Se levantó del sillón y caminó al bar a servirse otra copa, pensó "Ya he bebido mucho", pero no importaba, estaba solo en casa y así estaría todos esos días del puente vacacional, tomó hielos y los puso en el vaso, para después servir en el su wisky. Se quedó mirando el vaso de "old-fashion", Claudia los compró ¿en donde?, Baviera, Stuttgart, Berlín o ¿donde fue?, ¡que importa!, regresó a sentarse en su sillón, había recordado aquella mañana de sexo con Sandra, varias veces había gozado de esa mujer, realmente era increíble en la cama, era una mujer extraordinaria, pero así como era en la cama lo era para conseguir lo que deseaba, y vaya que deseaba cosas". Actuaba en automático, después del sexo y recostados los dos desnudos sobre la cama de inmediato atacó para ver que podía obtener de él preguntando.

"¿De verdad no se puede conseguir algo para mi?", él le había contestado "Mira Sandra, algo que me llamó la atención fué la forma en que él se refirió varias veces a Raquel con las palabras "mi hija" como dejando claro que tú no existes para él y que no conseguirás nada de él, no puedo decir que te odia, pienso que le eres indiferente, por eso desea dejar las cosas a nombre de la niña, bueno, de su hija, que no es tan niña" ésta última frase había sido como petardo de dinamita, la hizo olvidar el asunto de los beneficios económicos que obtendría y brincó como fiera enderezándose para quedar sentada en la cama y cuestionarlo en tono molesto, "¿No me vas a salir con que te gusta mi hija?, que es la chica mas bella que conoces y esas estupideces que se dicen de ella", él también se enderezó quedando sentado en la cama y le dijo "Espera un momento, tu hija es realmente bella y eso es innegable, pero que yo reconozca su belleza no implica que quiera tener algo con ella, simplemente afirmo que ya no es una niña sino una chica muy hermosa y eso no es motivo para que te pongas así".

Se levantó de la cama y entró al baño mientras Sandra decía, "Todos me han de decir lo mismo, tú hija es muy bella, tu hija tiene un cuerpazo, tu hija es ya una mujer, tu hija, tu hija, tu hija, ¡¿Y yo qué?!" él solo le dijo desde el baño "Está bien mujer, no hablaré nunca mas sobre tu hija" y al salir del baño y comenzar a vestirse Sandra le dijo "Tú dí lo que quieras pero primero fíjate bien, mi hija no tiene estos pechos, ni estos muslos, ni estas nalgas y mucho menos te podría hacer disfrutar del sexo como lo hago yo, yo si soy una mujer y no una niñita como ella" y mientras nombraba esas partes de su cuerpo las sostenía con sus manos como para acentuar sus palabras.

"Demonios Sandra, ¿ya te escuchaste?, estás hablando de tu hija, ¿Cómo es posible que te estés comparando con tu propia hija?, no te entiendo" ella se levantó al baño a limpiarse el semen que él había depositado dentro de ella y sentada en la taza le dijo "Pues si no me entiende el señor a-bo-ga-do, la puerta es muy grande, bastante mas grande que la vagina en la que entraste, así que elige ¿quieres entrar o quieres salir?" él solo respondió, "Yo te mando el acuerdo que me dará el abogado de este señor, tú sabrás si lo firmas, pero lo firmes o no, yo dejo de ser tu abogado, y por si no te has dado cuenta elijo salir, adiós", caminó hacia la puerta pero se regresó, se asomó al baño donde Sandra permanecía sentada en la taza y le dijo "Por cierto, si eres una mujer y una mujer excelente, una amante maravillosa, una real hembra Sandra.".

El salió del cuarto y escuchó a Sandra gritarle "Espera Jaime, no te vayas, discúlpame", pero ya no le hizo caso y se retiró. Se había subido a su automóvil y se había ido a su oficina.

Se levantó de su sillón y le dijo a la pintura de su mujer en voz alta "Loca Clau, ésta mujer está loca, ¡Por favor! si me dicen que nuestro hijo es un muchacho guapo, me da satisfacción, orgullo, gusto o cualquier otro sentimiento paterno, pero no me agarro el pene y les digo ¡pero mi hijo no tiene este pene!" al decir esto se puso la mano en el pantalón sobre el pene simulando la acción de sus palabras, caminó hacia la cantina y tomó un habano, lo pasó por su nariz para olerlo y lo encendió con el mechero de la cantina, uno de esos encendedores de gas con figura de un borrachín y que pocas veces se usaba, caminó nuevamente por la sala fumando el puro, colocó un nuevo CD en el equipo de sonido y esta vez puso un CD de los Beatles.

Se acercó a una mesa a buscar un cenicero y vió un retrato de su hijo cuando era pequeño en brazos de su cuñada Ana María, tomó el cenicero y el cuadro y se regresó a sentar a su sillón, se quedó observando la foto su cuñada, que diferente era hacer el amor con ella, sin desesperaciones ni sobreexcitaciones, sin gritos estrambóticos que se escucharan por todo el vecindario, el placer era amoroso, tierno, intenso, muy intenso pero a la vez muy dulce, él disfrutaba los orgasmos de ella tanto o mas que los suyos, no tenía ese cuerpo tan espectacular, pero era muy bella, bueno, es muy bella, a él le gustaba recargar su cabeza sobre los muslos de ella y besarlos, besarlos incansablemente y aspirar su olor, cuantas veces se había quedado dormido sobre esos muslos y con que tranquilidad dormía lleno de un sentimiento como de protección, de seguridad, "¡Qué imbécil fui!" se dijo.

Se levantó del sillón y se metió a su despacho, abrió la caja fuerte y sacó un carta que le había escrito Ana antes de marcharse, por enésima vez la leía con ese sentimiento de masoquismo, le causaba placer torturarse leyendo y sufriendo su estupidez.

"Jaime, perdona que te escriba y no te hable de frente, pero viéndote a los ojos no podría tomar esta decisión, durante meses he vivido a tu lado con el pretexto de ayudarte a cuidar de tu hijo, pero siendo amantes a escondidas de todos, nadie se imaginaría que tú y yo llegáramos a eso, incluso a mis papás les preocupaba que me estuviera sacrificando tanto que no tenía vida personal, tienes 18 años hija, me decían preocupados, alejada de los amigos, de las fiestas, no se imaginaban ni en sus peores pensamientos que no solo actuaba como la madre de tu hijo, sino que también era tu mujer. No sabes con que ilusión despachaba al servicio de la casa y dormía al niño para estar solos cuando llegaras del trabajo y te sonará ridículo pero lo hacía por amor Jaime, y con ese mismo amor siempre estuve pendiente de ustedes dos.

Me gustaba cuando comenzabas a besarme dulcemente con la idea de excitarme, y la verdad no te era muy difícil, y es que no te imaginas lo que es para una mujer sentir la boca del hombre que ama sobre su boca, unir su lengua a la suya intercambiando besos como lo hacíamos nosotros, ¿Cómo no me habría de entregar a tus deseos, si eran también los míos? Que bella sensación era sentir tu boca besar mis pechos sorbiendo de ellos nada que no fuera el inmenso placer de saberme mujer, tú mujer ¿Qué mas podías obtener de esos pechos en ese momento?, los recorrías con tu lengua bajando hacia el centro de ellos para depositar tus besos en medio de los dos e iniciar tu camino por mi estómago hasta mi ombligo, donde tu lengua se metía para saborearlo mientras tus manos acariciaban mis costados siguiendo el contorno de mi cintura para detenerse en mi cadera, tu boca descendía suavemente hasta lo que tanto deseabas, me enloquecía sentir tu lengua acariciar mi vagina, mi clítoris y mis labios, no sabes cuantas veces mis orgasmos me ponían a punto del desmayo mientras tu lengua acariciaba mi sexo.

Y cuando me penetrabas, que maravilla era sentirte mío, sentirme llena de ti, saber que tu cuerpo y el mío estaban perfectamente unidos en el acto mas placentero que haya yo conocido en mi muy corta vida, mi vagina te recibía abrazando tu pene y tus movimientos dentro de ella acariciaban con su roce sus paredes y mi clítoris, sentía mi cuerpo sudar y disfrutaba la forma en que se iba tensionando hasta que comenzaban mis espasmos fuertes y placenteros, te veía gozar de mi placer, me sentía tan amada cuando después de haberme hecho disfrutar te tranquilizabas y me decías, "ahora yo amor", indicándome que era tu turno de gozar y dejabas venir tu orgasmo ya sin temor de que yo me quedara "a medias" por decirlo de alguna manera, en todo momento procurabas mi placer olvidando el tuyo, para ti lo importante era hacerme disfrutar del sexo, de ti, y ¡vaya que lo lograbas!.

Pero también me sentía amada por mi hombre, cuando sentía tus chorros de semen golpeando mis entrañas me sentía feliz de tu placer, del placer que como mujer te estaba dando.

Dirás que soy una tonta romántica, pero siempre imaginaba como tu semen entraba por mi útero buscando mi óvulo, y pensaba "algún día será, algún día se unirán", me gustaba sentir tu semen, me dabas tu vida cada vez que eyaculabas dentro de mi y esto aumentaba mi sentimiento de posesión, era dueña de algo tan tuyo que podía hacer crecer en mi un nuevo ser, tuyo y mío, en pocas palabras, me sentía tú mujer y te sentía mi hombre.

Pero cuando terminabas y te recostabas sobre de mi me decías "Te amo Claudia", ¡Qué dolor Jaime!. No era a mi a la que le hacías el amor, tus caricias y tus besos no eran para mi, tu boca no sorbía de mis pechos, tu lengua no buscaba mi sexo, tu pene no penetraba mi cuerpo y el placer tan inmenso que me dabas al llevarme a esos orgasmos tan maravillosos no me lo procurabas a mi, tú placer no te lo daba yo, y tú semen Jaime, ese líquido tan tuyo capaz de trasmitir tu vida y que yo recibía con tanto amor y placer no era para mi, todo absolutamente todo era para ella, para otra mujer y yo inocentemente pensaba "Tal vez mañana Ana, tal vez mañana diga, te amo Ana".

No Jaime, no tienes idea de lo que una mujer siente cuando se entrega al hombre que ama y él le sigue entregando todo a otra, a la que ya se fue, a la que se debe hacer a un lado para continuar viviendo sin importar lo que ella haya sido en nuestras vidas, ¿o acaso te olvidas que era mi amada hermana?, para continuar viviendo Jaime, hace falta valor y tú no lo tienes.

No entiendo porqué dices que cuando mueras quieres que te cremen y te mezclen con las cenizas de mi hermana, si tú estás dentro de esa urna desde que ella murió.

Te amo pero ya no puedo más y es mejor terminar con esta locura y ser simplemente lo que éramos "buenos cuñados".

Se quedó pensativo y se dijo "Y yo de estúpido no le dije nada, la dejé ir, de haber hablado con ella, de haberle pedido que me ayudara a terminar de sepultar a Claudia hoy no estaría yo bebiendo en la sala de mi casa platicando con un cuadro y ella en proceso de divorcio, dos vidas destruidas por no saber aprovechar la oportunidad", pero se había quedado callado incluso al recibir esta carta que guardaba para recordar y atormentarse por su estupidez, "no cabe la menor duda que tanto el silencio como las palabras siempre serán un arma de dos filos" dijo en voz baja y por enésima vez con los ojos llenos de llanto, guardaba la carta en la caja fuerte.

Sandra le había hablado varias veces, había firmado el acuerdo y él decidió aceptar ir a cenar a su casa bajo el pretexto de que Raquel le quería dar las gracias personalmente, él sabiendo "las ganas" que su hijo le tenía a la muchacha, le pidió que lo acompañara pero se negó diciendo "No pá sería como formalizar algo y yo no quiero compromisos con Raquel" Le pareció raro que no aprovechara para convivir con la chica que lo traía loco pero "Así se ha de usar ahora" pensó y se marchó a cenar con madre e hija.

Mientras cenaban sentía el pie de Sandra acariciar su muslo bajo la mesa, incluso rozar su miembro, su sorpresa fué que al levantarse Sandra por el postre las caricias continuaron, el pie era de Raquel y no de su mamá, él la volteo a ver, ella sonrió y lo dejó de acariciar, la vió ponerse de pie y caminar hacia él, se sentó a su lado y subió las piernas apoyando las rodillas en la mesa, en esa postura la falda que usaba se bajó hasta su regazo dejando al descubierto unos muslos hermosos, de una piel apiñonada y firme con unas pantorrillas bien torneadas y proporcionadas,

Ella buscó su mirada y cuando se vieron a los ojos le preguntó "¿Soy atractiva?", él solo alcanzó a decir "demasiado" y apareció la madre que para su sorpresa no dijo nada al ver a su hija enseñándole la totalidad de sus piernas a un hombre que podía ser su padre. Terminando de cenar, Sandra sirvió unas copas de coñac y la hija bajando los pies de la silla se puso de pie y les dijo, "Bueno yo me voy a dormir, ustedes dos diviértanse mucho", y vaya que lo hicieron.

Después de besarse en la sala y de acariciar todo el cuerpo de Sandra, entraron al cuarto, se desnudaron, ella se puso "de perrito" sobre la cama y él de pie a un lado de la cama, ella le dijo "Métemela hasta el fondo y no te muevas, te pienso enseñar lo que es una verdadera mujer ardiente" él la penetró hasta el fondo y ella se puso a girar su cadera de una manera sorprendente, él simplemente la sostuvo de la cintura mientras observaba el frenético movimiento de su cadera, ¡qué increíble! que forma de mover la cadera y llenarlo de placer, ella detuvo su movimiento, levantó la cabeza y soltó un grito parecido al gruñido de una fiera, aggrrr y dejó caer su cabeza y brazos sobre la cama, él se salió de ella para que se pusiera boca arriba.

Sandra subió sus tobillos sobre los hombros de Jaime y le dijo "métete con fuerza", él la penetró de un golpe empujando con fuerza con sus nalgas lo que hizo que ella soltara un "ahhh" al sentir el pene empujar su útero y comenzó nuevamente a mover su cadera hacia los lados, hacia arriba y hacia abajo haciendo que su vagina "jugara" con su pene dentro de ella, él no aguantó mas y soltó sus chorros de semen en un orgasmo intenso y prolongado, una y otra vez sus espasmos se repetían, ya los últimos no arrojaban semen pero eran igual de placenteros, él dijo casi en tono de súplica "para Sandra, ya me sacaste hasta la última gota".

Sandra se quedó tirada en la cama y él se vistió y le dijo, "es tarde ya me voy", se acercó a darle un beso y ella le dijo "no me puedo mover, me vine delicioso, ¿te importa si no te acompaño?" el respondió "No mujer, conozco la salida, eres increíble, coges de maravilla" y salió del cuarto donde para su sorpresa se encontró con Raquel que vestía un diminuto camisón, sus pechos se transparentaban, su cintura bien delineada se abría para dar paso a su cadera, unas nalgas redondas y firmes, y esas piernas increíbles que tenía terminaban en unos pies bien cuidados y hermosos, ella le dijo "Creo que la que le debería dar las gracias soy yo y no ella, pero ya tendré tiempo de hacerlo, claro si usted lo acepta", le abrió la puerta y lo despidió con un pequeño beso sobre sus labios.

El se quedó mudo y simplemente salió del departamento.

Continuarᅅ