miprimita.com

Dejándose llevar

en Gays

23 de agosto del 2012 (01:00 pm aprox.)

***Guillermo***

Alucino en colores con las cosas de Mariano. Desde que ha regresado de bañarse, no ha tenido cojones de mirarme a la cara y  me rehúye como  a la peste. ¡Ni que lo hemos hecho fuera lo peor de lo peor!

La verdad es que no entiendo porque se raya tanto, sabe que JJ y yo tenemos una relación abierta. Sin ir más lejos, ayer estuvimos follando con dos alemanes en una calita escondida y él sabe, porque se lo hemos contado a las claras, que de malos rollos nada de nada.   

 ¡Bueenoooo…! Ya puestos a ser sinceros, he de reconocer que no me moló mucho ver como un tío con  un rabo más largo que el mío se cepillaba al tío que quiero, pero tampoco  ha sido el fin del mundo. Nada que no se pueda limpiar  con una buena ducha.   Así que no creo que mi chico se cabree demasiado porque su colega y yo nos hayamos hecho un pajote en el agua. Total si tampoco ha sido    nada del otro jueves, creo que  nos ha puesto más  palote el morbo que  cualquier otra cosa.

Es ver el careto de preocupación que tiene  y  se me va pasando el cabreo que me he pillado con él.  Me imagino que se debe estar comiendo el tarro de lo lindo con lo ocurrido, seguro que se piensa que es una traición a Jota y tal. Yo estoy bastante tranquilo con el tema, he sabido escoger al hombre de mi vida y presiento que nos vamos a echar unas buenas risas cuando se lo cuente. Sobre todo cuando sepa que su amigo se ha estado agobiando un taco.

Menos mal que Sorippegy, con motivo de que hoy es su cumpleaños, nos ha contado un cotilleo que le ocurrió cuando tenía dieciocho años. Cotilleo de lo más suculento que, como era de carácter sexual, lo ha tenido la mar de entretenido. Lo he visto tan centradísimo en todo lo contaba la travesti vallisoletana, que me parece que, por un rato, ha dejado de darle vueltas al coco con nuestra pequeña movida.

Ha estado tan atento, que tenía la sensación de que estaba tomando apuntes mentales de todo lo que salía de la boca de la gordita, como si estuviera en una especie de Master Class. Creo que lo más probable es que esté pensando convertir su historia en un relato  y termine colgándolo en la página guarra esa  en la que escribe.

Lo cierto es que la chiquitilla ha conseguido la atención  plena de todo el grupo, pues,  casi sin darnos cuenta, estábamos sentado alrededor de ella formando un pequeño corro y nos hemos puesto a escucharla como si se tratara de una de las historias de terror que se cuentan  los boy scouts en las pelis americanas.

Nada más termina con  su cachonda peripecia juvenil se nos queda mirando con un aire entre orgulloso y tierno, en espera de que la felicitemos por su vivencia.

—¡Joder, que fuerte! Una experiencia de las que no se olvidan en la vida —Intervengo yo para darle el gusto —.  ¿Lo volviste a ver más?

—Un par de veces o tres.  Me lo pasaba estupendamente con Damián y Miguel,  eran dos tíos como dos trinquetes y  me hacían sentirme una mujer completa. Con ellos fue con los que me comencé a vestir de chica… ¡A los muy cabrones les ponía cantidad de  cachondo verme con braguitas y sujetador!

—¿Y por qué dejaste de verlos?

—Porque me tuve que ir a Madrid a la Universidad.

—¿Por qué? ¿En Valladolid no tenéis? —La pregunta de Mariano, aunque pretende ser amable, viene equipada con escepticismo de serie.

—Sí, pero  tienes que considerar que  estamos hablando de hace dieciocho años y  la especialidad mía no se impartía en la Universidad de Valladolid.

—¿Qué fue? —Insiste nuestro amigo  con su  inapropiado tercer grado.

—Lo que viene siendo Ingeniería  Informática —Responde  la vallisoletana en un tono bastante solemne.

La cara de incredulidad que se le queda al colega de mi novio resulta de lo más chunga, sin decir una puta palabra,  está insinuando que Sorippegy le está metiendo una trola. Antes que ella le suelte una fresca por su espontanea falta de educación, JJ interviene sacando a pasear su particular humor.

—No pongas esa carita de pánfilo, hijo mío. La culpa la tienes tú por no estar  que estás más desactualizado que decir “hasta luego Lucas”. Entre lo poco cotilla que eres y lo crudo que estás para algunas cosas, ¡no te enteras de nada!  Si fueras reportero ibas a pasar más hambre que Victoria Beckan la semana antes de un posado…

Mariano se dispone a replicar a la amistosa bronca de mi chico, pero él no tiene previsto darle la mínima ocasión de hacerlo,  y como si no pudiera salirse de un supuesto guion establecido, prosigue con su teatral retahíla.

—Aquí donde tú la ves, nuestra amiga cuando se disfraza de señor importante es uno de los analistas informáticos más cotizados de Sevilla. ¡Fíjate que ha estado trabajando para las mejores consultoras de España!,

—…LimonBrother, Monitor Group, Pricehawardhouse Cooper… —Interrumpe, visiblemente cabreada,  Sorippeggy a mi chico—.Pero ahora  mayoritariamente trabajo por mi cuenta, es más rentable y dispongo de  más tiempo libre para mis otras cosas.

Espe le echa el brazo por los hombros a la travesti vallisoletana, le coge la barbilla, le da un beso en los morros y le dice:

—Es que aquí mi niña donde tú la ves, tan chiquitita y tan mujer es todo un talento y está muy, pero que muy preparada. Como a más de un maricón es ella quien  le soluciona los problemas informáticos,  mucha gente en el ambiente  no la conoce por su nombre artístico, sino por la  DeWindos.

No me puedo creer lo que sucede a continuación, Mariano, consciente de que ha sido un bocachancla y  ha metido la pata hasta el fondo, se pone colorado como un tomate. Algo que no pasa desapercibido por ninguno de nosotros, pero menos por las Másqueperras que se miran entre ellas con una mirada cómplice y moviendo la cabeza en señal de completa perplejidad.  

No sé qué concepto tendrán las travestis de nuestro colega, pero es ver el modo tan inmaduro cómo reacciona y, por la cara que ponen, creo que todas, hasta Caro, llegan a la conclusión  de que, a pesar de que los treinta no los cumple ya, está  todavía a  medio hacer. O como dice mi abuela: «Le falta un hervor.»

—Perdona… —Musita  bastante apurado, poniendo cara de que quiere que se lo trague la tierra.

Sorippeggy, que está demostrando ser  bastante más cabal de lo que yo suponía, lo mira, le sonríe por debajo del labio  y le dice:

—No te preocupes, cariño, yo ya estoy acostumbrada a que me vean con estas pintas y se crean que tenga el mismo cerebro que una calabaza de Halloween.  

Nuestro amigo baja la mirada y asiente levemente, dando a entender que se siente abochornado. No tengo más remedio que admitir que no sé si es más ingenuo que noble o viceversa, pero lo que tengo cristalino es que no tiene mal fondo.

La DeWindos debe pensar  algo parecido pues, tras regalarle una esplendorosa sonrisa,  termina diciéndole.

—No te culpo, cariño —Al decir esto último se pone muy melosa, como si intentara seducirlo —, es lo normal. Hay mucho prejuicio en el ambiente y en la sociedad más. Si te gusta el cancaneo y la noche,  todos acaban pensando que eres una bala perdida que solo sirves para mover el culo en el escenario o para comerte una buena polla,  lo que viene siendo en la jerga callejera un putón verbenero

»Hay mucha leyenda negra alrededor de las transformistas, y aunque existen muchísimas de nosotras que se dedican a la prostitución  y tal para poder vivir, no es nuestro caso. Que sí, que llevamos una vida un poco crápula y vivimos la noche muy intensamente. Sin embargo, creo que todas intentamos que no interceda en nuestra vida profesional.

Observo a Mariano, tiene la mirada clavada en Sorippeggy,  tal como si fuera un aplicado alumno  que atiende con interés a la explicación de un profesor. Creo que se va aprender más mundología  en estos días en la playa que en toda su puta vida.

—Nosotras, aunque nos encanta unas lentejuelas e imitar a nuestras divas, sabemos que esto no tiene ningún futuro y aunque no dejamos de luchar por ser alguien en el artisteo, tenemos claro que nunca vamos a vivir de esto. Susanita se quiso ir a Madrid a trabajar, Ana está ahora si el abdominales le busca un enchufe en la capital…  No obstante, seguimos con los pies en el suelo y  sabemos que soñar es gratis, pero que no da de comer. Así que, a excepción de Caro que se limita a  cuidar la hija de su hermana algunos días, todas  tenemos un currelo  con el que, mejor o peor, nos ganamos la vida. Lo que ha venido siendo toda la vida de Dios  un trabajo alimenticio.

»Susi trabaja de administrativo en una de las compañías eléctricas más importantes del país, la Abuela tiene unos cuantos bares y algún que otro local de ambiente, Anita regenta un par de gimnasios, un polideportivo y una inmobiliaria,   Espe es empresaria, aunque  la pobre está pasando ahora una mala racha —Mira a la rubia y le coge la mano con cierta ternura —,  pero seguro que lo supera,  y yo, ya te he dicho a que me dedico.

Durante un momento se hace el silencio, las palabras de Sori nos han parecido a todos tan sinceras que ni JJ se le ocurre una réplica graciosa.

Rompe el hielo la travesti madrileña, quien echándole un brazo por encima y dándole un beso le dice cariñosamente:

—¡Pero qué lista es mi niña y qué bien se explica! Podría haber llegado a Ministra…

—…del Interior… Por lo abierto que tiene el culo de las pollas que se ha metido —Concluye la trianera con su habitual malafolla.

De nuevo Sori vuelve a pasar de ella como de las mierdas y mi chico, en un intento de aliviar la tensión, mira a Mariano y le pregunta:

—¿Te ha quedado claro o no?

—Sí, clarísimo —Durante unos segundos se queda pensativo, para terminar diciendo —. ¿Me permites que me tome la libertad de  hacerte una pregunta, Sori?

—Las que tú quieras, cariño.

—No es referente a esto último que has contado… Es con respecto a tu primera experiencia.  

Todos nos quedamos perplejos ante su aparente atrevimiento, es como si estuviéramos viendo a un pollo salir del cascarón.

—¡Pregunta!,  no te quedes con la duda, cariño.

—¿Cómo es que en tu primera vez te fuiste con dos hombres a la vez? ¿No te dio miedo?

—No…

Lo que la vallisoletana vaya a decir nos quedamos sin saberlo, pues, comida por la envidia, Susana vuelve a hacer alarde de su mala baba.

—¡Hija mía, como te va a dar miedo si te gusta más un nabo que a un tonto un lápiz! ! Todas empezamos en esto porque nos enamoramos y tú por puro vicio. ¡Reputísima desde su más tierna juventud!

Estoy a punto de interceder por ella, pues a mí me pasó también algo parecido y no me considero de los más promiscuos, pero no hace falta porque es Espe la que interviene con su particular cinismo.

—Sí, mi niña es la más zorra del mundo porque se acostó con dos la primera vez, pero hay quien en sus inicios ya follaba por el interés  y ha sido una trepa desde que tuvo uso de razón.

—¿Eso por quien lo dices por mí?  —Responde la trianera bastante enojada ante la provocación de la madrileña.

—Sí, por quien  va a ser si no. Tú con dieciocho años te acostabas con un hombre de sesenta. Entiendo que a la juventud le llamemos la atención la gente madura —Al decir esto, la famélica rubia hace un mohín soberbio y  se pasea el reverso de su mano desde el pecho hasta la pelvis —, pero es que tu novio no es que fuera un poco dinosaurio, sino que entre  él y sus amistades formaban el reparto del parque Jurásico. ¡Qué tardes y qué noches tan divertidas te tenías que pegar con ellos! ¡Cuántas cosas en común, tú pensando en mover el culo en la pista de baile y ellos hablando de sus problemas de próstata!

—Por amor una es capaz de aguantar cualquier cosa y yo estaba muy enamorada de Isidoro.  

—Sí, del bulto de su billetera. Si el pobre no estaba ya para muchos meneos,  yo creo que la cara de vinagre que tienes es porque todavía no has conseguido echar un buen polvo en toda tu vida, porque el Pedrito, muy guapo, muy estar como un queso… pero me parece que es de los que se mueven menos en la cama que la mandíbula de arriba. ¡Sí eres tan borde, es porque te falta un buen polvo!

Durante unos instantes, creo que las chispas van a prender mecha  y vamos ser testigo de una  fuerte discusión, pero Susana se limita a apretar los dientes y a lanzar una mirada fulminante a su compañera de faranduleo. Tengo la impresión que la trianera sabe que poco o nada le queda por hacer con la rubia de Móstoles y  se termina rajando. Como  la buena cobarde que es,  parece que solo le echa cojones a  los que sabe que le puede, en este caso a Sorippegy o Caro.   

Tenemos la sensación de que  ha pasado un ángel y por un instante las Másqueperras dejan de cotorrear.

—¡Oye! ¿Qué hemos venido para estar tendidos en la arena? —Pregunta mi chico de repente en un tono bastante distendido  —¿Quién viene conmigo a bañarse?

—Lo mejor que he escuchado en todo el día… —Dice Sorippegi, poniéndose de pie.

A continuación se levantan Susana y Caro. Espe hace el amago de incorporarse, pero le es imposible  hacerlo con la rapidez que lo han hecho sus compañeras.

Mariano se levanta y le ayuda a ponerse de píe, ocasión que la madrileña no pierde para posar sus dedos en el paquete de mi amigo. Lo miro, por si se ha enfadado, pero me da la sensación que está empezando a hacer lo que yo: no cabrearse por esas gilipolleces  y pasar tres kilos.

—Una cosa —Dice Sorippeggy en un tono más bajo de lo normal —. Yo no sé vosotras, pero yo no me voy a quitar la peluca para meterme en el agua, con lo que, de mi parte,  queda descartado lo de meterse en lo hondo.  

—Por una vez estoy de acuerdo contigo —Responde Susana —. La que traigo puesta hoy me ha costado un pastón, aunque es Ultra Hold y  pone en la etiqueta que se  puede mojar y tal, mejor no, que ya sabemos que después no quedan igual. Así que solo me voy a meter hasta la cintura.

—¿Hasta la cintura nada más? ¡Me parece estupendo! —Grita Espe en plan  maruja poligonera —. El chocho, que es lo que yo me quiero mojar, está por debajo de la cintura. ¡Así que vamos a refrescarnos el chocho!

Dicho esto agarra a Caro por el brazo y se pone  a cantar una canción veraniega  de los años sesenta.

♫♫Coge tu sombrero y póntelo,

vamos a la playa, calienta el sol.

Chi ri bi ri bi po po pom pom,

chi ri bi ri bi po po pom pom,

chi ri bi ri bi po po pom pom,

chi ri bi ri bi po po pom pom.♫♫

 

Ni un segundo transcurre para que mi chico  y las otras dos se unan a ella en su espontaneo número musical. Provocando un jaleo tal que, al matrimonio que nos acompaña en la pequeña cala, lo consiguen sacar de la paz y el sosiego en la que están inmersos.

Mariano me sonríe cabeceando, me gustaría saber qué es lo que piensa exactamente. Si algo tiene bueno es que es un libro abierto y, por el gesto menos agrio que pone, tengo la impresión de que está mejorando mucho  su concepto personal  de las Másqueperras.

De nuevo los ángeles vienen a visitarnos y un molesto silencio se hace entre los dos. Como no estoy dispuesto a que una gilipollez empañe nuestra amistad, soy yo el que rompe la fría situación.

—¡Tío, no te rayes más con lo que ha pasado!

Mi “no andarme por las ramas” lo deja perplejo, arquea las cejas, encoge la nariz y el mentón, para terminar bajando la mirada. En momentos como estos, entiendo porque JJ lo tiene como su mejor amigo: a veces llega a ser tan ingenuo, que  es capaz de emanar esa nobleza y sinceridad que  todos tenemos de pequeños.

Se dispone a decirme algo, pero sus pensamientos no se llegan a convertir en palabras, pues cojo la iniciativa y me tomo la libertad de sacar conclusiones por él.

—¿Crees acaso que Jota se va a cabrear cuando se entere?¡Que vaaa!  Seguro que se echa unas risas y todo.

Pone cara de circunstancia y tras fruncir el ceño levemente me dice:

—¿Tú crees?

—Sí, sin temor a equivocarme

—Yo no pondría la mano en el fuego.

—¿Por?

—Tu novio es mucho “jijijaja”, mucha bromita y tal, pero creo que no hace falta que te diga que  todo es pura fachada, que no tiene nada de superficial.  Es de las personas con la cabeza mejor amueblada que conozco…

—¿Y?

—…que me parece que esta “libertad” que tú y yo nos hemos tomado no le va a sentar nada bien.

Por unos momentos me quedo atónito, no sé qué me cabrea más que mi chico se puede enfadar por nuestra pequeña trastada o que Mariano lo conozca mejor que yo. El  muy cabrón parece autista,  siempre en su mundo y tal, pero no se le va la más mínima.

Estoy tentado de contarle que una de las finalidades de estos días en la playa es la de pegarnos un revolcón  los tres, pero lo descarto porque  el colega,  a veces, es más rarito que un perro verde y  no sé muy bien por dónde me puede salir. Así que para evitar marrones, no le descubro el pastel.

Amigo como soy  de no complicarme la vida mucho, aparento no darle mucha importancia a sus palabras, me levanto y, con cierta dejadez, le digo.

—Eso a lo mejor era antes, el Juan José Jiménez que yo conozco no se va a enfadar porque nos hayamos hecho una paja. Así que no te comas mucho la cabeza y déjalo en mis manos que sé lo que me hago.  

Ignoro si se ha tragado toda la parrafada que le he soltado, no obstante tampoco me voy a quedar para que me suelte la chapa. Así que me despido de él con un gesto y me voy corriendo dirección al agua.

***Mariano***

Un ínfima parte de mí  pretende aferrarse al resquicio  de verdad que ha resultado ser el  absurdo y frívolo razonamiento de Guillermo: JJ no se va a enfadar y  va a ver de lo más normal que haya metido mis zarpas en su terreno particular. Sin embargo, sé que no va a ser así. Esto que el novio de mi amigo y yo hemos hecho hoy, va a tener sus consecuencias y, me da la sensación, de que no van a ser  nada agradables.

Lo más fatídico de todo esto es que, a pesar de que la culpabilidad martillea incesantemente en mi consciencia, el deseo no se ha apagado del todo. Veo como camina con paso apresurado hacia la playa y no puedo evitar observar con ojos indecorosos sus robustas piernas, su perfecto trasero, su bien formada espalda…Sin poderlo remediar rememoro el momento en que he sentido la dureza de su miembro viril entre mis dedos y pensamientos de lo más libidinosos me embargan, consiguiendo que mi polla aumente levemente de tamaño.

Me siento tan sucio por albergar unas ideas tan escabrosas  que me entran unas ganas locas de marcharme de aquí. No obstante, “mi dejarme llevar por mi pasión interior”  ya ha ocasionado demasiadas situaciones no deseadas en el día de hoy, así  que refreno el impulso primario de largarme con viento fresco, pues empeoraría  bastante más las cosas.

Pese a que ya he dejado de fustigarme con el maldito “que dirán” por si alguien conocido  me ve en la compañía de las travestis, no encuentro el valor para  meterme en el desenfreno que parece haber instalado en la orilla.

Por lo que puedo intuir JJ y Guillermo se lo están pasando estupendamente, pues se han acoplado perfectamente a sus escandalosas bromas. Tienen formado un tremendo jaleo y, aunque no puedo escuchar muy bien  todo lo que dicen, puedo oír con cierta claridad el eco de sus gritos y sus risas destrozando por completo la quietud que reinaba, hasta unos escasos minutos antes, en esta apartada parte de la playa.

Su bulliciosa alegría termina resultando ser  como un hipnótico canto de sirena y  por unos segundos me planteo unirme a ellos en sus joviales juegos. No obstante, pesa mucho más mi miedo al ridículo que mis ganas de divertirme y permanezco mirando al horizonte, como si estuviera anclado a la arena de la playa.

Dado que apenas he podido pegar ojo esta noche dándole vueltas a cómo abordaría el día con las  Másqueperras, estoy tentado de tenderme y echarme a descansar un poco. Otro plan que parece que no va a ser posible, pues mi amigo el “casadito” nada más ve que me quedo solo, se levanta de su toalla y se dirige hacia nuestro pequeño campamento.

Es verlo caminar luciendo su seductora desnudez y el pulso se me acelera de manera desmedida. Me gustaría ser dueño de mis actos, que mi cerebro gobernara la pasión que bulle en mi interior, sin embargo, me temo que eso nunca va ser así. Simplemente es necesario  ver un hombre que me guste, para que mi cuerpo comienza  a fabricar testosterona de manera desmedida.

—¡Bueenass! —Me saluda Isidoro eclipsando con su voluminoso cuerpo los rayos de sol que me tocan en suerte.

—Buenas —. Le respondo con cierta desgana, dándole a entender que no tengo los cojones para muchos farolillos.

—Veo que hoy venís muy acompañados —Sus palabras están  visiblemente salpicadas de cierta sorna.

—Sí, mis amigos han invitado a sus amigas a pasar el día de playa con nosotros.

—¿“Sus amigas”? ¿No son  tus amigas?

—Las conozco, pero  no tengo demasiada confianza con ellas.

Una sonrisa arrogante por parte de mi visitante me deja claro que no se ha tragado mi excusa barata. Levanto la mirada y su poderoso físico tapándome el sol, envuelto entre intermitentes destellos se me antoja como una sombra de lo más seductora.

A pesar de que los rayos de luz  me deslumbran un poco, no puedo evitar recorrer su fisonomía con la mirada: su pelo rizado, su aparente descuidada barba de tres días, su torso perfecto cubierto por una mata de pelo rizado, sus voluminosas piernas, su ancha y larga polla, sus enormes y peludos huevos… Todo en él me parece una incitante tentación y tengo que hacer un  enorme esfuerzo enorme para reprimir mis deseos.

Intento mirar sus hermosos ojos claros mientras converso con él, pero inevitablemente mi mirada se posa en su miembro viril. Para mayor bochorno mío, él se percata de ello y, sin ningún disimulo, se acaricia los genitales, como decidiéndome: «¿Te gusta lo que tengo? ¡Pues cuando quieras, ya sabes! ».

—Me da la sensación que te las has tenido que comer a la fuerza, que tú no eres mucho de andar con mariconas locas.  

Su prepotencia y chulería tocan una fibra en mí que hacen rebozar el vaso, por lo que me dejo de amabilidades y le respondo haciendo uso de mi cara menos simpática.

—¿Por qué te da la sensación? Las conozco menos, pero son personas normales y corrientes. Con sus excentricidades como tú o como yo. No creo que compartir una misma cala, te dé derecho a juzgar a nadie.

Creo que lo último que se esperaba en el mundo era mi cortante respuesta, automáticamente deja de tocarse el nabo, que con tanto refriega que te refriega, se le ha puesto un poco morcillón. Me mira muy serio y me dice:

—¡Yo no pretendía juzgar a nadie! Si fuera así, crees que estaría en esta parte de la playa… Yo soy amigo de la diversidad sexual. Simplemente que me parecía que tú no estabas muy a gusto con ellas.

Agacho la cabeza, hago un mohín de circunstancia y le respondo:

—¡Perdona! Creo que he sido un poco borde. Te recrimino a ti que juzgues a la gente precipitadamente   y termino haciendo yo lo mismo.

Me sonríe generosamente, mostrando una dentadura perfecta y mientras se acaricia la nuca con la mano izquierda, me dice.

—No tengo mal ojo… no tengo mal ojo…

—¿Por?

—Porque desde que te vi llegar, vi que tenías algo diferente  a la gente con la que me suelo encontrar en estos sitios  y no me he equivocado, eres una persona con la que se puede hablar.

—Según dice, creo que sí —Le respondo casi al borde del rubor —, lo que pasa es que tú ahí de pie, desnudo y yo aquí agachado no me parece la forma más adecuada de mantener una conversación lo que se dice “normal”.

De nuevo mis palabras le rompen los esquemas, se mira la churra que sigue a media asta y me dice:

—Me parece que llevas razón y tendremos que dejar nuestra charla para otra ocasión.

Del mismo modo inesperado que vino se va. Esta vez venzo a mi timidez y me quedo mirando su fornida espalda, sus robustas piernas y su peludo culo. Tengo que reconocer que el tío tiene un cuerpo de lo más apetecible y que no me importaría echar con él un polvo (o dos)… Sin embargo, miro a su mujer, imagino los problemas que tener sexo con él  me puede acarrea y llego a la conclusión de que  no tengo los suficientes huevos para dejarme llevar.

Hace un sol de justicia, por lo que me refugio debajo de la sombrilla. Hoy con las prisas (los putos nervios más bien) no me he traído mi ejemplar de “Canción de Hielo y Fuego”, por lo que no me queda la opción de leer  para pasar el tiempo.  Empujado por el cansancio, cierro los ojos y me refugio en los brazos de la somnolencia.

No sé cuánto tiempo paso adormilado, lo que sé es que unas manos rudas me zarandean ligeramente y me sacan de mi pequeño letargo.  

—¿Estoy mejor así? —Me dice  Isidoro señalándome un escueto traje de baño  de licra negra que se ha puesto, que dicho sea de paso insinúa más de lo que esconde.  

—¿Mejor para qué? —Respondo a lo gallego, bastante adormilado.

—Para poder seguir charlando…

—Sí, y si te agachas para ponerte a mi altura, bastante mejor —Le digo adornando mis palabras con la mejor de las sonrisas.

Se sienta a mi lado, con las piernas abiertas mostrándome el bulto de su entrepierna de la forma más insinuante. A pesar de que intento mirarle a los ojos, la sugerente prominencia que se esconde bajo el bañador,  llama a mis ojos como la miel a las abejas. Mi acompañante, pagado de sí mismo como está, se mete en más de una ocasión mano al paquete, consiguiendo poner mis nervios a flor de piel.

La conversación comienza siendo de lo más superficial, sin embargo al poco se va transformando  en algo más íntimo y personal. De ser dos completos desconocidos, pasamos a bordear la frontera de la amistad y entre los dos comienza a surgir una espontánea confianza. Me siento muy a gusto hablando con él y, por su forma de actuar, me parece a mí que él también.

—¡Me parece increíble! —Me dice de buenas a primeras sin venir a cuento.

—¿Qué?

—Que seas tan buena persona y a la vez seas tan hipócrita contigo mismo.  

Pongo cara de no saber de qué me está hablando y él procede a explicarse mejor.

—¡Quillo, tú y yo sabemos que esta charla es mero postureo! A mí me la trae floja tu vida y a ti te la trae floja la  mía, por lo que realmente estamos aquí charlando es porque hay una fuerte atracción entre los dos…

—¿Y eso me convierte en hipócrita?

—Sí, porque no es que solo me lo estés poniendo difícil, es que no te has insinuado ni lo más mínimo una sola vez… Haciéndome parecer a mí como el más calentón de los dos…

—Tú tampoco te has insinuado…

—¿Qué yo no me he insinuado? —Dice en el mismo tono bajo que estamos hablando, pero levantando las manos soliviantado —¡Si no he parado de frotarme el paquete durante todo el rato que hemos estado charlando! Si lo que tuviera debajo del bañador en vez de una polla  fuera una lámpara maravillosa, seguro que, de tanto frota que frota,  habría salido por lo menos una docena de genios.

La brutalidad que Isi acaba de soltar por la boquita es digna de mi mecánico favorito. Bueno, el muchacho es de Pilas y tampoco es que allí sean  finos como corales a la hora de soltar sus pensamientos “filosóficos”. Lo miro, le sonrío de forma benevolente y le digo:

—Ya me he dado cuenta, pero no pensaras que te voy a tirar los tejos con tu mujer a escasos metros de nosotros ¿O sí?

—¿Por qué no? ¿O acaso te crees que ella no sabe los motivos por los que estoy hablando contigo?

De nuevo se me debe quedar una cara de pazguato del trece, se echa a reír y me dice:

—Tío, ¡qué mojigato eres! Mi parienta y yo tenemos una relación abierta.

—¡Me cago en la leche con tantas relaciones abiertas! —Musito con cierto enojo entre dientes.

—¿Queeé?

—Nada cosas mías —Respondo con cierto desdén.

Durante unos breves segundos se hace el silencio entre nosotros, es Isi quien toma la iniciativa y me dice:

—¿Entonces seguimos charlando de cosas insustanciales o  nos perdemos por ahí detrás  y echamos un polvo como a nadie le importa?

La osadía de la que hace alarde me tienta a mandarlo a la mierda, pero miro el bulto que se marca bajo la licra y la tentación nubla cualquier resistencia que pueda nacer en mi interior. Mi único pensamiento lógico es atrapar entre mis labios aquella gruesa verga y saborearla como si no hubiera un mañana.  

—Lo segundo me parece más interesante —Respondo, intentando que no se note demasiado lo ansioso que estoy por compartir nuestros cuerpos sin tapujos.

Unos minutos después nos encontramos trepando por la  escarpada pendiente de rocas que nos separan de la playa de al lado, algo que  considero toda una  digna proeza, incluso para  la cabra de la legión. ¡Lo que uno es capaz de hacer por echar un polvo!  

Llegamos a la cala contigua y, tal como suponíamos, está desierta. Buscamos un sitio tranquilo donde poder escondernos de miradas furtivas y unas enormes rocas del fond, que parecen formar  una pequeña cabaña de piedras, se nos antoja el refugio perfecto para desfogar la enorme pasión que nos embarga.

Apenas nos ocultamos detrás del pequeño monumento natural e Isi me atrapa entre sus potentes y monumentales  brazos de un modo que, en un principio, me resulta hasta un pelín agobiante. Sin embargo, cuando su boca encuentra la mía y nuestras lenguas se enredan en una trepidante danza, estoy tan a gusto entre la muralla de sus bíceps que no le pongo ningún impedimento a nada de lo que me hace.

Sus labios  tienen  un sabor entre amargo y dulce que me  termina resultando  de lo más agradable. En pocos segundos, siento como si entre los dos se hubiera establecido un lazo de confianza que me hace bajar poco a poco mis defensas, y cuando me quiero dar cuenta, me he convertido en un  esclavo de sus caricias. Un entregado siervo que solo encuentra refugio entre sus potentes brazos.

Tengo la sensación que mi actitud sumisa enardece a Isi, pues sin dejar de besarme y de presionarme contra su cuerpo, mete una de sus rudas y vigorosas manos por la parte trasera de mi bañador.

Sus dedos recorren minuciosamente la superficie de mis nalgas, como si quisiera absorber su esencia con la yema de los dedos. Cuando lo cree oportuno, pasea su índice por la raja de mis glúteos, una vez llega a mi caliente agujero lanza un  profundo bufido de placer. No hace falta que me diga nada para que tenga claro  dos cosas: le ha encantado lo que ha encontrado y el  rol que me tocara adoptar en este improvisado encuentro sexual.  

Sus labios se separan fulminantemente de los míos. En sus ojos claros encuentro un inusual brillo de pasión, sin darme tiempo a reaccionar me mordisquea los hombros, las tetillas y va bajando despacio hasta mi barriga. Un cosquilleo inusual me invade y recorre toda mi piel como si fuera hormiguillas.  Una vez su boca llega mi zona abdominal se agacha  ante mí, levanta la mirada de un modo casi suplicante y, sin esperar  siquiera una respuesta por mi parte, saca a mi polla de su apretado encierro.

Durante unos intensos segundos acerca mi erecto pene a su rostro, y juguetea suavemente con él. Baja la piel del glande, deja el capullo desnudo  y lo observa como si estuviera hipnotizado. Seguidamente lame con la punta de la lengua toda su superficie, para terminar succionándolo de manera intermitente. Apenas puedo  asimilar medianamente que tengo a un atractivo macho deleitándose con mi polla, cuando envuelve mi virilidad entre sus labios y se la traga por completo.

No sé si por lo que este tío me gusta una barbaridad o porque no esperaba algo así de su parte, las sensaciones que me invaden  no pueden más satisfactorias y terminan consiguiendo que me ponga a lanzar bufidos como un poseso. El “casadito” no es que me esté haciendo la mejor mamada que me han hecho en mucho tiempo, es que parece saber cuáles son mis zonas erógenas y su forma de tocarme me tiene al borde de la locura. Una locura que me está resultando de lo más gratificante.

Estoy tentado de pedirle que pare, pues ni me quiero derramar en su boca y tampoco me apetece que el estupendo momento que estamos viviendo concluya de un modo tan fulminante. No obstante, no es preciso, pues él, como si fuera capaz de leer  mis pensamientos, deja de tragarse mi caliente sable del mismo modo súbito en que comenzó a hacerlo.

Tratándome del mismo modo que a un pelele, me da la vuelta y deja mis glúteos frente a su cara. Metido como estoy en  el rol de esclavo sexual que me he auto designado, no pongo ninguna pega. Al contrario, apoyo mis brazos sobre la caliente roca, hundo mi cabeza entre ellos y saco el pompis hacia fuera de la manera más provocativa que soy capaz.

Sus manos apoyadas sobre mi trasero consiguen que un electrizante hormigueo recorra mi espalda, en el instante que  separa mis glúteos e introduce su húmeda lengua en mi agujero la emoción que me sobrecoge es tan potente que, para no acabar gritando de placer,   no tengo más remedio que morderme suavemente el labio inferior.

La comida de culo que me da no tiene parangón, lame mi orificio anal de arriba abajo, mordisquea mis nalgas…Unos pequeños quejidos de placer que no consigo reprimir, son el acicate que Isidoro necesita para seguir regalándome el mejor beso negro que me han dado en toda mi vida.

Una vez considera que su saliva me ha lubricado lo suficiente, se pone de pie, sin pedirme opinión siquiera, endurece su miembro viril y lo dirige a la entrada de mi ano. Lo hace de manera suave, pero con firmeza. Poco a poco la enorme cabeza de su nabo va derrumbando las barreras de mis anillos exteriores y se interna en mis esfínteres. Durante unos breves instantes una punzada de dolor me empuja a apretar los dientes para no gritar, sin embargo, el suplicio es muy leve y es sustituido rápidamente por una sensación que, a cada segundo que transcurre, se vuelve de lo más placentera.

El ancho taladro va perforando paulatinamente mis entrañas, mi recto se amolda a su tamaño con bastante facilidad, no sé si debido a lo excitado que estoy o a lo magistralmente que este hombre está introduciendo  su masculinidad en mí.

Una vez considera que mi ano está bastante dilatado, me coge por la cintura y empieza a embestir su cuerpo contra el mío. Al principio muy despacio, pero conforme mi agujero se va expandiendo y amoldando al tamaño de su cipote, los envites pasan a ser  más seguidos y contundentes.

Ignoro si es su  intrínseca virilidad o lo acostumbrado que está a follar con personas del sexo opuesto, pero su modo y   forma de penetrarme me recuerda a la de  Ramón, mi Ramón. 

Tal como si fuera un pensamiento inadecuado borro cualquier resquicio de ese amor imposible de mi mente y me entrego al cien por cien al carnal acto que tanta satisfacción me está reportando.  

Como si temiera alcanzar el cenit del placer,  deja de entrar y salir de mi interior a la velocidad que lo está haciendo y, sin dejar de penetrarme, comienza a mover sus caderas de forma zigzagueante. Un cambio de táctica que aumenta, más si cabe, lo satisfactorio que está siendo compartir mi cuerpo con este macho sevillano.

Una sombra acechante  interrumpe nuestro juego sexual. Por unos instantes la fortaleza  de lujuria que hemos construido se derrumba como si fuera un castillo de naipes. Siento que, a pesar de estar al aire libre, el recién llegado está invadiendo nuestra intimidad de un modo más que fragante. Quien quiera que sea no solo se contenta con mirar, sino que, por el poco sigilo que guarda,  parece que  quiere que lo hagamos participe de nuestros juegos.

Vuelvo la cabeza y me encuentro con que nuestro inesperado visitante es  Guillermo. Trae puesto unos Speedo azules bastante ajustados, con lo que le es imposible disimular su tremenda erección.

Me quedo como petrificado en el tiempo al verlo avanzar metiéndose mano al paquete de forma insinuante. Si en algún momento tengo pensado decirle que se marche por donde ha venido, mi opinión queda relegada ante el modo de actuar de Isi: 

—¡Ven para acá! — Le dice acompañando sus palabras con un gesto— ¡Hay sitio para otro más!

Subyugado ante la potente virilidad de mi nuevo amante, a quien la llegada de Guillermo parece no haberle perturbado lo más mínimo, soy incapaz de negarme. Como si mi aparente sumisión fuera gasolina para su lujuria, Isi continúa moviendo las caderas de manera acompasada  y penetrándome de un modo más brutal aún.

Mis ojos se clavan en los de Guillermo, estos brillan llenos de morbosa satisfacción y  en su rostro se pinta una de sus características sonrisas de chulillo de barrio. Mientras camina en dirección hacia nosotros, se agarra el paquete soezmente y me guiña un ojo.

Antes de que pueda decir nada, ha sacado su erecta churra del bañador y la blande desvergonzadamente ante mí. Como no me decido a meterle mano, Isi, sin dejar de follarme salvajemente,  empuja mi zona lumbar con la palma de la mano hasta que mi cara queda casi  a la altura de la pelvis de mi amigo.

La fuerza con la que el pileño arremete contra mi cuerpo me tiene exhausto de placer. Cada embestida es más placentera que la anterior y cada vez me es más difícil pensar con claridad.

El nabo del novio de JJ se muestra desafiante ante mi rostro, como si me gritara provocativamente que lo introdujera en mi boca. Estoy tentando de tragármelo, pero parece que no entra en los planes  inmediatos de Guillermo, pues coge su miembro viril como si fuera una fusta y cruza mis mejillas con él.

El ímpetu  con la que la rígida virilidad golpea mi rostro parece que abre una especie de veda para la violencia, pues Isidoro suelta mi cintura y me da una sonora cachetada en una de mis nalgas.

El dolor y el placer se mezclan  repentinamente en mi cabeza, formando una amalgama de sensaciones  tan satisfactorias como escabrosas. Sentimientos encontrados pugnan en mi interior, quisiera revelarme ante el alarde de ensañamiento que están haciendo mis dos acompañantes. Sin embargo, una vocecita en mi interior me grita que les deje hacer los que quiera con mi cuerpo. Hago caso de su ruego y dejo que mi mente se hunda en las arenas movedizas de la sumisión. Una sumisión que está resultando ser de lo más gratificante.  

Las manos de Guillermo tiran de los pelos de mi nuca e insertan su erecto nabo entre mis labios casi a la fuerza. El primer empujón propicia que me den unas pequeñas arcadas. Sendas lágrimas reclaman salir de mis ojos, al tiempo que  un pequeño rio de babas rebosa de la comisura de mis labios.

Rápidamente se sincroniza con Isidoro,  sentir como ambos entran y salen de mi cuerpo al mismo tiempo me lleva a querer buscar el éxtasis. Intento llevar la mano a mi polla para masturbarme, pero Isi me detiene diciendo:

—¿Dónde vas, chavalote? Si te corres sin tocarte, lo vas a pasar mucho mejor.  

¿Más? Estoy disfrutando como nunca en mi vida, con mi boca taladrada por un vigoroso pollón y mi culo perforado por un grueso cipote. ¿Más? ¿Se puede disfrutar más?

De buenas a primeras escucho un tremendo jaleo de gente que se acerca. Temeroso de ser descubierto por los posibles extraños intento zafarme cómo puedo de Guillermo y de Isidoro, pero ellos no están dispuestos a dejarme escapar. Si hasta hace unos minutos sus cuerpos me parecían cálidos, ahora los siento como frías sombras.

 A pesar de la superioridad numérica consigo imponerme y escapo.  Estoy tan aterrorizado porque alguien pueda descubrir lo puta que puedo llegar a ser que convierto mi flaqueza en potencia y  salgo corriendo despavorido de entre las rocas sin tan siquiera volver la mirada atrás. 

El corazón parece que se me va a salir del pecho, pero sigo corriendo como si me fuera la vida en ello.

De pronto una voz lejana me dice:

—¡Mariano! ¡Mariano! ¿Qué te pasa?

Poco a poco la voz va cogiendo forma y puedo reconocer a su dueño: JJ

—¡Hijo mío, despierta que parece que te va a dar algo! —Me grita zarandeándome.

Abro los ojos y veo a JJ, las Másqueperras y a Guillermo a mi alrededor.

—¿Qué te ha pasado, cielo? —Pregunta Sorippegy.

Poco a poco mi mente comienza a asimilar que lo vivido en la cala con Guillermo e Isidoro ha sucedido todo en el mundo onírico, miro el rostro preocupado de la travesti y, todavía con el corazón acelerado, le respondo:

—Nada, creo que he tenido una pesadilla.

Continuará en: “Bolos, naranjas y bolas”.

Querido lector acabas de leer:

“Dejándose llevar”

Episodio VI de “LA PLAYA DEL AMOR”

(Relato que es continuación de “"Ignacito y sus dos velas de cumpleaños"  

Hola, si lees esto. Me gustaría que me dejaras un comentario o me enviaras un e-mail con lo que te ha parecido mi nueva aportación a la página. Es como únicamente los autores sabemos si el tiempo que le estamos dedicando a esto nos merece la pena, o no.

Si es la primera vez que entras en un relato mío y te has quedado con ganas de leer más, hace unos días he publicado una  Guía de lectura que te puede servir de ayuda para seguir las historias de forma cronológica.

Y sin más preámbulos paso a dar las gracias y a responder a todo aquel que comentó el relato de Dejar las cosas importantes para más adelante: a caotico: La generación de nuestras madres fueron educadas para el “sacrificio” y dedicaron sus vidas a ser generosas sin pedir nada a cambio. Cuando estas cosas se hacían por que salían de dentro no había problemas, cuando era por imposición masculina esto era un verdadero desastre. Como todo, tenía sus cosas buenas y sus cosas malas; a Kobi17: Yo lo siento mucho por los fans de la historia de Mariano y Ramón, pero de momento va a quedar parada, pues la historia que tengo en mente así lo requiere. De todos modos, a Mariano lo tienes en los Caños y Ramón intentaré traerlo lo antes posible; a Ozzo2000: Creo que las madres y sus comentarios sinceros, pero incomodos, es algo que existe en todas las culturas. Nadie te conoce y te quiere como ellas. Este relato era también un pequeño homenaje a esos seres maravillosos que son las madres; a Vieri32: Estuve a punto de recomendártelo, porque sabía que te iba a gustar. Lo del aire cotidiano (costumbrista) y la sencillez en el lenguaje son dos terrenos en los que me siento muy a gusto, que me parecieron idóneos para recordar el carácter menos comercial de las fiestas navideñas; a Pepitoyfrancisquito: La verdad es que Doña Elena lleva muy bien lo de su pecadillo y como tiene a todo el mundo engañado, hasta a su marido, la buena mujer hace creer a todo el mundo que lo único que le da placer es hacer la caridad cristiana. Así que creo que de momento Mariano y Ramón vayan a casa Pinichi a comer perdices. Lo que si os puedo asegurar es que por muchos atascos en la nieve que haya, Sevilla es una ciudad maravillosa e Internet funciona estupendamente y a The crow: Un lujazo tenerte haciendo un comentario a mis relatos. Espero que tu retiro de TR no sea un retiro literario, el mundo de las letras necesita de gente como tú. Y sí, no es de mis mejores relatos porque se necesita conocer mucho la historia de los dos personajes para conocer lo impactante de lo que se cuenta.

El próximo relato que publicaré, será en la categoría Bisexuales, será otro episodio más de  “Follar en tiempos revueltos”  llevará como título “Hombres Next door”. No me falten, pienso pasar lista.

Un besote y vivid cada día como si fuera el último.

Mas de machirulo

El Blues del autobús

Mr Oso encula a la travestí gótica

Hombres calientes en unos baños públicos (2 de 2)

Hombres calientes en unos baños públicos (1 de 2)

Desvirgado por sus primos gemelos

Un camión cargado de nabos

Cruising entre camiones

Mi primera doble penetración

Un ojete la mar de sensible

Un nuevo sumiso para los empotradores

Once machos con los huevos cargados de leche

Un buen atracón de pollas

Por mirar donde no debía, terminó comiendo rabo

Aquí el activo soy yo

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Una doble penetración inesperada

Amarrado, cegado y follado hasta la extenuación

Polvo rápido en el baño

La duquesa del coño insaciable (4 de 4)

La duquesa del coño insaciable (3 de 4)

La duquesa del coño insaciable (2 de 4)

La duquesa del coño insaciable (1 de 4)

¡Pero qué buenos están estos dos hermanos!

Una doble penetración inesperada

El mecánico siempre descarga sus cojones dos veces

Son cosas que pasan

Sexo grupal en el vestuario

La fiesta de las Coca-colas

Un casquete después de la siesta

Pepe se lo monta con sus primos gemelos

Serrvirr de ejemplo

Comer y follar todo es empezar

Con mi ojete preparado para un rabo XL

Al chofer del bus, le sale la leche por las orejas

Mamándole el ciruelo a mi mejor amigo

De cruising en la playa de Rota

Cinco salchichas alemanas para mi culo estrechito

Un mecánico con los huevos cargados de leche

El descomunal rabo del tío Eufrasio

Follado por su tío

Meter toda la carne en el asador

Míos, tuyos, nuestros… ¡De nadie!

Encuentros furtivos en el internado

Antonio y la extraña pareja

Fácil

Bolos, naranjas y bolas.

Vivir sin memoria

El libro de la vida sexual

Reencuentro con mi ex

Punta Candor siempre llama dos veces

Hombres Nextdoor

Mundo de monstruos

Guía de lectura año 2017

Dejar las cosas importantes para más adelante

Una proposición más que indecente

¡No hay huevos!

Ignacito y sus dos velas de cumpleaños

El chivo

La mujer del carnicero

Iván y la extraña pareja

El regreso de Iván

Guerra Civil

Las tres Másqueperras

Toda una vida

Objetos de segunda mano

Follando con el mecánico y el policía (R) 2/2

Follando con el mecánico y el policía (R) 1/2

Ni San Judas Tadeo

La invasión Zombi

Seis grados de separación

¡Arre, arre, caballito!

La más zorra de todas las zorras

Un baño de sinceridad

Barrigas llenas, barrigas vacías

No estaba muerto, estaba de parranda

Dr. Esmeralda y Mrs. Mónica

Yo para ser feliz quiero un camión

Tiritas pa este corazón partio

Corrupto a la fuga

Un polaco, un vasco, un valenciano y un extremeño

El de la mochila rosa

La jodida trena

Tres palabras

Hagamos algo superficial y vulgar

Pensando con la punta de la polla

Quizás en cada pueblo se practique de una forma

Gente que explota

Guía de lectura año 2016

En unos días tan señalados

Desátame (o apriétame más fuerte)

De cruising en los Caños

Putita

Sé cómo desatascar bajantes estrechos

Este mundo loco

Como conocí a mi novio

No debo hablar

El secreto de Rafita

¿De quién es esta polla cascabelera?

Me gusta

Me llamo Ramón y follo un montón

Doce horas con Elena

El pollón de Ramón

Dos cerditos y muchos lobos feroces

El ciprés del Rojo

Follando por primera vez (R) 1/3

Follando por primera vez (R) 3/3

Follando por primera vez (R) 2/3

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Orgia en el WC de los grandes almacenes

Once pollas para JJ

Prefiero que pienses que soy una puta

Homofobia

Adivina quien se ha vuelto a quedar sin ADSL

¡Terrible, Terrible!

Bukkake en la zona de descanso

Mi primera vez con Ramón

Tu familia que te quiere

Si no pueden quererte

Mía

Infidelidad

Dos adolescentes muy calientes

Ocho camioneros vascos

Parasitos sociales

El pollón del tío Eufrasio

Violado por su tío

Talento

Somos lo que somos

Sexo en Galicia: Dos en la carretera

Tres pollas y un solo coño

De amor se puede vivir

Duelo de mamadas

¡Se nos da de puta madre!

Dos hermanos

¿Dónde está la oveja de mi hermano?

¿Por qué lloras, Pepito?

El MUNDO se EQUIVOCA

Todo lo que quiero para Navidad

Como Cristiano Ronaldo

Identidad

Fuera de carta

Los gatos no ladran

Su gran noche

Instinto básico

TE comería EL corazón

La fuerza del destino

La voz dormida.

Como la comida rápida.

Las amistades peligrosas.

El profesor de gimnasia.

Follando: Hoy, ayer y siempre (R)2/2

Follando: Hoy, ayer y siempre (R) 1/2

El ser humano es raro.

La ética de la dominación.

¡Ven, Debora-me otra vez!

La procesión va por dentro.

Porkys

Autopista al infierno.

El repasito.

José Luis, Iván, Ramón y otra gente del montón.

El sexto sentido.

Cuando el tiempo quema.

Mi mamá no me mima.

La fiesta de Blas.

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Sin miedo a nada.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

¡Qué buena suerte!

El rumor de las piedras.

Dios odia a los cobardes.

Tres palabras.

Guía de lectura segundo semestre 2.014.

Como un lobo.

Solo Dios perdona.

El padrino.

Perdiendo mi religión.

Adiós Francisquito, adiós.

Pequeños descuidos.

La sombra de una duda.

Mis problemas con JJ.

Unos condones en la guantera.

La voz dormida.

Follando con mi amigo casado.

Si pudieras leer mi mente.

Bésame, como si el mundo se acabara después.

Si yo tuviera una escoba.

Guía de lectura primer semestre dos mil catorce.

¡Cuidado con Paloma!

La lista de Schindler.

Nos sobran los motivos.

La masticación del tito Paco.

Viviendo deprisa.

El blues del autobús.

¿Y cómo es él?

¡Voy a por ti!

Celebrando la victoria.

Lo estás haciendo muy bien.

Vivir al Este del Edén.

Hay una cosa que te quiero decir.

Entre dos tierras.

Felicitación Navideña.

37 grados.

El más dulce de los tabúes.

Desvirgado por sus primos gemelos

Las pajas en el pajar

Para hacer bien el amor hay que venir al Sur.

Tiritas pa este corazón partio

Valió la pena

1,4,3,2.

Sexo en Galicia: Comer, beber, follar....

¡Se nos va!

En los vestuarios.

Lo imposible

Celebrando la victoria

La procesión va por dentro.

El guardaespaldas

El buen gourmet

Mariano en el país de las maravillas.

Tu entrenador quiere romperte el culo(E)

Retozando Entre Machos.

Culos hambrientos para pollas duras

La excursión campestre

¡No es lo que parece!

Mi primera vez (E)

Vida de este chico.

Follando con mi amigo casado y el del ADSL? (R)

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón

Trío en la sauna.

Nunca fuimos ángeles

Desvirgado por sus primos gemelos (E)

Como la comida rápida

La misión

Follando con mi amigo casado

La churra del Genaro

Uno de los nuestros

Sexo en Galicia: Tarde de sauna (R)

2 pollas para mi culo

El cazador.

Los albañiles.

Jugando a los médicos.

Algo para recordar

Mis dos primeras veces con Ramón (E)

A propósito de Enrique.

Guia de lectura y alguna que otra cosita más.

Culos hambrientos para pollas duras

Celebrando la derrota

En los vestuarios (E)

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (Epilogo)

No quiero extrañar nada.

Punta Candor siempre llama dos veces.

4,3,2,1....

2 pollas para mi culo

Adivina quién, se ha vuelto a quedar sin ADSL

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón (R)

El MUNDO se EQUIVOCA

Historias de un follador enamoradizo.

Living la vida loca

Sexo en galicia con dos heteros (R)

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Comer, beber... charlar.

Los albañiles.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

Regreso al pasado

Follando con mi amigo casado (R)

“.... y unos osos montañeses)”

El padrino

... Bubú.....

El blues del autobús (Versión 2.0)

El parque de Yellowstone (Yogui,....)

After siesta

Sexo, viagra y ... (2ª parte) y última

Before siesta

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (1ª parte)

El bosque de Sherwood

El buen gourmet

Como la comida rápida

Pequeños descuidos

¨La lista de Schindler¨

El blues del autobús

Celebrando el partido