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Valió la pena

en Gays

21/08/12 08:30

 

Hace 6 días, 12 horas y 30 minutos que no veo a Mariano. Sabía que lo echaba de menos una barbaridad, pero no hasta el punto de soñar con él. Un sudor frío invade cada uno de los poros de mi piel. Me siento culpable por lo que le estoy haciendo a Elena, pero en los asuntos del corazón el raciocinio no tiene nada que hacer.

 

La gente dice entre bromas que en los temas del “mariconeo” mejor no probar... Que después te gusta y repites... Si supieran cuánta verdad encierra esa filosofía de barra de bar... Pero cómo nadie escarmienta en cabeza ajena, aquí estoy sufriendo en mi piel los peligros de cruzar la acera.

 

Es curioso cómo la vida te da segundas oportunidades. Cuando crees que un día igual a otro es lo que te espera para el resto de tu vida, un acontecimiento fortuito puede dar un nuevo sentido a tu existencia. Para mí, ese hecho casual no fue otro que la reunión de los antiguos alumnos de EGB. Nunca olvidare aquel ocho de octubre. ¡Joder, ya va a hacer un año y parece que fue ayer!

 

Aquella tarde el reloj biológico de todos los que acudimos a aquella cita parecía haberse atrasado veinte años. Aunque todos los presentes rozábamos de cerca las cuatro décadas, teníamos la extraña sensación de haber vuelto a la adolescencia, como ni papá ni mamá estaban en casa para largarnos la bronca por haber bebido demasiado y como un día es un día... Creo que me bebí hasta el agua de los floreros, aunque eso sí, “controlando, que es gerundio”.

 

Bueno algo de descontrol tuve que tener, porque si no lo de bailar con la profesora de matemáticas no se me habría pasado por la cabeza.

 

La noche fue casi perfecta, hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien y no me reía tanto. Y digo casi, porque se me antojaba que para alcanzar la perfección, tenía que culminar echando un “kiki” con todas las de la ley.

 

De vuelta al pueblo, Mariano nos hizo las veces de chófer, es lo que tiene no beber alcohol, tus amigos te contratan de taxista al momento.

 

Como no tenía ni pizca de ganas de meterme en casa, me puse un poco pesado con eso de tomar la última. Pero el personal andaba ya un poquito perjudicado, tirando para borracho y pasaron olímpicamente de mí.

 

Una vez a solas con mi amigo Mariano, no sé qué pájara me pasó por la cabeza que cambie mi soniquete de las copas por irnos a un puticlub. De haber sabido las consecuencias de mis palabras, no habría dicho ni mu. ¿O quién sabe?, lo mismo hasta hubiera sido más directo.

 

Descubrir de golpe y porrazo que mi mejor amigo era alguien distinto a quien pensaba fue como un jarro de agua fría. No todos los días alguien a quien crees conocer completamente, te dice que le gustan las personas de su mismo sexo y que por eso no se va contigo de putas.

 

Bueno, alguna vez que otra tuve mis sospechas, pero los estándares que la vida nos había enseñado de los homosexuales nada tenía que ver con la apariencia y forma de ser de Mariano. Pero eso es algo que, por mi oficio, de sobras debía saber: las apariencias casi siempre engañan.

 

Sé que el alcohol tuvo mucho que ver con lo que pasó a continuación, no es una excusa pues tenía muy claro lo que hacía. Probar el sexo con otro hombre era algo que siempre me había producido cierta morbosa curiosidad. Si no me había atrevido antes, era por las enormes barreras mentales que se debían cruzar para ello.

 

A pesar de lo ebrio que iba, fue oír a Mariano decir que yo le gustaba un poco y mi hermanito pequeño empezó a tomar forma.

 

Nos fuimos a un escampado en las afueras de nuestro pueblo. A pesar de los nervios y de la vergüenza que apretaba mis entrañas, mi impulsiva polla se había puesto dura como una piedra.

 

Mariano estaba casi tan intranquilo como yo. Pero a diferencia de mí, supo coger el toro por los cuernos... ¡Y de qué manera! Sin ningún reparo, fue desabotonando mi bragueta con el único objetivo de sacar mi churra fuera en cuanto antes. Una vez lo hizo, se agachó ante ella, la observó por uno leves segundos y terminó metiéndosela en la boca.

 

Ignoro si fue producto de las copas de más, o porque realmente fue así como sucedió, pero sus labios envolviendo mi polla fue una de las sensaciones más placenteras que había sentido hasta entonces.

 

Evidentemente me la habían mamado antes. Alguna que otra chavalilla en el instituto, algún ligue ocasional y, por qué no decirlo, alguna prostituta. Pero ninguna puso en su boca la pasión y el cuidado que mi amigo. Todas las tías que me la habían chupado anteriormente, buscaban solo que se me pusiera dura o que me corriera rápido. Los movimientos de Mariano no tenían como objetivo ni una cosa ni otra; disfrutar y hacerme disfrutar, simple y llanamente.

 

Si me sorprendió la revelación de sus apetencias sexuales, más lo hizo el descubrir lo bueno que era realizando una mamada. No sé en qué lugar había dejado al muchacho tímido y prudente a quien yo conocía desde siempre, pues quien tenía ante mí era una persona más atrevida y mucho más pasional. Alguien que era capaz de conseguir lo que nadie había hecho antes: tragarse mi cipote desde la cabeza hasta el tallo. ¡Y de qué manera!

 

Hacía bastante tiempo que no me la chupaban, Elena siempre me lo había negado alegando que le daba asco y que aquello le parecía “cosas de putas”.

 

Sentir aquella caliente boca alrededor de mi hinchada verga se convirtió para mí en un momento de placer supremo. Me gustó tanto, que a pesar de los intentos de Mariano por alargar el momento, me corrí sin poder evitarlo. Sentí cómo el semen fluía desde mi glande a los labios de mi amigo, éste se tragó todas y cada una de las gotas del lechoso líquido, sin hacer muestra de asco alguno.

 

El placer abandonó poco a poco mi cuerpo, el cual se llenó de una sensación de culpa y vergüenza. Me vestí y abandonamos el desolado paraje sin pronunciar palabra. El silencio fue roto por un escueto adiós, al dejarme con su coche en la puerta de mi casa.

 

Me duché por dos motivos: quitarme un poco la “carajera” de mi borrachera y destruir todas las pruebas de mi infidelidad. A la vez que el agua limpiaba los poros de mi piel, mi mente fue dimensionando lo ocurrido: Había saboreado algo que muchos hombres heterosexuales en su fuero interno estaban deseando probar y lo mejor de todo, había sido una experiencia de lo más gratificante. No es que fuera a gritarlo a los cuatro vientos ni mucho menos, pero tampoco me iba a sentir mal por ello.

 

A la vez que la ducha limpiaba mi consciencia, deje de ser el centro del universo y mi primer pensamiento fue para Mariano. Con mi egoísta silencio lo había dejado hecho polvo. Conociéndolo como lo conozco, pensé que le estaría dando vueltas al “perolo” y sintiéndose la persona más ruin del mundo. Y todo porque no tuve los suficientes redaños para aceptar que el sexo con él me había gustado.

 

Pensé en llamarlo y en excusarme, pero temí que mi esposa pudiera despertarse y no tenía ganas de enredar más las cosas. Una absurda pero pragmática idea se me vino a la mente: si la gente deja a los novios con un SMS, ¿por qué carajo no podía hacer uso yo de uno, para tranquilizar a mi mejor amigo?

 

Pulsé las teclas como un poseso, dejé que mi subconsciente guiara mis dedos, le di a la tecla de enviar sin leer el mensaje. (Porque si lo hacía no lo mandaría).

 

M ha gstado mucho

habra q repetir

tu AMIGO

 

 

 

En los meses siguientes nuestra amistad pasó por una situación de lo más extraña. Aunque seguíamos coincidiendo y quedando para tomar una cerveza de vez en cuando, algo parecía que se había roto entre nosotros. Ante de la galería actuábamos con total naturalidad, pero a solas parecíamos dos completos extraños. Intentábamos recuperar lo perdido, simulando que no había ocurrido nada entre nosotros. Pero éramos malos actores y la frialdad se convertía en el tercer contertulio, en nuestras breves e infrecuentes conversaciones.

 

Pero la navidad aparte de regalos, traía excelentes borracheras. Y no hay cosa que vuelva más sinceros a los seres humanos que una buena “papa”. En mi favor he de decir que son los cubatas los que me gritan: ¡Bébeme!, que yo me limito a no hacerles el feo. Pero en fin, como Mariano y la palabra alcohol son incompatibles,después de la cena nos volvió a hacer de chófer. Una sensación de deja vu me invadió, no sé si a él le pasaría lo mismo; pero de vuelta a casa, nome podía quitar del pensamiento la buena mamada que me metió y lo bien que me vendría en aquel instante otra como aquella. Fue dejar en casa al último de los amigotes y no pude reprimir soltar una de mis paridas:

 

-Ahora es cuando yo me pongo pesado y te digo de irnos de putas.

 

Mariano me miró de reojo sin apartar la vista de la carretera, por lo mucho que lo conozco sé que estaba deseando sonreír, pero podía más la tristeza que le producían mis palabras.

 

Aunque el alcohol viajaba sobre mi voz, pesaba más mi raciocinio. Mis ojos se clavaron en él, en espera de una respuesta. Y como si estuviéramos atrapados en el tiempo como en el día de la marmota, aparcó de improviso su coche en doble fila.

 

Apartó las manos del volante y me miró con esa cara que se le pone cuando está hasta los huevos...

 

-Creí que era tu amigo, no un desahogo para las borracheras.

 

¡Cuánta facilidad tiene este puto Mariano para descolocar al personal con nada que dice! El muy cabrón te deja sin argumentos. Pero como servidor había dejado la vergüenza con la rodaja de limón del último cubata, le contesté con algo que él no esperaba.

 

-Pues no me coges fresco porque no quieres.

 

-Ramón, ¡que estás casado!- me reprochó.

 

-Sí, pero eso ya lo sabías cuando me chupaste la polla ¿no?

 

¡Vaya bajonazo, Dios! No había terminado de decir aquello y había comenzado a arrepentirme.

 

Mis palabras no intentaban herirlo, pero lo hicieron. Dicen que los ojos son el reflejo del alma, pero quien mejor abre sus puertas es el dolor. Los ojos de mi amigo habían adquirido un brillo que anunciaban que más pronto que tarde se inundarían de tristeza. A veces, por más que me pese, puedo llegar a ser más cabrón que bonito.

 

Desinhibido por la media borrachera que tenía, lo cogí por la barbilla y forcé a que su mirada se encontrara con la mía.

 

-Perdona, tío, a veces soy tan bruto que ni me conozco.

 

-Has dicho la verdad- Su voz intentaba sonar tranquila, pero encerraba un gran dolor.

 

-¡Sí, pero eso no quita que me gustara! Y que me haya hecho más de una paja, con el recuerdo de aquella noche...

 

No sé si por lo crudo de mis palabras, o porque le hice sentirse importante en mi vida, y aunque su mirada denotaba todavía tristeza, no pudo reprimir una sonrisa por debajo del labio y decir:

 

-Yo también... La primera, aquella noche.

 

Me mentiría a mí mismo si dijera que lo que hice a continuación estuvo motivado por la bebida que recorría mis venas. En todo caso, el alcohol fue una especie de reconstituyente, el cual me dio el suficiente valor para hacer lo que hice; sin meditarlo y con un completo desparpajo, cogí su mano y la lleve a mi paquete:

 

-¡Esto no está así porque esté pensando en echar un polvo con cualquiera! ¡Esto está así porque deseo volver a tener sexo contigo!

 

La mano de mi amigo se aferró como una garra a mi abultada entrepierna. La polla se me había puesto dura de solo pensar en lo ocurrido en el escampado. Por una pizca de tiempo estuve tentado de abrazarlo y quién sabe de besarlo, pero todavía era una barrera mental que no tenía fuerzas para saltar.

 

Un tierno silencio se hizo entre los dos. Parecía inevitable que volviéramos a repetir el añorado momento de unos meses antes. De repente, Mariano se apartó de mí como si yo le quemara, me miró muy serio y me dijo:

 

-¿Sabes el riesgo que supone que nos volvamos a ver?

 

La contundencia de sus palabras pasó por el excitante momento como un elefante por una cacharrería. Guardé silencio durante unos segundos y le dije sonriendo:

 

-¿Y qué es la vida, sin riesgo?

 

A pesar de la sinceridad de mis palabras, su mirada analizó la mía en busca de alguna trampa. Tras unos segundos de comunicativo silencio, Mariano volvió a posar su palma sobre el bulto de mi entrepierna y con una voz más calmada, me dijo:

 

-¿Estás seguro de lo que quieres hacer?- Asentí con la cabeza ante su pregunta- Pues, como tú vas a seguir viviendo donde mismo y yo igual, espero que no te importe que lo aplacemos para un día en el que estemos “frescos”. No quiero pasarme otros dos meses sintiéndome culpable por haberme aprovechado de un borracho.

 

Lo miré y sonreí, el muy cabrón seguía pensando que el único motivo que me movía a querer estar con él era la influencia del amigo “guaitlabel”... ¡Qué equivocado que estaba!

 

-Entonces, ¿Me vas a dejar así?- dije agarrando de manera provocativa mi endurecido miembro.

 

-No creo que tengas ningún problema para bajarlo. Con catorce años ya sabías hacerlo, no creo que se te haya olvidado- dijo con una pasmosa naturalidad.

 

Volvió a arrancar el coche y me condujo hasta mi casa. Una vez allí y esta vez más por insistir en la broma que por otra cosa, le dije poniendo mi cara más lastimera:

 

-¿Ni un poquito siquiera?

 

-¡Anda, que ya te vale!- en su rostro se mostraba una cariñosa indignación, por la que asomaba una sonrisa.

 

Tras ver cómo el coche se perdía en el horizonte, me interné en mi hogar. Elena y las niñas estaban durmiendo.

 

Me encerré en el baño sin hacer ruido, estaba muy excitado y a pesar de que mi potencia sexual se veía mermada por los efectos del alcohol, la polla me dolía salvajemente. Busqué calmar mis deseos con mis manos, el protagonista de mis pensamientos era mi amigo Mariano. Primeramente lo imaginé hundiendo su cabeza en mi vientre, hasta tragarse completamente mi polla. Pero lo que me llevó a alcanzar el orgasmo, fue imaginar cómo lo penetraba. Tras seis trallazos de leche espesa, un sentimiento de relax invadió mi ser. Me comencé a sentir mal por lo que involucraba la maldita idea de tener sexo con un hombre. Pero en los rincones más oscuros de mi ser, como si de un sombrío sentimiento visceral se tratara, aún seguía deseando estar con Mariano... De un modo que ni yo mismo llegaba a comprender del todo.

 

De nuevo nuestra amistad caminó por un incómodo sendero. Siempre habíamos sido sinceros el uno con el otro, pero la puerta que se abrió cuando le confesé mis deseos hacia él en lugar de acercarnos comenzó a distanciarnos. Sabíamos que lo que hacíamos, moralmente, estaba mal. ¿Pero quién no tiene esqueletos en el armario?

 

Un día, en un aburrido servicio, mientras mi compañero echaba una meada, volví a envalentonarme y le mande un SMS bastante subidito de tono, decía algo así como: “Tengo ganas de repetir, no sabes la de pajas que me hecho pensando en aquello”. Al poco, recibí un mensaje que me alegro el día: “No repites porque no quieres”.

 

Aquellos furtivos mensajes fueron los primeros de una serie que fue acrecentando nuestras ganas de estar el uno con el otro. Sin querer, nuestras vidas fueron girando en torno al día en el cual pudiéramos volver a tener sexo. Si hasta lo felicité y todo (en plan cachondeo, claro está), por el día de los enamorados.

 

Como queríamos que algo tan largamente esperado sucediera de la mejor manera posible, preparamos concienzudamente el día de nuestro segundo encuentro. Encuentro que me vendría a demostrar que el placer que alcanzaba con Mariano era bien distinto al que había sentido antes nunca con nadie. Y si tuviéramos que ponerle alguna etiqueta, no me sentía homosexual, no me sentía bisexual.... Lo único que mi cuerpo ansiaba era ser tocado y poder tocar a mi amigo de toda la vida, como si fuera una prolongación de mi propio ser.

 

El día tan ansiado llegó: Elena estaba fuera con las niñas en un cumpleaños del hijo de una prima suya y Mariano rompió todos sus planes de aquella tarde.

 

Después de mucho tiempo, volveríamos a compartir placer de manera desmedida. Recuerdo que era tanto mi empeño porque todo saliera de manera inmejorable, que incluso me masturbé aquella mañana, para que llegado el momento tardará más en correrme.

 

En el camino hacia su casa, mi corazón transitaba como si estuviera a lomos de una montaña rusa. Una estresante sensación recorría todo mi ser. Todo tenía que ser perfecto, después de tanto tiempo aguardando no me podía permitir el lujo de estropearlo.

 

En mi favor tengo que decir que el Mariano que me encontré no estaba más tranquilo que yo. ¿Tanto ansiábamos aquel momento? Durante unos segundos, la inocencia de la adolescencia nos embargó. Si hubiera sido más valiente lo hubiera besado, pero un escueto “hola” fue nuestro único saludo... Menos mal que mi amigo, para romper el hielo, me metió mano a la polla... ¡Ufff! ¡Qué bueno fue sentir sus dedos alrededor de mi verga!

 

Entramos en su cuarto, él se agachó ante mí y le dedicó una estupenda mamada a mi nabo. ¡Cómo había echado de menos aquello! Con un mimo desmedido, sus labios paseaban alrededor de mi polla, la cual estaba tan hinchada que pareciera que iba a explotar... Nunca nadie me la había chupado así... Era como si supiera donde tocarme para proporcionarme más placer. Era tanto el esmero que ponía que a pesar de la paja que me hice por la mañana, las ganas de correrme me invadían... Hoy, con la perspectiva que da el tiempo, se me antoja bastante brusco lo que hice, pero era apartar su polla de mi boca o el momento tan largamente esperado se convertiría en un instante breve e inconsistente. Y lo que más ansiaba, era que él disfrutara como lo hacía yo.

 

Observé el rostro de Mariano, por la comisura de sus labios surcaba un pequeño río de saliva y en sus ojos brillaba un gesto de disgusto. Lo que dije a continuación fue algo tan sincero, como impulsivo:

 

-¡No, no quiero que hoy sea así!

 

Al decir esto, dejaba implícito mi mayor deseo: penetrar a Mariano. Aquel acto me daba un doble morbo: por un lado sería la primera vez que practicaría el sexo anal y por otro compensaría a mi amigo por todo el placer que me daba.

 

Nunca olvidaré todo lo que sucedió después: Mariano, con una boca muy pequeña, me argumentaba que aquello no entraba, que era imposible. Se obcecó tanto con las dimensiones de mi aparato que terminamos midiéndolo: 23 centímetros de largo y casi siete centímetros de ancho.

 

Es peculiar cómo nadie está contento con lo que le da la Madre Naturaleza. Todo el mundo, en su afán de medir la virilidad por el tamaño de sus genitales, le gustaría tener un enorme pollón. Yo, a quien la naturaleza ha dotado con uno, desearía tenerla más normalita. Más de una vez, como era en aquel caso, un centímetro de más era un problema a tener muy en cuenta.

 

Aunque mi cuerpo ardía en deseos por sentir aquella nueva sensación, lo último que deseaba en el mundo era hacer daño a mi estimado Mariano.

 

A regañadientes, accedió a intentarlo. Como consecuencia de ello, la sangre comenzó a fluir por mi cipote de manera desmedida, la vena central se puso tan hinchada, que mi polla cimbreaba como si tuviera vida propia. Pero todavía me quedaba algo por descubrir... Algo que me gustó más de lo que esperaba: la desnudez de mi amigo.

 

Ver cómo mi ocasional amante se desprendía de la ropa y se quedaba desnudo ante mí, tuvo en mí una reacción inesperada. Nunca antes me había fijado en él, sabía que se cuidaba, que tenía un buen físico pero poco más. Tras su camiseta comprobé que escondía un torso bien formado, unos hombros a los que la ropa no le hacía ningún favor y unos brazos que, sin ser excesivamente musculados, se me antojaban hermosos. Pero lo que más me excitó fue su culo: dos balones de carne con sus hoyuelos a los lados, culminando sobre dos espectaculares y bien formadas piernas. No sé si me gustó por lo bien formado que estaba, o por lo poco que se parecía al culo de una tía; el caso es que en mi mente sólo había lugar para un pensamiento: explorar con mi polla el interior de aquel sensual orificio.

 

Me armé con toda la desvergüenza de la que soy capaz, y le metí un señor “magreo” en el trasero. Desaprovechando con mi timidez “otro momento beso”.

 

Unos instantes después, con un condón envolviendo mi polla y con su culo excelentemente lubricado, intentamos lo que parecía un imposible. Aquel agujero parecía bastante estrecho para poder albergar un aparato tan ancho como el mío. Podía haber forzado la máquina y empujar, pero temía hacerle daño y estropear el invento. Cambiamos varias veces de postura, pero uno tras otro, los fallidos intentos lo único que consiguieron fue que mi polla perdiera rigor.

 

Parecía que lo que se me había antojado como una victoriosa tarde sexual, se quedaría en un premio de consolación: una mamada. Que no es que estuviera mal, pero no alcanzaba ni de lejos mis expectativas.

 

Si algo he aprendido de mi relación con Mariano ha sido que todo vale en ella y que el fin justifica los medios. Yo, a mi amigo, siempre lo he visto enemigo de drogas y demás, creo que lo más que hizo fue fumar una temporada... Por eso cuando le vi hacer uso de aquel frasquito, su actitud me sorprendió de manera colosal. Yo en mi ignorancia, desconocía siquiera de la existencia del dichoso artificio, pero fue dar una esnifada de él y el ano de mi amigo se abrió ante el empuje de mi polla. Fue entrar en el interior de su cuerpo y una indescriptible sensación me empezó a dominar.

 

Ni aún hoy soy capaz de describir el cumulo de emociones que asaltaron mi persona. Intenté asimilar el placer que recorría mi cuerpo con el de penetrar un chocho, pero difería en más de lo que se asemejaba. Aquel estrecho orificio comprimía mi churra de un modo que hacía vibrar a mí ser por completo.

 

Aún hoy recuerdo cada instante de aquella salvaje cabalgada como si fuera ayer. Los gestos de Mariano pasaban del dolor al placer con una absoluta facilidad. No sé si era la pasión que poníamos a nuestros actos o la extrema confianza que había entre los dos. El caso es que nunca antes me había sentido tan unido a nadie. En aquel momento el resto del mundo había desaparecido, sólo existíamos él y yo.

 

Sentir cómo mi verga entraba hasta el fondo de sus entrañas me tenía súper acelerado, pero como no quería correrme todavía le pedí cambiar de postura.

 

Adopto la posición del perrito, cumpliendo con ello una de las fantasías que desde Navidad habían crecido en mi mente. Esta vez fui yo el que gobernaba el timón, introduje primero el glande sin ninguna dificultad. Tras unos golpes de cadera mi cipote entró en el ya dilatado agujero en toda su extensión. Con los huevos sirviendo de tope, inicie un salvaje mete y saca. No sabría decir qué era más excitante, si ver cómo salía y entraba mi pene o sentir como las paredes del caliente esfínter comprimían mi erecto miembro.

 

Dicen que el sexo no es sólo un acto físico, sino que el subconsciente interviene mucho en él. Por mi mente pasaban cincuenta mil imágenes placenteras, unas más coherentes, otras menos... Pero en todas ellas, mi amigo era el centro. Me agarré a su cintura fuertemente, en un absurdo afán de introducirme aún más en él. Bombee mis caderas con toda la potencia que mis fuerzas me dejaban.... Tras unos intensos segundos, mi cuerpo soltó toda la furia que tenía dentro, un quejido salió de mi garganta a la vez que la leche fluía a través de mi uretra.

 

Siempre que me corro, el mundo parece detenerse durante una porción de tiempo, pero aquella vez la sensación de culpa invadió mi ser a la misma vez que la abandonaron las últimas gotas de esperma. Un salvaje puño se aferró a mi pecho no dejándome respirar. Pero recordé la primera vez en el descampado y la forma tan ruin que me porté con Mariano. Abandoné por un momento los pensamientos negativos y me volqué en él (Ya tendría tiempo después de hacerme todas las pajas mentales que quisiera).

 

 

-¡Oye! ¡¿Tú no te has corrido?! Ya te pasó la otra vez.

 

-Sí, pero no te preocupes. Ahora me corro. Aunque me hubiera gustado hacerlo con tu polla dentro- era la primera vez que veía a Mariano actuar con tanto desparpajo. ¿Sería ese su verdadero ser?

 

Un pecaminoso pensamiento arrolló mi raciocinio, sin meditar siquiera lo que me disponía a hacer le dije:

 

-Pues lo siento... ¡No te muevas! No va a ser lo mismo, pero creo que te va a gustar.

 

Al impregnar mis dedos con el lubricante percibí una sensación de desconcierto en el rostro de mi amigo. Supuse por que no imaginaba aquella reacción en mí. Metí dos dedos en su agujero, con una facilidad asombrosa... Sin recapacitar, introduje un tercer dedo....

 

No sería lo mismo que tenerme dentro pero lo hice disfrutar de lo lindo. Poco después su rostro se contraía en extrañas muecas, antesalas del orgasmo.... Ver cómo se derramaba el espeso líquido sobre su vientre, me agradó más de lo que me hubiera gustado admitir.

 

Cuando lo oí decir el mucho placer que le había dado, una explosión de alegría hizo vibrar mi corazón... Para mí, el que él disfrutara tanto como yo con lo nuestro era como una especie de asignatura pendiente que acababa de aprobar.

 

Desde la noche de la fiesta, una batalla entre el deseo y la “normalidad” se había entablado en mi interior... Y aunque todavía quedaba mucha guerra por sufrir... Hoy sólo puedo pensar una cosa: Nunca olvidaré aquella tarde de dieciocho de febrero, pues valió la pena vivirla.

 

Continuará: “El más dulce de los tabues”

 

 

Acabas de leer:

Historias de un follador enamoradizo

Episodio XXIX: Valió la pena.

 

(Relato que es continuación de “Lo imposible”)

 

Si estás por aquí, quiere decir que has leído el relato en toda su extensión. Por lo que si lo valoras o mejor, dejas un comentario sabré lo que piensas sobre él.

 

Si es la primera vez que entras en un relato mío y te ha gustado. Hace poco publiqué una “Guía de lectura” donde se indica la cronología de mis series, que te pueden servir si quieres leer algo más.

 

Para los que leyeron el relato anterior una breve explicación, pues creo que me quedó un poquito rarito.

 

Cómo sabes era el primer capítulo de una supuesta segunda temporada de las tropelías de JJ, Guillermo y Mariano. El episodio era una especie de cuenta atrás hacia todo lo que ha de venir, haciendo un breve repaso de lo que ha transcurrido. En un principio pensé en titularlo “4,3,2,1”, pero caí en la cuenta de que ya tenía un relato con ese nombre. Por lo que lo cambié por “1,4,3,2”, circunstancia con la que el momento sexual (la masturbación en la ducha quedaba al final).

 

Resultado: Al estar cada parte narrada por un personaje:

1: Guillermo, 4: Mariano, 3: JJ y 1: Mariano otra vez y estar contado prácticamente como una cuenta atrás, quedó un poco difícil de leer.

 

Los que me siguen desde el principio, sabéis que soy propenso a experimentar y a veces las cosas salen mal, cómo ha sido este caso.

 

Para vuestra información tengo que decir, que a excepción del dependiente de la charcutería, todos los personajes que aparecen tendrán mayor o menor protagonismo en los siguientes episodios, que si me esmero pueden quedar sensualmente divertidos.

 

Como siempre agradecer vuestros comentarios en el anterior episodio y a modo particular a Duanae:, Soy consciente de que la mayoría me leéis desde el móvil y no podéis ni comentar ni valorar, pero de vez en cuando es una alegría conocer de alguien nuevo que sigue lo que escribes, confío en que este te haya gustado aunque no sea del tono humorístico que prefieres; a Rocío: Pues si te gusta JJ, en quince días quiero publicar un relato con el como protagonista (“Para hacer bien el amor hay que venir al sur”) ; a ozzo2000 Me alegro que te haya gustado la particular visión de cada uno de los tres, en cuanto al trio no se resolverá de una manera convencional. ¡Ya verás!; a Longino: Lo cierto y verdad que lo cotidiano es un campo que me gusta y en el que me muevo con bastante comodidad, pero eso no quiere decir que de vez en cuando no experimente con nuevos horizontes; a Zoele: Como has leído no intentaba ser demasiado creativo, sino que el relato surgió así. De todas maneras, parece que no ha gustado demasiado; a Pepitoyfrancisquito: No hay una vez que no lea un comentario vuestro que no me saquéis una sonrisa. En cuanto a lo de las “pajas”, si el tiempo no lo impide en un mes Pepito se podrá enterar con pelos y señales en qué consisten; a elbotiija Este relato que acabas surge a raíz de un comentario tuyo en “Retozando entre machos”, con él me di cuenta que había mucho de Ramón que no se había contado y que debía contar. Esto es el inicio de una historia, que en principio serán cinco capítulos.; a mmj: Llevas razón en lo que dices de que el relato anterior deja entrever muchas cosas, como dije antes casi todos los personajes que salen van a tener importancia posteriormente. ¡Ah! Y en cuanto lo de las chorradas me refería al despido a lo Superatón no a otra cosa y a Karl: Pues si te ha gustado la pareja de la playa y el facha, espero que te guste lo que sigue con ellos.

 

La semana siguiente publicaré una especie de recopilatorio con algunos añadidos en la sección Bisexual que se titulará: “Algo para recordar”, en quince días publicaré un relato protagonizado por JJ que se titulará: Para hacer bien el amor hay que venir al Sur”, correspondiente a la serie:” ¿Sabes lo que hicimos el verano del 2012?”

 

Hasta entonces vivid el momento y sed felices.

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Hagamos algo superficial y vulgar

Pensando con la punta de la polla

Quizás en cada pueblo se practique de una forma

Gente que explota

Guía de lectura año 2016

En unos días tan señalados

Desátame (o apriétame más fuerte)

De cruising en los Caños

Putita

Sé cómo desatascar bajantes estrechos

Este mundo loco

Como conocí a mi novio

No debo hablar

El secreto de Rafita

¿De quién es esta polla cascabelera?

Me gusta

Me llamo Ramón y follo un montón

Doce horas con Elena

El pollón de Ramón

Dos cerditos y muchos lobos feroces

El ciprés del Rojo

Follando por primera vez (R) 2/3

Follando por primera vez (R) 3/3

Follando por primera vez (R) 1/3

Estrenando un culito muy delicioso

El mirón de las duchas

Orgia en el WC de los grandes almacenes

Once pollas para JJ

Prefiero que pienses que soy una puta

Homofobia

Adivina quien se ha vuelto a quedar sin ADSL

¡Terrible, Terrible!

Bukkake en la zona de descanso

Mi primera vez con Ramón

Tu familia que te quiere

Si no pueden quererte

Mía

Infidelidad

Dos adolescentes muy calientes

Ocho camioneros vascos

Parasitos sociales

El pollón del tío Eufrasio

Violado por su tío

Talento

Somos lo que somos

Sexo en Galicia: Dos en la carretera

Tres pollas y un solo coño

De amor se puede vivir

Duelo de mamadas

¡Se nos da de puta madre!

Dos hermanos

¿Dónde está la oveja de mi hermano?

¿Por qué lloras, Pepito?

El MUNDO se EQUIVOCA

Todo lo que quiero para Navidad

Como Cristiano Ronaldo

Identidad

Fuera de carta

Los gatos no ladran

Su gran noche

Instinto básico

TE comería EL corazón

La fuerza del destino

La voz dormida.

Como la comida rápida.

Las amistades peligrosas.

El profesor de gimnasia.

Follando: Hoy, ayer y siempre (R)2/2

Follando: Hoy, ayer y siempre (R) 1/2

El ser humano es raro.

La ética de la dominación.

¡Ven, Debora-me otra vez!

La procesión va por dentro.

Porkys

Autopista al infierno.

El repasito.

José Luis, Iván, Ramón y otra gente del montón.

El sexto sentido.

Cuando el tiempo quema.

Mi mamá no me mima.

La fiesta de Blas.

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Sin miedo a nada.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

¡Qué buena suerte!

El rumor de las piedras.

Dios odia a los cobardes.

Tres palabras.

Guía de lectura segundo semestre 2.014.

Como un lobo.

Solo Dios perdona.

El padrino.

Perdiendo mi religión.

Adiós Francisquito, adiós.

Pequeños descuidos.

La sombra de una duda.

Mis problemas con JJ.

Unos condones en la guantera.

La voz dormida.

Follando con mi amigo casado.

Si pudieras leer mi mente.

Bésame, como si el mundo se acabara después.

Si yo tuviera una escoba.

Guía de lectura primer semestre dos mil catorce.

¡Cuidado con Paloma!

La lista de Schindler.

Nos sobran los motivos.

La masticación del tito Paco.

Viviendo deprisa.

El blues del autobús.

¿Y cómo es él?

¡Voy a por ti!

Celebrando la victoria.

Lo estás haciendo muy bien.

Vivir al Este del Edén.

Hay una cosa que te quiero decir.

Entre dos tierras.

Felicitación Navideña.

37 grados.

El más dulce de los tabúes.

Desvirgado por sus primos gemelos

Las pajas en el pajar

Para hacer bien el amor hay que venir al Sur.

Tiritas pa este corazón partio

1,4,3,2.

Sexo en Galicia: Comer, beber, follar....

¡Se nos va!

En los vestuarios.

Lo imposible

Celebrando la victoria

La procesión va por dentro.

El guardaespaldas

El buen gourmet

Mariano en el país de las maravillas.

Tu entrenador quiere romperte el culo(E)

Retozando Entre Machos.

Culos hambrientos para pollas duras

La excursión campestre

¡No es lo que parece!

Mi primera vez (E)

Vida de este chico.

Follando con mi amigo casado y el del ADSL? (R)

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón

Trío en la sauna.

Nunca fuimos ángeles

Desvirgado por sus primos gemelos (E)

Como la comida rápida

La misión

Follando con mi amigo casado

La churra del Genaro

Uno de los nuestros

Sexo en Galicia: Tarde de sauna (R)

2 pollas para mi culo

El cazador.

Los albañiles.

Jugando a los médicos.

Algo para recordar

Mis dos primeras veces con Ramón (E)

A propósito de Enrique.

Guia de lectura y alguna que otra cosita más.

Culos hambrientos para pollas duras

En los vestuarios (E)

Celebrando la derrota

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (Epilogo)

No quiero extrañar nada.

Punta Candor siempre llama dos veces.

4,3,2,1....

2 pollas para mi culo

Adivina quién, se ha vuelto a quedar sin ADSL

El MUNDO se EQUIVOCA

Follando con 2 buenos machos: Iván y Ramón (R)

Historias de un follador enamoradizo.

Living la vida loca

Sexo en galicia con dos heteros (R)

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Comer, beber... charlar.

Los albañiles.

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

Regreso al pasado

Follando con mi amigo casado (R)

“.... y unos osos montañeses)”

El padrino

... Bubú.....

El blues del autobús (Versión 2.0)

El parque de Yellowstone (Yogui,....)

After siesta

Sexo, viagra y ... (2ª parte) y última

Before siesta

Sexo, viagra y unos pantalones anchos (1ª parte)

El bosque de Sherwood

El buen gourmet

Como la comida rápida

Pequeños descuidos

¨La lista de Schindler¨

El blues del autobús

Celebrando el partido