Terminaron de hacer el amor, ella de lado espaldas a él, su orgasmo había sido ¿satisfactorio?, no, no lo había sido, había sido como de costumbre, mas de sentir a su hombre que de sentirse mujer, él había depositado su semen dentro de ella gimiendo de placer y ella al sentirlo había dicho como siempre un "te amo" que marcaba el fin de otra relación sexual.

Tal y como era su costumbre desde hacía 20 años de matrimonio tomó unos pañuelos desechables de la caja que estaba encima del buró, los puso cerca de su sexo, él sacó su pene de ella y ella cubrió su vagina con los pañuelos, así no goteaba el semen sobre la sábana, era su costumbre, un ritual mas de su "fijación" por la limpieza, se enderezó para levantarse y revisó que no hubiera semen ni mancha alguna de humedad sobre la cama, en caso contrario, habría que cambiar la sábana. Era "asqueroso" dormir sobre una cama sucia de semen, la misma Biblia lo decía así en el Levítico al definir de impureza lo que tocara el semen fuera de la vagina.

Cubriendo su entrepierna se dirigió al baño, se sentó sobre la taza cuidando de no mojar sus dedos de semen y dejó que escurriera dentro de la taza, espero un tiempo, se limpió bien con papel sanitario y se levantó, lavó sus manos y salió, como de costumbre su marido ya estaba dormido, se inclinó para darle un beso en la mejilla pensando "pobre, trabaja mucho", se puso el camisón del conjunto de lencería que usaba para dormir que apenas alcanzaba a tapar la tanga del conjunto, buscó la tanga, se había quedado bajo la sábanas, no quiso despertar a su esposo al destapar la cama, apagó la luz de la lámpara del buró y bajó a la cocina cubierta tan solo por el camisón, los hijos ya dormían, nadie bajaba a esa hora y no importaba que no usara la tanga y que el camisón de encaje transparentara su cuerpo, en especial sus pezones, descalza como estaba no haría ruido al bajar.

Llegó a la cocina para preparase un té, mientras el agua se calentaba en la estufa, ella con su mano sobre su cadera observaba su cuerpo, era baja de estatura 1.62 m, sin embargo su vientre aún era plano a pesar de los dos hijos, en sus piernas y nalgas no había arrugas de la celulitis, de la horrible "piel de naranja" que obliga a muchas a esconder su cuerpo, las suyas seguían siendo tersas, sus senos no estaban caídos, seguían firmes y sus nalgas permanecían levantadas por el gimnasio diario, a sus casi 40 años de edad, seguía siendo una mujer atractiva, de no ser por las arrugas en sus ojos y sus manos, no representaría esa edad, sus manos por mas que las cuidaba estaban maltratadas, las venas se marcaban en la piel y se notaba en ellas el trabajo diario, sin embargo estaba conforme con su cuerpo con excepción de su piel blanca que no era muy de su agrado, su cabello castaño hasta los hombros, su nariz recta y fina enmarcada por esos ojos grandes, claros en un tono gris verdoso, era una mujer bella, al igual que su hija de 18 años.

Sirvió su té en una taza y se fué a sentar a una silla de la mesa de la cocina, donde comía la familia y centro de reunión con los amigos, además, se había casado con un buen hombre, profesionista, trabajador, buen padre, marido amoroso, respetuoso, con un carácter algo inestable pero es que a veces lo hacían enojar, ¿buen amante?, sabía estimularla y si bien no siempre o pocas veces llegaba al orgasmo, las relaciones sexuales eran amorosas y tiernas. No había sido el primer hombre en su vida, había perdido la virginidad a los 15 años con un "novio" de la secundaria, después vino René, un novio mas formal con el que duró casi un año y con él había tenido relaciones muchas veces durante su noviazgo, terminaron y tiempo después se hizo novia de su esposo con el que también tuvo relaciones durante el noviazgo, para después casarse. A su esposo le había platicado de los otros ¡claro que antes de casarse!, no se puede engañar así a un buen hombre y él amorosamente le había "perdonado" esos deslices y errores de juventud propiciados tal vez por una mala educación.

Subió los pies a la silla, quedando sus piernas dobladas con sus muslos pegados a su pecho, encendió un cigarrillo y daba sorbos a su té mientras seguía recordando, habían nacido su primer hijo varón y dos años después la niña y al nacer ella su marido le había propuesto la "ligadura de trompas", que ella muy a su pesar por prohibirlo la iglesia había aceptado, al fin de cuentas lo mismo era ligarse que utilizar píldoras, parches o condones que también son prohibidos y además ella no había sido una buena católica, perder la virginidad y disfrutar del sexo sin estar casada pues no es un ejemplo de virtud católica. Con el mentón sobre sus rodillas miró sus pies y sus pantorrillas gruesas como sus piernas pero muy proporcionadas y torneadas, no se veían gordas sino bellas, siempre le habían dicho que tenía muy buenas piernas y era verdad. Antes de perder la virginidad ese primer novio en esa misma postura había puesto su pene entre sus pantorrillas que ella juntó mas con sus manos con la idea de apretar el viril miembro y él moviéndose frenéticamente eyaculó en medio de ellas, escurriendo su semen hacia las calcetas escolares, ¡que miedo había sentido de ser descubierta por su madre! y el terror que la había invadido por sentir que podría estar embarazada, que tonta pensó y sonrió mirando su pies, bueno tenía 14 años. Sus pies le gustaban a los hombres, los tres con los que había tenido sexo prohibido, incluyendo su marido durante el noviazgo, habían eyaculado sobre de ellos, sus empeines y sus dedos habían recibido la descarga apasionada de tres hombres y no una sola vez, sino varias veces al igual que sus pantorrillas, ellas también habían sido mojadas varias veces de semen, desde esa primera vez, se había repetido muchas, muchas veces, algunas metiendo el pene entre la piel y la calceta, la primera vez que hicieron esto ella había dejado ahí el semen sin imaginar que la calceta se pegaría a su piel

Miró sus muslos, eran fuertes, de piel suave y tersa, ellos habían sido tocados y besados no solo por tres, sino por muchos empezando por Arturo su primo que los besaba y les pasaba la lengua, después fueron varios amigos, alguno que otro hasta había subido su mano por la parte interna de ellos hasta tocar su sexo, claro que ella les había retirado la mano y ellos habían entendido sin insistir mas tiempo. Había terminado su té y fumado su cigarrillo, sus brazos, abrazaban sus piernas juntas a su pecho, su mentón seguía descansando sobre sus rodillas, pensaba en lo que había vivido, su primera vez en ese día de campo, Jaime su novio había llevado un condón, claro que sabía a lo que iba y que ella se dejaría, se había levantado la falda y él la había penetrado, le había dolido y había sangrado un poco pero él la había disfrutado, no duró mas de 5 minutos y había llenado el condón de semen, al quitarse el condón ella lo había tomado para revisar que no tuviera ningún hoyo y enterrarlo para que nadie lo encontrara, como si a 100Kmts de casa alguien en la mitad del campo encontrará ese condón y supiera quien lo había usado, se rió de su tontería.

Y con René, con él si había disfrutado el sexo, desnudos dentro de los hoteles, besos, mordidas, lamidas, su miembro dentro de ella por largo tiempo hasta sentir esas contracciones placenteras como nunca mas las había logrado sentir, que la dejaban relajada y satisfecha, él se levantaba a tirar el condón en el baño y regresaba a abrazarse desnudos, para después de un tiempo reiniciar con las caricias y nuevamente la penetración y los orgasmos en otra postura diferente, llegaba a su casa satisfecha y a veces despeinada, cosa que pretextaba al decir "traía abierta la ventanilla del auto, ¿Qué no me tienen confianza? ¿Qué clase de mujer piensan que soy?". Entristeció y pensó ¿Qué clase de mujer? Jaja, una cualquiera que se había acostado con dos hombres diferentes, claro que había tenido la suerte de terminar con un buen hombre que la sacó de esa vida de perdición, de no haber sido por él quien sabe donde estaría.

Claro que con él también había tenido sexo prematrimonial, pero eso había sido para demostrarnos nuestro amor y no por el placer de tener sexo y eso lo había platicado con el cura y éste le había dicho que aunque estaba mal, había que aceptar que la carne era débil y que los humanos siempre deseamos demostrarnos nuestro amor de maneras no propias, ni agradables a los ojos de Dios y la había perdonado de sus mas terribles pecados, ahora casados era diferente, ya teníamos la bendición de Dios y podíamos ¿disfrutarnos?.. mmm, no lo aceptó tan fácil, lo que si lo hacían dentro de lo que es aceptado por Dios, es lógico que el sexo prohibido le haya causado mas placer, lo prohibido debe ser mas placentero que lo permitido, así es como actúa el diablo en nosotros.

Pensó en su hermana, su pobre hermana, tan bella, ella se había divorciado, y vuelto a casar, si es que el matrimonio civil era matrimonio, tenía también dos hijos, mujeres las dos, había tenido dos o tres amantes antes de casarse nuevamente, ella le platicaba de sus relaciones sexuales, del sexo oral, del sexo anal, del enorme placer de sentir a su hombre terminar en su boca y llenarla de "leche" decía ella, de "coger" de pie, de sentir una buena "verga" y una cantidad enorme de vulgaridades, se atrevía a pedirle sexo a su marido faltándole al respeto, cuando ella le preguntó

La otra respondió

Que su hermana fuera así no le parecía, eso de usar cremas que estimulan el clítoris para sentir mayor placer durante el acto y usar un consolador metido por el ano mientras es penetrada por el esposo, eso de "llorar de placer", de gritar, gemir e incluso perder el conocimiento de placer, no es correcto, no está bien en una mujer decente y se lo había dicho muy claro.

-"¿Qué clase de educación y de ejemplo estás dándole a tus hijas?"

La respuesta de la hermana había sido pretendiendo definirla a ella.

- "¿Ser decente es reprimir tus instintos? ¿Vivir esclavizada a la monotonía sexual y de vida? ¿La mujer no tiene derecho a disfrutar su sexualidad? , yo me divorcié amando a mi esposo por haberme levantado la mano, no soy esclava de nadie, soy su compañera y si tengo deseos sexuales, él me los debe satisfacer, somos dos para complacernos y la mujer no es una esclava de los deseos sexuales del esposo, a mi ningún hombre me haría lo que yo no quiero que me hagan, si me quiere coger por el culo o quiere que me coma su leche, es necesario que yo acepte, a fuerza nada hermanita, nada y mis hijas no saben de las relaciones de sus padres y si un día me preguntan les diré que hagan lo que quieran que les satisfaga dentro de lo que es normal, claro que no podría aceptar el sadismo u otras desviaciones, pero ellas como mujeres, tienen derecho a vivir su sexualidad a plenitud con su esposo, novio, amante o compañero"

Dios mío, que vulgar, que corriente y que perdida estaba su hermana y sin embargo siempre estaba sonriendo y contenta, era la atracción de las reuniones y hombres y mujeres le decían "que linda hermana tienes" y a su esposo por lo civil le dicen "te felicito que mujer tan linda y bella tienes, siempre feliz y disfrutando de la vida".

Ella permanecía sentada en la silla inmóvil en la misma postura, bajó sus manos acariciando sus muslos hasta llegar a sus nalgas, sus muslos, esos que René admiraba y disfrutaba a plenitud cuando hacían el amor, su mente recordaba la primera vez con René, él la había pasado a recoger a la escuela después de un examen en la tarde, usaba el uniforme escolar, blusa abotonada al frente, la falda plizada debajo de la mitad del muslo y las calcetas azules, en el camino dentro del auto él acariciaba la parte interna de sus muslos a veces hasta llegar a su entrepierna y sobre la panty tocaba su sexo, eso la hacía cerrar sus ojos de placer, René había detenido el auto en un lugar oscuro y se habían besado apasionadamente, le había desabrochado la blusa y moviendo el sostén había chupado apasionadamente sus pezones, besos, lamidas, mordidas, la falda estaba casi en la cintura y él había agachado la cabeza para besar sus muslos, con su dedo hizo la panty a un lado y lamió su sexo, ella había tratado de acostarse para que la lengua de él entrara en su vagina pero no pudo hacerlo y el deseo de su lengua la mataba.

El se acomodó en el asiento del conductor y encendió el auto, mientras conducía acariciaba sus muslos y tocaba su sexo, ella había acomodado su blusa, pero se quitó la panty para facilitarle a él las caricias sobre su sexo, se detuvo en una farmacia y regreso con una bolsa en la mano que contenía los condones, siguió su camino acariciándola hasta el hotel, ella no se opuso, se agacho mientras el auto entraba al estacionamiento del cuarto designado, ahí permaneció mientras René pagaba y cerraba la cortina de madera, él se acercó, le abrió la puerta y pasaron al cuarto donde él la abrazó para besarla en la boca y comenzó a quitarle poco a poco la ropa, hasta dejarla desnuda frente a él, era la primera vez que estaba desnuda frente a un hombre, la sensación de ir perdiendo la ropa poco a poco en manos de él, era excitante, en especial al quitarle las calcetas, estando ella de pie y él de rodillas, le quitó la primera calceta, besó su pie, lamió su dedo gordo, subió con besos por su pantorrilla y su muslo deteniéndose a lamer su sexo que estaba ya sin nada que lo cubriera, sintió su lengua entrar en su vagina y eso le provocó sus primeros espasmos, bajó por el otro muslo hasta la pantorrilla para ir enrollando la calceta y mientras la enrollaba su lengua lamía su piel hasta el tobillo para después sacar la calceta del pie, besó y lamió su pie y después así de rodillas desabotonó la falda del uniforme escolar para dejarla caer en el piso y ponerse a besar el pelo de su pubis, subiendo por su vientre hasta su ombligo, se puso de pie, le quitó la blusa del mismo uniforme y desabrochó el sostén, lamió y mordió suavemente sus pezones, la puso de espaldas a él, hizo a un lado su cabellera y besó su cuello en la nuca y comenzó a bajar besando su espalda y lamiendo por todo el recorrido de su columna vertebral, un escalofrío recorrió su cuerpo deseoso de placer, él se arrodillo para besar sus nalgas, metiendo su mano entre sus piernas y empujo ligeramente como tratando de separarlas, ella obedeció la instrucción y separó sus piernas, el besó y lamió su sexo y su ano, que placer estaba sintiendo era algo increíble, ya estaba a merced de lo que le quisiera hacer.

El se desnudó y se acostaron en la cama, él no dejó una sola parte de su piel sin tocar, besar y lamer, él la penetro por unos momentos sin condón, ella asustada había dicho

-"No René, sin condón no"

-"No te preocupes tan solo quería sentirte así, eres la mujer mas bella del mundo, me voy a poner el condón"

Hacía tanto que nadie le decía "bella", que palabra tan simple y lo mucho que representa para una, ni modo, ella siguió recordando, René se había puesto el condón y la penetró despacio y con ternura, después de unos momentos que estuvo quieto dentro de ella, comenzó a moverse, acelerando sus movimientos cada vez mas y empujando dentro de su vagina con fuerza, su respiración era agitada, gemía y le decía a René lo delicioso que sentía ser suya, que le encantaba, que su pene era excelente, que la acariciaba de maravilla, y su cuerpo llegó al límite para explotar en un orgasmo intenso, fuerte, relajante y maravilloso que la hizo ver estrellitas, después de su orgasmo René le dijo

-"Yo chiquita, me toca a mi"

Y ella lo abrazó para que él tuviera su orgasmo en sus brazos, que bello había sido, amaba a ese hombre y la había dejado maravillosamente satisfecha, él después de estar un rato dentro de ella, se salió, fue al baño a tirar el condón y regresó a acariciar su cuerpo desnudo y después de un rato se repitió la penetración, estando ella de perrito, que delicia de orgasmo tuvo nuevamente y René nuevamente llenó el condón de su semen, cuanto placer, había sentido, se vistieron y abandonaron el hotel, en la noche al acostarse, con su dedo tocó su vagina y lo saboreo, tenía el sabor del condón y se durmió satisfecha y feliz.

Continuarᅅ