(Este relato es continuación de “Sexo, viagra y unos pantalones anchos de cintura)
Lo que ha pasado: JJ y M después de pasar su primera noche en Vigo, en la que cada uno se ha montado una historia sexual por su cuenta, deciden hacer turismo por la ciudad, visita que termina con unas abultadas compras por parte de JJ y un (des)afortunado incidente con un dependiente para M.
Me sorprendo alguna vez a mi mismo por lo morboso que soy, la noche anterior cuando conocí a Paco, el gallego, no le presté la más mínima atención, me pareció un tío que estaba bien y punto; pero no le encontré ese algo especial, para desear tener sexo con él. Pero desde que JJ me contó sus perversiones con la víagra y la buena polla que tenía, mi mente no dejaba de lucubrar como sería tener su verga entre lo labios... Pero ese deleite, le correspondía a mi amigo y a mi me restaba sólo imaginármelo.
Paco nos llevo, creo que con muy poco acierto, a almorzar a un restaurante de cocina Mejicana; el local era un poco de diseño, de estos donde sabes que vas a pagar mucho y comer poco. Mis quejas por no saber que comer, fueron apagadas por JJ y Paco que, como si de dos siameses se trataran, me aconsejaron aquello que podía pedir para no reventar a mi estomago de chiles . Conforme la comida avanzaba, pude observar cierta complicidad entre mi amigo y el gallego ( ¡hay que ver cuanto acerca a los seres humanos unos buenos polvos bien echados!); en algunos instantes me sentí como si estorbara, o estuviera de más; pero ambos, como si tuvieran un sexto sentido, automáticamente me incorporaban a su conversación.
Salimos del restaurante, JJ y el gallego, se iban a “dormir la siesta” a casa de éste y quedamos en vernos a las nueve en el hotel ,para ir a cenar por los sitios típicos de la ciudad. Tenía cinco horas sin nada que hacer.
-Mira, si te aburres al lado del hotel hay una sauna- me dijo en tono jocoso Juan José.
-¿Tú siempre estás pensando en lo mismo?
-No, de vez en cuando duermo la siesta
Me despedí de la ocasional pareja deseándoles sarcásticamente una buena siesta. Avanzaba hacia el hotel, llevando en mente la sugerencia de JJ, así que inspeccione los posibles locales de la zona, en busca de la dichosa sauna y ésta estaba oculta a la vista de todos; llame al telefonillo y sin esperar una respuesta por mi parte, me abrieron. La puerta dio paso a un pequeño pasillo que culminaba en una especie de cabina de cristal, donde estaba un señor de unos cuarenta años al que me dio una llave cuando le abone el precio de la entrada. Si algo me gusta de las saunas es la permisividad; al traspasar su umbral parece que entramos en un reino donde todo vale y donde no hay lugar para las mojigaterias. Mientras me cambiaba, pude observar, por el movimiento, que eramos pocos los que estábamos en el local, más tarde descubriría que era muy pronto aún y que los parroquianos llegaban más tarde.
Me tome un cafetito en el bar, con la única compañía de unas revistas y un señor, que por la familiaridad con el empleado de la sauna, debería ser asiduo La escena era digna de una comedia de Almodovar: discutían sobre la mejor manera de preparar unas patatas con pulpo.
Con las energías inyectada por la cafeína( ya dormiría cuando llegara a Sevilla) me decidí a explorar el local; era un poco como todas una pequeña piscina, ducha, sauna filandesa y unos amplios pasillos repletos de cabinas para hacer las “necesidades”. Mientras me duchaba, un tío de unos cuarenta años se puso en la ducha anexa a mi, y en cuanto vio ocasión intento meterme mano, como no me dio buen feeling, lo rechace educadamente... Se marcho disculpándose...
Di un par de vueltas, probando las distintas instalaciones del establecimiento, pero aquello estaba muy vacío... Sólo tres o cuatro individuos... El aburrimiento me empujo a meterme en una cabina, donde caí embelesado durante más o menos media hora, que fue lo que tarde en volver a recorrer aquellos corredores. Ya había algunos ejemplares a los que se podía intentar echar el lazo. Pero lo de siempre, quien yo miro no me mira, y quien no miro me mira...¿ Porque será tan complicado el ser humano?
En fin, me metí en la piscina donde había un señor bastante gordo y con pinta de solitario, intente darle un poco de conversación, pero se ciñó a contestarme con monosílabos. En vista del éxito, me calle y me limite a disfrutar de las burbujas. Al poco rato, un tío de unos cuarenta y largos años, cincuenta bien llevados diría yo, se metió en el receptáculo. Lo salude con la cabeza, después del fracaso anterior no me atreví a decir esta boca es mía, el individuo me respondió con un hola que pasa.... Charlamos de cosas banales durante unos pocos minutos, en los que el machote gallego, de manera casi imperceptible, se acercaba cada vez más a mí... Cuando estuvo a mi altura su mano acaricio levemente mi pierna, como vio que no oponía resistencia, su mano hizo el trayecto hacia mi polla, la cual ya estaba firme y mirando hacia el techo. Le respondí de igual manera, pero cuando quiso seguir avanzando, le dije que no era el sitio correcto y le pedí irnos a una cabina.
Los ojos del gordito parecieron salirse de sus cuencas cuando nos vio salir de la piscina con la pinga tiesa, me tape como pude, pero no había manera de esconder lo evidente... Cubierto con la toalla,pasee la empalmadera por todo el local, la piscina estaba en el lado opuesto de las cabinas... ¿Por qué me seguiré poniendo nervioso con estas cosas?
Cuando llegamos a la zona de las cabinas, mi acompañante selecciono la que le pareció mas confortable (estaban prácticamente todas vacías ) y me invito con la mano a que pasara . Una vez dentro, incomunicados de las miradas externas, el gallego me hizo una extraña pregunta:
-¿ Te puedo besar?
Yo no respondí, y agarrándome a su cintura, acerque mis labios a los suyos, para terminar fundiéndolos en un apasionado beso. Mi lengua se mezclo con su lengua, en una desorbitada danza circular. Mis brazos bajaron hasta el final de su espalda a la vez que sus manos se aferraban a mi cuello....Nos tendimos en la pequeña camilla de aquel habitáculo, a la vez que nos desprendíamos de la pequeña molestia que representaba las toallas que nos cubrían. Mis dedos paseaban sin cesar por su peludo trasero, buscando el corte de su ano. Cuando lo encontré, masajee su poblado agujero provocando un gemido de satisfacción en sus labios. Aquel tiaco me besaba y se abrazaba a mi como si en ello le fuera la vida.... Le aparte levemente los labios, y cogiéndolo por la barbilla lo mire a los ojos, estos rebozaban de satisfacción. Proseguí con el beso, con más pasión si cabe.
Deje de masajear su ano, para buscar su polla, esta no era muy grande, pero cuando pasee mis dedos por ella y percibí sus protuberantes venas,... ¡Que gusto, Dios mio!.....Me zafe de su abrazo para ver aquella maravilla, para segundos después dejarla entrar a ensalivarse en el interior de mi boca. Me la trague entera, de golpe, y seguí chupando enérgicamente animado por sus entrecortados suspiros. Pero el también quiso probar el manjar de mi entrepierna, y antes de darnos cuenta estábamos sumidos en un apasionado sesenta y nueve. Sus labios se cerraron en torno a mi polla, al principio de una manera casi torpe,pero a la vez que su paladar se hacia a mi verga, la precisión de su mamada iba en crescendo.
Paramos cuando creímos que nos íbamos a correr, y no queríamos hacerlo tan pronto...Se puso en cuatro sobre la pequeña cama, y me incitó a que le comiera el culo... Sin pensarlo, hundí mi lengua en aquel velludo agujero, sus placidos y ahogados quejidos fueron prueba ineludible de cuanto placer le estaba regalando con ello. Cada poco, dejaba de lamerlo, para con mis manos apartar sus glúteos y así contemplar detenidamente aquella delicatessen cubierta de pelos... Llegado un momento me pidió que me tendiera boca arriba, sin contemplaciones se sentó en cuclillas a la altura de mi cabeza y hundió su culo en mi boca, mi lengua penetraba abiertamente en aquella estrechez húmeda de saliva.... El velludo y fornido gallego se comenzó a masturbar a la vez que yo llenaba su trasero con mis jugos bucales, yo cogí mi dura polla y me pajee como pude....
-¿Donde quieres que me corra?- me dijo
-En mi pecho- musite casi sin fuerzas
Las sacudidas de su peludo pecho, fueron mi única fijación durante unos segundos; a la misma vez que me corría, una gran lechada procedente de la venosa polla se derramaba sobre mi torax....El machote gallego se desplomo sobre mi, pringándose completamente de semen. Levemente agotado se tendió a mi lado... nos miramos tiernamente....
Si hay algo que me guste, más que un polvo, es el “post-polvo”; pasada ya la calentura la gente se descubre tal como es, y a veces esto no puede deparar sorpresas, el atractivo gallego fue una bastante grata... me contó que estaba casado, que algunos viernes iba por allí después del trabajo a echar una canita al aire y después se volvía para el pueblo... Además se veía un tío salado, como mi acento denotaba claramente que no era de allí, me pregunto jocosamente de que parte de Pontevedra era. Cuando le dije que era de Sevilla, su mirada se ilumino y me dijo que conocía la ciudad y que le gustaba mucho...Unos pocos besos después, nos duchamos y nos despedimos... Mire la hora, eran las cinco y media... Todavía había tiempo... Me daría otra vueltecita por el local …
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La continuación el próximo viernes, se titulara :” ….Bubu....”