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Retozando Entre Machos.

en Gays

Volver de las vacaciones nos suele deprimir un poco, la consabida rutina nos suele maltratar emocionalmente. A falta de prescripción facultativa, este año me he auto-medicado contra la depresión pos-vacacional, dicho tratamiento tiene cuerpo de hombre: Iván, mi mecánico particular. Lo que yo no sabía es que la dosis de macho a tomar sería el doble de la indicada en el prospecto. Pues estando casi en pleno “repasito” con el brutote del mecánico; apareció mi amigo Ramón. Y en lugar de marcharse, acepto la descarada invitación de Iván: “ Por mi te puedes quedar con nosotros... Si no le importa al amigo Mariano...” . Y yo que quieres que te diga... aunque no me hacia mucha gracia la idea en un principio, al final he terminado encantado de la vida. Máxime, cuando tras un impresionante polvo, mis dos estupendos sementales me dijeron entre risas, que aquello sólo acababa de empezar.

 

Al mismo tiempo que preparamos unas tapas y algo para beber, mi amigo Ramón no puede reprimir hacerme un comentario sobre el gañan de Iván.

 

-¡Es bastante “salao” tu amigo!

 

-Sí, a mi me desconcierta cada vez que abre la boca. No sé si está hablando en broma o es que no da para más...

 

-Se ve buena persona...

 

-No, no es malote, sino todo lo contrario. Un poco bruto, eso si... De otro modo, por mucho que me gustara, no hubiera repetido con él...

 

-¡Está visto que hoy al programa “Salsa Rosa” le han “adelantao” la hora!- el que así habla es Iván, quien con su desparpajo habitual, interrumpe la conversación- ¡Pero no se corten, los señores, sigan cotilleando ! Pues a mi me da igual, si como decía Picasso: “Lo importante es que hablen de uno, aunque sea bien”

 

-¡No fue Picasso, fue Dali!- mi tono al rectificar a Iván, es el del niño repelente que lo sabe todo, todo,todo....

 

-¡Qué mas da, yo sabía que un pintor de esos raro era!

 

La desfachatez con la que suelta esto, unido al hecho,de que al igual que nosotros, se encuentra con las vergüenzas al aire; le da al momento cierto aire surrealista; los tres nos miramos y sin decir palabra alguna, soltamos una bien merecida carcajada.

 

Desde que conozco a Ramón, siempre ha tenido una estrategia para romper el hielo con las nuevas amistades: contar un chiste. Lo cierto es , que independiente de la calidad del chascarrillo, su objetivo de romper con una situación tensa, es alcanzado de largo.

 

-Mariano ¿Sabes el último?

 

-Depende de lo último que sea- contestó, abriendo las puertas de par en par, a su ocurrencia.

 

-Tras un Congreso Europeo de Ingeniería - Ramón comienza su pequeña narración, impregnando de teatralidad y expectación a sus palabras, con el único fin de llamar nuestra atención, cuando comprueba que lo ha conseguido prosigue, a un ritmo calmado y enfatizando todo lo que dice- En un restaurante alemán, hay tres ingenieros : uno francés, otro alemán y un español. El español, se dirige a los otros dos, en un perfecto y correcto alemán y les dice: ¿Qué van a tomar los señores?

 

Una prolongada pausa, nos indica al mecánico y a mi, que el chiste ha finalizado. Medito un momento y tras captar la sutileza y el mal intencionado mensaje, no puedo reprimir sonreír por unos segundos.

 

Por el contrario, Iván no ha pillado el sentido de humor del policía y durante unos segundos su rostro refleja una mueca de extrañeza.

 

-¡Y ya está!¡Pues vaya porquería de chiste!-esto último lo dice, sonriendo por debajo del labio, con el único afán de mofarse de Ramón- ¡”Polí”, tú sigue dedicándote a meter “chorizos” en la cárcel, o lo que sea que hagas! Pero, por favor, ¡No cuentes más chistes!

 

Mi amigo responde con un gesto burlesco, al cariñoso ataque del mecánico. Después los tres nos miramos y sonreímos.

 

A pesar del pequeño “desencuentro” humorístico entre mis dos amantes. Mientras devoramos la improvisada merienda, sucede algo que ni en mis mejores sueños, creería que podía suceder: Iván y Ramón, hacen buenas migas. Y prueba palpable de ello es la distendida conversación que entablan. Hay tanta complicidad entre ambos, que por un instante, en vez de sentirme la guinda del pastel, me siento el tercero en discordia... Bueno, no tanto, porque el tema principal de la conversación soy yo.

 

-….si a mi me dicen, que iba a disfrutar tanto haciéndolo con un tío, hace un par de años; no me lo creo- quien así habla es Ramón.

 

-A mi me pasó lo mismo, pero es que aquí el “colega” , con la cara de no haber roto un plato que tiene, es un monstruo en la cama. ¿A ti te ha “comio er mojino”? - Ramón asiente ante la pregunta de Iván- Entonces, no hace falta que te diga “na”.... ¡Joer, a mi me lo ha hecho, y cada vez que me acuerdo me pongo palote! ¡Fijate “pare”, “na ma” que de pensarlo! - Al decir esto último el mecánico, señala su entrepierna donde se puede apreciar, como su vigoroso martillo empieza a endurecerse.

 

-Pues, si quieres ahora cuando terminemos con el “piscolabis”, nos lo puede comer a los dos... - dice Ramón, con una naturalidad que me sorprende hasta mi. Si la cara dura, se transmitiera por un virus, pensaría que Iván se la había contagiado.

 

-Algo tendré que decir yo al respecto- mi voz aunque intenta sonar enfadada, no puede ocultar lo mucho que aquello me agrada.

 

-¡Anda ya ! ¡Si estas deseando!- me contesta, gesticulando mucho y en tono burlesco mi querido Ramón.

 

Lo que me encuentro al volver de la cocina, es una escena tan excitante, como surrealista: mis dos acompañantes de rodillas sobre el sofá y sacando su pompis hacia fuera. Iván le tiene el brazo echado sobre los hombros a Ramón, éste cuenta algo al mecánico, quien esta “descojonado” de risa.

 

Una vez perciben mi presencia, los dos atractivos machotes dejan las bromas y se pone muy serio. Se miran, en el plan de “se lo dices tú, se lo digo yo” y después de una discusión silenciosa. Ramón,incorporándose un poco, se dirige a mi, con una encantadora sonrisa:

 

-Marianito, aquí el amigo Iván y yo, tenemos una pequeña discrepancia. El dice, que su culo te gusta más, y yo insisto en que es el mio. Así que nos hemos hecho una pequeña apuesta...

 

Tras poner la cara de mayor perplejidad que tengo, respiro hondo y digo con una voz ronca y apagada.

 

-¿Estáis hablando en serio? - cuando veo como al unisono mueven la cabeza, mientras se abrazan riendo, continuo diciendo- Pues, a Iván lo puedo entender; pero tú me conoces mejor que la madre que me ha “pario” y sabes, que ante este tipo de decisiones, yo suelo ser un poco salomónico...

 

-Pues “pare” te conviene elegir a uno...¡No te vas a arrepentir! - argumenta Iván con su natural descaro.

 

Practicar sexo con Ramón, siempre es una sorpresa agradable. Pero la complicidad que está empezando a tener con el mecánico me está desbordando. Los miro y una sensación de extraña felicidad me invade por completo. Parecen dos enormes niños, cuya única preocupación es pasarlo bien conmigo. Así, que dejo aparcado mis absurdos perjuicios y me dejo llevar.

 

No sé si te ha pasado alguna vez. Pero en este preciso instante, me siento como una marioneta movida por los hilos del destino. No es que nadie me esté obligando a hacer nada, ni mucho menos. Pero el momento me supera de largo; podía optar por recapacitar fríamente lo que está pasando y detener los acontecimientos antes de que se complique más la cosa. Mi reacción es completamente opuesta, en vez de apagar el fuego; hecho más leña.

 

-Pues no voy a tener más remedio que comprobar el género minuciosamente.- mi voz está repleta de una total sorna.

 

Me agacho ante los dos hermosos traseros, los cuales mis ocasionales amantes, mueven de manera impúdica. Poso una mano en cada uno de ellos, es sentir la dureza de ambos bajo mis dedos y mi polla empieza a despertarse de su corto letargo.

 

Cuando argumenté lo de la solución salomónico, no lo dije por salir del paso, si no porque es realmente lo que siento. Tanto quien me hace el amor, como quien me da los “repasitos”, me gustan físicamente por igual, pero como ignoro que demonios se traen entre manos. Elijo a Ramón, en quien confío más y de lejos.

 

Coloco mis dos manos sobre el trasero de Ramón, y con el mismo tono efusivo que Penelopez Cruz dijo aquello de ¡Pedroooo!, en la entrega de los Oscars. Yo me dejo caer con un : “¡Raaamón!

 

Aún no he acabado de apartar con los dedos, los pelos que pueblan su orificio. Cuando veo que Iván se incorpora ante Ramón, blandiendo su ya erguida verga ante el rostro de éste. Lo que acontece a reglón seguido, me deja patidifuso: mi amigo comienza a chupar el nabo del mecánico.

 

A pesar de que ardo en deseos de lamer el peludo ano que tengo ante mi. La perplejidad me ha agarrado tan fuerte, que no puedo apartar los ojos de la cabeza de mi amado Ramón, quien de una manera natural se introduce la herramienta de Iván en la boca. En principio, posa sus labios sobre el rojizo glande; impregnándolo de su caliente saliva, la cual fluye por todo el tronco hasta los huevos. Observo como sus pomulos se contraen, succionando la cabeza del esplendoroso mastil de carne... Una vez se la introduce hasta el fondo, la saca de golpe y me dice:

 

-¿Marianito tú no tienes nada que hacer? ¿ O te vas a quedar toda la tarde ahí mirando?

 

La afectuosa reprimenda de Ramón, hace que salga de mi ensimismamiento y a pesar de que el voyeurismo nos proporcione un agradable placer; yo en el sexo, como en los deportes, prefiero practicarlos, a ser un mero espectador.

 

Sin dejar de mira por el rabillo del ojo el excitante y sorprendente espectáculo, hundo mi lengua en la rugosa y caliente hendidura. Es únicamente rozar mi paladar sobre la sensible piel y de los labios de mi amigo, salen unos prolongados suspiros.

 

A cada lametada que doy, un agradable sabor amargo impregna mis papilas gustativas. Entregado como estoy al disfrute, agarro fuertemente los peludos glúteos y hundo mi lengua hasta el fondo de el ardiente orificio. Lo debo estar haciendo muy bien, pues Ramón se ha sacado la polla de Iván de la boca y me azuza con palabras soeces, que viniendo de sus labios, me resultan hasta hermosas.

 

Hay un momento en el que dejo de oír su voz, interpreto que el mecánico lo ha callado; dándole otro uso a su boca. Aunque la curiosidad me reconcome, no estoy dispuesto a sacar mi cabeza de donde la tengo. Es tanto lo que estoy disfrutando, que me siento como si estuviera en un sueño del cual no quiero despertar...

 

Hundo mi nariz en el pliegue intermedio de los peludos glúteos, apenas empiezo a disfrutar de los efluvios de mi potente macho, cuando éste me hace un gesto, indicándome que me retire.

 

Al poco, cambia de postura, dejando a mi alcance su enorme e inhiesta porra. Veintitrés centímetros de carne palpitante, pavoneándose ante mi mirada. No me hago de rogar e introduzco el enorme trozo de virilidad entre mis labios.

 

Mientras disfruto del delicioso sabor del miembro de Ramón, el brutote del mecánico baja del sofá y se agacha tras de mi. Una vez allí, empieza a acariciar mi culo. Un placer inmenso me invade, al sentir como sus encallados dedos, pasean por mis posaderas, deteniéndose en la parte central, buscando la deseada grieta.

 

-¡Iván! ¡Eres más bruto que una mula!- grito al percibir, como sin lubricación, ni dilatación alguna, intenta meter dolorosamente un dedo en el interior de mi esfinter.

 

-¡Quillo! ¡A ver si te vas a cargar el invento! - dice Ramón, con cierta guasa.

 

-Perdona Mariano- contesta un poco preocupado Iván- ¿No te habré hecho daño?

 

-No, pero sera mejor que vaya por el kit “folla seguro y contento”- le contesto, a la vez que me pongo de píe.

 

Unos minutos después vuelvo con dos cajas de preservativos y un bote de crema dilatadora. Si pensaba, que aquella pequeña pausa iba a enfriar un poco el erotismo del momento, no podía estar más equivocado. En mi ausencia, Ramón e Iván se han puesto a pegarse un majestuoso morreo, mientras sus manos acarician la polla del otro. Me dan ganas de carraspear y romper el apasionado momento, en cambio, hago un gesto pidiendo permiso y me coloco entre los dos, iniciando con ello un beso a tres bocas tan placentero, como complejo.

 

No sé como, pero hay un momento en que cambio los labios de mis dos buenos machos, por las tetillas de Ramón. Estas adornadas por una suave selva de vellos, se presentan como dos duras prominencias ante mis dedos y mis labios.

 

El circuito por el cuerpo de Ramón, acaba en la montaña de su entrepierna. Observo fugazmente su capullo morado y sin dilación, me introduzco todo el esplendoroso miembro en mi cavidad bucal. Unas débiles lagrimas escapan de mis ojos, pero no hay ninguna tristeza en mi. No sé que será la felicidad completa, pero en la mía, no deberían faltar momentos como este.

 

Iván vuelve a agacharse junto a mi, por el ruido que hace, sospecho que se está echando lubricante en los dedos. Segundos después mis sospechas se confirman, al sentir el contacto del gelatinoso líquido contra mi ano.

 

-Mariano, si te hago daño me lo dices...- las palabras de Iván, del mismo modo que todo en él, están cargadas de una ruda nobleza.

 

Me saco de la boca, momentáneamente la vigorosa bestia de Ramón y le digo:

 

-No te preocupes, con la crema seguro que no me haces daño.

 

La verdad es que el mecánico siempre ha sido muy considerado, no sé donde habita la ternura dentro del cuerpo de aquel brutote. Pero las dos veces que hemos practicado sexo, su forma de tratarme, fue tan pasional, como delicada.

 

Al mismo tiempo que envuelvo el carajo de Ramón, entre los pliegues de mis labios, siento como suavemente el anular de Iván traspasa, poco a poco, la entrada de mi esfinter. Un pequeño dolor recorre mis entrañas, pero sobrepasado el primer anillo; esta sensación se vuelve agradable. El mecánico comprueba satisfactoriamente , como mi agujero acoge plenamente su dedo, por lo cual, considerando que mi hoyo está preparado para albergar algo más, introduce dos dedos al unisono, provocando en mi un inmenso placer.

 

Si pudiera detener el tiempo en este momento lo haría, pues si no fuera suficiente con la satisfacción que me produce el mecánico con el trepidante mete y saca de sus dedos, le tengo que sumar el gozo de saborear la masculinidad de la porra de Ramón.

 

Es tanto el frenesí del momento, que unas gotas de liquido preseminal escapan de mi erecto pene. Por un momento, estoy a punto de sucumbir a tocarlo para extraer, por completo, el jugo de mis testículos. Pero no quiero acabar precipitadamente con un momento,que sabe Dios, cuando podrá volver a repetirse... Si es que alguna vez lo hace.

 

De repente, los rudos dedos de Iván, dejan de horadar en mi interior. Lo siguiente que escucho es la voz de Ramón, que a modo de advertencia le dice:

 

-¡Quillo, eso no que son los míos!

 

-¿Qué son distintos?-pregunta atónito el atractivo gañan, quien tiene una caja de preservativos en la mano.

 

-Son más anchos, y si te los pone te van a molestar.

 

-Es verdad, “pare”, es que lo que tú tienes por polla, ni los mulos de mi pueblo.

 

-¡No es para tanto!- responde Ramón, con un atisbo de falsa modestia.

 

-Por cierto, ¿Tú a Mariano se la metes o únicamente se limita a mamártela?

 

A pesar de que no quiero parar de chupar la polla de Ramón, la imprudente pregunta del mecánico, hace que no pueda contener una carcajada , por lo cual no tengo más remedio que sacarme el caliente trozo de carne de la boca.

 

Ramón esta a punto de dar una respuesta a la indiscreta pregunta, pero ahoga ésta en su garganta, al percibir que yo me vuelvo para contestarle.

 

-No, a mi no me la mete.¡Qué va!... La caja de preservativos de su talla la tengo, por si me quedo sin globos en la fiesta de cumpleaños... ¡ no te digo!- mis sarcásticas palabras aunque acompañadas de una sonrisa, no dejan de tener cierta chulería.

 

-¿Entonces...? Si...- el gesto de Iván se mueve entre la incredulidad y la sorpresa.

 

-Si quieres verlo, lo único que tienes que hacer es abrirle un poco el camino- le digo, cargando mis palabras de una morbosa sensualidad.

 

Los ojos del descarado mecánico, parecen querer salirse de sus cuencas ante mi provocación. Sin dilación alguna, saca un preservativo de su envase y envuelve su herramienta con él. Cuando me quiero dar cuenta, siento como el caliente mástil intenta derribar las defensas de mi orto; pero sin éxito. Sin dejar de saborear el venoso tronco del carajo que tengo ante mi, alargo la mano hacia la polla de Iván y la pongo en la dirección correcta. Éste al sentir como un pequeño camino se abre ante él, empuja suavemente hasta terminar de introducirlo.

 

¿Cuántas veces había soñado esto de sentirme atravesado por dos pollas a la vez? Pero lo que nunca pude llegar a imaginar que estas serían las de Iván y Ramón; quienes respectivamente para mi, representan la pasión y el amor que tanta falta le hacen a mi vida.

 

Una vez el mecánico, comprueba que su miembro entra con facilidad en mi esfinter, empieza a embestir contra mi como si estuviera poseído.

 

Yo, por mi parte, me dejo llevar por sus acompasados envites y sigo chupando el enorme carajo de Ramón, preso de una ferviente pasión.

 

Sentir como el mecánico conduce su verga a través de mi esfinter, me hace recordar lo bien que practica el sexo el endiablado brutote; si a eso le sumamos, el agradable efecto que me produce el tener el miembro de Ramón, ocupando mi cavidad bucal en toda su dimensión. No sé como se estará en la gloria. Pero debe ser algo muy parecido.

 

La sincronización de los tres cuerpos, asemeja nuestros movimientos a una extraña maquinaria, de la que yo soy su engranaje central; soportando todo el placer que mis dos buenos machos, me quieren dar.

 

De repente Ramón, hace un gesto a Iván. Con la cabeza entre sus piernas, apenas puedo visualizarlo. Sea lo que sea, que le haya indicado. El mecánico deja de penetrarme. A continuación, Ramón aparta suavemente mi cabeza de su cipote y se levanta.

 

-¿Dónde echo esto, “pare”?- me dice Iván mostrándome el condón que se acaba de quitar.

 

-En el cenicero, ya después lo limpio.- mientras contesto, observo a Ramón, quien ya se ha puesto un preservativo, y se echa un buen chorro de lubricante sobre él. Por lo que se ve, es la hora del cambio de turno.

 

Ver sentado a Iván con las piernas abiertas y la polla mirando al techo, se me antoja de lo más delicioso. Y es que el follar, es como el rascar... todo es empezar.

 

Me inclino ante sus potentes piernas, mientras lo hago, no pierdo la ocasión de acariciar con avidez sus peludos muslos. Busco la mirada de Iván, el brillo de sus nobles ojos, me dice que está disfrutando del momento tanto como yo. Agacha la mirada, se muerde el labio levemente , a la vez que abre más sus piernas, mostrándome con mayor exactitud el manjar de su entrepierna. Accediendo a su silenciosa petición, cubro su cabezona polla con el calor de mis labios.

 

Al mismo tiempo, que hago disfrutar a mi apasionado mecánico de las delicias del sexo oral; tras de mi, Ramón comprueba de motus propio, lo dilatado que he quedado tras la intensa follada. Al no ver, ningún impedimento, coloca su enorme porra a las puertas de mi orto y empuja su cabeza, hacia mi interior.

 

Disfruto del dolor, causado por la irrupción del inmenso misil en el pozo de mi esfinter. Sobrepasado el primer momento, la molesta sensación se convierte en el mejor de los placeres. Una vez acomoda su verga, Ramón se empieza a mover con ímpetu. Es tanto el gozo que me está regalando, que de vez en cuando tengo que sacarme la polla de Iván de la boca y lanzar unos merecidos quejidos de satisfacción.

 

Sorprendentemente, siento la mano del mecánico pasando a través de mi perineo:

 

-¡Hasta los huevos “pare”! ¡Pues si que dilata el culo del “gachón” este! - dice al comprobar que mi amigo me ha metido su enorme cipote hasta su base.

 

-¡”Quillo”, dejate de “mamoneo” que nos desconcentras!- contesta Ramón, dándole un cariñoso manotazo en la mano, sin interrumpir su sensual movimiento de caderas.

 

Yo por mi parte, no puedo contener una pequeña carcajada, por cual me tengo que sacar su polla de la boca. ¡Si lo que no se le ocurra a Iván!

 

Con su miembro posado en uno de mis cachetes. Levanto momentaneamente la mirada y busco su rostro. Éste reboza nobleza y golfería por igual. Es como un niño travieso, por el que no puedes de dejar de sentir cariño.¡ Hasta me podría enamorar de él ! Si no lo estuviera ya de Ramón.

 

Vuelvo a meterme de nuevo su apetitosa y caliente herramienta en la boca y me dejo llevar por los movimientos de Ramón contra mis glúteos.

 

Tanto frenesí pongo en mis labios, que unos minutos después Iván me tira de la cabeza hacia detrás y agarrándose el miembro de forma compulsiva, deja caer unos calientes chorros de leche sobre mi rostro. El rosado capullo sigue goteando esperma, mientras la mancha blanca resbala por uno de mis pómulos.

 

Ramón al ver como el mecánico llega al clímax, acelera el ritmo y tras unas cuantas salvajes envestidas, saca su polla de mi esfinter y arrojando descuidadamente el condón al suelo, derrama su esperma sobre mi zona lumbar.

 

-¡Mariano, creo que no vas a tener más remedio que ducharte otra vez!- me dice Ramón, tras recuperarse un poco del tremendo polvo que acaba de echar.

 

-Pues si, porque estáis hechos unos gorrinos los dos.. - a la vez que digo esto sonrío picaramente.

 

Poco después bajo el agua de la ducha, intentando compartir entre los tres, el estrecho espacio; nos fundimos en un apasionado abrazo.

 

Al mismo tiempo que fundo mis labios con los de Ramón, Iván acaricia sensualmente mi espalda. De repente, el mecánico, interrumpe el fogozo beso, diciendo algo en su tono característico:

 

-¡Oye Mariano! ¿Tú no te has corrido?

 

-No te preocupes, ahora lo acaricio yo mientras se masturba- contesta Ramón despreocupadamente.

 

Iván guarda unos segundos de silencio. Y tras hacer unos extraños gestos, suelta algo que nos deja a Ramón y a mi atónitos.

 

-¿Tú estás tonto “Poli”? ¿Cómo se va a correr el muchacho haciéndose un pajote con los dos buenos culos que hay aquí a su disposición?- al terminar la frase se agarra fuertemente uno de sus glúteos con una mano y pega una cariñosa cachetada en uno de los de Ramón.

 

(Continuara en “Mariano en el País de las Maravillas “)

 

Acabas de leer

Historias de un follador enamoradizo

 

Episodio XXVI: Retozando Entre Machos

 

 

 

( Relato que es continuación de “¡ No es lo que parece!”)

 

Antes de nada, gracias por leerme. Y ya sabes, no seas perezoso y deja tu valoración o tu comentario.

 

A todo aquel que tuvo el detalle de dejar un comentario en el anterior relato, mis mas sinceros agradecimientos y a modo particular a migilitro, te puedo decir que yo me lo paso igual de bien escribiendo las travesuras de Pepito; a COJONCIANO12, Cuando me pongo delante del teclado, normalmente nunca tengo en mente agradar a nadie en especial. Escribo lo que me gusta y porque me gusta y si de camino, alguien disfruta con ello, pues mejor que mejor. ¿No crees?; a elbotiija10, Creo que JJ ( Pepito) es más ignorante que inocente, pero creo que hay se encuentra la gracia. Confío en no haberte defraudado con éste; a pepitoyfrancisquito, la próxima vez que vea a JJ, le pediré el teléfono del Genaro, y os lo paso. Por cierto, sois los únicos que habéis comentado el detalle de las reflexiones de Pepito; a Varianza, lo lamento mucho, pero no me ha dado tiempo de terminar el trío de Iván, con Ramón (Espero sepas perdonármelo, pero la tarde dio para mucho) ; a mmj ( ¿Qué pasa hombre? He echado de menos tus comentarios,¡ no sabes lo que me animan a seguir escribiendo!; y a Linufaz, los sentimientos universales como yo los llamé, son los que hacen que la gente al leer tus relatos se sientan identificados con ellos. ( A mi me pasa) Me ha agradado bastante recibir tu comentario, y sobre todo el inciso que hace sobre mis personajes.

 

 

Bueno, la semana que viene, toca reedición, en éste caso será un extracto de los relatos: “ La misión” y “ Nunca fuimos ángeles”, con el sugerente título de “ Tu entrenador quiere romperte el culo”. Mis habituales, nos vemos en quince día, con la continuación del trío:Ramón, Iván y Mariano.

 

Hasta entonces. Disfrutad....

 

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1,4,3,2.

Sexo en Galicia: Comer, beber, follar....

¡Se nos va!

En los vestuarios.

Lo imposible

Celebrando la victoria

La procesión va por dentro.

El guardaespaldas

El buen gourmet

Mariano en el país de las maravillas.

Tu entrenador quiere romperte el culo(E)

Culos hambrientos para pollas duras

La excursión campestre

¡No es lo que parece!

Mi primera vez (E)

Vida de este chico.

Follando con mi amigo casado y el del ADSL? (R)

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón

Trío en la sauna.

Nunca fuimos ángeles

Desvirgado por sus primos gemelos (E)

Como la comida rápida

La misión

Follando con mi amigo casado

La churra del Genaro

Uno de los nuestros

Sexo en Galicia: Tarde de sauna (R)

2 pollas para mi culo

El cazador.

Los albañiles.

Jugando a los médicos.

Algo para recordar

Mis dos primeras veces con Ramón (E)

A propósito de Enrique.

Guia de lectura y alguna que otra cosita más.

Culos hambrientos para pollas duras

En los vestuarios (E)

Celebrando la derrota

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (Epilogo)

No quiero extrañar nada.

Punta Candor siempre llama dos veces.

4,3,2,1....

2 pollas para mi culo

Adivina quién, se ha vuelto a quedar sin ADSL

El MUNDO se EQUIVOCA

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón (R)

Historias de un follador enamoradizo.

Living la vida loca

Sexo en galicia con dos heteros (R)

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Comer, beber... charlar.

Los albañiles.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

Regreso al pasado

Follando con mi amigo casado (R)

“.... y unos osos montañeses)”

El padrino

... Bubú.....

El blues del autobús (Versión 2.0)

El parque de Yellowstone (Yogui,....)

After siesta

Sexo, viagra y ... (2ª parte) y última

Before siesta

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (1ª parte)

El bosque de Sherwood

El buen gourmet

Como la comida rápida

Pequeños descuidos

¨La lista de Schindler¨

El blues del autobús

Celebrando el partido