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Para hacer bien el amor hay que venir al Sur.

en Gays

22 de agosto del 2012  11:30pm (aprox.)

 

Me da cosa dejar a Mariano solo pero es que alguien se tiene que quedar cuidando las bolsas. En fin, que se entretenga leyendo y mirando al machote “buenorro”, y no precisamente en ese orden.

 

Lo cierto y verdad es que el susodicho  no está nada mal,  aunque para mí que no es “hetero pura sangre” por mucha mujer que tenga. Porque si no, dime tú a mí qué es lo que hace en una zona que está primordialmente llena de maricones, con el repelús que le damos a la gente “normal”. ¡Que lo que nos ha sucedido esta mañana en el supermercado no tiene nombre! Y lo peor era que el tipo se creía su discurso a pies juntillas… ¿Cómo puede la gente en pleno siglo XXI seguir pensando que somos unos bichos raros?

 

El “paseíto” que nos vamos  a dar mi novio y yo por la zona de “cruising”, tiene para mí  una doble finalidad. Primero: comprobar la teoría de Guillermo, que insiste en que  los mejores momentos para ligar son  ahora (a primera hora de la mañana) y al caer la tarde. Segundo: ver si soporto cómo otro hombre manosea a mi novio delante de mis narices. Porque yo siempre he dicho que el sexo es sexo y que con una buena ducha se quita todo, pero hasta ahora nunca había  querido a nadie cómo quiero a este tío. Ese es el motivo,  y no otro, de que todavía no haya movido ficha para hacer realidad su fantasía de un trío con Mariano.  Pues, si he de ser sincero, no las tengo todas conmigo de que vaya a resultar; y los implicados son, nada más y nada menos que mi mejor amigo y el hombre al que más quiero... ¡Que como salga mal la cosa voy a estar muy, pero que muy bien jodido! Así que vayamos por partes, veamos cómo resulta esto del cancaneo y después, según cómo resulte,  seguiremos experimentando o no.

 

La pendiente de rocas por la que estoy trepando en busca del mamoneo de turno es de lo más empinada y dificultosa. Si esto me lo mandara mi jefe me negaría en redondo pero, hijo mío, está visto y comprobado que el ser humano a la hora de echar un polvo muy pocas veces se pone límites.

 

—¡Ten cuidado,  cielo,  no te vayas a caer! —Me indica Guillermo, al constatar la torpeza de mis movimientos.

 

—No te preocupes que, por la cuenta que me trae, no me caigo.

 

—No, si yo lo digo porque como la herida sea muy grande de aquí a Bárbate te puedes desangrar. —El aplomo en las palabras de mi novio me da a entender que sigue siendo el mismo “cojonato” de siempre.

 

—¡ Ya saltó la alegría de la huerta! - Le digo con un claro retintín para que se dé cuenta de que en lugar de tranquilizarme me está poniendo más nervioso.

 

Guillermo se queda mirándome absorto, frunce el ceño un poco y hace un gesto raro con la boca. Tras esto, sigue escalando el enrevesado sendero.

 

Una vez llegamos a lo alto del pequeño montículo de piedras, es patente que hemos recorrido el trozo de camino más peligroso.  A pesar de que el terreno es bastante accidentado, se pueden ver cantidad de salientes a los que agarrarse, con lo que transitar por él me parece una tarea menos ardua comparada con la enorme pendiente que hemos dejado atrás.

 

 Me dispongo a internarme entre las erosionadas rocas calizas, cuando mi novio me lanza una pregunta cómo si le fuera la vida en ello:

 

 —¿Has cogido preservativos?

 

—Sí, mi vida. ¿Por qué te crees que llevo esto? — Le digo señalándole un pequeño bolso de cuero marrón, cuya correa me cruza el pecho de un lado a otro—La Madrid Fashion Week, que yo sepa, terminó ya  hace tiempo.

 

 

¿Por qué seré tan cortante a veces? Menos mal que, después de más de diez meses viviendo juntos, el pobre sabe que no voy con mala intención... O eso, o  que se ha acostumbrado a mis salidas de tono y pasa un kilo de lo que le digo.

 

 

Al caminar tras mi novio por el escabroso camino de rocas, no puedo evitar posar la mirada en sus hermosas nalgas, las cuales se marcan de manera provocativa bajo el pequeño y ajustado bañador.

 

No mentiría si dijera que me considero un tío afortunado por tener un hombre como Guillermo a mi lado.  Físicamente, mi novio está de toma pan y moja chocolate; no sólo tiene un buen culo, también tiene unas espaldas anchas, unos brazos musculados que quitan el sentido, un abultado pecho que me vuelve loco y unas piernas duras como una piedra. Aunque lo mejor de él es que es  una buenísima persona. Si no lo fuera, ni yo estaría con él, ni él conmigo. ¡Pues a mí es difícil aguantarme  si no se es buena gente!

 

Una vez pasamos el monte de rocas calizas, llegamos a  nuestro destino: una pequeña calita que, dado lo complicado que es llegar a ella, queda bastante fuera de miradas curiosas.

 

Al principio, tenemos la sensación de que somos los primeros en llegar, por lo que  nuestras expectativas de ligue mañanero se esfuman de golpe y porrazo.

 

De repente, como quien no quiere la cosa, de entre las aguas -cual Ursula Andress en el Doctor No-   aparece un chaval, tostado a más no poder, de unos veinte años y  luciendo, manifiestamente,  una cimbreante polla.

 

Tras coger su traje de baño de la arena se dirige hacia nosotros sin titubear. Una vez  a nuestra altura, sin cortarse un pelo, nos alarga la mano y con una sonrisa de anuncio de dentífrico en los labios nos dice:

 

—Mi nombre es Manuel, pero todos me llaman Manu.

 

Guillermo, con un gesto afable, choca la mano del atractivo joven y le dice:

 

—El mío es Guillermo.  ¡Pero no se te ocurra decirme Guille, ni nada parecido!

 

Por aquello de hacerme el interesante, me presentó simplemente como JJ.  El chaval no cae en la trampa y no pregunta el porqué de las siglas. Con lo que mi argucia para romper el hielo, queda en una especie de prueba no superada.

 

Tras los consabidos: «Pues dando una vuelta», «Hace muy buen día de playa», «Hemos venido otras veces» y bla, bla , bla, bla... el atrevido muchacho nos lanza una pregunta, tan tajante como directa:

 

—¿Sois pareja?

 

Mi niño se me queda mirando como esperando mi aprobación para responder al atrevido jovenzuelo, así que me toca ser a mí quien le conteste:

 

—Sí, ¿Por?...—Mis palabras suenan un poco desafiantes.

 

—Porque estáis muy buenos los dos y si os apetece, podemos pasar un buen ratito.

 

¡Joder con el morenito!, no es que tenga poca vergüenza, ¡es que ni siquiera se la han presentado!

 

Examino brevemente al atrevido chico y compruebo que, sin ser una belleza, tiene un rostro agradable, es un poco más alto que yo, con lo que a Guillermo le saca más de una cabeza; se ve que hace deporte pues, aunque no tiene el abdomen marcado en plan anuncio de calzoncillos y tal, presenta un aspecto fibroso bastante interesante. Mi fugaz comprobación concluye en su pito, que sin ser nada  del otro mundo y pese a estar en postura de descanso, se muestra como una deseable golosina.

 

Tras examinar  “la mercancía”, miro a mi novio y él, un poco nervioso, (creo que le da tanto reparo atravesar esta arriesgada puerta como a mí) asiente en silencio a la osada sugerencia del chico.

 

 

—¿Dónde nos ponemos? —Le digo, suponiendo que conoce bastante bien el lugar. Algo que pudiera no ser, pues su acento deja claro  que no es gaditano.

 

—Detrás de aquellas rocas es muy difícil que te vean. Y si te ven, es que vienen buscando tema... —Dice con una frescura que ni yo en mis años mozos (Esta gente tan joven te hace sentir viejo por momentos).

 

Pese a que son poco más de las once de la mañana, la temperatura característica de la costa de Cádiz hace su aparición y a la vez que nos vamos alejando del agua del mar sentimos el calor que irradia la arena de la playa, el cual se suma al fuego  que corre por nuestras venas.

 

Intento no comerme el coco con estos asuntos y tiendo a considerarlos algo físico: El sexo es una cosa y el amor otra bien distinta. Pero quizás por ese sentimiento de posesión que desarrollamos hacia la persona amada, una sensación de no estar siendo demasiado honesto con mi pareja y conmigo me invade. ¿Por qué carajo tiendo a complicarlo todo de la peor manera?

 

Las rocas a las que nos lleva el muchacho no es que sean nada del otro jueves en lo que a intimidad se refiere. Pero es lo que dice él, hay que ir a tiro hecho para descubrirlas. Tan ocultas y a la vista a la vez: el sitio idóneo para hacer cruising.

 

Es refugiarnos entre las naturales esculturas y el morenito se empieza a tocar la polla tal como si se pajeara; no hay naturalidad ninguna en sus movimientos,  actúa como si todo formara parte de unas pautas aprendidas.   

 

Guillermo y yo nos miramos perplejos, hace tiempo que no salimos a ligar ni nada por el estilo y  la “hiper-soltura” del muchacho nos supera de largo y, como siempre que tropiezo con algo por el estilo, agarro las riendas de mi vida y me encargo de dirigir el momento a mi modo y forma.

 

Alargo mi mano hacia el rabo del muchacho, este al perder flacidez gana en hermosura y aunque, como sospechaba, no es una maravilla de la creación, su vigorosa erección la hace  bastante deseable.

 

En respuesta a mi gesto, el muchacho acaricia mi pene por encima del bañador. Despacito y con buena letra, mi novio se acerca a nosotros  y como si formara parte de una conducta ya ensayada, el muchacho divide sus caricias entre ambas entrepiernas.

 

El chaval parece estar más interesado en averiguar lo que esconde Guillermo que en mí.  Por lo que, sin titubeos, preámbulos y demás zarandajas, saca al exterior la verga de mi novio.

 

La observa ensimismado… (¡Sí, que me voy a creer yo que es la primera polla que ve en su vida…!) Tras devorarla con la mirada, se introduce el rosado capullo en la boca al mismo tiempo que sus dedos acarician morbosamente la ancha vena que recorre su tronco.

 

El poco cuidado  que pone el muchacho ante los posibles contagios,  me dice que cualquier práctica sexual con él ha de ser con la máxima precaución.

 

Tras el primer escarceo con la verga de mi novio, se agacha ante él y comienza a efectuarle una bestial mamada. La forma que tiene de practicar el sexo oral está carente de cualquier delicadeza,  pues de manera brusca y maquinal engulle una y otra vez el erecto monolito, el cual viaja hasta el fondo de su garganta.  

 

Es observar la cara de satisfacción con la que Guillermo  me mira y mi perspectiva sobre lo que allí está sucediendo cambia de manera radical, a pesar de que no soy yo quien saborea su sexo, es cruzar nuestras miradas y una  morbosa complicidad surge entre los dos.

 

Acaricio mi rabo, el cual pugna por salir a la superficie. Guillermo se muerde el labio, como incitándome a que me una a la fiesta.

 

El joven veinteañero parece estar en otro mundo; se saca y mete la polla de la boca como abstraído de la realidad. Como parece haberse olvidado de mí, le recuerdo mi presencia empujando suavemente su nuca hasta que el nabo de mi novio acaricia salvajemente su campanilla.

 

Tras una leve  pero intensa arcada, el muchacho se saca el miembro viril de la boca, la película de babas que lo impregnan, hace que este reluzca de forma tenue   bajo  la luz de los rayos del sol.

 

Consciente de mi presencia levanta la mirada y me sonríe, sin decir palabra y arrastrando suavemente las rodillas, se pone ante mí. Tras bajar mi bañador, repite la misma operación que con Guillermo.

 

He de confesar que a pesar de los recelos que me había inspirado, el jovencito es un maestro en el arte de comerse una polla. El tío sabe dónde tocarte con su lengua para que llegues al séptimo cielo y al mismo tiempo que se traga por completo tu verga, hasta que tu prepucio choca con su garganta, es capaz de proporcionarte más placer, masajeando hábilmente tus muslos.

 

Mi novio vuelve a clavar su mirada en mí. Esta vez no se hace de rogar y tras acariciarme el pecho indecorosamente, hunde su lengua en mis labios. La situación es caliente a más no poder, tiro de él y pego su sudoroso pecho al mío. Ajeno a nuestros movimientos,  el desvergonzado muchacho sigue jugando con sus labios en mi capullo.

 

La energía con la que el muchacho hace su trabajo unido a la fogosidad  con la que me regala Guillermo, hace que por mi mente pase la idea de rendirme  al placer y correrme…

 

Pero esto no sucede, porque un cuarto jugador entra en la partida: A pocos metros de nosotros, un tipo moreno, alto y peludo como un oso, nos observa.

 

Por unos segundos el tiempo parece detenerse hasta que el joven y experto mamador, sin consultarnos siquiera, hace una señal con la mano e invita  al desconocido a que se acerque.

 

El desparpajo con el que actúa el chavalito me tiene  absolutamente pasmado. Siempre que nos creemos el mejor en algo, la evidencia nos demuestra lo contrario. El veinteañero tiene un morro que se lo pisa, ni en mis mejores momentos he tenido tan poca vergüenza.

 

El individuo, sin pensárselo mucho, se aproxima a nosotros y  a la vez que lo hace voy desgranando sus rasgos físicos: La poblada barba que luce le da una apariencia entre “brutote” y afable, a pesar de que evidencia un poco de sobrepeso, lleva este con mucha dignidad y en lugar de hacerle parecer fofo o blandito, le da cierto aire de currante fortachón. Por lo descuidado de su aspecto y su forma de moverse, me lo imagino trabajando de camionero o albañil.

 

Lo que más me rechina de él es la horterada que lleva como bañador. Es  de esos que llegan a media rodilla y con un estampado entreverado de  cuadros y rayas, y  que tras mirarlo un rato, uno termina  tan mareado como si se hubiera tomado tres cubatas. (¡Cuánto daño han hecho las tiendas de “chinos” al buen gusto!)

 

Aún se encuentra a unos metros de distancia de nosotros y sin ningún recato saca su polla al aire, la cual trae ya dura como un martillo.

 

El muchacho, cansado ya del sabor de mi nabo, decide cambiar de chupachups. Apenas lo tiene a su alcance cuando, haciendo alarde de su fogosa impaciencia, se lanza sobre él.  

 

El recién llegado, incapaz de asimilar la calentura del morenito, nos mira, para mí que como lo ve tan fuera de sí, cree que está drogado o algo por el estilo. Le hago un gesto reconfortador para tranquilizarlo, él lo capta de inmediato y se deja llevar por la  calenturienta situación.

 

 Mi novio y yo, a la vez que acariciamos nuestras vergas, observamos el caliente espectáculo sin perdernos detalle de la buena demostración de sexo oral que regala el muchacho al barbudo fortachón.

 

La polla del camionero es gorda y cabezuda como ella sola, no es que sea muy grande pero tampoco es pequeña. Tiene un tamaño que se me antoja perfecto para mamarla. El chavalito, quien por lo que se deduce ha chupado unas cuantas, parece pensar lo mismo que yo pues, de manera enérgica, saca y mete el erecto mástil  una y otra vez en su boca. El recién llegado, por la cara  que pone y los bufidos que emite, está gozando a las mil maravillas.  

 

Mientras seguimos disfrutando del  pornográfico paisaje, pego una cachetada en las nalgas de Guillermo. Él me responde con un suave beso en los labios, sustituyo mi mano por la suya en su rabo y comienzo a acariciar delicadamente lo que más me gusta de este: la gorda vena que recorre su tronco.

 

Nos masturbamos mutuamente mientras nos deleitamos con el placer ajeno. El veinteañero, haciendo  alarde de su experiencia, está comiéndose el ancho cipote de manera bestial, prueba de ello son los goterones de babas que resbalan por los velludos cojones del camionero. Es tanta la pasión que pone en cada uno de los envites que la respiración del peludo hombre empieza a acelerarse, de pronto una  salvaje mueca se pinta en su cara. El chaval, consciente de lo que viene a continuación, saca de golpe el babeante rabo de su boca.

 

La arrebatadora imagen que se ofrece ante nuestros ojos hace que mi polla se ponga aún más dura. El enrojecido glande comienza a expulsar leche de manera desmedida; la nariz, los ojos y la boca del muchacho son  regados brutalmente por el caliente y espeso líquido.

 

Una vez asimilado  el placer recibido, el barbudo se sube el bañador y pronunciando un apagado: «Hasta luego», se aleja de nosotros como alma que lleva el diablo.

 

El veinteañero, a quien el egoísta gesto del hombre parece no haberle afectado mucho, se toca levemente el “maquillado” rostro y nos dice:

 

—¡Tíos, voy a limpiarme la cara que este estaba hecho un toro! ¡Me ha llenado de leche hasta las orejas!

 

Por la forma de despedirse y de correr hacia la playa, mi novio y yo intuimos que el chaval no va a volver; una vez  saboreados nuestros nabos, su interés por nosotros ha desaparecido por completo.

 

Como la playa está bastante desierta y seguimos calientes como unas perras, Guillermo y yo decidimos concluir lo iniciado.

 

Me abrazo a él pasando mis manos por debajo de su cintura, cuando sus manos rodean mi nuca, ya sus labios han dejado pasar mi lengua. A pesar de estar en medio de ninguna parte, es sentir el roce de su piel y me siento el hombre más afortunado del mundo.  ¿Se puede querer a alguien más? ¡Creo que no!

 

Los  implacables rayos de sol caen sobre nuestros cuerpos y  los poros de nuestra piel muestran las primeras gotas de sudor. La frente de Guillermo comienza a transpirar y en un acto reflejo, paso un dedo sobre ella y lo chupo con satisfacción. Volvemos a unir nuestros labios, aunque esta vez la ternura ha sido apagada por la pasión.

 

Al besarnos, nuestros erectos miembros chocan entre sí, como si  fueran floretes en un descontrolado duelo. Alargo mi mano hasta su arma sexual, sentir su dureza entre mis dedos me hace sentir dichoso, paseo mis dedos por su glande y en gesto morboso me los llevo a la boca. Me agacho ante él y le meto una mamada tal, que “reseteo” automáticamente la del muchachito.

 

Es curioso cómo cada experiencia, por dura y nefasta que sea, nos hace crecer como personas. Minutos antes tenía mis dudas de si lanzarme al complicado terreno del sexo compartido, ahora mismo creo que es la mejor de las ideas que he tenido en mucho tiempo. Si en algún momento de debilidad había llegado a pensar que Guillermo no era “la persona adecuada”, tras lo sucedido, creo que no hay otra mejor: El sexo con él es una consecuencia y no el propio fin en sí.

 

Al acariciar con mi lengua cada pliegue de su verga, le hago ver que puede que el chico fuera una máquina del sexo oral pero que  su máquina soy yo. Como decían en  un anuncio de cuando yo era pequeño: busque, compare y vea…

 

¿Cuántas veces he disfrutado de la polla de Guillermo? No lo sé, pero cada vez lo hago como si fuera la primera vez. Creo que es la clave para mantener una relación: no rendirse a la rutina. Así que si para salir de la monotonía hay que practicar sexo casi a la vista de todos… ¡Pues bienvenido sea!

 

Hacer el “garganta profunda” a mi amor es una de las cosas que más me vuelve loco. Tiene la polla adecuada para ello: ni demasiado grande que no te la puedes tragar al completo, ni demasiado pequeña que no te roza la campanilla. Ya te digo: ¡el tamaño ideal!

 

Y si algo me gusta de los momentos así es la cara que pone y los bufidos que lanza, al tiempo que yo sumerjo su rabo hasta  el fondo de mi garganta.

 

Entregados como estamos a la placentera tarea no somos conscientes de que se acercan dos tipos, que se paran a pocos metros de nosotros y nos miran como si fuéramos un cuadro.

 

Al principio, nos cortamos un poco, no porque nos moleste que nos vean haciendo “cochinerias”. El cuerpo humano y el sexo es algo de lo que ni yo ni mi novio nos avergonzamos. El motivo de nuestro desconcierto es pura y llanamente su forma de acercarse: tan cauta y silenciosa. Y  lo que decía mi madre: «Si te escondes, algo tramas».

 

No sé si seguir con lo que estoy haciendo (al fin y  al cabo, ya han visto todo lo que tenían que ver) o mandarlos a tomar viento fresco. En cuanto me percato de que son nuestros vecinos  alemanes de la playa, mi polla, la cual se había encogido un poco por la impresión, vuelve a resurgir de sus cenizas cual ave Fénix.

 

Veo que traen el mismo equipaje que nosotros, por lo que es muy posible que hayan dejado al “infeliz” de Mariano al cuidado de sus bolsas y demás (¡Cómo si lo estuviera viendo!).

 

Visto lo visto, lanzo una picara mirada a Guillermo y prosigo con mi degustación de las “delicias de entrepierna”.

 

Una vez perdida la timidez, una de las sensaciones más morbosas que hay es ser observado por un desconocido mientras realizas el acto sexual con tu pareja. Es como si atravesaras todas las puertas de lo prohibido para adentrarte en un terreno, donde libertad y libertinaje se mezclan perdiendo toda identidad.

 

La falta de decoro con la que actúo, hace que uno de los extranjeros comente en voz alta algo a su compañero (no sé si le pasara a todo el mundo pero el idioma germano me suena como a ladridos de perro, supongo que a los alemanes les pasará lo mismo con el nuestro).

 

Sea lo que sea lo que se dicen, el lenguaje de los cuerpos es universal y si bien no se acercan del todo  por temor  a una respuesta negativa, sin reparos de ningún tipo, el mayor mete una buena agarrada al paquete del más joven, el cual empieza a tomar vida bajo el bañador.

 

Mi novio, al ver que los tipos han decido quedarse, me lanza una pregunta entre dientes:

 

-¿Te gustan?

 

Asiento con la cabeza pero como considero que mi respuesta no está completa del todo, me saco su polla de la boca y concluyo explicando el porqué de mi afirmación.

 

-No es cuestión de que me gusten más o menos. Ellos son pareja y al igual que nosotros tendrán sus historias y tal para liarse con otra gente… ¿No te parece una experiencia interesante?

 

Guillermo me responde moviendo la cabeza, en su faz se refleja la sorpresa y el morbo por igual. Movido por su gesto me introduzco de manera salvaje su nabo, al sentir cómo mi garganta sirve de tope a su capullo, un incontenible y prolongado bufido escapa de sus labios.

 

Por otro lado, la parejita del norte de Europa siguen tocándose, mientras no pierden detalle de la comunión de mi boca con la hermosa verga.

 

Sin dejar de acariciar el maravillo aparato con mis labios, comienzo a analizar a los dos recién llegados: El mayor tendrá unos cincuenta y pocos años, el poco pelo que tiene es de color plata y aunque se ve que conserva una buena forma física, se intuye que también ha tenido tiempos mejores pues sus rasgos y apariencia física manifiestan un tremendo atractivo y este, como es sabido,  no tiene tiempo de caducidad, aunque su cuerpo tiene una anchura considerable y dado que  es muy alto, no parece estar gordo. Es lo que todo el mundo llama: un madurito interesante.

 

Su compañero tendrá poco más o menos la edad de Guillermo pero sobrepasa a mi novio en más de veinte centímetros, es casi tan alto como su pareja. Es solo verlo y uno intuye que es el clásico musculito que si los espejos se gastaran por mirarse en ellos, tendría que renovarlos por lo menos dos veces en semana. Sus brazos son desmedidos, sus hombros casi ahogan su cabeza, la cual sale a relucir como la de una tortuga sobre su enorme y ancho cuello. Todo en él es un canto a los esteroides y al narcisismo desmedido. A pesar de lo bestial de su apariencia es tan rubio y tiene la piel tan clara que no da una imagen de tipo duro. Podrá parecer contradictorio, pero tengo la sensación de que es un “blandito”.

 

El siguiente movimiento en la partida de ajedrez sexual que hemos montado lo da el equipo alemán avanzando y  poniéndose a escasos centímetros de donde nos encontramos. En claro remedo a lo que yo hago, el madurito interesante saca la polla de su novio  y tras masajearla un poco se la mete en la boca.

 

Tengo que reconocer que el primo de Stallone está bien servido, tiene un pollón enorme y gordo y al estar circuncidado, su enorme cabeza lo hace parecer mayor.

 

Su amante pasa la lengua por el enrojecido capullo metiéndose de golpe y porrazo aquella bestia en la boca, a pesar de que se ve que tiene  bastante practica en tragarse el descomunal aparato, unas pequeñas arcadas detienen en un par de ocasiones su cometido. Una de las veces que  descubre que lo estoy observando por el rabillo del ojo, me muestra el babeante pollón de forma provocante.

 

De rodillas como estoy, me arrastro la escasa distancia que nos separa, silenciosamente le pido un cambio de pareja en este baile de “bocapolla”. Sin protocolos de ningún tipo, el cincuentón se arrastra hasta Guillermo y envuelve con la boca su miembro viril.

 

Yo por mi parte, me tomo mi tiempo y mientras aprieto el monumental rabo entre mis dedos, me dedicó a ojear el templo a los esteroides que tengo ante mí. No hay nada natural en su desmedida musculación, la cual ofrece un aspecto hinchado y  da la sensación de que está a punto de estallar. Tanto es así que al detener la mirada en las venillas de sus muslos,  me da la sensación que tiene cuerpos extraños bajo la piel.   

 

Como descubro que lo único salvable del hipertrofiado alemán, es el cincel  que tengo ante mí. Decido darle una  mamada de las que hacen época, para que se lleve un buen recuerdo de este país del sur.

 

Lo primero que hago es pasarle la lengua por el nervio que une el glande con el tronco, un placentero bufido me hace ver que estoy en el buen camino. Me meto el capullo por completo entre los labios y comienzo a succionarlo, al acariciarlo levemente con la puntita de mi paladar segrego cantidad de saliva que termina por cubrir el inmenso trozo de carne desde su tallo a su copa.

 

Empapado con el viscoso líquido, lo pajeo simulando una mamada,  tanto más paso mis dedos por él, más vigoroso se vuelve. Lo suelto durante unos segundos y comienza a vibrar, como si tuviera vida propia.

 

Tengo claro que aquel mastodonte sexual es lo menos apropiado para hacer un “garganta profunda” pero también me pica la curiosidad de conocer mis límites. No me hago esperar y  me la trago de una sola “trancada”. Al poco, mi cavidad bucal se ha adaptado al tamaño y la absorbe casi hasta al fondo, sin apenas  dificultad. Mientras el enorme capullo roza mi campanilla, me dedico a jugar con los vellos rubios de sus abultados testículos.

 

Tan absorto estoy en disfrutar del momento que casi me desentiendo de lo que mi chico está haciendo con el otro tipo. Le lanzo una visual y compruebo que no está perdiendo el tiempo.

 

El madurito se ha tendido sobre la arena y Guillermo se ha acuclillado sobre los morros de este y, por lo que puedo entrever, le está pegando un beso negro de “estatequietoynotemenees”

 

Vuelvo a concentrarme en mi tarea, pero se me ha antojado un “huevo” lo que he visto hacer. Así que ni corto ni perezoso, paseo mis manos por las nalgas de “mister culto al cuerpo”. ¡Jó, se ve que el súbdito de Merkel no solo se ha pinchado “chasca” en brazos, piernas y demás! ¡Algún que otro “jeringazo” ha ido a parar al culo, pues lo tiene duro como un marmolillo!

 

Paseo mis dedos a lo largo de su rasurado orificio; como veo que no se inmuta lo más mínimo, tras el baile de cortejo poso mi anular sobre la rendija. Un leve espasmo me revela que no se siente incómodo. Así que con un sutil gesto le indico que se  dé la vuelta. Lo próximo que siente el remedo de Vin Diesel es mi lengua profanando su rosado agujero y por sus gemidos placenteros se ve que le gusta bastante.

 

Mientras minuciosamente recorro cada uno de los recovecos del depilado hoyo, me aferro a sus cachas. A pesar de la perfección que emanan, su tacto se me antoja artificioso, pienso que algo parecido se tiene que sentir al acariciar unos pechos de silicona: hermosos e idílicos por fuera, un remedo de humanidad por dentro.

 

Vuelvo a dirigir mi atención a Guillermo y a la pareja del musculado, quienes han vuelto a cambiar de postura, el cincuentón se ha puesto en cuatro sobre la arena mientras mi novio da un buen repaso con su lengua al culo de este.  

 

Mi ocasional amante capta el cambio en estos y con un ladrido y un gesto me pide que adapte la misma postura que su novio. (En mi contra he de decir que capto mejor el gesto que el ladrido… ¡Hablar con los germanos de temas románticos, debe ser lo más difícil del mundo!)

 

El Schwarzenegger de pacotilla es todo un maestro en usar la lengua y a la vez que magistralmente lubrica mi ojete, me hace llegar al séptimo cielo. Pero se ve que lo que yo sienta o deje de sentir le trae al pairo pues cuando más emocionado estoy, comienza a empujar uno de sus dedos a través de la ranura de mi culo. Es comprobar que no hay barrera que franquear y me vuelve a lanzar otro ladrido (Por cómo suena, tiene que ser la versión amable de estos.)

 

A buen entendedor pocas palabras bastan, y si el remedo de Van Damme me quiere follar, no voy a ser yo quien le ponga ninguna pega. Eso sí, con la seguridad que manda los cánones.

 

Me levanto para coger la bolsa de cuero marrón que traía, cuando veo que mi amorcito se me ha adelantado y como quien no quiere la cosa, le está poniendo a su polla un uniforme de “follatranquiloycontento”.

 

A la vez que el me da un traje de látex, nos intercambiamos una cómplice mirada; no me puedo reprimir y le doy un fugaz pero apasionado beso.

 

Lo mejor del sexo en grupo no es las posibilidades de variedad que ofrece, lo mejor es cómo se hacen realidad las fantasías. Siempre me ha gustado mirar en el espejo la cara que Guillermo y yo ponemos cuando hacemos el amor. Hoy tengo la oportunidad de observar los gestos que pone mi chico cuando penetra a otro.

 

Me coloco de rodillas frente al cincuentón con mi rostro casi pegado al suyo y la sensación que me invade al contemplar todos y cada uno de los cambios que sufre su expresión, no tiene parangón.

 

Me abstraigo por un momento del espectáculo que tengo ante mí, al sentir cómo el armario de seis puertas intenta horadar mi ojete con su enorme cincel. Por lo que deduzco, tendrá un master en meterla en caliente pero está claro que la asignatura de delicadeza se la aprobaron por la cara.

 

Evitando que haya daños colaterales, dirijo la descomunal verga a la justa entrada de mi agujero, tras un breve pero intenso combate entre su capullo y los músculos de mi ano, el erecto proyectil atraviesa por completo mis esfínteres.

 

Aunque al principio las dimensiones del aparato del alemán son difícil de digerir y me molestan un poco, una vez mi orto se adapta a él, el placer va en crescendo.

 

Mientras al compás de unos contundentes movimientos pélvicos el ancho y largo carajo entra y sale de mí, dedico una leve mirada  a mi novio, por su cara se lo está pasando de lo lindo. El animal que tengo tras de mí, una vez remediada la brutalidad inicial, demuestra ser un follador nato. No es que mi Guillermito le tenga nada que envidiar pero, si todos los días comes lo mismo, te aburres. Por lo que un nuevo menú puede merecer la pena, aunque cambies filetes por lentejas.

 

El morboso y caliente momento se alarga durante unos minutos más. Pero todo lo que empieza acaba y dando un estruendoso ladrido (“!Ich laufe!” o algo parecido), el nórdico se corre como una mala bestia.

 

Aprovechando que mi cuerpo aún mantiene la memoria por el placer vivido, me masturbo y, dado el  ferviente estado en que me encuentro, derramo rápidamente mi semen sobre la arena.

 

Por su parte Guillermo ha parado sus movimientos de caderas y mordiéndose el labio, libera su polla del condón y riega la zona lumbar del madurito con su esperma. Por muchas veces que lo vea, no me deja de sorprender la cantidad de leche que echa.  ¡Y es que mi niño está hecho todo un toro! (Aunque después de lo que ha pasado entre estas rocas, yo también: ¡Un toro con los cuernos muy grandes!)

 

Un nuevo ¡”Ich laufe”! llena el silencio de la desierta playa. Se ve que estos dos no saben correrse en silencio.

 

Tras alcanzar el placer, nos intercambiamos unas breves miradas y sonrisas. Stallone hace algo que me deja atónito: Se abraza a mí y me da un pequeño muerdo.

 

Su amigo se despide de igual manera de Guillermo y en menos que canta un gallo, se marchan corriendo hacia las aguas del mar.

 

Guillermo se sienta junto a mí y sin darme ocasión a decir una de las mías, me abraza y me da un prolongado beso.

 

Poco después, caminamos para bañarnos en la playa.

 

—¡Pedazo de polvo! ¿ein? —me dice mi novio adornando sus palabras con una sonrisa de satisfacción.

 

—Sí, estos putos alemanes tenían claro lo que querían y no se han cortado un pelo, para que después digan… Mucho criticar a los países del Sur, que si gastamos mucho, que si somos unos flojos… que si patatín, que si patatán. Pero cuando quieren echar un buen polvo ¿a dónde vienen? —Hago una pausa, para atraer la atención de Guillermo —¡Al sur! Si, ya lo decía Rafaella Carra: ¡Para hacer bien el amor, hay que venir al sur!

 

Mi amorcito me lanza una mirada, a pesar de las horas que pasa conmigo nunca sabe cuándo hablo en serio y cuándo no. ¿Pues sabes lo que te digo? Tampoco se lo pienso aclarar.

 

Continuará en:” Obsesión”

 

Acabas de leer:

 

 

El segundo episodio de: ¿Sabes lo que hicimos el verano del 2012?

 

(Continuación de 1,4,3,2)

 

Si estás por aquí todavía. Me gustaría que me dejaras tu impresión del relato, ya bien sea en forma de comentario o valoración. Es el único modo que tenemos los autores de saber si lo que escribimos os llega o no.

 

Si es la primera vez que entras a leer un relato mío y te has quedado con ganas de saber más de la historia. Hace poco publiqué una Guía de lectura que te puede servir para seguir correctamente la cronología de la historia.

 

A todos aquellos que dejaron un comentario en el anterior relato: ¡Muchísimas gracias! Y antes de ir con los agradecimientos particulares, me gustaría dar una breve explicación sobre el relato anterior “Valió la pena”:

 

 Cuando me planteé escribirlo, no tenía claro si iba a gustar o no  porque desde el punto de vista de Mariano esta historia era conocida. Pero dado que Ramón va a coger un especial protagonismo (junto con Iván y José Luis, el técnico de ADSL) una vez regresen de las vacaciones. Me pareció importante por la evolución que va a sufrir el personaje en un futuro próximo, contar todos y cada uno de los pasos por los que ha atravesado su relación con su amigo de toda la vida. En principio, tenía planificado ocho episodios (lo mismo es alguno más o alguno menos) donde aparte de su historia de amor con Mariano, se contarán algunas vivencias de Ramón desconocidas hasta ahora. Espero despertar vuestro interés con  todos ellos, lo mismo que con la primera entrega.

 

Y dicho esto. Mis respuestas a los comentarios de “Valió la pena” y “Tiritas pa este corazón partio “,  a Zoele  No sabes cómo me agrada que te hayas sentido identificado con la historia, uno de los principales motivos que llevaba en mente a la hora de escribirla era “empatizar” con los lectores; a Longino Por lo que dices mi “vena” romántica no te ha desagradado demasiado, espero que mi faceta "payaso” del capítulo de hoy te haya gustado también; a Zarok  Como has podido leer , captaste  que el verdadero sentido del anterior  relato  que era humanizar el personaje de Ramón; a ozzo2000: Gracias a ti por leerme. En cuanto a lo que comentas de un relato con Iván de protagonista, estoy trabajando en ello. Confío en que hayas disfrutado de este relato con JJ y Guillermo; a Varianza En lo referente a tu pregunta de qué  si Ramón sabe en las aguas que se está metiendo, mi respuesta es que como bien sabes la cosa cada vez se irá complicando más. De todas maneras, si soy capaz de contar todo lo que tengo en mente, creo que los acontecimientos no te van a defraudar; a elbotiija10 Tu “amor” por Ramón ya lo conocía y que JJ es uno de los personajes de mis historias que más te gustan también. ¿Qué tal  me ha quedado este episodio de sexo al aire libre con Guillermo? ; a Karl Pues me alegro mucho que te haya gustado tanto el relato de Ramón como protagonista, hasta tuve mis reparos en si publicarlo o no. ¡Para qué veas! Por cierto, esa falta de espontaneidad puede ser porque al hablar por boca de Ramón, intento que este suene con voz propia, no sé si lo habré conseguido porque es algo bastante complicado. ; a mmj Pues si te ha gustado el relato anterior con los próximos, si me salen como tengo previsto, vas a disfrutar de lo lindo. La pena es que cada vez me salen los relatos más largos y por tanto le tengo que dedicar más tiempo; a torete Pues si con mis relatos te pones “como el pico una plancha”. Pásate por casa, tengo una pila de ropa pendiente y si hace falta yo te leo todos los relatos que hagan falta. (Es broma hombre, me ha hecho mucha gracia la expresión); a pepitoyfrancisquito Vosotros trabajáis en un circo, porque os gusta el más difícil todavía tela marinera. Me propusisteis contar un relato en tres voces y acepté el reto. ¿Ahora que queréis que cuente algo en boca de Iván? “Pos” no sé “pare”, puede ser taco de trabajoso.;  a Rocio  Como ves también tengo un lado pastelero. Por cierto, me dice JJ que si en las migajas está gente como Ricky Martin a él no le importa, que él prefiere calidad a cantidad.; a Duanae Detalles como el tuyo ( conectarse de nuevo para dejar un comentario) hacen que merezcan la pena el seguir escribiendo en una página, a menudo muy impersonal, como es la de TR. No sé si el de hoy lo consideraras humorístico, pero lo que se dice serio, serio no es. ; a Gatacolorada, Cuando me pongo a escribir nunca mido la duración de lo que tengo que contar, sé que hay lectores que si son muy largos no los lee, pero si tengo que acotar lo que escribo no me siento a gusto. En cuanto a tu observación sobre los estadios de la historia has captado el verdadero leitmotiv de esta. ¡Enhorabuena! Sé que puede parecer un poco convencional pero la vida es así, no la he inventado yo y a vieri32 Todo un lujo que autor como tú, vuelva a leerme.  Una alegría que te haya gustado mi lado tierno y en cuanto a lo de “fantabuloso de  la penetración”, yo lo tiro y si cuela, cuela…JJ

 

Para terminar deciros que en quince días más o menos volveré a publicar algo. Esta vez será un episodio de “Los descubrimientos de Pepito”, concretamente el que lleva por título: “Las pajas en el pajar”. No me faltéis, pienso pasar lista.

 

Mas de machirulo

El Blues del autobús

Mr Oso encula a la travestí gótica

Hombres calientes en unos baños públicos (2 de 2)

Hombres calientes en unos baños públicos (1 de 2)

Desvirgado por sus primos gemelos

Un camión cargado de nabos

Cruising entre camiones

Mi primera doble penetración

Un ojete la mar de sensible

Un nuevo sumiso para los empotradores

Once machos con los huevos cargados de leche

Un buen atracón de pollas

Por mirar donde no debía, terminó comiendo rabo

Aquí el activo soy yo

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Una doble penetración inesperada

Amarrado, cegado y follado hasta la extenuación

Polvo rápido en el baño

La duquesa del coño insaciable (4 de 4)

La duquesa del coño insaciable (3 de 4)

La duquesa del coño insaciable (2 de 4)

La duquesa del coño insaciable (1 de 4)

¡Pero qué buenos están estos dos hermanos!

Una doble penetración inesperada

El mecánico siempre descarga sus cojones dos veces

Son cosas que pasan

Sexo grupal en el vestuario

La fiesta de las Coca-colas

Un casquete después de la siesta

Pepe se lo monta con sus primos gemelos

Serrvirr de ejemplo

Comer y follar todo es empezar

Con mi ojete preparado para un rabo XL

Al chofer del bus, le sale la leche por las orejas

Mamándole el ciruelo a mi mejor amigo

De cruising en la playa de Rota

Cinco salchichas alemanas para mi culo estrechito

Un mecánico con los huevos cargados de leche

El descomunal rabo del tío Eufrasio

Follado por su tío

Meter toda la carne en el asador

Míos, tuyos, nuestros… ¡De nadie!

Encuentros furtivos en el internado

Antonio y la extraña pareja

Fácil

Bolos, naranjas y bolas.

Vivir sin memoria

El libro de la vida sexual

Reencuentro con mi ex

Punta Candor siempre llama dos veces

Hombres Nextdoor

Mundo de monstruos

Dejándose llevar

Guía de lectura año 2017

Dejar las cosas importantes para más adelante

Una proposición más que indecente

¡No hay huevos!

Ignacito y sus dos velas de cumpleaños

El chivo

La mujer del carnicero

Iván y la extraña pareja

El regreso de Iván

Guerra Civil

Las tres Másqueperras

Toda una vida

Objetos de segunda mano

Follando con el mecánico y el policía (R) 2/2

Follando con el mecánico y el policía (R) 1/2

Ni San Judas Tadeo

La invasión Zombi

Seis grados de separación

¡Arre, arre, caballito!

La más zorra de todas las zorras

Un baño de sinceridad

Barrigas llenas, barrigas vacías

No estaba muerto, estaba de parranda

Dr. Esmeralda y Mrs. Mónica

Yo para ser feliz quiero un camión

Tiritas pa este corazón partio

Corrupto a la fuga

Un polaco, un vasco, un valenciano y un extremeño

El de la mochila rosa

La jodida trena

Tres palabras

Hagamos algo superficial y vulgar

Pensando con la punta de la polla

Quizás en cada pueblo se practique de una forma

Gente que explota

Guía de lectura año 2016

En unos días tan señalados

Desátame (o apriétame más fuerte)

De cruising en los Caños

Putita

Sé cómo desatascar bajantes estrechos

Este mundo loco

Como conocí a mi novio

No debo hablar

El secreto de Rafita

¿De quién es esta polla cascabelera?

Me gusta

Me llamo Ramón y follo un montón

Doce horas con Elena

El pollón de Ramón

Dos cerditos y muchos lobos feroces

El ciprés del Rojo

Follando por primera vez (R) 2/3

Follando por primera vez (R) 3/3

Follando por primera vez (R) 1/3

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Orgia en el WC de los grandes almacenes

Once pollas para JJ

Prefiero que pienses que soy una puta

Homofobia

Adivina quien se ha vuelto a quedar sin ADSL

¡Terrible, Terrible!

Bukkake en la zona de descanso

Mi primera vez con Ramón

Tu familia que te quiere

Si no pueden quererte

Mía

Infidelidad

Dos adolescentes muy calientes

Ocho camioneros vascos

Parasitos sociales

El pollón del tío Eufrasio

Violado por su tío

Talento

Somos lo que somos

Sexo en Galicia: Dos en la carretera

Tres pollas y un solo coño

De amor se puede vivir

Duelo de mamadas

¡Se nos da de puta madre!

Dos hermanos

¿Dónde está la oveja de mi hermano?

¿Por qué lloras, Pepito?

El MUNDO se EQUIVOCA

Todo lo que quiero para Navidad

Como Cristiano Ronaldo

Identidad

Fuera de carta

Los gatos no ladran

Su gran noche

Instinto básico

TE comería EL corazón

La fuerza del destino

La voz dormida.

Como la comida rápida.

Las amistades peligrosas.

El profesor de gimnasia.

Follando: Hoy, ayer y siempre (R)2/2

Follando: Hoy, ayer y siempre (R) 1/2

El ser humano es raro.

La ética de la dominación.

¡Ven, Debora-me otra vez!

La procesión va por dentro.

Porkys

Autopista al infierno.

El repasito.

José Luis, Iván, Ramón y otra gente del montón.

El sexto sentido.

Cuando el tiempo quema.

Mi mamá no me mima.

La fiesta de Blas.

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Sin miedo a nada.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

¡Qué buena suerte!

El rumor de las piedras.

Dios odia a los cobardes.

Tres palabras.

Guía de lectura segundo semestre 2.014.

Como un lobo.

Solo Dios perdona.

El padrino.

Perdiendo mi religión.

Adiós Francisquito, adiós.

Pequeños descuidos.

La sombra de una duda.

Mis problemas con JJ.

Unos condones en la guantera.

La voz dormida.

Follando con mi amigo casado.

Si pudieras leer mi mente.

Bésame, como si el mundo se acabara después.

Si yo tuviera una escoba.

Guía de lectura primer semestre dos mil catorce.

¡Cuidado con Paloma!

La lista de Schindler.

Nos sobran los motivos.

La masticación del tito Paco.

Viviendo deprisa.

El blues del autobús.

¿Y cómo es él?

¡Voy a por ti!

Celebrando la victoria.

Lo estás haciendo muy bien.

Vivir al Este del Edén.

Hay una cosa que te quiero decir.

Entre dos tierras.

Felicitación Navideña.

37 grados.

El más dulce de los tabúes.

Desvirgado por sus primos gemelos

Las pajas en el pajar

Tiritas pa este corazón partio

Valió la pena

1,4,3,2.

Sexo en Galicia: Comer, beber, follar....

¡Se nos va!

En los vestuarios.

Lo imposible

Celebrando la victoria

La procesión va por dentro.

El guardaespaldas

El buen gourmet

Mariano en el país de las maravillas.

Tu entrenador quiere romperte el culo(E)

Retozando Entre Machos.

Culos hambrientos para pollas duras

La excursión campestre

¡No es lo que parece!

Mi primera vez (E)

Vida de este chico.

Follando con mi amigo casado y el del ADSL? (R)

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón

Trío en la sauna.

Nunca fuimos ángeles

Desvirgado por sus primos gemelos (E)

Como la comida rápida

La misión

Follando con mi amigo casado

La churra del Genaro

Uno de los nuestros

Sexo en Galicia: Tarde de sauna (R)

2 pollas para mi culo

El cazador.

Los albañiles.

Jugando a los médicos.

Algo para recordar

Mis dos primeras veces con Ramón (E)

A propósito de Enrique.

Guia de lectura y alguna que otra cosita más.

Culos hambrientos para pollas duras

Celebrando la derrota

En los vestuarios (E)

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (Epilogo)

No quiero extrañar nada.

Punta Candor siempre llama dos veces.

4,3,2,1....

2 pollas para mi culo

Adivina quién, se ha vuelto a quedar sin ADSL

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón (R)

El MUNDO se EQUIVOCA

Historias de un follador enamoradizo.

Living la vida loca

Sexo en galicia con dos heteros (R)

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Comer, beber... charlar.

Los albañiles.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

Regreso al pasado

Follando con mi amigo casado (R)

“.... y unos osos montañeses)”

El padrino

... Bubú.....

El blues del autobús (Versión 2.0)

El parque de Yellowstone (Yogui,....)

After siesta

Sexo, viagra y ... (2ª parte) y última

Before siesta

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (1ª parte)

El bosque de Sherwood

El buen gourmet

Como la comida rápida

Pequeños descuidos

¨La lista de Schindler¨

El blues del autobús

Celebrando el partido