(Este relato es continuación de “Before Siesta”)
Lo que ha pasado: M. vuelve antes de su finde en la playa, para estar con su amigo Ramón, el cual aprovecha que su mujer está en Málaga y que él tenia que trabajar el sabado por la noche, para pasar el domingo con su amigo. Después de un buen polvo, que mejor que una siesta....
El porque los seres humanos emanamos tanta dulzura e inocencia cuando estamos dormido es un enigma ; y ensimismado en esa incógnita estaba yo, recostado sobre la cama,al lado de mi ocasional amante, observando como su ancho pectoral se inflaba y vaciaba, al ritmo de unos suaves ronquidos; a ratos acercaba mi oído a su pecho para oír sus suaves latidos y desde esa posición al bajar la mirada caía preso del deseo, un lujurioso manjar descansaba a muy escasos centímetros de mis labios;pero contuve mis impulsos y disfrute cada segundo de aquel irrepetible momento; al final experiencias como aquella, son las que se atesoran, y dan sentido a la vida....
Un leve movimiento me saco de mis cavilaciones, era Ramón que poco a poco se soltaba del abrazo de Morfeo; levantó ligeramente la vista, cuando me encontró acurrucado a su lado, me sonrió a la vez que posaba sus labios sobre mis mejillas:
-Quillo, ¡es que estaba “reventao”!
Le sonreí acariciando su cara fugazmente.
-¡No me toques, que no respondo !- dijo en tono jocoso- ¡ Si es que tienes poderes!
¡Mira como me las has puesto.!
Ignoro si soy poseedor de “esos poderes” que él argumentaba, pero el caso es que su polla que segundos antes se hallaba en reposo, se encontraba en perfecta condición de revista.
La acaricie con mis dedos tímidamente , lo que hizo que esta vibrara al contacto. Ante tal respuesta, mis dedos viajaron plácidamente desde la punta hasta el tronco, por aquella maravilla de Dios. Una mano de Ramón resbalo hasta el final de mi espalda, masajeando fuertemente mis glúteos. En un instante habíamos pasado de estar en “servicios mínimos” a tener los cinco sentidos danzando al compás de la lujuria
Hice ademán de lanzarme a devorar su polla, pero Ramón, como en un acto de beneplácito, me detuvo brevemente posando un tenue beso sobre mis labios..Hundí mis labios en su pecho, paseando mi lengua por todo su tórax, dejando un surco de caliente saliva desde su cuello hasta su entrepierna, culminando con un paseo de mi lengua a lo largo de su miembro. Como desde donde estaba, no alcanzaba a tocarme, me pidió que me arrodillará a su lado y siguiera con la placentera labor de chuparle la polla. Ensalivo sus dedos y los paseos por el canal de mis glúteos, buscando mi agujero, cuando lo encontró empezó a acariciarlo con movimientos circulares, invadiéndome un gozo, si era posible , aún mayor. El placer que sentía repercutía en el que yo le proporcionaba; y tras unos trepidantes minutos donde su polla y su dedo entraban en mi cuerpo al unisono; me pidió, casi de manera suplicante, que parara.
-Cabrón! ¿ No querras que me corra ya?... y sin probar ese culito tuyo.. Por cierto, hoy está mas cerradito que la última vez.
Evidentemente, llevaba más razón que un santo en su afirmación; desde la última vez que estuve con él, no me había penetrado nadie... y de eso iba a hacer ya tres semanas. Así que para quitarle hierro al asunto, y evitar que pensara algo que no era, le dije:
-Es que yo sé que así te gusta más.
-Pues traete el lubricante ese que tienes por ahí, que te lo voy a poner a punto de caramelo.-me dijo guiñándome un ojo.
Me pidió que me pusiera a cuatro patas sobre la cama, pues antes de embadurnarme el ano con el líquido aguoso que yo le había traído, decidió pasar su lengua por mi agujero; tensando los músculos de ésta para imprimir cierta dureza en los lametones que me propinaba; yo estaba en la gloria, y mi polla vibraba como respuesta al gozo suministrado. Tendió la mano hacia mi polla, y me masturbo muy levemente, retirándola brevemente para reanudar la tarea a los pocos segundos; esta vez su palma estaba impregnada de saliva; unos entrecortados gemidos escaparon de mi garganta. Con la otra mano, y desde atrás tiro de mi pene, hasta ponerlo a la altura del perineo, pasándome su lengua por la punta...¡Casi me corro! Pero la oleada de placer fue tan breve como intensa, ya que Ramón se detuvo en su tarea para vaciar parte del contenido del bote de lubricante en sus dedos, extendiendo a continuación el liquido por mi hoyo.
Al primer dedo mi cuerpo no puso resistencia alguna, ya el segundo costo un poco de trabajo, produciéndome el tercero un poco de dolor... Se tomo su tiempo en hacer que mi esfinter estuviera preparado para contener las considerables dimensiones de su nabo... Cuando vio que el tercer dedo se acomodaba perfectamente, se puso el preservativo, para dejar su polla que se abriera sitio a través de aquel estrecho agujero... Al principio y a pesar de la lubricación se resistía un poco, pero una vez traspasado el primer anillo, el inmenso cipote hizo de mi trasero su templo, entrando y saliendo de él sin ninguna dificultad....
Tras unos minutos en los que el empuje de su cuerpo contra el mio, nos estaba proporcionando cotas de satisfacción desconocidas, Ramón me pidió que cambiáramos de postura, quería que me sentara encima suya...
Me puse en cuclillas sobre él, acomode su polla en mi interior y comencé a mover mis caderas, apretando su miembro con mi esfinter en cada oscilación. “Pero que puta eres”-me dijo a la vez que apretaba rudamente mis cachetes, para culminar en un prolongado beso. El gozo nos rebozaba y se reflejaba en nuestras pervertidas miradas, llevando nuestra libido al límite.... Mis manos usaban sus hombros como soporte en mi vertiginoso cabalgar... Perdimos la constancia del tiempo … Pero la realidad se hizo patente cuando, sin tocarme siquiera, mi semen se derramo descaradamente sobre su pecho; al poco sentí como su cuerpo se estremecía al alcanzar el éxtasis. Me derrumbé sobre su pecho, como un muñeco roto, mientras nuestras respiraciones intentaban volver a la normalidad. Me cogió la cara entre sus manos, como intentando decirme algo, lo silencie con un beso...
Me aparto de encima de él, cogiéndome suavemente por los hombros y agarrandome la mano, tiro de mí. Una vez en el cuarto de baño, como si de una maniobra militar se tratara, me pidió que me metiera en la placa de ducha,...
-¡ Agachate, que te voy a dar lo tuyo!
En su cara de pinto una sonrisa morbosa, su mirada estaba inflada de lujuria cuando su semiflacida polla empezó a regar mi pecho con su orín; cuando sentí el oloroso liquido caliente, resbalar desde mi pecho hasta mi pelvis, mi pene respondió volviéndose a empalmar
¡Si es que no se les puede enseñar nada!, porque le gusta tanto .. que al final repiten.
Como siempre son bienvenidos todos los comentarios.....