Estaba sentado en su sillón preferido, en el que siempre se sienta a leer en la sala de su casa, el libro de poesías de Antonio Machado que detenía con una mano estaba sobre sus piernas, en la otra mano el vaso con wisky, su mirada estaba fija en la pintura del rostro de su mujer, era realmente un óleo grande que él había mandado pintar usando como modelo la mejor fotografía que conservaba de ella y lo había colgado sobre la chimenea, así nadie que entrara a su casa podría evitar voltear a ver ese rostro angelical que nunca dejaría de reinar en su casa, ni en su vida.

Su mente trataba de comprender como había llegado a esto, a sus 46 años ya había habido demasiados dramas en su vida como para sumar uno mas, ¿Cómo había podido hacer algo así? Con sus ojos fijos en la mirada inerte de la pintura de Claudia se puso a recordar su vida tratando de encontrar una excusa a lo que él suponía un terrible comportamiento de su parte en los últimos meses.

Se había casado a los 24 años con Claudia, él había tenido varias novias pero cuando conoció a Claudia sintió algo especial por ella, un deseo profundo, algo que nunca había sentido por ninguna mujer. Su primera intención fué llevarla a la cama, y la había tratado de seducir por todos los medios haciendo uso de todas las "técnicas" posibles pero no lo había logrado y cuando menos lo imaginó fué ella la que le dijo "llévame a un hotel, quiero hacer el amor contigo"

Sin embargo las cosas ya habían cambiado radicalmente, era ella la que controlaba la situación, él no había seducido a esa mujer, había sido ella la que lo había llevado a ese hotel para hacerlo reconocer lo que él pretendía ocultar, que estaba perdidamente enamorado de ella, que era inútil pretender ser tan solo buenos amigos y fué esa entrega mutua la que los llevó al matrimonio, sin noviazgo previo como suele ser, sin anillo de compromiso, ni pedida de mano, ni nada de lo usual, pero lleno de amor, pasión y romance, no podían separarse mas de dos días sin que buscaran la forma de estar juntos para disfrutar apasionadamente uno del otro y esa costumbre fué la que terminó con todo, ella decidió ir a encontrarse con él a la ciudad donde estaba por cuestiones de trabajo y simplemente tomó el vuelo equivocado. ¿El destino? Él no creía en nada de eso, solo sabía que el maldito avión se había accidentado dejándolo con un hijo de un año de edad y por compañera esta terrible soledad.

El quedó a cargo de su hijo Jaime Alberto, Jaime por él y su padre y Alberto por el padre de Claudia, hoy un muchacho de 19 años que era su orgullo, bueno, decir que había quedado a cargo era solo un decir, él realmente se había encerrado en el trabajo y eso lo había llevado a amasar una nada despreciable fortuna a cambio de su soledad y el abandono hacia su hijo

.

No se había querido casar nuevamente, ¿romances?, si había tenido algunos, el primero había sido con Ana María hermana de Claudia, su bella y amable cuñada que a sus escasos 18 años se convirtió en la madre sustituta de su hijo por muchos años, realmente es Ana la que merece el merito de que ese muchacho sea como es, un chico que no ha dado ningún problema ni motivo de preocupación, por eso ella se ganó el mote de "mamá Anita".¿Pero que fué lo que pasó entre ellos? Si en realidad ella hubiese sido la mujer ideal para cubrir el enorme vacío que había quedado en él.

Jaime Alberto había estado enfermo y cuando él regresó a casa del trabajo Ana no quiso irse a la suya, quería permanecer al lado del él hasta que estuviera mejor de salud y pasó una semana en casa durmiendo en el cuarto del niño, una noche cuando ya había mejorado la salud de su hijo y después de dormirlo, Ana bajó a la sala donde él se encontraba bebiendo una copa, se acercó a él y ¿Cuáles fueron sus palabras? "Todavía la extrañas después de un año" o algo similar, ya no podía recordar bien las palabras dichas.

A él se le habían rodado las lágrimas y solo había afirmado con la cabeza, Ana preguntó "¿No piensas rehacer tu vida?" y él negó diciendo "No por lo pronto" Ana dijo "pero si has estado con mujeres, tú sabes." Él negó con la cabeza, realmente no había estado con ninguna, tenía más de un año de no sentir a una mujer, ni siquiera con una caricia. Ana María se sentó sobre sus piernas y calmadamente le dió un beso húmedo en la boca, ¡qué maravilla!, sintió nuevamente la humedad de una boca, sintió su calor y saboreó su lengua, que increíbles sensaciones olvidadas, el cabello de ella tocando su mejilla y ese olor a limpio, a mujer, que aroma mas increíble tiene una mujer después de bañarse, utiliza el mismo jabón y sin embargo el olor de su piel es diferente "olor a mujer" no existe otro adjetivo capaz de describirlo mejor.

Al separar sus bocas sus miradas quedaron fijas, en la de él debió haber visto Ana la tristeza profunda y él veía en la de Ana ¿lástima, comprensión, cariño, caridad? "que sé yo" dijo en voz alta, el caso es que ella lo tomó de la mano y le dijo "Ven cuñado", subieron al cuarto, ahí ella lo abrazó poniendo su cabeza sobre su pecho y él aspiró el aroma de su cabello, su miembro se hincho al contacto de sus cuerpos, él le levantó suavemente la cabeza buscando su boca y se fundieron nuevamente en un beso apasionado, mientras ella con sus manos le soltaba el cinturón pretendiendo desnudarlo, él la separó y se comenzó a desnudar frente a ella que se desnudó tambien, quedando así desnudos los dos frente a frente.

Nuevamente sintió esa sensación indescriptible de observar el cuerpo desnudo de la mujer con la que se está por disfrutar del sexo, su mirada recorrió su cara, su cuello, sus hombros, sus pechos, su vientre, sus nalgas, sus muslos, pantorrillas y pies, ¿Qué pensaría ella de él?, que pensaría una mujer de 18 años al tener desnudo frente a ella a un hombre de 29 años, quien sabe, nunca lo supo, pero ella era muy bella, le recordaba a Claudia, la abrazó y la comenzó a llenar de besos, en la boca, los ojos, el pelo, las mejillas, el cuello, no dejó un milímetro de esa piel sin besar, dedicándole minutos apasionados a los pechos, y mientras su boca se deleitaba con esa piel firme y suave sus manos también la recorrían disfrutándola a plenitud, sus dedos apretaban suavemente los pezones erectos de ella y su dedo acariciaba su sexo haciéndola cerrar sus ojos y gemir de placer.

Ella detuvo la "acción" puso sus manos sobre los antebrazos de él y lo empujó un poco hacia atrás la mirada de ella quedó fija en el miembro de él para después subir a encontrarse con su mirada, se vieron fijamente a los ojos y ella le dijo "Sé que lo necesitas mucho, solo te pido que me trates con ternura, se amable conmigo por favor" y se subió a la cama.

El se quedó de pie observándola ahí tendida boca arriba en su cama, desnuda, con sus piernas separadas, su cabello revuelto sobre su cara y sus ojos fijos en él. Lo intuía, iba a tener sexo con una mujer que le estaba haciendo el favor, no lo deseaba, no lo amaba, simplemente era su cuñado, el padre del hijo de su amada hermana al que ella adoraba y estaba dispuesta a entregarse a él para que desahogara ese inmenso deseo sexual que tenía, pensó que tal vez le tendría un poco de cariño y que no solo era el sentimiento de lástima el que la llevaba a actuar así, o simplemente pretendía con su entrega hacer que el padre de ese niño saliera de su profunda tristeza y le dedicara el debido tiempo a su hijo.

El se subió a la cama, metiéndose entre las piernas de Ana que permanecía inmóvil, tomó las piernas de ella y las dobló apoyando sus pies sobre la cama, se recostó sobre de ella, y comenzó a penetrarla, nuevamente sentía en su pene ese calor, esa sensación tan maravillosa que es entrar en el cuerpo de una mujer, lo necesitaba, realmente el dolor y su propio abandono lo habían hecho olvidar ese placer que es tan humano, ¿Cuántas mas de las cosas valiosas de ser un ser humano estaría olvidando?

Comenzó a moverse dentro del cuerpo de su cuñada, que vagina tan apretada era realmente placentera, estaba sintiendo placer, mucho placer, ninguno de los dos hablaba, no había gemidos ni suspiros ni pasión desbordada en ellos, simplemente estaba disfrutando de esa vagina que apretaba su pene de una forma increíble, sabía que no duraría mucho, la abstinencia en que había estado y lo apretado de la vagina de Ana lo llevaron a explotar en un orgasmo maravilloso, una y otra y otra ves sus chorros de semen salían hacia el útero de Ana, mojándola por dentro, él mismo se impresionó de la cantidad de veces que arrojó su semen dentro de ella, seguro que la había llenado, en cada uno de sus espasmos de su boca se escapó un "ohh" o "ahh", y terminando de venirse un "uff", de satisfacción que no pudo evitar, se recostó sobre de Ana y al recargar su cabeza al lado de la de ella la escuchó sollozar, fué entonces que sus ideas se ligaron.

Ella le había dicho "trátame con ternura", su vagina apretada y sus sollozos, apoyó las manos sobre la cama y mirando a Ana a los ojos de dijo "¡Eras virgen cuñada!", ella afirmó con la cabeza y él se dejó caer de lado en la cama y poniendo su mano sobre su frente le dijo ¿Porqué lo hiciste Ana, porqué?, ella enderezó su cuerpo apoyándose en una mano sobre el colchón y entre sollozos respondió "Por que me duele tanto verte sufrir de esa manera, ya no lo puedo resistir mas, no puedo mas, ya quiero que la olvides" y se dejó caer llorando sobre la almohada diciendo "Yo te quiero Jaime, yo te quiero".

El estaba mudo, no sabía que pensar y sus ideas se iban uniendo a una velocidad sorprendente, y dijo "Y terminé dentro de ti, ¿Qué vamos a hacer?", ella solo dijo "Nada, no pasará nada, apenas ayer terminé de menstruar" ella tomó su ropa y se metió al baño para después salir para ir a dormir al cuarto con el niño, él trató de que se quedara en la cama con él, pero ella se negó y solo dijo "es lo mejor".

Todos los días Ana llegaba a su casa a las 7 de la mañana a quedarse con el niño y un día él se quedó con ella y sin preámbulo alguno la besó apasionadamente y terminaron haciendo el amor, después Ana dormía en casa varios días de la semana ya convertidos en amantes. Ana lograba tener orgasmos muy intensos y él disfrutaba de verla gozar además de tener grandes y excelentes orgasmos con ella, era una relación excelente, escondida pero excelente, y aunque Ana tomaba anticonceptivos una vez sufrió un retraso, ante la preocupación de ella Jaime le propuso que se casaran, ella negó diciendo "No Jaime, te amo, pero no puedo competir por tu amor contra mi hermana muerta, ¿sabes cuantas veces que hemos hecho el amor me has dicho Claudia, te amo Claudia?, no Jaime ya no, si estoy embarazada déjame con mi hijo, pienso que es mejor que terminemos nuestra relación"

Ana no se embarazó, se siguieron viendo diario por el niño, pero ya no había sexo entre ellos y todo terminó cuando ella decidió casarse, una vez su hijo ya con 18 años de edad le había preguntado "¿Porqué no te casaste con mamá-Anita, me acuerdo que dormían juntos, no me digas que no hacían nada?" y le platicó a su hijo esta historia pidiéndole no comentara nada ya que Ana estaba casada y no sería correcto.

Después de Ana había tenido relaciones sexuales con varias mujeres sin llegar a otra cosa que una noche de sexo, la vendedora que le vendió la casa de la playa, una mujer muy guapa con la que pasó un fin de semana delicioso en la recién comprada casa, también había pasado buenos ratos con algunas amigas e incluso con una abogada contraparte en un juicio, cosa que los había hecho renunciar a ambos a continuar como abogados y tener que dar la explicación de esto al juez, "ya sabes como es la calentura amor", le dijo en voz alta al óleo de su esposa, ya la música se había terminado y su voz hizo venir a la sirvienta que le pregunto "¿Se le ofrece algo?" "No, no Leonor, ya si quiere retírese, yo me prepararé algo después para cenar"

Se levantó y puso el libro en su lugar en el librero, se sirvió otra copa, puso un nuevo disco, Beethoven, concierto emperador, Claudio Arrau, buena selección, comenzaron esos tres primeros acordes de orquesta que respondía con gran maestría el piano de Arrau, se paró frente al cuadro de su esposa y pensó "Como te gustaba este concierto" miró como se apagaba la luz de la cocina y escucho a Leonor cerrar la puerta indicándole que estaba solo dentro de la casa y dijo en voz baja dirigiéndose al cuadro. "Sabes amor, tu hijo está en la casa de la playa, se fué con varios amigos entre ellos Rebeca, una adolescente de 19 años que trae a tu hijo por la calle de la amargura, si, si, es uno de esos amores de adolescencia que adolecen con el tiempo, ¿pero que pasará con nuestro hijo cuando Rebeca le diga que vive un tórrido romance con su padre?

¿Cómo fué que esto pasó?, te contaré como fué.

Continuarᅅ………..