos ni un buen culo, ni un buen coño. Sentir como se la traga hasta el fondo me pone tan cachondo que lo agarro por las orejas y comienzo a mover su cabeza, al tiempo que muevo la cintura con fuerza para clavársela lo más hondo que puedo. No sé qué me pone más cachondo, ver como un tío tan grande se somete a mis caprichos o las pequeñas arcadas que le ocasiono con la bestialidad que le acabo de propinar.
El mexicano sin inmutarse ante lo que hago, mueve su cabeza arriba y abajo como si le hubieran dado cuerda. Está claro que este tío sabe cómo comerse una polla sin que el menda se corra. Cuando me tiene a punto de caramelo, se para, baja el ritmo y, cuando considera que ya no hay peligro de que le pueda llenar la boca de leche calentita, lo vuelve a subir.
Debo, por su parte, tontea con mi mojino. Al principio no mete nada, simplemente lo moja un poco con la saliva y hace círculos con sobre él. He de reconocer que la sensación de la yema de sus dedos en mi culo no me disgusta. Cuando empuja uno hacia dentro creo que me voy a morir de gusto, siento como si me fuera a correr, pero no es así. No sé cómo lo hace la cabrona, me tiene al borde del placer, pero sin alcanzarlo del todo. ¡Pues sí que está bueno esto de follar con profesionales!
En un momento determinado la boca de Eduardo vuelve a rodear mi nabo como si fuera una ventosa. Al mismo tiempo su mujer clava parte de su dedo en mi ojete. El placer es tan intenso que no puedo reprimir gritar:
—¡OOOOOh! ¡La hostia que me estáis haciendo! ¡Me vais a matar de gusto!
Aquello parece agradar al pornográfico matrimonio, pues siguen dale que te pego con más ganas aún.
De nuevo la mirada de mi ex se cruza con la mía. Debe intuir que estoy a pique de un repique de soltar toda la leche, pues me saca el dedo. Hace un gesto a su marido para que deje de chupármela, mete la cabeza bajo mi culo y empieza a darme un beso negro de esos.
Solo son necesarios dos lengüetazos para que acabe alcanzando el orgasmo. Unos chorros de esperma vuelven a llenar mi barriga, tal como si fuera la primera vez que me corro hoy. Durante unos segundos pierdo la constancia de donde estoy, mi cuerpo convulsiona salvajemente y mi respiración suena fatigada. «¡Dios mío! ¿Por qué carajo me gustará tanto follar?, pienso mientras regreso al mundo real.
La pareja “chupachupa” no me da ni tiempo a recuperarme del tremendo polvazo que me pegado y vuelven a la carga otra vez con la dichosa preguntita de los cojones:
—Bueno, compa. ¿Te pensaste si trabajas con nosotros o no te lo pensaste?
—Pare, ¿tú te crees que con dos boquitas comiéndote la polla tan bien, se puede pensar en otra cosa que no sea follar? ¡Hay que estar en lo que se está!
Continuará en: “Antonio y la extraña pareja”.
Acabas de leer:
Follar en tiempos revueltos.
Episodio IV: Hombres Nextdoor.
(Relato que es continuación de Una proposición más que indecente).
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Si no conocías a Iván y te has quedado con ganas de él, hace poco he publicado un texto informativo donde se incluyen los links de todas sus apariciones. El regreso de Iván.
Si te quedaste con ganas de leer más cosas mías, a primero de año publiqué una guía de lectura que te servirá para seguir mis series en orden cronológico. Ahí te dejo el link: Guía de lectura año 2017.
Ya, sin más, paso a agradecer a los lectores sus comentarios dejados en Dejándose llevar: A reque21: Me gustaría que también estés siguiendo esta serie, que no se te haya perdido por publicarla en otra categoría distinta a la de gay. En cuanto a Ramón, lo traje en Navidades, pero no creo que vuelva en mucho tiempo. ¡Sorry!; A Dedmundo: Te voy a contar un secreto, los sueños surgen por dos razones fundamentales: La primera era meter a los protagonistas en situaciones que al lector le gustaría ver, pero que no son posibles con los acontecimientos y la segunda era dejar la puerta abierta al lector de que eso se pudiera hacer realidad. Espero que te esté gustando esta historia también.; a Ozzo2000: Espero, mi querido lector, que hayas disfrutado el episodio de hoy. No es de los que tiene más sexo, pero creo que se va perfilando una historia bastante curiosa (o por lo menos esa es mi intención); A Vieri32: Me ha llamado la atención, con el trabajo que cuesta hablar en dos voces, que tú hayas sido el único comentarista que haya hecho mención a eso. Mil gracias.
En cuanto a las figuras “poéticas” como la del hombre de porte cortando al sol, son cosas que me gusta hacer de vez en cuando y tanto con Mariano (como con Ramón), me puedo permitir el lujo de hacerlas. No veo yo a JJ haciendo esas reflexiones. Ja, ja. y a Pepitoyfrancisquito: Lo primero agradecer que hayáis leído “Mundo de monstruos” es un experimento que, la única manera que tengo que saber si ha gustado o no, es publicándolo. Lo cierto que la gente, salvo la “locadercoño” del troll de turno, nadie ha dicho que sea malo, todo el mundo ha dicho que no lo ha entendido. Creo que me he pasado con las metáforas… Bueno, ahí queda, por lo menos no se quejareis de que siempre escribo del mismo modo. En cuanto a lo que comentáis que la gente no española no se entera de la misa la media, la verdad es que intento por todos los medios que los chistes se entiendan sin localismos, lo que pasa es que me sale la vena canalla y cometo atrocidades solo para un limitado número de lectores como la del amante de Susana. De todos modos, creo que lo del ministro del interior lo ha entendido todo el mundo. Deciros que ya pronto os voy a poner a trabajar, como mucho entre Semana Santa y Feria, así que ya os llamaré para que firméis el contrato. De momento temporal, a ver cuándo os puedo hacer uno indefinido.
El próximo relato será una revisión y llevará por título: “Punta Candor siempre llama dos veces”. Creo que con los cambios de chapa y pintura que le he practicado, ha mejorado bastante el resultado final. Ya me dirán.
Hasta la próxima y que la fuerza (en el nabo) os acompañe.