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En los vestuarios.

en Trios

Era una tarde del mes Octubre, quince hombres fornidos permanecían en silencio en el interior de aquellos vestuarios, quince titanes musculados, quince colosos agotados y magullados en la lucha por el ovalado balón. Quince moles que se movían como títeres en las manos de la tristeza.

 

El equipo visitante ha estado mucho mejor que ellos y lo saben; cuarenta a tres no es un resultado del que puedan sentirse orgulloso. Lo normal es que después de una derrota, hubieran ido a emborracharse con el equipo rival; pero hoy perder el juego de rufianes que es un partido de rugby; ha pesado como una loza en sus corazones de caballeros.

 

Por mucho que lo quieran disimular, la tristeza inunda sus corazones, uno a uno se desnudan y pasan a la ducha. Ver quince jóvenes, desnudos caminando hacia la ducha, es el sueño de más de uno. Poder mirar cada uno de los recovecos de esos cuerpos, haría la alegría de cualquiera. Pero esta tarde, no hay sitío para otra cosa, que no sea el desconsuelo.

 

Ni una palabra sale de los labios de ninguno de aquellos quince fornidos jovenes; por eso mientras el agua limpiaban sus sudados poros y sus manos enjabonaban cada uno de los rincones de sus vigorosos cuerpos, el único sonido que llenaba la estancia era el del agua, al chocar contra la cerámica de la placa del suelo. Treinta manos viajando por montañas de músculos, nos podría parecer un espectáculo de lo más enérgico, con suficiente testosterona para levantar la polla más pintada, pero en cambio; no había robustez alguna, en aquellos penes, que miraban hacia el suelo; faltos de vigor. La tristeza era tan profunda, que tras secar sus cuerpos, uno a uno van abandonando las instalaciones musitando un ahogado hasta luego...

 

Cuando todos sus compañeros se marcharon, Guillermo y Arturo, que se han quedado rezagados terminan de secar sus cuerpos, sentados sobre los bancos de madera.

 

Guillermo, al igual que sus compañeros, era poseedor de un cuerpo vigoroso. Un gran pectoral, cubierto de un largo vello castaño. Unos hombros y brazos bien formados. Y unas fuertes piernas, productos de muchos años de deporte. Quizás lo que más destacara del muchacho, fuera su estatura. La cual estaba casi veinte centímetros, por debajo de las demás jugadores del equipo. Los cuales, todos, pasaban de largo el metro ochenta.

 

A su lado , Arturo pasaba su toalla, repetidas veces sobre su zona genital. Su acompañante, consciente de ello, no apartaba la mirada de aquel sensual movimiento; que cubría y mostraba un oscuro y semiflácido miembro.

 

Arturo , como el jugador de Rugby que era, poseía un cuerpo de músculos grandes, una espalda ancha, unos gigantescos hombros, que junto con sus peludas piernacas, eran sus inconfundibles señas de identidad. Si a eso le sumamos una piel morena, un cabello negro como el azabache y unos ojos grises... El que Guillermo se sintiera atraído por lo que esconde bajo la toalla, era algo de lo más comprensible..

 

 

 

Cuando el sensual jugador de rugby apartó la toalla de su entrepierna, dejó al descubierto un semi-erecto pene, que culminaba en unas peludas y enormes pelotas. Su acompañante, como si se tratara de una jugada programada, alargó su mano, y apretó entre sus dedos los huevos de su compañero de juego. La polla de Arturo respondió disparándose automáticamente como un resorte ¡ Es lo que tienen los dieciocho años! Guillermo, considerando aquel gesto como un saque de centro, se dispuso a meterse aquella verga en la boca, cuando su amigo lo detuvo. Diciendo con una voz grave y desgarrada:

 

- ¡No !, sabes que prefiero que primero me comas otra parte de mi cuerpo-a la vez que decía esto levantaba sus brazos, dejando al aire unas peludas axilas.

 

El muchacho mostró sus sobacos a su compañero, de una forma, tremendamente sensual.. La boca de Guillermo, trepó desde su cintura hasta llegar a la sensual pelambrera . Una vez allí, su lengua avanzó como un poseso, por el boscoso terreno de juego. La cara de Arturo se contrajo en espasmos, producto del placer, que su ocasional amante le estaba proporcionando. De vez en cuando, Guillermo paraba su apasionada tarea; para introducir su nariz entre los rizados vellos y aspirar el olor a virilidad, que emanaba la piel del joven jugador.

 

Cuando su amigo se cansó de dar lenguetazos contra uno de sus sobacos, paseó la lengua por todo su pecho y prosiguió con el otro. El entusiasmo con la que, su lengua reanudó la labor interrumpida, fue mayor si cabe. Tras un pequeño concierto de quejidos placenteros, Arturo apartó la cabeza de su acompañante de su axila y le dijo roncamente:

 

- ¡Ahora, quiero que me comas lo otro....!

 

Se puso de rodillas sobre el estrecho banco de madera, mostrando su trasero de modo insinuante... Provocación que fue recogida,de muy buena manera, por Guillermo, que se agachó e introdujo su lengua en aquel exquisito manjar. La caliente lengua danzo de manera desmedida, sobre la rugosa superficie. El único sonido que llenaba la estancia eran los placenteros suspiros de Arturo..... Hasta que de forma repentina, el ruido procedente de unas estridentes palmas llenaron el aire

 

PLASH.... PLASH.... PLASH

 

- ¡Muy bonita, manera de celebrar una derrota.! - El que así habla es su entrenador- Todos vuestros compañeros, se van a casa cabizbajo para su casa... ¡Y ustedes, se quedan aquí mariconeando.!¡ Les parecerá bonito...!

 

 

La rudeza de las palabras de su preparador físico, no disminuyeron la verdad de éstas. Todos los demás jugadores, se habían marchado, presos de la tristeza por la derrota sufrida y ellos dos, estaban allí, disfrutando de sus cuerpos, como si nada hubiera pasado. La churra de Guillermo, que segundos antes miraba hacia el cielo, se había encogido, como si quisiera meterse dentro de la bolsa de sus testículos. Y es que la aparición de su preparador físico, lo había amedrentado más que la peor de las Hakas de guerra, de inicio de un partido. Y es que el muchacho no sólo estaba abochornado, por la embarazosa situación en que habían sido pillados; también estaba aterrorizado. Aterrorizado, porque de ésta le echaban del equipo; equipo en el que ingresar, le habia costado mucho tiempo y esfuerzo; de hecho, debido a su altura, había tenido que demostrar con creces su valía como jugador. Cortarle un brazo, hubiera sido menos doloroso para él, que el hecho de que lo expulsaran del equipo.

 

- La verdad es que no me esperaba encontrar un espectáculo tan guarro... ¿Por qué le estabas comiendo el culo, no?

 

Las palabras del entrenador estaban envueltas en el autoritarismo propio del cargo; pero a la vez, estaban bañadas en cierto morbo provocativo.

 

- ¿ Acaso pensabas follartelo después una vez lo tuvieras bien lubricado? - mientras dijo esto último, se agarró su paquete con una mano, de un modo que rozó lo grosero.

 

 

Arturo, que no se había movido de la postura en la que estaba, desde que el cuarentón entrara por la puerta, gira la cabeza levemente y cuando lo vio avanzar hacia ellos, no pudo evitar esgrimir una leve sonrisa.

 

Guillermo por el contrario, cuando lo vio caminar hacia él, acariciándose su miembro viril, sobre la tela del chándal; no pudo evitar encogerse de miedo, ante lo insólito de la situación. Cuando llegó a su altura, le pasó los dedos por su barbilla y le dijo:

 

-¿ Pero sabes lo que prefiero que le hagas?

 

Los grandes y marrones ojos de Guillermo respondieron negativamente ante la pregunta...

 

- ¡Quiero que le comas la polla! Me pone cantidad, ver como un tío, con aspecto de macho, se traga una verga. Y como la llena de babas, y éstas resbalan desde su capullo, hasta los huevos... ¡ Me pone y mucho!

 

Todavía Javier, que así se llamaba el entrenador, no había terminado la frase, cuando la polla de Arturo blandió ; cual sable inhiesto, ante el rostro de su compañero de juegos. La aterrorizada mirada de Guillermo, buscó aprobación en la de Arturo; este le respondió, de manera despreocupada, acercando más su miembro a la boca de éste.

 

Sin ningún deseo, el asustado joven, se introdujo el nabo en la boca. La polla del muchacho no es que fuera muy grande, lo que llamaba la atención de ella era lo ancha que era y lo desproporcionado de su circuncidado capullo. Por eso, cuando el erecto trozo de carne entró en la boca de Guillermo y su entrenador, en un acto de clara dominación, empujó su cabeza contra la pelvis de Arturo, el sometido muchacho no pudo evitar dar un par de arcadas. Arcadas que dieron como resultado un mar de babas, que impregnaron el tronco del tieso cipote. Viéndose así, cumplidos los deseos del entrenador.

 

Mientras una de sus manos, arremetían contra el cráneo del aterrorizado jugador, la otra sacaba de su cautiverio su pene. Éste estaba tieso como una estaca. La polla del entrenador era de muy grandes dimensiones, aproximadamente podría medir en torno a unos veinte centímetros. La oscura piel de su tronco se encontraba repleta de venas en tono morado, culminando en una enorme y rojiza cabeza. Al acercar su cipote a la cara de Guillermo, en el endurecido rostro del cuarentón se marcó una morbosa mueca. Tras dar dos o tres golpes con su miembro en la mejilla del muchacho, tiro del corto cabello de éste y separó su boca de la polla del otro muchacho. A renglón seguido, su nabo atravesó la recién desocupada cavidad bucal Cuando los labios del chico envolvieron el inhiesto trozo de carne... unos quejidos de placer brotaron de los labios de Javier. Las manos del otro jugador, Arturo, comenzaron a acariciar el abultado tórax de su entrenador, por encima de la camiseta; para poco después, preso de la pasión; seguir tocando el musculado torso, bajo el fino algodón.

 

Guillermo más tranquilo, pero no menos sorprendido; comenzó a disfrutar del momento y se volcó de lleno, en dar una magistral mamada al nabo de su preparador físico. Primero saboreó con la lengua, aquel impresionante glande. Después, haciendo hueco en el interior de su paladar ; lo introdujo en él, en todo su esplendor. Como consecuencia, una pelicula blanquecina de caliente saliva, resbaló desde la parte baja de su labio, al final del tronco del oscuro cipote.

 

Mientras tanto, el otro joven, había dejado al descubierto el impresionante pecho del maduro entrenador; ante sus ojos se descubría un torso impresionante, unas duras y macizas tetas sobre las que se dibuja unos cortos vellos, recortados por maquinilla; cortos pero existentes. Sus trapecios se erigían como dos montañas al lado de su cuello, dando paso a unos marcados hombros de los que colgaba unos impresionantes brazos... La perfección se quebraba, en un abultado y peludo vientre; que aún siendo atractivo, no respondía a ningún canon de belleza establecido.

 

Los labios de Arturo, se posaron sobre una de las morbosas tetillas y empezaron a mordisquearla, de un modo mitad placentero, mitad doloroso. Los oscuros ojos de Javier se cerraron,como consecuencia del doloroso placer que le proporcionaban las satisfactorias y débiles mordeduras. Pero el gozo fue tan inmenso como breve, pues rápidamente el muchacho detuvo su labor y se agachó tras él.

 

Arturo palpó con cuidado el duro trasero, para a continuación bajar el pantalón del chándal. Ante sus ojos se mostraba un atractivo culo envuelto en el algodón de unos boxers. Durante unos segundo, besó suavemente el blanco envoltorio, para después deslizar de golpe la prenda intima y dejar a la vista unos musculados glúteos; los cuales comenzó a besar, para después terminar mordisqueandolos apasionadamente. Cuando quiso darse cuenta, su lengua acariciaba un rasurado ano, impregnándolo de una caliente saliva.

 

La imagen del maduro entrenador, recibiendo los favores sexuales de dos jóvenes bocas era digna de una pelicula porno. Mientras Guillermo se tragaba de manera complaciente la morena verga, la lengua de Arturo le propina un profundo beso negro. El cuerpo de Javier rebozaba de placer, e instintivamente , y al unisono, hundía,con sus manos, las cabezas de los chicos en su cuerpo. El empuje hizo que Guillermo, volviera a sufrir unas leves arcadas, que impregnaron de nuevo el nabo de Javier de una transparente y morbosa baba.

 

Tras unos enérgicos minutos de sexo oral; el musculoso maduro pidió a los jugadores que se detuvieran, su voz tenía el mismo tono dominante, que cuando les pedía que realizaran una jugada en el campo; así que sin dudar, los dos muchacho pararon su lujuriosa labor.

 

-¡ Cabrones! ¿ Queréis acaso que me corra, sin probar vuestros deliciosos agujeritos? - las palabras del entrenador estaban impregnadas de autoritarismo y sarcasmo por igual.

 

Guillermo, miro la enorme polla de su preparador físico y su pecho sintió un escalofrío y se encogió, pues no le hacía ninguna gracia, ser atravesado por aquel viril poste. Máxime, cuando hasta el momento, su culo había permanecido inexplorado por varón alguno.

 

Poco después y siguiendo las ordenes de su instructor, los jóvenes se pusieron a cuatro patas sobre uno de los bancos del vestuario, uno enfrente del otro.

 

-¡Ahora, sacad el culo para fuera! ¡Que yo vea lo que me voy a follar! Y si queréis, podéis besaros...¡No hay nada que me ponga más cachondo, que ver a dos tíos comerse la boca !- la chulería con la recargó estas palabras últimas, estaban al límite del buen gusto.

 

Los jóvenes jugadores comenzaron a besarse, al principio acatando las órdenes de Javier; poco después, dejándose envolver por la pasión, terminan abrazándose de forma desmedida.

 

Mientras los chicos disfrutaban de un placentero muerdo;las manos del fornido entrenador, el cual se habia despojado ya, de toda la ropa que traía puesta, acariciaban morbosamente el ano de Arturo. A continuación se echó un lapo en la palma de la mano, y comenzó a lubricar con él, la estrecha cavidad. El joven al sentir como invadía sus entrañas, lanzó un breve quejido; pero soportó el leve dolor y, sin inmutarse apenas, siguió besando a su compañero.

 

Cuando consideró, que el agujero estaba lo suficientemente dilatado, buscó un preservativo en el chándal que se habia quitado recientemente y una vez se lo colocó adecuadamente, empujó su mástil de carne hacia el interior del orto de Arturo. El inmenso miembro, penetró sin problemas en el que parecía un estrecho orificio y tras los primeros envites, para acomodar el esfinter al cuerpo extraño que lo invadía; empezó a empujar con sus caderas, consiguiendo una sincronizada penetración. Los acompasados empujones de la verga, contra el trasero del muchacho, lejos de provocarle dolor a éste último; arrancaron unos placenteros quejidos de placer... Y unos desproporcionados y fogosos gritos:

 

- joooo!... vaaaaya cañaaa!... metemela hastaaa los huevoos!- decía el moreno joven, preso de la euforia.

 

Entregado como estaba Arturo, a la tremenda follada que le están dando; se olvida de Guillermo que en un momento determinado se sintió como si estuviera de más, hasta que su entrenador haciéndole un gesto le pidió que se pusiera de píe sobre el banco. Al colocarse de esta postura, su tiesa polla quedó a la altura de la boca, del penetrado joven.... Éste preso de una fogosidad poco común, se introdujo el inhiesto miembro de golpe en la boca. La dura polla recibió una fenomenal mamada, pues ésta, se encontraba marcada por el ritmo con el que las caderas de Javier, empujaban el cuerpo de Arturo.

 

 

Unos minutos después, el entrenador pegó un respingó hacia atrás, sacó la polla del culo de Arturo, se desprendió del condón y dejando un quejido seco salir de su boca. Mostró a los chicos, como su mano se impregnaba de un líquido blanquecino.

 

- ¡Agggg... me coooorro!

 

El ahogado grito del entrenador, hizo las veces del silbato del arbitro, indicando el final del partido. Señal que fue como un resorte, para que los dos jóvenes terminaran por hundirse en el abismo del orgasmo. Guillermo echó varios trallazos de leche sobre el rostro de Arturo. Él cual, terminó derramando, una monumental corrida, sobre la madera del gastado banco.

 

Tras recuperarse, los tres hombres se pegaron una merecida ducha; mientras el agua impregnaba sus cuerpos, Arturo y su entrenador no dejaron de besarse; dejando de lado un poco, a un estupefacto Guillermo.

 

Una vez secaron sus cuerpos, se vistieron; antes de despedirse, el entrenador se acercó de forma insinuante a Guillermo, le metió un buen agarrón a su trasero y acercando de forma sensual sus labios a uno de los oídos del chico, le dijo :

 

- Hoy,me he quedado sin probar este culito... Pero la próxima lo cato !seguro !

 

Al oír esto el muchacho, sintió como algo se movía en el interior de sus calzoncillos...

 

 

                                                                  FIN

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