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El cazador.

en Gays

Historias de un follador enamoradizo

 

 

Episodio XX: El cazador

 

( Este relato es continuación de “Algo que recordar”)

 

La historia hasta ahora: JJ, Guillermo y Mariano se van a los Caños de la Meca( una playa núdista de la costa de Cádiz), aprovechando para ello sus últimos días de vacaciones. En el trayecto, JJ le revela a Guillermo la última afición de Mariano: escribir relatos eróticos en una Web.

 

PREVIAMENTE

 

A mi esta era la parte que más me gustaba del juego de los adultos, en el que uno de los participantes introducía su churra en el culo del otro; era como el gol de los partidos de fútbol. Aunque, aquí no perdía nadie y los dos se lo pasaban estupendamente. No había nada más que ver la cara de satisfacción que ponían mis dos primos gemelos.” (Extracto del relato: Jugando a los médicos)

 

20/08/2012

 

El sol radiante y el profundo azul del mar, son la antesala perfecta para el disfrute. Cuando llegamos a la zona de los Caños; es la primera vez, en todo el verano, que siento que estoy de verdaderas vacaciones. Libres de pajas mentales, libre de ataduras convencionales... La sensación de libertad me invade.

 

Guillermo nos para a Juan José y a mi, delante del hotel, una vez hemos descargado el equipaje; se va, para aparcar en una cochera que hay al final de la estrecha calle.

 

JJ y yo entramos en el hotel. Cuya edificación me llama la atención gratamente; es un inmenso patio, en el que confluyen una serie de habitaciones, de similar modo, al que estaba construidas en Sevilla algunas casas de vecinos.

 

Ya tenemos en nuestro poder, las llaves de nuestras habitaciones, cuando regresa Guillermo de estacionar el coche, por su semblante, se le nota agobiado. Mi amigo se percata de ello y en tono cariñoso le dice:

 

-¿Qué te pasa? Qué traes cara de lunes.

 

- Nada, que la gente va a su puto rollo y le he tenido que echar dos cojones para poder dejar el coche... ¡allí se queda hasta que vayamos a salir!- la voz del novio de JJ suena contundente, con lo buen conductor que es; bastante pirata ha tenido que ser la gente para cabrearlo.

 

 

Mi habitación es la contigua a la de ellos, cuando voy a entrar JJ me guiña el ojo y me dice:

 

-Tú no vayas a ponerlo todo muy bonito, y ordenarlo como a ti te gusta... ¡ qué nos conocemos! Que son la una nada más y a ver, si es posible que a las dos estemos remojandonos los huevos...

 

- ¡ A sus ordenes mi sargento!- digo yo, no pudiendo evitar reírme ante su natural descaro.

 

 

Como los deseos de JJ, son ordenes para mi. A las dos, aunque no estábamos remojandonos nada, nos quedaba poco para ello. Desde el mismísimo momento, que empezamos a bajar por la gran pendiente del camino que conducía a la playa; empezamos a respirar el ambiente gay, tan característico del lugar. No sé como explicarlo, pero la gente se expresa y se mueve de manera distinta...Pero no me hagáis mucho caso. Lo mismo soy yo, que libre de las cadenas morales de la sociedad, observo el mundo con plena libertad y veo lo habitual, como algo extraordinario.

 

Sin lugar a dudas, lo que pasa, es que a mí este lugar,como todas las playas nudistas, me dan una sensación de infinita libertad; no sé si por el hecho de que la gente se desnuda ante el mundo o porque siempre que acabo en ellas, es como escape de la agobiante rutina diaria. El caso, es que lo único que me separaba de sentirme libre como un pájaro, eran sus alas. Bueno, eso, y unas cuantas lecciones de vuelo...

 

La playa no se ve demasiado ocupada, hay sitio de sobra para instalarse. A pesar de ser Agosto, la cosa está muy tranquila.... ¡ Esta puta crisis, está acabando con todo !

 

Cuando nos encontramos completamente instalados. La verdad, es que solo traemos unas esterillas y una bolsa con los bronceadores, libros y unas cuantas cosillas más.

 

Es quitarme la camiseta y Juan José no puede reprimir una parida de las suyas:

 

-¡Quillo! ¿ Y con lo blanco que estás, llevas quince días en la playa? Si, tienes más mal color que la “maricona” de “Crepúsculo”

 

Lo miro sin dar crédito a la chorrada que acaba de soltar y sin poder contener la risa le digo:

 

-¡ Yo también te quiero!

 

-Sentimiento mutuo- me contesta mostrándome fugazmente su lengua.

 

La verdad, es que el bueno de JJ llevaba razón, a pesar de ir todos los días a la playa. A raíz de que un día me queme, por no protegerme suficiente de los rayos UVA; empecé a usar un bronceador con filtro solar alto. Resultado: se me acababa las vacaciones y estaba más blanco que un vampiro. En fin.. todavía tenía una semana para ponerle remedio a mi “sepulcral” color

 

Una vez nos quedamos como nuestra madre nos trajo al mundo, pero con unos cuantos años más. JJ dice de ir a darse una vuelta. Pues quiere ver como está el ambiente de “caza” por la zona de las rocas.

 

- ¡Tranquilito hijo! ¿Tú no decías que te querías bañar¿. - le reprende Guillermo. - Pues ahí, tienes todo el Océano Atlántico para tí- esto último se lo dice abriendo los brazos y señalando las azules aguas que tiene ante sí.

 

-No hace falta ponerse así... Solo pensaba ir a dar una vueltecita...

 

-Si, lo que vamos a estar es una horita... quedate con nosotros; que ya tendrás tiempo de “mamoneo”... ¡Cojones, que vamos a estar aquí una semana! No hace falta ser tan impaciente.

 

- Vaaale...- dice JJ, rindiéndose ante lo evidente- pero es que la curiosidad me mata

 

- Sabes, que a mi me da igual... Pero es que me parece excesivo,que ha sido llegar y … ¡ de cabeza!- esta vez la voz del novio de mi amigo, es más suave, incluso creo que reprime una sonrisa. - ¡ Cojones, ni que estuviéramos en las rebajas!

 

- Pues, entonces; ¡voy a remojarme los huevos!- no ha terminado de decir esto cuando sale corriendo en dirección hacia el agua. Dejándonos a Guillermo y a mi, con dos palmos de narices.

 

- Este novio mio no deja de sorprenderme.¿Como puede tener la cabeza tan bien amueblada para algunas cosas, y ser tan loco para otras.?

 

- ¿ Me lo preguntas o me lo cuentas? - le digo yo, con total desconcierto- Es que si fuera de otra manera, no sería JJ.

 

- Si, y la verdad es que si no fuera así como es. Mi vida no sería lo que es hoy- las palabras de Guillermo, de no ser por su ronca voz y su aspecto de brutote; podrían sonar hasta cursi...Es lo que pasan con estas cosas, cuando salen del corazón.

 

Lo miro y le sonrío, a continuación le paso la mano por la barbilla y le digo, en un tono que roza el cachondeo :

 

- Si, es que no te puedes enfadar con él, si se te cae la baba...

 

Pocos minutos después, JJ vuelve:

 

- ¡ El agua está del carajo! Anda ir a bañaros, que yo cuido las cosas.

 

Yo declino meterme en el agua, pero a Guillermo le falta tiempo para salir corriendo en pos del salado líquido. Observo detenidamente al novio de mi amigo; es un ejemplar de macho bastante curioso; aunque no es muy alto,(más bien bajito, diría yo) está majestuosamente proporcionado. No es el típico musculitos tapón; sus piernas son preciosas, su culo parece estar esculpido con un cincel, y su espalda es ancha y voluminosa....

 

- ¡Quillo, cortate un poquito que estoy yo delante!- la desenfadada voz de JJ, me saca de mis cavilaciones.

 

- Si.. yo no...-musito, levemente avergonzado; ante lo evidente del comentario de mi amigo.

 

- !Noooo!... si ahora me vas a decir que no es lo que parece. ¡ No te jodes! ¡Si te lo ibas a comer con la mirada!....

 

Miro de reojo a JJ, y este no puede evitar levantar las cejas levemente y reírse.

 

- Si, que mi novio está muy bueno. ¡Pero es mi “tesoro”! - al decir esto ultimo se encorva un poco e imita la voz de Gollum del “Señor de los anillos”

 

Bajo la mirada, sé que no se ha enfadado; pero también soy conocedor de que lo que he hecho, tampoco es que sea lo más ético del mundo: mirar con ojos de deseo, a la pareja de tu mejor amigo.

 

-¡Gilipollas, no me pongas esa cara!- a la vez que dice esto, me da un suave golpe en el hombro- Si, a mi me da igual que lo mires, como si te lo quieres tirar ( por cierto, a él por lo que yo sé, no le importaría)

 

-Y entonces... ¿ por qué te pones así?

 

- Porque entonces, no había visto esa cara de panfilo que pones...

¡ Me encanta!- al decir esto último, me saca la lengua en tono burlesco. - Ah! Por cierto, lo de que si te lo quieres tirar... va en serio. Prefiero que me ponga los cuernos contigo, que te conozco y sé de que vas ; a que lo haga con otro ...

 

Muevo la cabeza, en señal de perplejidad; ¡ no me puedo creer lo que estoy escuchando! Mira que lo conozco de hace años ya. Pues nunca deja de sorprenderme. JJ, su forma de ver la vida y sus modernuras me superan de largo. Pero no digo nada... Entre otras cosas, porque no sé que decir. Así, que sin darle importancia a la lindeza que mi amigo acaba de soltar por su boquita. Me tiendo en la esterilla y me pongo a leer. Cosa, que ya dicho de paso, es harto difícil con el “loro” de JJ al lado.

 

-A propósito... ¿lo que te ha contado esta mañana Guillermo en el coche lo piensas colgar en la Web esa, en la que tú escribes?

 

-¿ Por qué no ? Me parece una historia bastante interesante...

 

- ¡Muy bonito! Lo de él si y lo mio no...- JJ modula sus palabras cargándolas de ironía.

 

- Pero, tío... Es que ya te dije, que lo que tú me contaste, no me parece ético...

 

- ¿ Y si te cuento, una historia de cuando tenía dieciocho años ?

 

- Entonces, sin problemas.

 

-Pues, preparate que va a ser el relato más caliente que hayas escrito hasta ahora- las palabras de JJ están impregnadas de esa teatralidad, que tanto le gusta a él y que nos toca soportar a los demás.

 

 

HACE 24 AÑOS.

 

 

Erase una vez que se era, un chico llamado Juan José. Juan José a sus dieciocho años era un chico bastante atractivo, delgado, ni alto ni bajo, moreno, pero lo que más llamaba la atención de él, eran sus grandes ojos marrones y su sonrisa. Su contagiosa sonrisa.

 

Juan José era de un pueblo de Badajoz; aunque desde que tenía catorce años estudiaba BUP ( para los más jóvenes el antiguo bachiller) en un internado de la capital del país. Concretamente aquel año, cursaba COU, el último del ciclo.

 

Aquella navidad, como todas, nuestro protagonista dejaba Madrid y volvía a su pueblo con su familia .

 

Pepe, pues así era como lo llamaba los que conocían , echaba mucho de menos a los suyos. A su madre, a la cual nunca había dicho todo la que quería(más que a nada en el mundo) ; a su hermano Juan, seis años mayor que él; a su hermana Gertrudis, la que siempre había sido otra madre para él, a pesar de llevarle sólo once años... Y por último, estaba su padre. Su respetado padre. De niño, nunca había sido su hijo predilecto; pero desde que a los catorce años, sucedió el “acontecimiento terrible”... Por el cual, se descubrió su verdadera tendencia sexual; a su padre le costaba trabajo mirarlo a la cara, y no sentir vergüenza.

 

Por eso, aunque nuestro joven protagonista añoraba mucho a los suyos; convivir con la loza de la culpa con la que le hacía cargar su padre, se le hacia interminable. Y para evitar la compañía de su progenitor; pasaba las horas fuera de casa, visitando a amigos, conocidos y familiares.

 

Aquella tarde de sabado, había comido en compañía de sus primos y su tíos del pueblo de al lado. Y es eran como su segunda familia. Pepe,quería mucho a aquellos parientes suyos.

 

A su tío Paco, el cual pese a ser tan bruto como su padre, nunca dejo ver en sus ojos una migaja de reproche, al contrario.

 

A su tía Enriqueta, hermana de su padre, la cual siempre le mostró su sincero afecto. De no ser por ella, que medió ante su padre, su madre nunca habría ido a visitarlo, alguna vez que otra al internado.

 

A su primo Francisquito, bueno, él ahora quería que le llamaran Francisco, aunque para Pepe, siempre sería Francisquito, el hermano de sus años que nunca tuvo; su compañero de juegos y cómplice en la infancia.

 

Luego estaba Matildita, su prima gordita. Bueno ya habia perdido los “itas” y gustaban de que la llamaran Matilde, y ya no era gordita....sino gorda, muy gorda. Aún así, ella se creía una especie de mujer diez... Era él único miembro de la familia, que miraba por encima del hombre a nuestro protagonista. Y es que ya se sabe, siempre está la excepción que confirma la regla.

 

Por último estaban sus primos gemelos: Ernesto y Fernando. Dos hermosas gotas de agua, que a pesar de acercarse a la treintena; seguían conservando su juvenil belleza. Por lo que le contaba su madre, salían a la rama paterna; pues el tío Paco, según ella, en sus años mozos era un rubio que quitaba el hipo.

 

Fuera como fuera, el atractivo de aquellos dos hombres, era más que palpable. Y Pepe, tuvo que hacer esfuerzos durante la comida, para no quedarse embobado mirándolos.

 

A pesar de la diferencia de edad(diez años), la admiración del muchachito por sus dos primos gemelos era evidente. Por eso, cuando oyó que estos, se iban de caza al día siguiente; se autoinvito a ir con ellos. En principio, sus primos le pusieron pegas; disfrazadas con excusas de “esportubien”, “sitevasaaburrir”. Al final, Pepe y su eterna sonrisa, se los consiguió meter en el bolsillo y los gemelos, muy a su pesar, no tuvieron más remedio que llevárselo a cazar con ellos.

 

Bueno, y se preguntareis ¿ Qué interés tenía nuestro protagonista en ir con sus primos de caza? Os lo explicare brevemente. De niño, de muy niño, Pepe pilló a sus dos primos teniendo relaciones homosexuales incestuosas. Sus primos desconocedores del tema, no sabían que lo que su joven primo iba buscando, era volver a verlos en aquella excitante situación. Porque por mucho rollo de ir de caza que los gemelos argumentaran para sus salidas; Pepe sospechaba que aquellos dos a lo que iban, era a lo que iban. No hace falta que dé más datos ¿ no?

 

A la mañana siguiente, los dos hermanos y su avispado primo, partieron hacia la casa de campo, desde donde partirían hacia el coto de caza privado cercano. Una vez allí, lo primero que hicieron fue encender la chimenea. Pepe, se ofreció a ayudar a su primo Ernesto que es el que estaba haciendo dicha labor, mientras que su hermano cargaba los artilugios de caza en el 4x4.

 

Mientras encendían el fuego; Pepe observo a su primo Ernesto, era un tío bastante atractivo; de piel clara, cabello rubio, ojos azules y unos labios carnosos, que estaban pidiendo a grito que los besara. Ernesto era poseedor de unos brazos, fuertes y rudas; producto del trabajo agrícola. Sus brazos acababan en unas encalladas y peludas manos.

 

Pepe, todavía por aquel entonces, no había tenido una relación homosexual plena; aunque era buen conocedor de sus gustos sexuales; al igual que eran conocedores de ello, todos sus allegados ( el cree que a raíz de lo que pasó cuando tenía catorce años; todo el universo se había enterado de que le gustaban los hombres)

 

Por eso, lo que sucedió a continuación no le extraño lo más mínimo.

 

Cuando su primo Fernando, supuestamente volvió de cargar el coche. Saco la ropa de caza de él y de su hermano( a Pepe le habían prestado un anorak verde) Esperó que el fuego prendiera la madera y al calor de éste, empezó a cambiarse. Primero se quitó un abrigo marrón de lana, el cual dobló y colocó sobre una mesa cercana. Cuando se desprendió de la camisa de cuadros rojos y verdes que llevaba puesta, ante los ojos de Pepe se mostró un bien formado tórax, al que sólo cubría una delgada camiseta de tirantes. Los brazos de Fernando al igual que los de Ernesto, eran fuertes y bien formados (es lo que tiene ser gemelos...). En el instante que el pecho de su primo, quedo desnudo ante sus ojos; Pepe no pudo reprimir un suspiro, producto, de lo mucho que le estaba gustando la visión que tenía ante sus ojos.

 

Todavía, no habia terminado Fernando de desnudarse, cuando su hermano Ernesto, se puso frente a él; y dio paso al mismo ritual, en el cual estaba inmerso su hermano. No pasaron ni dos minutos, y Pepe ya tenía el corazón que se le iba a salir por la boca de la emoción. Sabía que sus primos estaban buenos, pero ver en calzoncillos el uno al frente del otro; era más de lo que podía soportar. Sintió que el pulso se le aceleraba, como nunca antes lo hizo.

 

Fue observando a sus primos de arriba a abajo; tenían unos pies grandes, unos piernas robustas y peludas y en sus slips, se marcaba un tremendo bulto. Pepe, no quiso ser mal pensado; pero daba la sensación de que ambos tenían la verga erecta. Pepe levanto la mirada y busco la de sus primos; aunque no era muy conocedor todavía de las muestras de deseo en los demás, a nuestro joven protagonista, le pareció que en los ojos de sus primos se pintaba la lujuria.

 

Pepe, al ver como su primo Ernesto se tocaba el paquete de manera atrevida; sintió un poco de vergüenza y, hay que decirlo, un poquito de miedo. Pero eso no le importó a su pilinga, que empezó a crecer dentro de su ropa interior, como si tuviera vida propia.

 

Su primo Fernando, en un gesto de descaro, paso los dedos sobre su miembro, marcando con la débil tela la forma de este. Bajo el fino algodón se marcaba un pene largo y delgado. Pepe no podía creer que esto le estuviera pasando a él. Estaba tan asombrado que sus enormes ojos marrones, parecían querer salirse de sus cuencas.

 

Levantó la mirada y se encontró, con que Fernando se mordía levemente el labio inferior, en un gesto de total lascivia. Sin darle tiempo a pensar nada y con un total descaro, se cogió el erecto cipote, señalando con sus dedos, sobre la tela; su tamaño y forma. Como comprobó que Pepe, no despegaba sus ojos de él; sacó su falo, de debajo del blanco slip y blandiéndolo, cual sable; le dijo a su primo:

 

-¿Te gusta? Pues hay dos iguales para ti. - no había terminado Fernando de decir esto, cuando su hermano sacó su miembro; de iguales o parecidas dimensiones.

 

Pepe, estaba al borde de un ataque cardíaco. Hasta ahora,( salvo el acontecimiento terrible; claro está), sus relaciones sexuales se habían limitado a los furtivos encuentros en el “sótano” del internado. Donde a lo más que había llegado era a mamársela a algún que otro compañero, los cuales alcanzaron el placer más pronto que tarde. Pero aquel oscuro lugar, era como las Vegas. Y lo que pasaba en el sótano, se quedaba en el sótano. Motivo por el cual nunca disfrutó del momento, pues la culpa por el pecado cometido, se blandía sobre él, cual espada de Damocles.

 

Por eso, lo que estaba pasando ahora, le superaba y de lejos. Que sus primos le atraían, no habia lugar a duda ninguno. Que tenía ganas de acariciar sus fornidos cuerpos, centímetro a centímetro; tampoco. Pero esto, no estaba en sus planes; el venía a mirar, sin ser visto; a disfrutar viendo como otros disfrutaban. Y es que Pepe, desde muy pequeño; siempre fue bastante voyeur.

 

Pero si algo tenía nuestro protagonista, es que era valiente y no se intimidaba ante nada. Y si sus primos le habían retado a jugar con sus herramientas sexuales; él se armaría de valor y lo haría.

 

Avanzó hacia los dos rudos machos que tenía ante sí; una vez estuvo a su lado. Alargó sus manos hacia ellos; una para cada uno. Posó suavemente las yemas de sus dedos sobre sus tórax. Una sensación de bienestar le invadió, y si en algún momento pensó que aquello no era lo correcto; se dijo para sí, que algo que te hace sentir tan bien, no podía ser malo. Además, pasará lo que pasará, sus primos se comportarían mejor que los bestias del internado.

 

Aunque temblaba como un flan, sus manos empezaron a acariciar los recios pechos. Primero tímidamente, y a la vez que fue tomando confianza, de un modo, mezcla de sensualidad e inocencia. Observó tiernamente a sus atractivos primos; estos le devolvieron la mirada, como pidiéndole algo. Pepe desconocedor de su petición, siguió acariciando sus robustos tórax. Cuando su manos llegaron al unisono, a las erecta vergas. Su primo Fernando, posó sus labios sobre los suyos, robandole aquello que el no daba: un beso.

 

En el momento en que, los labios de Fernando se unieron con los el joven Pepe. Éste creyó tocar el cielo, cuando sintió la lengua de su primo jugando con la suya. La bestia dentro de sus calzoncillos, se movió y de manera silenciosa, pidió que la sacaran a pasear.

 

No se había recuperado del beso de Fernando, cuando su otro primo tiro de su cabeza y le hundió la lengua en su boca. Ernesto demostró ser más apasionado que su hermano a la hora de besar. Nuestro joven protagonista, nunca había disfrutado tanto de un beso. Nunca lo habían tocado como lo estaba haciendo su primo ahora: de una manera ruda, pero a la vez sensual y tierna.

 

Las manos de Pepe, a pesar de los trajines de los besos; no se habían despegado de los dos rígidos mástiles de carne. Los agarraba fuertemente, como si pensara, que al soltarlos, perdería la oportunidad de seguir disfrutando de ellos.

 

Por eso, cuando Fernando apartó su pene; el lo buscó con la mirada, temiendo haber hecho algo mal. Pero la causa era otra bien distinta: su primo se acercó a él por detrás y comenzó a restregar su pene entre sus cubiertas nalgas. A nuestro protagonista, se le vino a la mente el acontecimiento terrible, pero con esa capacidad de Pepe para pasar página; se autoconvenció rápidamente de lo distinto que era una cosa de otra. Fue borrar el oscuro pensamiento y el muchacho abrió la puerta del placer. Un placer, que nunca antes, había podido disfrutar. Miró a sus primos, cerró los ojos y se dijo: “No hay dos personas mejores, para hacer esto.”

 

Fernando fue desnudando muy despacio al chavalote. Intentando interrumpir minímamente, el apasionado y prolongado beso. A la vez, que desvestía a Pepe, su primo le daba besos en el cuello; acercando su pecho a su espalda, su abdomen a los lumbares de Pepe, su pene... al culo de éste. El muchacho, se estremecía de placer; nunca nadie antes lo había tratado tan dulcemente, nunca nadie antes había elevado sus sentidos de aquella forma...

 

Su primo se agachó tras él y tiro hacia abajo de sus pantalones. Se puso a besar sus nalgas, por encima de su prenda intima. Pepe rebosaba de placer, sus gemidos así lo transmitían. Por eso, cuando Fernando lo desnudó por completo, y abriendo sus cachas con las manos, hundió su lengua en su ano; Pepe no pudo evitar un grito de placer, el calor de la rasposa lengua en su agujero, fue mayor satisfacción de la que podía soportar.

 

Mientras Fernando le besaba el culo, su primo Ernesto, le invitaba a que le mordiera las tetillas. Los pezones de este eran grandes y redondos, con un color de tono parecido al morado. Por la excitación del momento, estaban tiesos y duros. La boca del muchacho, los lamió como si de un dulce manjar se tratara.

 

Hubo un momento, en que su lengua no chupaba las tetillas, sino que preso de la pasion del momento, se paseaba por todo el tórax de Ernesto. Sin intención alguna, la boca del joven quedo frente al vigoroso mástil de carne; sin dudarlo, se lo metió en la boca.

 

Aunque la experiencia de Pepe con el sexo oral había sido nefasta, desde un primer momento, como si se tratara de un instinto primario en él, supo dar el placer que aquella caliente verga se merecía. Si el muchacho albergaba alguna duda sobre como lo estaba haciendo; las palabras de agradecimiento de su primo, hicieron que las borrará de su mente.

 

Los tres hombres eran como un engranaje bien sincronizado, la boca de Fernando se trabajaba el ano de Pepe, mientras este a su vez lo hacia con el alargado falo de Fernando.

 

Hubo un momento, en que nuestro protagonista se sacó la dulce estaca de su boca, la contempló detalladamente; aunque había visto bastantes vergas, la que tenía entre sus manos le pareció hermosísima ; no era tan gruesa como larga y recta . Pero lo que más llamo la atención de Pepe fue la gran cantidad de piel que cubría su glande. Se dejo llevar por la emoción y paso su lengua entre los pliegues de piel y la cabeza del pene. Un profundo gemido escapó de los labios de su primo....

 

Un cumulo de emociones invadían a Pepe, la áspera lengua empapando su ano de caliente saliva y el sabor amargo, y a la vez salado, del pene en su boca; era algo distinto a todo lo que había sentido hasta ahora. Por eso, cuando sintió que un rasposo dedo hurgó en su ano, intentando introducirse en su esfinter; aunque, su primera reacción, fue dar un pequeño respingo, se relajo y permitió que éste entrara en su interior. Era ampliamente conocedor, de que sus primos lo querían y que nunca le harían daño.

 

El dedo, a los pocos segundos, entraba y salía del pequeño agujero con bastante comodidad.

 

-Ernesto, esto esta a punto de caramelo- dijo Fernando, como si lo que acababa de hacer formara parte de un elaborado ritual.

 

Y como si de un protocolo altamente estudiado, su primo aparto su erguido pene de la boca de Pepe y buscó algo en el bolsillo del anorak, cuando lo encontró, se lo dio misteriosamente a su hermano; como si lo que le pasaba, fuera algo ilegal o lo de que avergonzarse.

 

Al poco, volvió a ofrecer su alargado falo a Pepe, para que lo siguiera chupando. La boca del chico, se hacia cada vez más a su tamaño y su lengua se paseaba sobre ella, como si no hubiera hecho otra cosa en toda la vida. Al sentir en su ano un líquido frio Pepe se estremeció, a continuación el dedo que horadaba en sus entrañas volvió a penetrar en ellas; esta vez, y gracias a la sustancia pegajosa, con más facilidad. ¡Qué distinto era lo que le estaba haciendo su primo, a lo del “acontecimiento terrible” ! El muchachito se relajo felizmente y permitió con ello, una mejor entrada a aquel apéndice.

 

-Llevabas razón, Fernando. El primito no quería cazar zorzales, el primito lo que quería era otra clase de pájaros...- dijo su primo Ernesto, con un sarcasmo inhabitual en él- Lo que no sé es como sabía, que a nosotros nos iba estas cosas.

 

- De pequeño, os vi haciéndolo una vez en mi casa...- dijo Pepe, sacándose momentáneamente la herramienta de su primo de la boca.- Si, vine fue con la intención de veros de nuevo... ¡Esto no me lo esperaba!

 

- Y que... ¿ no te está gustando?- el que así hablaba era su primo Fernando, que seguía dilatando el estrecho agujero con sus dedos.

 

-No al contrario...¡ Me está encantando!- al decir esto Pepe, mostró la mejor de sus sonrisas.

 

-Pues sigue disfrutando que esto no ha hecho más que empezar, primito.

 

Pepe siguió relajando su esfinter, a la vez que se volvió a meter la verga de su primo Ernesto entre los labios. Aquel trozo de carne inhiesta, rebosaba liquido preseminal por doquier; al muchacho, lejos de desagradarle, lo saboreaba golosamente, gota a gota.

 

Cuando Fernando lo creyó oportuno, cambio su dedo por su pene, al cual había vestido para la ocasión con un traje de látex. Sentir aquel vigoroso miembro llamando a las puertas de sus entrañas; trajo algún que otro mal recuerdo a la memoria de Pepe. Pero aunque aquel templo había sido profanado, no es lo mismo que llamen a la puerta, a que ésta sea derribada.

 

Al principio Pepe percibió un leve dolor, pero cuando la verga se acomodó en el interior de su esfinter, una sensación ; diferente a todas las que había sentido hasta el momento, envolvió placenteramente su ser por completo.

 

Su primo fue delicado al principio, preguntándole en todo momento si le hacía daño. Pepe, se quejaba lentamente pero le pedía que no la sacara, que aunque le molestaba un poco; la satisfacción era mucho mayor.

 

Cuando Fernando escuchó esto, empujo sus caderas hasta introducir su falo en el interior de su primito. Este pego un leve respingo y un gritito escapó de sus labios. El leve quejido fue apagado por un prolongado beso su primo Ernesto, el cual lo sostenía sobre él, para que el muchacho no se cayera, preso de la emoción y de los salvajes empujones que le estaba propinando su hermano gemelo.

 

El joven Pepe estaba disfrutando de lo lindo, mientras abrazaba y besaba a uno de sus primos, el otro lo penetraba de una manera tan delicada, como salvaje. Y lo que más le excitaba de todo, era que, al ser sus primos casi identicos; tenía la maravillosa sensación de que una misma persona le estaba haciendo doblemente el amor.

 

Por eso, cuando Fernando le pidió a su hermano que ocupara su lugar, al muchachito no le importó. Tanto monta, monta tanto Ernesto como Fernando.... Lo que si le produjo un poco de insatisfacción, fue que su primo Fernando no ocupara el lugar de su hermano.

 

Ernesto pidió a Pepe que se apoyara contra la pared, una vez lo hizo colocó su pene a las puertas de su ano y empujó. Después del trabajo que su hermano había hecho, el orificio estaba lo suficientemente dilatado para que su falo entrara casi de golpe y en su totalidad. A Ernesto, se le veía menos curtido en estas labores que a su hermano; a pesar de que el tamaño de su herramienta sexual era casi identico, el uso que hacía de ésta, desmerecía bastante de que Fernando hacía de la suya.

 

La causa de esto; aunque algo sospechaba ya Pepe, por los recuerdos de su niñez, no era otra; que el rol que Ernesto adoptaba, al hacer el acto sexual con su hermano , no era otro que el de pasivo. Hecho que pudo corroborar Pepe, cuando sintió un mayor empuje por parte de Ernesto; este mayor empuje respondía, a que éste estaba siendo sodomizado por su gemelo.

 

Dirigidos por los movimientos de caderas de Fernando, los tres cuerpos se movían en sincronía. Aunque Pepe, era la primera vez que caía en las redes del sexo compartido, parecía que había nacido para aquello. Su entrega y dedicación no podía ser más completa. Todo su ser se plegaba a los deseos de los dos hombres que tenía con él. Cuantas veces había consumado el sexo en solitario, pensando en lo que vio aquel día en su casa, siendo niño. Cuantas veces soñó con participar de sus juegos. Si la felicidad, tenía cabida en la vida de Pepe; sabía que cosas como las que estaba viviendo, eran una muestra de ello.

 

A Pepe, le hubiera gustado tener un espejo a mano, y ver como a la vez que su primo Ernesto lo empalaba, éste era sodomizado por su hermano. Volvía la cabeza de vez en cuando para ver sus rostros, estos estaban repletos de una desenfrenada lujuria, la cual moría cual alud de placer, en la parte baja de la espalda del muchacho.

 

Tras minutos de desenfrenado traqueteo, aquel improvisado tren detuvo la marcha, la voz de su primo Fernando indicando que había llegado al extasis fue el freno de la vigorosa travesía. Unos pocos segundos después, Ernesto llegaba estrepitosamente a la estación del placer.

 

Tras unos minutos de merecido descanso, los gemelos comprobaron que su primito no había culminado el juego sexual. Se miraron, y con una complicidad descarada se agacharon ante su primo. Ernesto se introdujo el duro miembro del joven en la boca, mientras su hermano daba unos pequeños lametones sobre el escroto de éste. Mimado por la boca de los dos fornidos hombres, Pepe culmino aquella sesión sexual impregnando la cara de sus primos de unos merecidos trallazos de semen. Y es que la opera no acaba, hasta que canta la gorda.

 

Tras esto, los tres hombres se abrazaron y unieron sus lenguas en un beso a tres; que ninguno de ellos llegarían a olvidar, por muchos años que pasaran.

 

Y cuenta la gente del lugar, que Pepe siempre que volvía al pueblo. Iba a cazar con sus primos. Era tal el gusto que demostraba por aquel deporte, que su hermano Juan, lo comenzó a llamar cariñosamente “el cazador”

 

Ni que decir tiene, que sus primos y él, aunque pocas veces cazaran perdices... el tiempo que duró aquello, fueron muy, pero que muy felices.

 

Y colorín, colorado este cuento se ha acabado.

 

Apenas había terminado de contarme JJ, la historia de su iniciación, cuando Guillermo se acerca a nosotros, pidiéndonos una toalla para secarse. Mientras se seca, no puede evitar hacerme una observación en plan de broma:

 

- Quillo, no sé de que habéis estado hablando... Pero seguro, que no ha sido de toros ni de fútbol. Porque aquí el amigo se ha puesto tela de contento... - esto último lo dice señalando a mi entrepierna.

 

¡Coño! Me he metido tanto en la historia que me estaba contando JJ, que me puesto burrisimo... Cuando soy consciente de la empalmadera que tengo, me pongo colorado como un tomate, me tapo rápidamente y busco el bañador para ponermelo...

 

A la vez, que me pongo el bañador para tapar mis verguenzas, JJ se pone el suyo y dice en un tono altanero:

 

-Es que le he estado contando una historia, para que la publique en la web esa, que él escribe.. . Y le ha tenido que gustar más que la tuya, porque mira como se ha puesto- esto último se lo dedica a su novio, al que hace un soez gesto levantado el puño cerrado, como simulando una polla erecta. A continuación, le saca la lengua, burlándose cariñosamente de él. ¡ Cómo es JJ, tiene que ser Manolito el primero, o si no, no se queda a gusto!

 

Tras la evidente demostración de quien la tenía más larga, por parte de mi amigo. Guillermo propone que recogamos, si queremos que nos den de comer en algún sitio. Argumentando que son las tres pasaditas, y mientras llegamos y no....

 

JJ se adelanta a nosotros, y nos deja recogiendo; argumentando que él sin ducharse no va a comer a ningún lado, que le parece muy cutre.

 

Tardamos un escaso minuto en meter todo en la bolsa, lo que se traduce en que JJ nos coge la pequeña ventaja de unos quince metros. Suficientes para que su novio, vea el momento de comentarme algo confidencialmente.

 

-Mariano, ¿que es lo que te ha contado?

 

Como sé que Juan José, no tiene secretos para él, no me importa decirlo.

 

-Su primera vez.

 

A Guillermo se queda perplejo, y sin decirme nada me lo dice todo.

 

-Pero no esa vez... Cuando estuvo con sus primos los cazadores.

 

-Ah!- al decir esto, un gesto de alivio llena su rostro.

 

-Tú... te creías... que..- mi voz suena sorprendida, pero a la vez un poco enfadada- ¡Como me voy a excitar yo con eso! ¡ Qué te has creído...!

 

-Llevas razón... perdona hombre. Pero como a veces es tan inconsciente. -al decir esto me echa el brazo sobre los hombros, a modo de disculpa

 

Yo no le digo nada, y le respondo con el mismo gesto; dándole a entender con ello, que no pasa nada.

 

Cuando JJ, se vuelve, y nos ve a los dos con el brazo echado por los hombros, aunque se aprecia claramente que no hay nada sexual en ello, él no puede evitar soltar una de sus fantasmadas.

 

-¿ Qué pasa con vosotros?¿ Ese es el respeto que me tenéis.? Y lo hacéis en “ toa” mi cara!!! Tenéis los dos un morro que se lo pisáis...

 

Guillermo y yo nos miramos, y sin quitar el brazo el uno al otro, nos echamos a reír.....

 

Continuara en”Uno de los nuestros”

 

Si has llegado hasta aquí. Muchas gracias por leerme... Me gustaría que valoraras el relato, así sabre lo que te ha parecido. Si te apetece, deja un comentario; son la salsa que nos anima a seguir escribiendo....

 

 

 

A todo aquel que dejo un comentario en “Jugando a los médicos” mis ya habituales palabras de agradecimiento:

 

A Vito ( ¿Sabes que me has hecho buscar en Google lo de “pendorcho”? Muy bueno, je , je... Espero que estés leyendo esto, y que te haya gustado la consecuencia de la travesura infantil....;a Jesus ( Me alegro de que te haya “engachado” el relato... Pero ten cuidado, que esto es como la droga, primero te lo doy gratis y después te lo cobro … ¡ES BROMA HOMBRE! Pero tú no te desenganche, y sigue leyéndome...) ;a mmj ( Pues no sabes la alegría que me da equivocarme... Y más contigo...Un besote “superfan”);a gippal (¿Has recogido las migas de pan? ¿Te ha gustado como he encadenado esta historia, con la anterior.?); a 2xxx( Pues para tu interés, en un mes más o menos, publicaré “La churra del Genaro”....); a Duaanae( Pues no me veo yo en el club de la comedia contando estas cosas... je je ) ; a Gothic Darkness ( Me ha encantado como has definido el relato: “divertido pero a la vez perturbadoramente excitante” ¡GENIAL TIO !) Y a elbotiija10 ( Si, dicen que reírse alarga la vida... ¡Hacer el amor mientras te ríes, tiene que ser la leche! Ja, ja … ¿ Qué tal los exámenes, boti?  

Bueno, la semana que viene publicaré el segundo recopilatorio de la serie “Sexo en Galicia”. La continuación de este, será en quince días aproximadamente, el protagonista será Guillermo... Ya me diréis. !Un beso y disfrutad la vida!

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