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Nunca fuimos ángeles

en Gays

Nota del autor: Si es la primera vez, que entras a leer un relato mio. Sería mejor que entraras en mi perfil, y leyeras la guía de lectura http://www.todorelatos.com/relato/99859/

 

 

 

Historias de un follador enamoradizo

 

Episodio XXIII: Nunca fuimos ángeles

 

 

( Este relato es continuación de “ La misión”)

 

 

Resumen de lo acontecido: JJ, Guillermo y Mariano, están pasando unos días en los Caños de la Meca.(Cádiz) Mientras toman unas copas, Guillermo cuenta como lo penetraron por primera vez. JJ reta a su amigo Mariano a que cuente de viva voz la historia, tal como lo haría, en la página esa en la que él escribe. Mariano recoge el testigo y empieza a narrar con pelos y señales, su particular visión de aquel fin de semana de Arturo, Guillermo y su entrenador en la casa de Sebas, un ricachón malagueño. Después de pasar una noche por el ambiente gay de Torremolinos, Guillermo es invitado por su anfitrión, a pasar la noche con él. Tras una tierna sesión de sexo y mientras se duchan; Sebas revela al joven sevillano, el verdadero motivo, por el cual Javier, su entrenador, lo ha llevado ese fin de semana a su casa.

 

-Pues, la misión con la que te ha traído, a ti concretamente,... Es porque está loco por partirte el culo...- al decir esto, una sonrisa maliciosa se dibujo en el rostro de Sebas.

 

Al oír las rotundas palabras del maduro malagueño, las mejillas del muchacho se sonrojaron, a la misma vez que el animal de su entrepierna pareció tomar vida. Y es que por una razón, que no terminaba de discernir; la sola mención de ser penetrado por su entrenador, lo excitaba de una manera bestial.

 

Su acompañante al darse cuenta de como el miembro del muchacho se había empinado, lo miro sonriendo y le dijo :

 

-Se ve, que aunque a ti te asuste; a tu hermanito no le disgusta mucho... Se diría que está deseando, más bien.

 

El joven sevillano bajo la mirada, como si se avergonzara de lo sucedido... El atractivo maduro, le cogió suavemente por la barbilla, y cuando tuvo sus ojos a la altura de los suyos, lo miro tiernamente y le dijo:

 

-No te preocupes, chaval. Una cosa es las intenciones del amigo Javier, y otra es lo que termine pasando... Y te puedo garantizar, que no va a suceder nada que tú no quieras...

 

-... a mi no me importa... -contestó Guillermo con un leve hilo de voz- Si te he de ser sincero, en parte estoy deseando. Pero es que...

 

-.. el tío tiene un pollón- dijo Sebas, terminando de forma contundente la frase del chaval, para continuar diciendo con una amplia sonrisa dibujada en su rostro- Pero, aunque te pueda parecer imposible. Un bicharraco así puede entrar por un agujero tan estrecho como el tuyo. Y sé de lo que hablo....

 

Guillermo buscó los ojos del malagueño, estos rezumaban sinceridad. Impulsivamente, le dio un pequeño beso en los labios y después sin decir nada se abrazó a él, de la manera más tierna.

 

Una vez se terminaron de duchar y se secaron. Sebas se tendió en la extensa cama e invitó al joven que lo hiciera a su lado. Guillermo se abrazó al poblado y fibrado pecho del malagueño, posó sus labios sobre una de sus tetillas y como el que no quiere la cosa, alargo su mano al pene de éste.

 

-Ya no hay nada que hacer, chaval- dijo socarronamente el madurito- Ésta ha cumplido con creces, su cometido hoy... Pero no te preocupes. Mañana no te vas a quedar insatisfecho... ¡Te doy mi palabra!

 

-¿Me dolerá?- preguntó timidamente el jovencito.

 

-Yo procuraré de que no- dijo tranquilizadoramente Sebas- pero si te duele...Esperemos que sea un doloroso placer... De todas maneras, insisto, no haremos nada que tú no desees realmente. Se trata de disfrutar, no de pasarlo mal¿ ok?

 

-Ok.- contestó el muchacho con una dulce sonrisa en sus labios.

 

Agotados como estaban, tardaron poco en dormirse. El último pensamiento que cruzó la mente del sevillano, fue que dormir al lado de alguien con el que has terminado de tener sexo, era una delicia, y que aunque aquella vez era la primera, procuraría que no fuera la última.

 

Cuando despertó, se encontraba sólo. Busco un reloj en la habitación y no había ninguno. El pijo malagueño debió pensar, que un aparato así, no iba mucho con la estética de casa de los espejos de aquel dormitorio. Ante la imposibilidad de saber la hora que era, el muchacho localizó sus boxers, se los puso y se dirigió, con los ojos aún pegados por las legañas, hacia el cuarto de invitados. Pues allí, se hallaba su equipaje.

 

Por el camino pudo comprobar, que el día estaba ya avanzado, pues así lo evidenciaba la luz que entraba por la cristalera del extenso pasillo. Al pasar por el dormitorio de Javier,el cual tenía las puertas abiertas de par en par, constató que hasta Arturo, con lo perezoso que era, se había levantado ya; pues el cuarto se encontraba vacío. En el suelo se podía ver, un amasijo de sabanas; fiel reflejo de lo movidita que habia sido la noche, entre aquellas cuatro paredes.

 

Una vez en su habitación, se pego una ducha rápida, se puso un pantalón corto y salio “escopetado” escaleras abajo. Cuando llegó a la terraza, donde estaban sus amigos. Estos, aún, se encontraban desayunando. Lo que tranquilizó levemente al joven sevillano(pues no llegaba tan tarde, como el se temía) . Pero su paz interior fue rota, por la ronca y a veces desagradable voz, de su compañero de equipo, Arturo:

 

-¡Por fin se despertó el señorito!- aunque, lo decía en tono de broma, el reproche era más que evidente.

 

No es que Arturo, fuera la amabilidad personificada, pero desde que habían llegado a Torremolinos, estaba más insoportable de lo normal. No había echo otra cosa, que protestar de todos y por todo. Guillermo sólo tuvo que sumar dos y dos, para saber la razón de su irascibilidad: celos. Un sentimiento, a veces, tan enfermizo como traicionero; máxime, si como en el caso de Arturo, era el el resultado de sumar el amor con la envidia.

 

Pues, por mucho que él lo negara, Arturo bebía los vientos por Javier. Y en esa relación a tres, que mantenían con Guillermo, éste último,siempre era el tercero en discordia; el suplemento necesario, pero a la vez prescindible. Pero este fin de semana en la costa malagueña; Guillermo había pasado de ser extra con frase, al verdadero protagonista. Y todo, porque tenía algo que Arturo dejó de poseer hacía mucho tiempo: un culo virgen. Y ante tal evidencia, al joven jugador, sólo le quedaba el derecho al pataleo.

 

Guillermo, pasó por alto el comentario de su “amigo”. Dio los buenos Días y se disculpó por su tardanza, a lo que Javier, con un tono más amable de lo normal en él, le dijo:

 

-No te preocupes, hombre. Si nosotros acabamos de levantarnos. Además, aquí hemos venido a descansar y a disfrutar. - el descarado incapíe que hizo sobre la última palabra, fue captado por sus acompañantes. Quienes, no pudieron evitar sonreír picaramente.

 

Una vez concluyeron el desayuno, el anfitrión de manera solemne y haciendo muchos aspavientos con las manos, hizo una proposición:

 

-Bueno, los caballeros que prefieren. Pasar el día en la piscina, para después terminar follando o saltarse lo de la piscina, y pasarnos todo el día follando.

 

Javier sonrió ante la ocurrencia del pijo malagueño. Los dos muchachos se miraron, y sin mediar palabra entre ellos, soltaron casi al unisono:

 

-¡Pasarnos todo el día follando!

 

Sebastian miró a Javier, se encogió de hombros y con una placentera sonrisa en sus labios, le dijo:

 

-¡Si tienen dieciocho años! ¡No sé, ni para que pregunto!

 

Como, si las palabras del dueño de la casa, hubieran sido el pistoletazo de salida para “todo vale”. Arturo, se fue para Javier, y comenzó a besarlo. Cuando el malagueño, los vio. Los interrumpió diciendo:

 

-¡Javier, aquí no! Vayamos mejor a la sala

 

La solemnidad con la que el atractivo maduro dijo “la sala”, intrigó someramente a los muchachos, quienes se miraron constatando la ignorancia de ambos, ante lo que pudiese ser la dichosa “sala”. De inmediato, Guillermo fijo sus ojos en Sebas, en espera de una respuesta; la cual no se hizo esperar.

 

-No se asusten chicos, la sala no es nada malo. Es una especie de Disneylandia sexual, que me he montado en el sótano de la casa – la naturalidad con la que el malagueño metió Disneylandia y sexual en la misma frase, lejos de tranquilizar a los dos jóvenes, los inquietó más aún. - Pero mejor que lo veáis con vuestros propios ojos. Si los señoritos, hacen el favor de seguirme...-Al decir esto último, el anfitrión sonriendo agradablemente, hizo un gesto con la mano, cargado de comicidad, invitándolos a pasar al interior del chalet.

 

 

Los dos chavales, sin meditar las consecuencias de sus actos, dirigieron sus pasos hacia la vivienda; movidos tanto por la curiosidad, como por el deseo.

 

A la vez que avanzaban por el culto al arte neo-hortera, que era la extensa mansión. Guillermo sentía como un pequeño pellizco se le cogía en la boca del estomago; aunque Sebas lo había intentado tranquilizar, diciéndole aquello de que no pasaría nada que el no quisiera; la vida le había enseñado que la gente miente más que habla y a la vez que las personas se hacen mayores; su capacidad para decir una cosa y luego hacer otra, aumentaba de forma geométrica.

 

Por ese motivo, cuando tras bajar unas estrechas escaleras, llegaron ante una sala con una puerta de características similares a la de las cajas de seguridad de los bancos, el joven sevillano sintió como un escalofrió, le recorrió toda la médula espinal. Su pánico a lo desconocido, se acrecentó más todavía, al ver como el pijo malagueño, marcaba una clave de seguridad en un panel de la pared; indispensable paso previo, para acceder a “la sala”. Fuera lo que fuera, lo que había en su interior, era algo muy privado; tan secreto, que Sebas habia tomado todo tipo de precauciones, para impedir que estuviera al alcance de ojos ajenos.

 

Cuando el maduro malagueño empujó la pesada puerta metálica, de forma automática, en su interior, se encendieron unas casi deslumbrantes luces; mostrando algo que sorprendería al más pintado. Y es que lo de Dysnelandia del sexo; no podía ser más clarificador de lo que albergaba la extensa sala. Su visión era perturbadoramente excitante.

 

Las dimensiones de la habitación eran inmensas; podría ocupar casi toda la parte baja de la vivienda. A ambos lados, una especie de estanterías con cristaleras; las cuales ocupaban todo el lateral de la grandiosa sala. En cada uno de los pisos del colosal mueble, se podían visionar todo tipo de juguetes sexuales, desde dildos de diferentes tamaños y formas, a arneses de cuero negro. Había un par de mesas, sobre las que descansaban todo tipo de prendas de cuero: chaquetas, pantalones, suspensorios.. el sueño de todo amante del “leather”.Al fondo, había dos enormes camas, sobre las que tranquilamente podrían caber diez personas. También llamaban la atención una especie de bancos, con la altura justa para follar sobre ellos, en la postura del perrito; desperdigados, casi de modo estratégico, por toda la estancia.

 

Pero lo más impresionante de todo, eran los objetos que colgaban del techo: correas, que terminaban en una especie de esposas metálicas, dos especies de hamacas; formada por unas anchas tiras de cuero, las cuales pendían de una especie de cadenas plateadas.

 

A pesar, de que la limpieza era palpable; el olor a podredumbre que emanaba el pequeño recinto, era insoportable. Guillermo se asustó un poco, ante el oscuro panorama que se presentaba ante él; buscó la complicidad de Arturo, pero éste estaba muy lejos de tener miedo. Sus ojos brillaban como nunca; el sexo para él era un juego. Y aquel homenaje al placer sin barreras, que era la habitación secreta de Sebas, lo estaba poniendo como una moto. Preso de la excitación, abría y cerraba las manos, a la vez que se mordía los labios. Sólo elucubrar la infinidad de de sensaciones prohibidas y ocultas, que se estaban poniendo a su alcance; hacía que su corazón palpitara como una bomba de relojería.

 

Fue tanta la emoción que Guillermo vio en su compañero, que hizo de tripas corazón; se cayó sus temores y se agarró a la tabla de salvamento, que eran para él, las palabras de Sebas: “ No haremos nada que tú no desees realmente”.

 

-¿Qué os parece mi Disneylandia del amor? - preguntó Sebas con una sonrisa de plena satisfacción.

 

-¡Mooolaaa!- dijo Arturo abriendo los ojos como platos, en un intento de absorber con la mirada, cada resquicio de la sala.

 

Guillermo, no dijo nada; ni le gustaba, ni le dejaba de gustar. Por un lado, tenía miedo de que los acontecimientos se desbocaran y terminar haciendo algo, de lo que se arrepentiría toda su vida. Por otra parte, nunca había disfrutado tanto, como en la improvisada orgía de la piscina del día anterior. ¿ Por qué no relajarse y dejarse llevar? Así, que escondió sus temores en lo más profundo de su ser; hizo de su capa un sayo, se acercó a una de las estanterías; cogió un inmenso pollón negro de plástico y dijo, con un descaro impropio de él:

 

-¿ Y esto le entra a alguien?

 

Javier y Sebas se miraron y contestaron al unisono

 

-¡Siiii!

 

El muchacho al ver con el desparpajo que su entrenador actuaba en la compañía del pijo malagueño, le siguió el juego y con un ademán, carente de vergüenza alguna, se acercó a Javier y apretando su paquete entre las manos le dijo de un modo que rozó lo soez:

 

-Pues entonces, si eso entra; con esta otra, no habrá problema alguno.

 

El descaro con el que Guillermo enfrentó la situación, sorprendió sumamente a sus acompañantes, los cuales no pudieron evitar sonreír. A excepción de Arturo, que frunció el entrecejo a ser consciente, de que hoy pasara lo que pasara, no sería el más guapo del baile.

 

Lo más insólito de todo fue, que pese a haber estado todo el tiempo, bordeando la costa del placer, con sus comentarios; hasta ese preciso momento los cuatro hombres no fueron consciente de la sesión sexual que se les venía encima y en un acto irreflexivo cien por cien, sus miembros viriles, empezaron a tomar vida, de forma desmedida.

 

La segunda vez que Guillermo acerco, medio en broma, medio en serio; su mano al paquete del entrenador cuarentón. Éste ya no se encontraba flácido, sino que una notable rigidez lo recorría en todo su esplendor. Esta vez la mano de Guillermo, se detuvo más que unos leves segundos y comenzó a acariciar el cipote por encima de la tela; creciendo éste, más si cabe, a cada pequeño roce de los dedos del muchacho.

 

El tonteo sexual, acabo con el joven sevillano abrazado a el entrenador y compartiendo un ferviente beso. Mientras la lengua de Javier se deslizaba por todos los rincones de la caliente y húmeda boca de Guillermo; éste sintió como le arrebataban el inmenso dildo de las manos. Era Arturo, que sintiéndose levemente apartado; buscaba de nuevo ser el centro de atención.

 

Guillermo conocedor de su poca falta de sutileza, comenzó a observarlo por el rabillo del ojo; mientras proseguía besando a Javier. Y es que, con tal de tener a todo el mundo pendiente de él, el compañero de equipo de Guillermo, era capaz de cualquier cosa.

 

Y cualquier cosa fue meterse, sin titubear, la enorme polla de látex en la boca. Consiguiendo primero que Sebas se fijase en él.

 

-¡Joder, Javier!- dijo sorprendido el pijo malagueño- ¡ Vaya lo bien entrenado que tienes a los niños de tu equipo!

 

Al oír el comentario del dueño de la casa, Javier interrumpió el tierno momento que estaba compartiendo con Guillermo. Con lo que las ansias de “joder la marrana” de Arturo, quedaron saciadas. Había que reconocer, que en lo referente a dar la nota, muy poca gente le ganaba al desvergonzado Sevillano.

 

Ver como se metía el cachivache negro en la boca y como lo empapaba con su saliva, era un espectáculo de lo más excitante; Javier, sin contemplaciones de ningún tipo, se bajo la portañuela y se saco la polla , para masturbarse a continuación, inspirado por la provocadora visión.

 

Sebas, emuló el acto de su amigo y al poco los dos maduros estaban pajeándose mientras veían la teatral fellatio. Como Guillermo no se animaba; los dos maduritos lo invitaron a dejar su timidez al lado, sacara su cipote fuera y los acompañara en la espontanea paja.

 

La escena era caliente y surrealista por igual, tres hombres simulando una masturbación mientras miraban como un joven fingía hacer una mamada a un pene de látex. Arturo consecuente con que su pequeño teatro, no daba más de si, se bajo los pantalones y poniéndose en pompas comenzó a pasear el enorme e inerte cipote, por la raja de sus glúteos.

 

Los sensuales movimientos del muchacho, abrieron una puerta que tanto Sebas, como Javier; supusieron, de antemano, que tendrían cerrada: poder usar los juguetes con los chavales.

 

Sebas dejo de acariciarse la polla y se acercó a Arturo, le quitó al joven sevillano el dildo de la mano, para, a continuación, proseguir él con el depravado juego iniciado por el muchachito. Escupió enérgicamente en la raja del chico y a continuación paseo el cipote negro por ella, de manera perpendicular. Cuando comprobó que Arturo, no le hacia ascos a aquello. Miró a Guillermo y en un tono, que rozó la chulería le dijo:

 

-Guillermito, ¿tú no querías saber si esto entraba o no entraba.?

 

El chaval que aún seguía masturbándose; al oír aquello, no pudo evitar mirar a su entrenador y morderse el labio con total lascivia.

 

Poco después, Sebas hizo subirse a Arturo en una de las hamacas de cuero que colgaban del techo. El musculado joven tumbado sobre las pendulares tiras de cuero, era una visión que dejaba paso a cualquier pecaminoso pensamiento. Ver como plegaba sus vigorosas piernas, sobre su pecho, para mostrar un peludo y oscuro trasero, se la pondría dura a cualquiera. Pues era tan clara la predisposición de Arturo, a dejarse hacer, que era más difícil resistirse que caer en la tentación.

 

Mientras el joven sevillano se acomodaba en la sexual hamaca, Sebas pidió a Guillermo y a Javier que se desvistieran por completo. Al poco, le facilitó un arnés de cuero y metal a Javier para que se lo pusiera. El hizo lo mismo con otro similar y a continuación se pusó unos pantalones de cuero, que dejaban al descubierto sus glúteos y sus genitales. Vestido de aquella guisa,el musculoso hombre, parecía salido del reparto de una pelicula de sado. ( De las de bajo presupuesto, claro está...)

 

-¿Queréis poneros uno?- Preguntó dirigiéndose a Guillermo y a su entrenador.

 

Ambos respondieron afirmativamente y se dirigieron a la mesa sobre la que se encontraba la morbosa indumentaria. Mientras buscaba un pantalón que se adaptará a él, Guillermo no pudo evitar pensar en lo kafkiano de la situación; se suponía que iban a disfrutar de sus cuerpos; que todo aquello se había montado para entregar su virginal culo al entrenador. ¿Era necesario tanta parafernalia?

 

Aquel rollo del cuero y de los juguetitos eróticos, no le desagradaba. Pero era tanto el pánico que le producía ser penetrado por el entrenador, que todo el teatro que se estaban montado los dos maduritos con ellos; lejos de excitarle, sólo le provocaba un nudo en la boca del estomago. ¿ Cómo se puede desear tanto una cosa y a la vez temerla, en la misma medida.?

 

Mientras los dos hombres terminaban de prepararse para el pequeño “retablillo” sexual. El pijo malagueño no perdía el tiempo y paseaba sus ensalivados dedos por el orificio anal del joven Arturo. Éste excitado como estaba, no paraba de morderse el labio y resoplar placenteramente, ante las magistrales caricias del cuarentón. Y es que el joven adolescente, acostumbrado como estaba, a la rudeza de Javier y a la inexperiencia de su compañero de equipo,la magistral delicadeza con la cual el pijo malagueño lo tocaba, le parecía todo un “bocatto di cardinale”

 

Cuando Guillermo y el entrenador se incorporaron a la caliente escena; el cuarentón malagueño había logrado ya, introducir dos dedos en el esfinter del adolescente, con la única lubricación de un poco de saliva. Sebas se detuvo un momento, para observar que tal le sentaba a los dos hombres, la indumentaria que él les había propuesto. Javier era puro morbo; el cuero se marcaba a sus piernacas como una segunda piel, su polla emergia como un mastil entre los cordones que se ataban a su cintura. Guillermo por el contrario, para sorpresa del anfitrión, venía completamente desnudo.

 

-¡¿Por qué no te has puesto nada?!- el tono de Sebas se asemejaba más a una orden que una pregunta.

 

-Todo me estaba muy grande- dijo disculpándose Guillermo.

 

-¡Hijo mio, es que eres lo mínimo que se despacha en hombre!- dijo Arturo en un tono hiriente, incorporándose levemente.

 

¿Se podía ser más irritante que este niñato? No sólo se pasaba tres pueblos con sus comentarios, además todo su afán era dejar mal a su compañero. ¡Parecía mentira que fueran amantes! ¿ Por qué cuando no podemos conseguir algo por las buenas, los seres humanos nos empeñamos en hacer daño a quien menos culpa tiene?

 

El caso era, que los celos corroían por dentro a Arturo. Él quería ser lo más importante para Javier; ser el centro de su mundo... Pero aquel fin de semana, todos los sentidos del hombre que quería, tenían un único objetivo: hacer suyo a Guillermo. Y como, por miedo a perderlo, no se atrevía a reprocharle nada a su entrenador. La diana de sus ataques, no era otra, que la persona del noble Guillermo.

 

-No te preocupes, chaval- el tono de Sebas era más amable de lo normal, en un afán de tranquilizar al pobre muchacho- Si para lo que te vamos a hacer estarás más cómodo así.- Y volviéndose hacia Arturo, le preguntó a éste con una completa naturalidad- Y nosotros... ¿Por donde íbamos?

 

El dueño de la casa, volvió a escupir en el peludo agujero y prosiguió introduciendo sus dedos en el estrecho canal. A pesar, de que el chaval dilataba con facilidad, meter el tercer dedo, encontró un poco de dificultad.

 

-¡Javier! ¿Por qué no me alcanzas un bote de lubricante de esos que están en una de las repisas altas de la izquierda?- dijo Sebas, señalando con la mano, sin dejar de penetrar con sus dedos al joven sevillano.

 

El entrenador abandonado el simulacro de masturbación en el cual estaba sumido; se dirigió hacia donde le había indicado su amigo. Y una vez dio un bote de color negro, a Sebas. Volvió a echar el brazo por los hombros a Guillermo y reanudaron los lascivos masajes sobre sus erectos miembros.

 

El dueño de la casa, embadurnó sus dedos con un pegajoso liquido transparente. Si el orificio del muchachito, con la única lubricación de la saliva, habia dejado pasar casi tres dedos. Al estar empapado del gel, esos mismos tres dedos, atravesaron con facilidad el orificio. Tras aguardar la correspondiente dilatación; Sebas unió un cuarto dedo a la profanación del esfinter del muchachito. Fue sentir como los cuatro dedos lo atravesaban y el joven Arturo, se puso a gemir descompasadamente.

 

En el momento en el cual el malagueño lo consideró oportuno, pidió a Javier que prosiguiera con la labor iniciada. Una vez su sitio fue ocupado por el entrenador, Sebas se dirigió a las vitrinas.

 

El joven jugador estaba superexcitado, tanto que el entrenador acostumbrado como estaba a su manera de comportarse en la cama, no pudo más que asombrarse, ante lo insólito del hecho:

 

-¡Arturo, tienes el culo cantidad de caliente! ¡ Nunca te lo había visto tan dilatado!

 

Guillermo desde donde estaba, con el nabo tieso como una estaca, podía ver como los tres enormes dedos del cuarentón entraban en el oscuro agujero, sin ninguna dificultad. Y Javier llevaba razón, nunca antes, había visto el orto de su amigo tan abierto. El varonil muchacho hizo ademán de acercarse, para tocarlo y unirse así a la fiesta. Pero su gesto, fue interrumpido con la llegada de Sebas, quien venía cargado con varios juguetes sexuales.

 

-¡Guillermo, por favor, acercame un banquito para colocar todo esto!

 

Una vez el joven sevillano, acercó uno de los bancos que pululaban por la habitación, su anfitrión, de una manera que rozó el protocolo, colocó todos y cada uno de los objetos que habia traído sobre el banco: un par de caja de preservativos , tres consoladores de distintos tamaños y formas y algo que simulaba a las bolas chinas, pero de un tamaño mas considerable. Por último, se sacó de la cintura un bote de algo que parecía ser Popper, el cual colocó de manera ordenada junto a los demás enseres sexuales.

 

Arturo se incorporó para lanzarle una pequeña visual al símil de escaparate que habían colocado a su lado. Fue sólo vislumbrarlo y se excitó enormemente. Tanto que su ano, se dilató aún más y dejo pasar sin problemas, al cuarto de los dedos del entrenador. Dedos, que dicho sea de paso, eran de mayor diámetro que los de Sebas.

 

El cuarentón al comprobar la facilidad con la que se expandía el ano del chico,saco la mano de golpe y le hizo un gesto, con el puño cerrado, a éste. La contestación del muchacho, tan cerdo como estaba; no fue otra que una afirmación con la cabeza. Se disponía a untar su puño con lubricante, cuando fue detenido por el malagueño.

 

-¡No seas bestia, Javier! Ya habrá tiempo de todo... No te cargues el juguete antes de empezar la partida.

 

Era asombroso, como Arturo había conseguido la atención de los dos maduros. Aunque para ello, tuviera que ceder a que le penetraran con un puño. Pero aquello, aunque estaba en el menú, todavía no tendría lugar. Pues el malagueño tenia en principio, otros planes.

 

Como si de un ritual se tratara, Sebas, cogió uno de los dildos, uno color rosa de unos tres centímetros de diámetro y quince de longitud. Lo envolvió en un preservativo y echo un chorro de crema lubricante sobre él. Acto seguido, ante la atenta mirada del entrenador y de su pupilo Guillermo, fue introduciendo poco a poco, el remedo de polla en el esfinter del muchachito. Para sorpresa tanto suya, como de sus observadores, éste entró con una facilidad pasmosa, obteniendo por parte de Arturo,un leve quejido como única respuesta.

 

Tras comprobar que el túnel, no era tan estrecho como parecía en un principio. El malagueño opto por cambiar el dildo, que estaba usando, por otro.

 

Esta vez, el juguete sexual era de color rosado, asemejando la piel humana; su tamaño era mayor, unos veinte centímetros de largo, por cinco de circunferencia. Tras repetir todo el oportuno protocolo, de preservativo y lubricante; el madurito se dispuso a horadar con él, el todavía hambriento agujero.

 

Al principio los músculos internos del ano parecieron poner algún impedimento, pero al poco el chaval supo relajarse y dejar pasar el inmenso objeto de látex a su interior. Esta vez sus quejidos fueron más salvajes y su pene babeo, en un par de ocasiones, liquido preseminal.

 

 

La mano del malagueño, moviendo el falso cipote rosa, era como un potro desbocado. Hubo un momento, en el cual sacó el consolador de golpe y mostró, de modo vehemente, a Guillermo y al entrenador las dimensiones que estaba cogiendo el esfinter del jovencito. El peludo orificio, enrojecido y babeante de lubricante; mostraba un diámetro, en consonancia con el objeto sexual que acababan de extraer de él.

 

-¿Habéis visto como el dilata el cabrón? Es una buena “puta”.

 

La verdad es que aunque el comentario de “puta” para Guillermo estuviera de más, no tenía más remedio que darle la razón al pijo malagueño, el culo de Arturo se habia abierto como una flor y lo que podía albergar en su interior, parecía no tener limites.

 

El tercer dildo, era negro mucho más largo que el anterior( a ojo de buen cubero, unos treinta centímetros) y una anchura parecida. Era el mismo que, en un principio, llamó la atención de Guillermo . Por eso , en el momento que el joven Sevillano vio a Sebas blandir el enorme falo ante el ano de su compañero de equipo Un pensamiento negativo se apoderó de su mente: ¡Eso no le entra ni de coña! Pero la realidad le contestó que estaba equivocado, pues a diferencia del anterior, el juguete sexual entró con una facilidad pasmosa en el ya, enormemente dilatado esfinter de Arturo.

 

Ver aparecer y desaparecer el enorme cipote de plástico era una visión tan increíble como excitante. Ni una queja escapo de los labios del pervertido adolescente. La única señal que su cuerpo daba del placer que estaba sintiendo era una gran mancha de precum que empapaba su ombligo. Tras unos minutos de hacer viajar el falso carajo en su interior; el cuarentón malagueño decidió que el momento de pasar a mayores, había llegado.

 

-¡ Javier, el chaval ya está a punto de caramelo.!- dijo con el mismo tono que emplearía para decir que la comida estaba lista. - Cogete unos guantes de latex, que debe haber en una de las repisas y un bote blanco grande de crema que hay por ahí.

 

Escuchar lo de los guantes y lo de la Crema, hizo que Guillermo sospechara que aquellas cuatro paredes habían albergado en otras ocasiones la práctica del fist. Pues el ricachón, daba muestras de saber con creces todos los requisitos y procedimientos a seguir para introducir un puño por el ano.

 

Javier se colocó el guante,mientras se relamía el labio morbosamente. Se podía ver un salvaje brillo en su mirada. Por lo que se veía, aquello le excitaba enormemente, una muestra clara de ello, era su gran verga que vibraba, como si fuera un ente independiente.

 

Tras impregnar el latex con la crema blanca, retorció su puño en la entrada del dilatado ano. Concluido el teatral gesto, comenzó a introducir su mano en el esfinter de Arturo. Primero metió un dedo, luego dos, el tercero y el cuarto entraron sin problemas; el quinto puso un poco de impedimento. Pero conocedor de este problema, Sebas había desvirgado el bote de popper, y daba a probar una gran esnifada al adolescente. Los ojos del joven Sevillano, parecieron salirse de las órbitas, era la primera vez que probaba aquella droga relajante y los efectos fueron devastadores.

 

La extraña y novedosa sensación que invadió los sentidos de Arturo, permitió que el quinto dedo pasara a su interior; aunque le dolía, todo su cuerpo parecía abrirse de manera estrepitosa. El entrenador consiguió meter la mano hasta la base del metacarpo, el cual parecía ser el tope, de lo que el chico podía albergar en su interior. Ante tal impedimento, Sebas volvió a suministrar otra esnifada de popper. Pero ésta no sirvió de mucho, pues el dolorido cuerpo del sevillano había marcado sus límites. Por eso, cuando el maduro entrenador, en un intento bestial de conseguir su proposito, empujo su mano hacia dentro, lo único que obtuvo fue un doloroso grito por parte del chaval, quien a modo reflejo expulsó por completo la mano de Javier. Y es que por mucho, que el cine porno nos quiera hacer creer; que esta practica con los puños es una tarea fácil y viable ; la realidad es netamente dolorosa.

 

El entrenador al ver lo imposible de su perverso acto, se desprendió del guante; con un gesto clarificador del enfado que bullía en su interior. Se alejo del dolorido muchacho, sin musitar una palabra; con lo bien, que le hubiera quedado un lo siento; después del daño ocasionado. Es lo que tienen las disculpas, separan a las personas en dos tipos: egoístas y las que no lo son.

 

Pero, como lo único que le interesaba en aquel momento a Javier, era una sesión de sexo sin cortapisas. Fijo su atención de nuevo en Guillermo y en su virginal ano. Así que con un tono bastante desagradable, se dirigió a Arturo y le dijo:

 

-Tío, ya que tú culo no sirve para mi puño. Deja que Guillermo se ponga ahí. A ver, que utilidades se le puede sacar al suyo.

 

El joven sevillano, se incorporó como pudo. Las palabras de su amante, fueron como una puñalada trapera. De nada, había servido poner toda la carne en el asador y ceder de manera tan sumisa a sus caprichos. El fist, había sido imposible y habia pasado de ser el protagonista absoluto, a ser persona non grata. ¿Tanto le gustaba a Arturo el entrenador? ¿ En que momento las personas pasan por desear a otra persona, a dejar de quererse a si mismas? En aquel momento, el chico era muy ignorante para saber distinguir una relación placentera de una destructiva. Un sentimiento de culpa, llenaba su pecho: no haber estado a la altura de las circunstancias.

 

Javier, con un basto ademán, pidió a Guillermo que se tendiera sobre la ondulante hamaca. Este temeroso, busco con la mirada la complicidad de Sebas. Éste comprendiendo al chaval le dijo, con ese tono suyo, tan confortador:

 

-¡No te preocupes chaval! Sólo te prepararemos para que Javier te pueda penetrar... y si no se puede, ¡no-pa-sa-na-da.! Hay más posibilidades para divertirnos.

 

El dueño de la casa, para terminar de tranquilizar al muchacho, lo cogió por la cintura y le dio un cálido beso; consiguiendo, con él, llevarse a Guillermo a su terreno.

 

Mientras se subía a la sexual hamaca, un amalgama de pensamientos recorrieron su mente; estaba deseando ser taladrado por el miembro de Javier, pero a su vez, un temor irracional recorría su médula. Pese a sus sentimientos contradictorios, se tendió sobre las anchas correas de cuero y levantó las piernas, como si esto formará parte, de una coreografía no escrita.

 

Al ver Sebas avanzar hacia él, un escalofrío recorrió todo su ser y es que la indumentaria leather, sado o como quieran llamarlo, le daba un aire de malo de pelicula, que tiraba de espaldas. Fue sentir sus dedos tocarles las posaderas, y esta sensación comenzó a abandonarle, pues el primor que el madurito malagueño imprimía a sus caricias, era de lo más reconfortante.

 

Mientras el placer recorría su cuerpo de forma desorbitada. Guillermo se incorporó levemente; buscando a su entrenador y a su compañero. El primero no apartaba la mirada de ellos, mientras le daba al “manubrio”. Arturo, por su parte, no daba por terminada la mañana de sexo e intentaba a duras penas que su aletargado “hermanito”, volviera a la vida.

 

La siguiente sensación que percibió, fue un poco desagradable; una sustancia fria y pegajosa impregnaba su poblado orificio anal. Pero al poco, aquello que comenzó siendo incomodo, se transformó en algo placentero y todo gracias, al delicado ritmo de los dedos de Sebas.

 

Un leve pinchazo de dolor, fue señal evidente de que el malagueño, habia comenzado a introducir un dedo, en el interior de su esfinter. La emoción que le embargaba, rozaba el desfiladero del dolor; pero el sumo tacto de Sebas propició que se alejara pronto de aquel abismo, y sólo sintiera placer; un placer intenso, como nunca antes habia sentido.

 

Al ver como el adolescente acogía sus caricias, detuvo la preliminar penetración por un momento, acerco el cuerpo del chico al suyo y le regalo un tierno e intenso beso. El joven sevillano, creyó tocar el cielo en aquel momento.

 

La predisposición del chico a ser penetrado, después de aquel acto de afecto, habia crecido de manera geométrica. Pues los miedos habían abandonado por completo su persona. A partir de ese instante, sabía que si ese día no cumplía su sueño de ser desvirgado por su entrenador; ya nunca más lo haría, pues no encontraría ocasión, mejor que aquella.

 

Con la mente más calmada, relajo su cuerpo y al hacerlo permitió, casi sin dolor alguno, que el segundo dedo del maduro malagueño, se internara en su interior. La manera tan delicada, con la que el hombre acariciaba las paredes del interior de su esfinter, lejos de causarle daño alguno, le estaban suministrando un gozo, distinto a todo lo que había sentido anteriormente. Irrefutable prueba de ellos, era los satisfactorios jadeos que brotaban, una y otra vez, de su garganta.

 

El siguiente movimiento del cuarentón malagueño fue coger el consolador rosa; de los tres, el más pequeño. Tras pedirle a Guillermo, una silenciosa aprobación, comenzó con el procedimiento de rigor: cubrirlo con un preservativo y embadurnarlo de gel lubricante. Una vez cumplido todo los requisitos, condujo el juguete sexual a través del virginal túnel.

 

La primera impresión que tuvo el muchacho, fue una parecida a querer ir al baño. Pero pronto se desvaneció ante el torrente de placer desmesurado que comenzó a invadir su cuerpo. Sebas estaba demostrando ser un tío muy sensible y lleno de tacto, trataba al joven jugador como si fuera algo frágil y delicado. Su magnifica empatía hacia el chaval, daba como resulta, que éste se dejara hacer irremediablemente. Cuando consideró que el estrecho agujero había dilatado lo suficiente, lanzó una visual a Javier y le dijo:

 

-¡Ya está preparado! Cuando quieras es todo tuyo.

 

El fornido entrenador avanzó hacia ellos, la imagen que ofrecía con aquel atuendo era impresionante; le daba un aspecto de chico malo, ¡tan temible, como deseable! Al caminar, su erecto vergajo cimbreaba potentemente, como si estuviera ansioso por llegar a la tierra prometida.

 

Al llegar a la altura de Guillermo, este se incorporó para verlo; nunca aquel hombre le había parecido tan atractivo. Se moría de ganas por sentir aquel miembro en su interior, por fundir sus cuerpos, como si fueran uno sólo. Javier toco el orificio anal del chaval; a pesar de que la delicadeza no era lo suyo; el joven sevillano al sentir la rudeza de sus dedos, no pudo evitar verte unas gotas de liquido preseminal sobre su abdomen.

 

-¡Jo, Sebas! Eres un monstruo preparando el terreno.

 

Y dicho esto, Javier buscó sobre el banco, la caja de preservativos y cubrió con uno de ellos su cipote. El miembro del musculado cuarentón, era de enormes dimensiones, largo, gordo, pero lo que más llamaba la atención de él ,era su enorme glande y su oscura piel. Al menos, veinte centímetros de polla, dispuestos a taladrar el virginal esfinter.

 

Aprovechando que su amigo ponía, el uniforme de trabajo a su polla, el malagueño besó tiernamente a Guillermo, de nuevo. Para concluir, susurrándole al oído:

 

-Si te hace daño, me avisas y lo paramos. ¿OK?

 

Al joven sevillano, estaba gratamente sorprendido por el inusual apoyo, que había encontrado en Sebas. Tenerlo como yunque al que aferrarse, le daba el suficiente valor para enfrentarse al difícil paso que iba a dar: dejarse penetrar por primera vez.

 

Javier levantó levemente la espalda del muchacho, apoyando los pies de este sobre su hombro, acomodo su pene en la entrada del ano del muchacho y con una suavidad, impropia de él; comenzó a empujar su enorme y caliente mástil, contra la entrada del apretado orificio.

 

Al principio, a pesar de la lubricación, aquello se antojaba una tarea imposible, pero el trabajo previo de Sebas, empezó a dar sus frutos y poco a poco, el enorme y rojizo capullo comenzó a atravesar el estrecho túnel. Al principio, un dolor casi insoportable se adueño de Guillermo; quien estuvo tentado de hacer la dichosa señal, al dueño de la casa. Pero en el momento, que su orto invitó a entrar por completo al enorme falo; un placer indescriptible, comenzó a recorrer su cuerpo.

 

El muchacho alargaba las manos y se agarraba fuertemente a las cadenas, para soportar la desgarradora satisfacción. Por cada golpe de caderas que el entrenador daba, un quejido de gozo era proferido por su boca. Al poco, el enorme cipote entraba y salia del ya desvirgado agujero, con una facilidad prodigiosa. El joven sevillano estaba disfrutando tanto, que no quería que aquello terminara nunca...

 

Javier, saco súbitamente su falo del interior del muchachito diciendo:

 

-Ya que la vivienda está estrenada, será cuestión de invitar a más gente.

 

La torpe metáfora del entrenador, dejo estupefacto a Guillermo, quién por nada en el mundo se iba a dejar penetrar por Arturo. Pero no fue Arturo, quien ocupo el lugar de Javier, sino Sebas.

 

Era curioso, lo que le había pasado al joven sevillano, con aquel tipo, en principio le cayó mal por sus aires de grandeza y su prepotencia, pero a medida que fue conociéndolo mejor, el malagueño fue conquistándolo. Era la primera vez, que alguien lo trataba con tanta ternura a la hora del sexo; si Guillermo hubiera estado preparado para enamorarse de alguien por aquella época, Sebas hubiera sido el candidato perfecto.

 

El cuarentón con su innata delicadeza, tiró de las manos del jovencito, facilitándole la bajada de la teatral hamaca. Una vez, estuvo junto a sí, lo abrazo dulcemente y comenzó a besarlo en el cuello, para culminar fundiendo tiernamente, sus labios con los del muchachito.

 

-¿Te apetece que te penetre?- le dijo mirándole fijamente a los ojos.

 

El chico asintió con un movimiento leve de cabeza. Ante la predisposición de Guillermo, el malagueño lo cogió de la mano y le dijo:

 

-Pero mejor vayamos a una de las camas. Disfrutaremos más.

 

Mientras el malagueño cogía los enseres necesarios para el acto sexual que iban a acometer, observó a los otros dos participantes de aquella inusual orgía. . Éstos estaban enzarzados en un apasionado y salvaje beso, pues pasado el fugaz momento de gloria de Guillermo; Javier había vuelto con quien realmente saciaba sus ansias de sexo: Arturo. Éste conocedor de su lugar en el juego de tres que se traían; se sumía plenamente a los deseos del rudo cuarentón. Cómo se preveía que la cosa entre ellos iba a pasar a mayores; Sebas les invitó a que los acompañara en la enorme cama.

 

Guillermo se puso a cuatro patas, en un filo del amplio camastro. Cuando su compañero vio, la actitud tan sumisa que adoptó, tocó su hombro cariñosamente y le dijo:

 

- No chiquillo, así no. Prefiero que lo hagamos de otra forma.

El chaval miro de manera suspicaz al malagueño, pero algo en la mirada de éste, volvió a frenar sus dudas. El hombre, se sentó sobre la cama e invitó al adolescente a sentarse sobre él. Mientras se acomodaba en las rodillas de su ocasional amante, Guillermo observó a la otra pareja, la cual al igual que ellos se entregaban a sus deseos sexuales; pero de una manera bastante más bestial y salvaje. Pues si en cada toque del pijo malagueño, había delicadeza y ternura, las manos de Javier cuando acariciaban a Arturo, estaban repletas de deseo y lujuria; sin dejar espacio en ellas, para cualquier muestra de afecto.

 

El recién desvirgado joven, empezó a arrepentirse de haber sucumbido a los pensamientos de su entrepierna; y probar los delicias del placer anal con su entrenador. Pues éste,todo lo que tenía de tío bueno, lo tenía de bestia insensible. Para ello, no había más que observar como trataba a Arturo y que cuanto más, sucumbía a la lujuria; más brutales, eran las muecas que se pintaban en su rostro.

 

Guillermo, no pudo evitar sentirse desolado por lo que acababa de hacer; pero en lugar de afligirse, besó con más pasión al hombre que tenía ante sí. ¡Este si merecía la pena!

 

Tras una sesión de besos y abrazos, el madurito malagueño se enfundo un preservativo y lubricó de nuevo el ano del adolescente.

 

-Ponte sobre mi. ¡Tú marcas el ritmo!

 

Mientras se sentaba sobre el inhiesto miembro y acomodaba este en su interior ( dilatado como estaba, con bastante facilidad, todo hay que decirlo) El sumo cuidado que el malagueño puso para no hacerle daño, contrarrestaba con la brusquedad, con la que el entrenador, trataba a Arturo.

 

Guillermo volvió a observar detenidamente a Javier y a Arturo; el gesto del primero carecía de sentimiento alguno, en el del segundo solo había lugar para el dolor, pues por lo que se deducía , el intento de “fisting” lo había dejado bastante lastimado. Por eso, cuando al poco Javier lanzó un gutural quejido, creyó entender, que a su compañero de equipo, no le había molestado, en absoluto, que la diversión hubiera acabado tan pronto; muy al contrario. Le pareció atisbar, un gesto de alivio en

su rostro.

 

Comprendiendo, que el momento que quedaría en su memoria cuando pasaran los años, sería el que estaba viviendo ahora con Sebas. Borró de su mente, cualquier perjuicio y trabas absurdas, y se entregó por completo al sensual acto. Si con el entrenador había experimentado un placer insospechado. Las sensaciones de las cuales disfrutaba en aquel momento; no tenía parangón.

 

Se movió sobre su amante, de un modo que desconocía que pudiera hacerlo. Lo besaba, lo abrazaba, mezclaba sus manos con las de Sebas; y todo, de una forma tierna y salvaje a la vez; como si quisiera unir su cuerpo al suyo. La boca del maduro malagueño, se le antojaba una prolongación de la suya; como si estuviera forjado a él con cada célula de su cuerpo. El entrar y salir del duro miembro sexual en su cuerpo, no le ocasionaba dolor alguno; solo el gozo tenía cabida en su interior. Hubo un momento, que la delicadeza abandono la ferviente escena y dejó a la pasión como único director de orquesta. El deseo cabalgó desenfrenadamente sobre los dos hombres, hasta que llegaron a la meta: Guillermo derramó su esperma sobre el pecho de Sebas y en el rostro del cuarentón se dejo ver una mueca clara de que se había corrido también. Tras el fugaz momento de sumo placer, el malagueño abrazó al chico y volvió a buscar sus labios.

 

En aquel fin de semana, se volvió a repetir aquella sesión de sexo a cuatro; pero Guillermo, tenía muy claro ya con quien prefería estar. Había descubierto, que en el sexo es mejor compartir, que someterse.

 

Tras aquellos días en Torremolinos, la relación a tres que mantenía con Arturo y el entrenador, se fue enfriando y Guillermo, se fue separando de ellos a pasos agigantados. Pues quien elige mediocridades, cuando se ha conocido lo verdaderamente bueno.

 

Cuando termino de contar mi historia, miro a JJ y a su novio. Tienen la misma cara de expectación, que un niño pequeño, cuando se le cuenta un cuento.

 

-Bueno ¿Os ha gustado?- esto lo digo, en claro deseo de que me regalen los oídos; pues por sus rostro puedo adivinar que si.

 

-¡No me va a gustar!- me contesta Guillermo con un gesto de alegre satisfacción.

 

-¡Que te dije!- sentencia locuazmente JJ - ¡Todo es verdad, todo es mentira! Ha cambiado unas cuantos datos y la historia es otra, y si embargo sigue siendo “tu historia” ¿ No?

 

-La verdad es que si. - el tono de Guillermo, es mitad perplejidad, mitad satisfacción- Es que esto, que nos ha contado. Lo lee Arturo o Javier, y aunque les suene, y se sientan identificado. Por los cambios que le ha hecho, nunca se podrían imaginar que los protagonistas son ellos. Y lo que más me gusta, es el carácter que da a cada personaje...No sé, le da más credibilidad.

 

-Es que si no te paras, en lo que siente y piensan los personajes... Estas historias con tanto sexo, quedan, simple y llanamente, en la “retransmisión” de un polvo- digo yo, en el tonto afán mio de buscarle una explicación a todo.

 

-Pues te queda muy bien- me contesta el novio de mi amigo, haciendo una mueca con los labios evidenciadora de su complacencia.

 

-Entonces ¿Lo puedo publicar?

 

-¡Por supuestisimo!- dice JJ actuando de interlocutor - ¿ A que si , cielo?

 

Al decir esto último, mi amigo mira a su chico, el cual ante la obviedad de la respuesta, asiente con la cabeza. Para concluir, haciendo una pequeña observación tanto a mi, como a su novio:

 

-Lo que si os pido, es que sepáis guardar el secreto. Pues una cosa es que a uno le de morbo, que desconocidos puedan leer vivencias de uno; y otra cosa es perder el anonimato. Porque esto entre nosotros, tiene su gracia, pero la gente es muy mala.

 

-Por mi pierde cuidado- mis palabras están cargadas de sinceridad- Pero que si quieres, no lo publico y tan amigos.

 

-¿Cómo que no lo vas a publicar?- dice JJ en ese tono sobreactuado suyo tan característico- ¡Si mi niño está deseando! Ja ja ja

 

-La verdad es que si- esta vez el que habla es Guillermo, el cual adorna sus palabras, con una hermosa sonrisa- Pero, es que en el fondo me da un poco de miedo, destapar una parte de mi tan intima. Y que quieres que te diga, colega, aquello fue morboso y tal; pero no es algo de lo que me sienta orgulloso....

 

-Por eso no te preocupes, que ni los que leen estas cosas, se asustan de nada. Ni son unos angelitos. - afirma JJ, intentando tranquilizar a su novio- La verdad es que los maricones, nunca fuimos ángeles

 

-La verdad que tiene su lógica, visto así- la sonrisa que muestra la pareja de mi amigo al decir esto es cautivadora, para terminar diciendo como el que no quiere la cosa- Por cierto, Mariano. Mi novio ha contado su primera vez, yo también lo hecho... Sería lo justo que tú contaras la tuya ¿no?

 

Continuara en “ Vida de este chico”

 

Como siempre, gracias por leerme y si te gustó o no, valora y deja tu comentario...

 

A todo aquel que se tomo su tiempo en dejar un comentario, mis más sinceras gracias y unas palabritas. 

A Conjonciano12( Muy perspicaz, iban por ahí los tiros. Son pequeñas bromas, con las que disfruto mucho y siempre que puedo, meto alguna de ellas) ; a mmj ( Me encanta las palabras que dices, uno de los motivos que me llevaron a seguir escribiendo; es la falta de verosimilitud que reinaba en la mayoría de los relatos que leía);a ozzo2000 ( Pues si, José Luis el técnico de ADSL, fue el que utilizó el término “machupichu”; Y la rubia,al utilizar ese término, se hacía un flaco favor... ja ja ) ; a gippal ( ¿esperabas que las cosas desembocarán donde y como lo han hecho? Confío, en haberte sorprendido) ); amoorbida( Agradezco que sigas mis relatos, a pesar de ser chica :))) Y llevas razón, es una resubida (con algunos cambios) de uno de mis primeros relatos. Lo he ubicado en la sección Bisexuales, para llegar a un público distinto y parece que lo he conseguido. El número de visitas ( para lo que se mueve últimamente por aqui) no está mal ; a marcosalvarez22( En ningún momento, deje de pensar que estabas de broma; el primero que se ríe hasta de su sombra soy yo je je ); a lether fonces( El relato que acabas de leer y el de “Jugando a los médicos” están íntimamente relacionados. Aprecio que hayas sabido valorar, el pequeño juego de “tanto monta, monta tanto”. Si estás leyendo esto, te reto a que me digas a quien intentó “homenajear” con el nombre de los dos primos: Ernesto y Fernando. :)));y a iquelo (No sabes la alegría que me da, cuando me planteé escribir ese relato con ese estilo, no sabía, si gustaría a alguien)

 

Bueno, la semana que viene, volveré con un divertido relato de la saga “Sexo en Galicia” titulado “Trío en la Sauna”, estará protagonizado y narrado por JJ ( ¡Que Dios nos coja confesados!)

 

Hasta entonces, disfrutad que es lo que os vais a llevar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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