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INFIDELIDAD POR AMBICION ( Parte 5)

en Amor filial

Bárbara y Daniel salieron del agua, se secaron, apagaron las luces de la alberca y desnudos subieron a la habitación de él, Alejandro le había dicho “Disfrútalo, has que valga la pena” y ella estaba dispuesta a hacerlo al pie de la letra. Entraron a la recámara de Daniel y al observar la cama King-size ella comentó

-No crees que es mucha cama para ti solo

-Mi mamá amuebló la casa y ya sabrás “¡Lo mismo para todos!”

-Entonces démosle un uso adecuado, ven acuéstate boca arriba…Te voy a enseñar algo rico, tú no hagas nada Dany, solo disfruta

Daniel se acostó boca arriba con la cabeza sobre las almohadas y Bárbara lentamente comenzó a besarlo y lamerlo en los pies, las pantorrillas, los muslos, el vientre y el pecho hasta besarlo en la boca, no lo tocó en el sexo para excitarlo aún más, al separar sus bocas ella volvió a besarlo en el cuello y bajó besándole el pecho y el vientre, se sonrió ante la ya agitada respiración de Daniel quien seguramente esperaba con ansias a que ella se decidiera a darle en pene el calor de su boca... Al terminar de besarle el ombligo ella levantó su cara encima del endurecido pene que latía de excitación, lentamente se acomodó el cabello a un lado de su cara permitiendo que su aliento llegara al viril miembro, lo observó por un momento, lo sujetó con su mano mientras le besaba y lamía los testículos, después recorrió con su lengua el tronco del pene hasta llegar al glande, le besó la punta y  saboreó el fluido trasparente que salía por su uretra.

Nuevamente acomodó sensualmente su cabello detrás de su oreja y se escuchó el fuerte gemido de Daniel cuando metió el pene dentro de su boca, ella pensó “Les encanta, son capaces de todo por una mamada, los enloquece” Levantó la mirada para observar a Daniel quien disfrutaba lo que le hacía con los ojos cerrados, la boca entreabierta y su cabeza hacia un lado sobre su hombro, dirigiéndose a él pensó … “Seguro que nunca te lo habían hecho corazón, no sabes con que ganas te dejaría venirte en mi boca, pero necesito tu semen en mi vagina, será otro día Dany” Jugó con el glande dentro de su boca, movía su cabeza haciéndolo entrar y salir repetidamente, lo apretaba con su lengua contra la parte interna de su mejilla y al notar la ya enorme excitación de Daniel se detuvo para evitar que eyaculara, cuando sacó el glande de su boca él excitado sin medir sus palabras le dijo

-Que rico mamas, tienes las cualidades de la mujer perfecta; Bellísima, buenísima y putísima

Ella sin molestarse por lo que escuchó desvió la conversación al señalar hacia el pene diciendo

-No soy perfecta pero creo que a este chamaco le gustó mi boca… ¿Y tú?... ¿No quieres darle tu boca a mi niña?

-Ven… Tráela para que le de sus besitos

Ella sonrió, separó sus piernas apoyando las rodillas a los lados de la cabeza de Daniel quien sorprendido la vio doblar las rodillas para acercarle el sexo a la boca, él la besó en los labios vaginales y comenzó a lamer sobre y entre ellos. Bárbara gimió fingiendo placer mientras pensaba “No amorcito, te falta mucho por aprender” y fingiendo nuevamente excitación le dijo

-Me encanta Dany, que delicia, tú también mamas delicioso, pero a mí me gusta que lo hagas así mira

Bajó sus manos a su entrepierna y con los dedos separó sus labios vaginales para indicarle

-¿Ves mi vagina?, mete ahí tu lengua y aquí arriba, todo esto es mi clítoris y éste es su botón, obsérvalo bien, esta hinchado ansioso de tu lengua, lámelo con suavidad y donde veas mi carne color rosita lame y chupa, ahí es donde más me gusta

Daniel observó detenidamente la belleza que bajo los labios mayores ocultaba el sexo de Bárbara, los pequeños labios menores y el clítoris de un tono rosa que brillaba con la humedad de la excitación y bajo de éste el pequeño orificio vaginal, metió su dedo para observar la profundidad y los pliegues de un rojo encendido y tal vez incrédulo de que por ahí hubiera entrado su pene expresó

-Con razón aprietas tan rico Barbie… Me gusta, me gusta tu sexo, estás muy sabrosa

Al ser Bárbara la que con sus manos separaba los labios vaginales Daniel la sujetó por las nalgas y metió su lengua en la vagina para después recorrer con ella el clítoris y moverla suavemente sobre el hinchado botón del mismo, sintió como su cuñada hacia ligeramente sus nalgas hacia atrás gimiendo de placer y él disfrutó más de saber que la hacía gozar que de lo que hacía con la lengua. Así siguió por varios minutos alternando con su lengua entre lamer todo el húmedo sexo y meter la punta en la vagina hasta que Bárbara soltó un fuerte gemido y apoyó su frente sobre la pared arriba de la cabecera de la para expresarle satisfecha

-Wow!...  Eres muy bueno, me hiciste ver estrellitas

-Me gustó como te mojaste, estás muy rica

Respondió él lamiendo su humedad y besando dulcemente el orificio vaginal, ella se deslizó hacia atrás para recostarse sobre Daniel y besarlo en la boca, sus alientos y sus salivas se mezclaron dejando en ellos el excitante sabor de ambos sexos, tal vez los dos imaginaron que ese sería el sabor que tendrían sus sexos cuando el pene ocupaba la vagina frotándose en sus pliegues ya que los besos se convirtieron en un apasionado intercambio de salivas, juntando sus lenguas, lamiéndose y mordiéndose los labios, el mentón y parte de las mejillas. Al sentir la lengua de Daniel entrar en su boca desesperadamente Bárbara entendió que ya la necesitaba, que era el momento, así que sin mediar palabras se hizo hacia atrás hasta que sus rodillas quedaron apoyadas a los lados de la cadera de su cuñado con sus pantorrillas y pies pegados a los tensos muslos de su amante.

Daniel la observaba con admiración acariciándola en los fuertes y bien torneados muslos, para él era una escultura de mujer, sus muslos, su vientre, las curvas de su cadera, sus grandes pechos, observaba como su húmedo cabello cubría parte de su bello rostro y observando ese maravilloso espectáculo, ella le sujetó el endurecido pene y sorprendiéndolo con sus palabras le dijo

-Mira papito, fíjate muy bien corazón, observa como ésta enormidad que tienes se va perdiendo lentamente en mí,  observa y disfruta como lo devora mi vagina

Al igual que a su esposo a Daniel le excitó escucharla… Sin duda las palabras vulgares como preámbulo de la acción son excitantes y posiblemente al igual que lo hacía Alejandro disfrutaba de escucharla decir “Húndete en mi carne, disfruta mis entrañas” o haciendo alusión a lo dicho por Daniel, “Guárdala en mi funda”… Es posible que las palabras cargadas de una excitante vulgaridad sean una especie de fetiche, la más excitante manifestación vocal del deseo sexual, yo creo que poseídos por la lujuria los amantes reirían al escuchar “Introduce tu erecto miembro en mi húmeda vagina”, pero sin duda su excitación aumenta al escuchar decir “Estoy muy mojada, ya méteme la verga, que la tienes bien parada”. Palabras vulgares pero excitantes que posiblemente existen en todos los idiomas.

Al tiempo que con su mano sujetaba el grueso miembro de Daniel guiando el glande entre sus labios vaginales Bárbara pensó “Te va a encantar estar dentro de mi otra vez, te voy a enloquecer con mi calor y me lo vas a dar todo, absolutamente todo” se comenzó a sentar lentamente, al sentir como el grueso pene iba abriendo y ocupando su vagina gimió con un largo “Ohh” de placer mientras que Daniel permanecía con la mirada fija en su miembro, disfrutando de ver como el orgullo de su virilidad iba desapareciendo lentamente dentro del ardiente y suave cuerpo de su cuñada quien lo seguía excitando con palabras diciendo

-Observa bien cómo te hundes en mí carne, como te vas metiendo, como te pierdes dentro de mí, siente como late mi húmeda vagina, disfruta de la ardiente funda que tengo para tu deliciosa verga papito…

Al igual que él, Bárbara respiraba agitadamente con la boca entreabierta y él admirado por la actitud de ella frente al sexo no se contuvo para decirle

-Estás buenísima Barbie, además eres muy, muy caliente, eres una hoguera ardiendo a llamaradas, una caldera a todo vapor… Lo que haces, lo que dices, lo que gozas, se nota que te encanta la verga mamacita y bien que sabes cómo complacer a un hombre, eres increíble… ¡Me vuelves loco Bárbara!

Ella sonrió sensualmente, después un gesto de molestia apareció en su rostro cuando terminó sentada sobre el pubis de Daniel, realmente el chico lo tenía grande y moviendo su cadera de un lado a otro para enseñarle a Daniel que se lo había devorado completo, con voz ardiente le preguntó

-¿Pensabas que no te la iba a aguantar?... La tengo bien adentro corazón y déjame decirte que cualquier mujer moriría por sentirse llena de ésta delicia

-Tú eres la delicia, como te dije antes, para una buena verga una mejor funda, así como la tuya Barbie

Bárbara no respondió a lo dicho por él sino que siguió halagando la virilidad de Daniel asegurando

-Así es cariño… Lo que muchas quisieran, ahora es mía, toda mía, te voy a ordeñar hasta la última gota, te voy a dejar seco, vas a saber que si soy una mujer ardiente, una mujer deseosa de verga y leche…Cuñadito

Al decirle “cuñadito” había arrastrado la palabra para darle un tono entre reto, burla y lujuria, tal vez respondiendo a lo dicho por él sobre sus tres cualidades de la perfección o  pretendiendo hacerle notar cuál era su sentir, estaban en la cama disfrutándose sexualmente a sabiendas de que rompían todas las normas sociales, civiles y morales lo que a ella la excitaba, la encendía estar consciente de ello y al decirle “Cuññadiitooo” seguramente buscaba que él también estuviera consciente de ello…Dentro de su excitación disfrutó de sentirse perversa al hacerle notar a Daniel que lo suyo era así de excitante y ardiente por ser lo prohibido, lo negado, lo que todos supondrían como algo imposible e impensable.

Ella misma no se reconocía o por vez primera era consciente de lo que hacía, qué razón tenía su marido al asegurarle que cuando estaba caliente era una fiera sin escrúpulos, sin razón, a la que solo le interesaba disfrutar, sentir las caricias, los besos, los pequeños mordiscos, besar y lamer el cuerpo de su macho, devorarle el pene, besarle los testículos y sentirlo dentro de ella para disfrutar del mayor número de orgasmos que le pudiera dar y ya exhausta de placer sacarle hasta la última gota de su ardiente semen… “Creo que si soy capaz de cogerme a una tropa” pensó mientras comenzaba a subir lentamente su cadera buscando medir lo que sería su frenética cabalgata, se levantó haciendo que saliera el tronco del pene manteniendo el glande dentro de ella para después sentarse nuevamente con lentitud, disfrutando como la iba abriendo, extendiendo al máximo su húmeda vagina hasta llenar completamente sus ardientes entrañas

-Es enorme Dany, me encanta como me abre, lo siento empujar todo dentro de mí… Me gusta, me gusta tu verga corazón

Un vulgar refrán dice “Si una mujer te saca más semen que dinero, nunca la dejes aunque te convierta en su esclavo” refrán que ella inconscientemente cumplía al pie de la letra y era buena, muy buena para eso, excelente, diría su marido... La gente se preguntaba que le había visto Alejandro a esa chica, que si bien era bella, no pertenecía a su clase, no entendían que él se hubiera perdido por una niña de clase media baja ¿Qué tenía para enloquecerlo?... Seguramente la respuesta estaba en ese refrán, en su ardiente forma de ser, en su insaciable deseo de buscar y dar placer sin tener más límite que la violencia o la humillación, acciones a las que ella se negaba por catalogarlas desviaciones enfermizas propias del desván del psiquiatra y no del lecho de los amantes… Su norma en la cama era muy simple, “Si te molesta dilo, si te gusta pídelo”.

Por duras experiencias familiares sabía que los hombres buscan prostitutas o tienen amantes porque ellas hacen en la cama lo que sus esposas les niegan y se había propuesto que nunca le daría a su marido ese pretexto. Así Alejandro había encontrado en su esposa; A la dama en sociedad, a la prostituta y a la ardiente amante en la cama…Sonreía al pensar que en lo que se tenía que esforzar era en lo primero ya que lo de prostituta y ardiente amante, al igual que a todas las mujeres, le brotaba de forma natural al excitarse, solo que ella nunca lo reprimía por lo que siempre se preguntaba si lo suyo era honestidad al no fingir falsos principios morales o solo cinismo ante su absoluta ausencia de prejuicios y total repudio a sociedad y sus “normas de etiqueta”.

Ya se lo había dicho una vez a Alejandro… “Ustedes tienen etiqueta en el vestir, etiqueta en el comer, etiqueta en el hablar, caminar y dormir, solo falta que aquí en la cama, desnudos, despeinados, húmedos de saliva y sexo, me digas que hay que cumplir con la etiqueta del sexo… Los instintos son instintos Alex, para ellos no hay modos, formas y mucho menos reglas de etiqueta, nadie que se esté ahogando piensa en cuidar las formas y sale del agua cuidando que al nadar su brazada sea elegante”

A las chicas en la pubertad era común que se les preguntara en forma de un consejo “¿Que va a pensar su marido de ustedes si en la cama se dejan llevar por la lujuria?” y cuando ella comenzó a tener sexo con Alejandro se respondió “No lo dejo pensar en otra cosa que no sea el placer que le doy”. Y si alguna vez hubiera existido en él la intención de juzgarla siempre quedaba el exitoso pretexto femenino de “Acuérdate que yo era una virgen inexperta y fuiste tú el que me convirtió en una puta, yo solo he querido complacerte porque te amo”, infalible pretexto que nunca necesito usar con Alejandro ya que a él le encantaba tenerla por mujer, fuera y dentro de la cama, claro que sabía que su predilección era dentro de la cama 

Mientras el calor del rubor se manifestaba en su rostro iba acelerando sus movimientos, sus pechos subían y bajaban al ritmo de su cabalgata, Daniel subió sus manos para detenerlos apretando suavemente sus erectos y endurecido pezones, Bárbara comenzó a sentir el sudor perlarse en su frente, su labio, sus manos y cabello, la humedad de su entrepierna mojaba el pubis de Daniel quien no dejaba de gemir y decirle lo buena que era para eso.

La excitación la tenía al borde de la desesperación, su cuerpo se tensaba pero no llegaba a más, se movía con más fuerza apretando su vagina, todo su cuerpo temblaba en la espera, en la urgencia del desahogo….Ante sus gemidos, movimientos y palabras desesperadas Daniel le comenzó a acariciar los muslos húmedos de sudor diciéndole

-Cálmate muñequita, tranquila

Ella se detuvo lo miró jadeante con la boca abierta, cerró la boca, tragó saliva y afirmó con la cabeza para comenzar a moverse más lentamente y unos minutos después Daniel observó con gran emoción como se sentaba de golpe sobre su miembro, hizo sus brazos hacia atrás para apoyarlos en los muslos de él y arqueando su espalda, levantó la cara hacia el plafón de la recámara y soltó un fuerte e incomprensible gemido que a él le pareció una mezcla de dolor y placer para después escucharla gritar, observó cómo su pubis y vientre comenzaron a brincar rítmicamente hasta que ella se dejó caer hacia adelante quedando encima de él.

Daniel dobló sus rodillas y apoyó su pies sobre la cama, comenzó a moverse dentro de Bárbara y segundos después al sentir la extrema dureza del pene ella hizo hacia atrás sus nalgas para mantenerlo muy profundo dentro de su vagina y recibir todo el masculino placer en sus entrañas, cuando él terminó ella dijo

-Le diste mucha leche a mi niña y está ardiendo, quema pero está rica, le encantó, se la tomó toda

Con su marido había aprendido del placer que se le da al hombre en su calidad de amante al fingir admiración por la enorme cantidad de ardiente semen que una asegura sentir dentro de la vagina cuando él eyacula… ¡Mentiras! Casi siempre mentiras y no piadosas, más bien halagadoras… Pero al fin y al cabo ¿Qué son las mentiras cuando de darse placer se trata?, solo un estimulante más, una razón de más para disfrutar plenamente del penúltimo de los cuatro ciclos de la vida ya manipulado por los humanos para asegurar más el placer que la reproducción…”Y si las mentiras aumentan el placer, ¿Por qué no decirlas?” pensó y besando a Daniel en el pecho agregó

-Eres bárbaro Dany… Te juro que siento tu leche por todos lados… ¡Me encantas, me enloqueces corazón!.

Permanecieron inmóviles, unidos, ella montada sobre el pubis de su cuñado y recostada sobre de él quien preguntó

-¿Qué te pasó Barbie?

Su orgasmo no había sido tan placentero, más bien había sido uno de esos orgasmos en los que la gran excitación, la tensión de no poder llegar al clímax hacen que las primeras contracciones, las más intensas se vuelvan dolorosas y en los que a pesar de que una logra relajar la tensión no lo hace de forma placentera dejando insatisfacción y decepción ante el fallido placer que se esperaba sublime, no era la primera vez que le pasaba y a decir de su médico era causado por la desesperación, pero cierto o no el diagnóstico ella no se lo podía decir a Daniel, así que le respondió

-No sé, estaba desesperada…Pero ya que me calmaste me pude venir muy rico, fuiste muy tierno conmigo gracias

-No, ni lo digas, solo me preocupó que te estuviera lastimando

-No, no, ¿Cómo crees?... Al contario me vine delicioso, hasta se me oscureció todo, sentí que me desmayaba… Dicen que eso pasa cuando se tiene un gran orgasmo, de los que solo pueden dar amantes como tú…Un orgasmo cósmico

-¿¡A un qué!?

Bárbara rió y dijo

-Revistas de mujeres… Ya sabes, “Ten el mejor sexo de tu vida, aquí te decimos cómo”, tonterías de los que suponen que la gente va a coger como ellos dicen.

-No creo que tú necesites instrucciones ya que te vienes increíble, solo de ver y sentir tu orgasmo haces que uno se venga de la pura emoción… Le haces honor a tu nombre, ¡Eres Bárbara!

Se sintió halagada ya que lo mismo le había dicho Alejandro, sin embargo se enderezó y dándole una ligera palmada en el pecho a su cuñado le reclamó

-¡No me avergüences Daniel!... Hablamos de una revista

-Por eso, solo digo que no las compres, no necesitas aprender nada

-Nadie necesita aprender nada, solo quitar de sus mentes tanto maldito demonio que nos meten con una estúpida supuesta educación que atenta contra los instintos naturales, cuando una pareja decide tener relaciones siempre lo hará buscando placer y sentirlo es lo más natural del mundo… Te apuesto que si doliera ya no habría vida en la tierra.

-Pero no dudes que haya quien se ponga a coger con la revista en la mano

-Es posible… Y mientras ellas leen, el fulano ya se les vino y ni cuenta se dieron

Los dos se rieron, se besaron en la boca y cuando él perdió la erección ella tomó unos pañuelos desechables para cubrir su vagina, se arrodilló al lado de él, limpió el semen que había caído sobre el vientre de Daniel y al levantarse para ir al baño al bajar una pierna él puso su mano sobre el muslo aún tenía sobre la cama y le dijo

-Bárbara

Ella se detuvo y lo miró extrañada preguntando con la mirada y él agregó

-Moría por esto… Eras mi mayor deseo Bárbara… Mi mayor deseo

Ella sonrió y mientras caminaba hacia el baño preguntó

-¿Y cumplí con tus expectativas?

-Las superaste en un mil por ciento… ¡Eres increíble!

Cuando Bárbara regresó del baño se acostó de lado y él la recorrió acariciando y besando su costado desde los pies hasta los hombros para terminar besándola en la boca y le dijo

-De verdad que te deseaba como a nadie… Hace años que quería tenerte desnuda a mi lado, tocarte, besarte, penetrarte y vaciarme dentro de ti… ¡Dios!, como te he deseado Bárbara

Ella sonrió coquetamente y respondió

-Y yo a ti Dany… “A mi niño precioso”

Daniel sonrió al escucharla decirle nuevamente así y Bárbara permaneció en silencio pensando que no le mentía, realmente llevaba tiempo deseándolo, ya hacía tiempo en que sentía por él esa clase de deseo, el deseo de disfrutar de un bello cuerpo sin mediar sentimiento alguno, solo sexo, placer puro sin consecuencias, Daniel despertaba en ella ese deseo puramente carnal, el deseo normal de una mujer hacia un hombre atractivo… Algo normal en cualquier ser humano, algo que no debe ser satanizado, ya que si el valor no es la falta de miedo, sino el temple para superarlo, de la misma forma la fidelidad no es la falta de deseo, sino el saber reprimirlo… Reprimirlo, siempre reprimirlo…Daniel le seguía hablando y acariciándola tiernamente pero ella no lo escuchaba, su mente estaba perdida en sus pensamientos…

Hacía tiempo que en su esposo no descubría esa mirada brillante y perdida por el deseo, esa mirada de admiración al verla desnuda, hacía tiempo que Alejandro no se quedaba inmóvil aspirando el aroma de su piel… Costumbre, maldita costumbre, ¿Pero qué hacer cuando los amantes se conocen de memoria cada poro de la piel?... Costumbre que le quita a la mujer el indescriptible placer de la masculina mirada llena de deseo, deseo que los convierte en esclavos con tal de tocar, acariciar y besar buscando nuestra ardiente humedad, esclavos dóciles dispuestos a todo con tal de penetrar nuestro cuerpo el cual, hay que reconocerlo, también suplica por el placer de ser ocupado por la suavidad y firmeza del viril miembro.

Adoraba a su esposo, su compañero, su cómplice, su amante, un amante como pocos, un amante que la conocía como nadie, un amante que sabía dónde, cuándo y cómo hacerla gozar, pero entre ellos se había perdido esa emoción tal vez insignificante de flirteo, de la búsqueda, de las miradas llenas de deseo, los roces accidentales y las propuestas sin palabras que encienden la hoguera haciendo que una pierda la compostura, la razón y su estatus de “señora respetable” convirtiéndola en una mujer ardiente desesperada por sentir placer…¿Cuántas de esas respetables mujeres de la alta sociedad se convierten en una fieras ansiosas de placer, besando, chupando, lamiendo y recibiendo el cálido semen de su marido o su amante en la vagina, la boca o en cualquier parte de su piel.

A todas nos gusta ser tratadas con ternura, a todas nos gusta sabernos amadas, pero también nos gusta sentirnos deseadas, que despierten en nosotras la pasión de la hembra ardiente y el gozo infinito de la amante satisfecha… Todas sentimos igual lo único que cambia es la calidad de las sábanas donde nos hacen sentir mujer… Sobre sábanas de seda o sobre un petate, es lo mismo, la hoguera de la carne nos consume a todas por igual

Una hoguera, eso estaba viviendo con Daniel, una ardiente hoguera de placer la cual como todo deseo sin sentimiento alguno ardería rápidamente y se consumiría hasta convertirse en las cenizas de un dulce recuerdo, una razón para sonreír entre ellos cuando se vieran y en el caso muy especial de ella algo que contarle al hombre que amaba para excitarlo al máximo cuando estuvieran en la cama.

Sin darse cuenta Bárbara fue perdiendo el sentido, Daniel notó su pausada respiración, le dio un beso en el hombro recibiendo como respuesta un gemido de protesta por parte de ella, sonrió, apagó la luz y la abrazó hasta que él también se quedó dormido.

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