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La historia de Susana (8)

en Grandes Relatos

Susana estaba de acuerdo en casi todo con el psiquiatra, ya en una ocasión ella había definido al ser humano como "un complejo conjunto de hormonas" que controlaban todo su desarrollo, bien se podían diferenciar a las niñas de los niños incluso dentro de su cuna. Se acercó al doctor y le dijo.

-Doctor, ¿me podría dar una cita para platicar con usted?

El doctor la tomó del brazo diciéndole

-Estoy a su disposición mi querida doctora, vamos al estudio de mi yerno

Ya dentro del estudio ella le dijo

-Doctor estoy muy sola y no encuentro la razón, pienso que algo malo hay en mí, no tengo amigos hombres y al parecer solo puedo socializar con mujeres.

Ella le platicó todo lo que había vivido en relación a vida sexual incluso su aventura con Mónica y con Félix, el psiquiatra la miró y preguntó

-¿Y que pretende doctora?, ¿Qué la cure de su soledad o que le ayude a entender su soledad?

Ella sonrió y respondió

-Que me ayude a entender que es lo que tengo que me hace tan repulsiva a la vista de los hombres.

El psiquiatra la miró fijamente y le comenzó a explicar

-Mire Susana, la sexualidad, el erotismo, el ser "sexy" tan usado por los americanos, no es cuestión de un cuerpo voluptuoso o muy bello es necesario sentirse sexy para poder actuar en consecuencia, el hombre se sabe hombre y la mujer se sabe mujer y actúan como tales dentro de las "normas" que ha establecido la sociedad y que así son aceptadas por nuestras mentes ya que ellas, las mentes, crean un estereotipo de la mujer y del hombre en base a lo que la sociedad reconoce como tales, hoy no se cataloga como sexy a una mujer del siglo 18, pero en el siglo 18 lo era, en base a esto puede usted deducir entonces que ser sexy es una forma de vida y yo me iría mas allá para asegurar que "es la vida" y para no hacer muy larga mi explicación le podría resumir diciendo una pequeña tontería, si usted me lo permite claro.

Susana le dijo

-Claro, adelante

-Sin ser absolutamente cierto y solo para resumir digamos que el erotismo, el ser sexy se fundamenta en tres cosas, el físico, el intelecto y el comportamiento acorde al intelecto. Físicamente es una mujer muy bella para la gran mayoría de los hombres, intelecto le sobra, ¿qué estará fallando entonces Susana?"

Se quedaron unos momentos en silencio, el médico caminó hacia la puerta y antes de salir le dijo.

-Un hombre se sentirá feliz de tener a su lado a una mujer inteligente, pero lo importante es sentir a su lado a una mujer que lo haga sentir hombre, le mandaré con mi yerno mi artículo sobre la sexualidad femenina y masculina le podrá servir, ¿No se ha olvidado de ser mujer verdad?

Susana negó con la cabeza y dió las gracias mientras el psiquiatra salía del estudio, ella pensó "no tengo hijos por los que tenga que soportar una fiesta infantil", no estaba de ánimo para comer hotdogs y mucho menos para soportar al payaso con sus clásicos chistes y haciendo globitos en forma de perros o de flores, se despidió de todos en la fiesta y se dirigió a comer a un restaurante, llegó al centro comercial, se bajó de su automóvil y mientras caminaba hacia el restaurante notó la mirada de algunos hombres sobre de ella, vestía una blusa ajustada a su cuerpo, una falda holgada a la rodilla y unas botas de tacón alto que hacían su caminar cadencioso, el movimiento de sus caderas resaltaba su figura, le dió gusto notar esas miradas masculinas.

Entró al restaurante y se sentó, en la mesa de enfrente estaba una familia comiendo, la esposa una mujer rubia de espaldas a ella, enfrente el esposo, un hombre guapo de unos 35 o 40 años y dos pequeñas niñas muy rubias de ojos claros y muy bonitas, ella se quedó observando a las niñas y sonreía al ver como se comportaban en la mesa, sintió la mirada de hombre sobre de ella, levantó la vista hacia él y le sonrió diciendo, "Que lindas están las niñas", la esposa volteó la cara y notó de donde heredaban las niñas la belleza, la mujer le sonrió como gesto de agradecimiento a sus palabras, se distrajo ordenando a la mesera lo que comería, el hombre no separaba su vista de ella y se dió cuenta que su falda había quedado a la mitad de su muslo al cruzar la pierna.

Sintió el temor que la acompañaba desde adolescente, el temor de mostrar su cuerpo, el temor de sentirse observada con deseo, pensó en bajar su falda y cubrir esa mitad de su muslo que observaba ese hombre casado y con dos hijas, "¿Cómo me está mirando si tiene una esposa tan bella y dos hijas tan lindas?" se preguntaba mientras sentía el rubor subir a su cara, "Pero si te está mirando es porqué le gustas, por ser una mujer bella, todavía despiertas pasiones Susana, aún te desean" se decía a si misma en una "lucha" interna entre lo enseñado y lo deseado, permaneció así entre dudas y por fin decidió vencer ese temor, "Pues si quieres ver, te enseñaré" pensó mientras su mirada se encontró con la del hombre quien la desvió rápidamente sobre su esposa.

Susana simuló rascar con su mano la piel de su muslo y al hacerlo subió un poco mas la falda, dejando ver mas de la mitad de su muslo, la mirada de él se posó nuevamente sobre sus piernas, la mesera le puso su platillo y su bebida sobre la mesa y al retirarse ella bajó la pierna que tenía cruzada pero no se acomodó la falda para que cubriera sus muslos, sino al contrario separó un poco sus piernas y la mirada de él se fijó en esa dirección, sentía y sabía que él observaba sus muslos y el triángulo de su Panty, la esposa de él volteo la cara y mientras lo hacía ella juntó sus piernas fijando su vista en la pared del restaurante, de reojo observó a la mujer reclamarle al esposo con un ademán y el esposo dejó de mirarla por un momento.

Susana sonrió ante la travesura que se estaba llevando a cabo, él volteo nuevamente la vista hacia ella, se miraron fijamente a los ojos y ella le hizo un gesto como diciendo "ni hablar", pero al notar la mirada de él con un gesto de súplica separó sus piernas para permitirle observar toda su panty, él fijó ahí su mirada y ella le sonrió, al poco tiempo lo escuchó pedir la cuenta, Susana juntó nuevamente sus piernas y cuando ellos se levantaron de la mesa la esposa le dijo.

-Buen provecho y disculpe las miradas de mi marido, se le van los ojos por las mujeres bellas

-Siendo así no le podrá quitar los ojos de encima señora, gracias y no se preocupe, que lindas hijas tienen, felicidades.

Terminó de comer se sentía avergonzada por lo que había hecho en el restaurante, "enseñando como puta" se decía, sin embargo también sentía una satisfacción especial, algo en ella le decía que aún era una bella mujer y comenzó a sentirse atractiva, pagó su cuenta y salió del restaurante, caminó por el centro comercial, se detuvo en varias tiendas a mirar, en una tienda decidió comprar unos bikinis para el viaje a Cuernavaca, salió de ahí y se sentó en una de las bancas del centro comercial a observar a la gente, eran las 4 de la tarde de un domingo cualquiera, las familias y las parejas de novios caminaban por la plaza para ir a comer, a comprar un helado, entrar a un cine o simplemente a ver los aparadores de las tiendas.

Ella estaba sola, ningún familiar la había invitado a comer, no tenía a nadie con quien pasar esa y muchas tardes de domingo, nadie la invitaba y posiblemente nunca lo harían, todos sus amigos y antiguos pretendientes ya estaban casados y con familia, ¿pretendientes? "¿Cuáles?" se preguntó, ¿Carlos?, ¿Pablo?, ¿Enrique?, no el médico sino su amigo de la infancia, ¿Pedro?", no, realmente no había tenido pretendientes, había sido novia de Carlos por escasos 3 meses, cuando pasó aquello en poco tiempo terminaron, ¿Con Pablo?, él solo la buscó para llevarla a la cama, logró hacerlo y la dejó, ¿Quién mas?, nadie, solo había salido con hombres esporádicamente y había terminado en la cama con un médico extranjero.

Recordó a sus amigas llorando a su lado por su "amor imposible" Guadalupe, Fernanda, Paulina, Ana, incluso Mónica habían derramado lágrimas por algún chico al que "amaban" con locura, a los 14, 15, 16 o 17 años, esos años de adolescencia en que sus amigas guardaban la flor regalada por ese muchacho de sus sueños dentro de sus diarios, la felicidad y el nerviosismo con los que platicaban que las habían besado sin importar que los besos fueran simplemente unir los labios por unos segundos, "las mariposas en la panza", a las que las amigas hacían referencia al sentirse abrazadas, los poemas escritos en los diarios, los cuadernos con el nombre del chico amado rodeado de flores dibujadas, los corazones con una flecha atravesada y las iniciales de él y ella sobre el corazón.

Ella no había sentido ese especial sentimiento, ella no había sentido esos tormentos de la adolescencia, a ella no la habían amado con ese amor mezcla del primer sentimiento y el despertar de la sexualidad que hace reír, disfrutar, extrañar, sufrir e incluso llorar, ese despertar al amor de pareja en el mundo convulso de los adolescentes, mezcla de aciertos y errores que al final de cuentas solo nos hace crecer y madurar, ella no tenía nada que recordar que no fuera el temor de ser, la historia de su vida era el temor a lo inevitable que fué crecer, crecer en medio de ese río de hormonas que circulan por nuestro torrente sanguíneo y hacen la diferencia entre mujeres y hombres incluso al dormir, "que tontería es no dejar a los jóvenes cometer sus propios errores, en fin a lo tuyo Susana", se dijo mientras se ponía de pie, caminó hasta su auto y condujo al hospital.

Entró a ver a su paciente de cirugía, platicó con los familiares del paciente que estaban en el hospital, les explicó que aún lo tenía sedado y que al día siguiente se quitaría el apoyo para dejar que su corazón empezara de nuevo a trabajar por si solo, la familia le agradeció que estuviese ahí en domingo, "Gracias por haber dejado a su familia para visitar a mi marido", le había dicho la esposa de él, ella solo respondió que no agradeciera por eso, que así es la vida del médico, se retiró y mientras caminaba por el pasillo para salir del hospital una enfermera la detuvo

-Doctora que bueno que está aquí, no hay nadie en urgencias y nos llegó un joven con una herida profunda en el abdomen, necesitamos su ayuda.

-¿Y el médico de guardia?

-No sé doctora, estaba aquí pero no lo encontramos, habrá salido a comer.

-¡Demonios!

Llegó a urgencias y había un joven con una herida profunda en el pubis arriba del pene, lavó, revisó las placas no había llegado al peritoneo, por fortuna era solo piel y músculo, detuvo el sangrado, puso anestesia local, observó el pene del joven manchado de sangre, tomó unas gasas, las mojó con suero y mientras la enfermera afeitaba la zona de la herida para poder suturar, ella limpiaba y observaba el pene en busca de alguna lesión, el joven ya sin dolor por efecto de la anestesia comenzó a tener la lógica reacción al contacto de las manos femeninas sobre su miembro, ella le dijo

-Vaya, al parecer no te lo lesionaste, de otra forma no responderías tan rápidamente

Todos rieron y ella comenzó a suturar, terminó su trabajo y tomó nuevamente con su mano el pene, revisando los testículos del joven, preguntó si había dolor al tacto, el joven negó y ella se quitó los guantes y escribió la receta anotando los medicamentos y la forma de tomarlos, se despidió y recibió un "gracias" del chico y sus papás, caminó por el pasillo pensando en que la segunda vez que había tocado al joven lo había hecho con cierto morbo, no lo entendía pero le había recordado el pene de Félix y el placer que le había dado la noche anterior y se sintió excitada, estaba deseosa desde la mañana en que le había hecho a Félix el sexo oral dentro de la regadera, se subió a su auto y condujo hacia su casa.

Durante el camino a casa recordaba lo vivido en los días pasados, su primera experiencia lésbica con Mónica, su baño mientras Félix la observaba lleno de deseo, los besos y caricias que le propició Félix a su cuerpo desnudo, el pene de él erecto y duro, el enorme placer de sus orgasmos y el semen caliente mojando por vez primera sus entrañas, los recuerdos aumentaban su excitación, "Estoy muy caliente" dijo en voz baja, entró al estacionamiento, se bajó de su auto y encontró a los papás de Félix esperando el elevador, los saludó.

-¿Como están vecinos?, me dejaron sola el fin de semana, que malvados

La mamá de Félix respondió

-No vecina, Félix estaba en casa, no lo notaste

-No, realmente no, ya ven que no hace ni ruido ese muchacho

Ya dentro del elevador ella les dijo

-Hablando de Félix, díganle que le conseguí el libro que necesitaba, es en calidad de préstamo pero lo puede usar durante el curso.

El papá le dijo

-Gracias doctora es un alivio ya que esos libros cuestan una fortuna

Saliendo del elevador les recalcó

-Díganle que lo tengo aquí en casa, si quiere venir por el y si necesita que le explique algo, hoy vengo con ganas de ser maestra

Rieron de la ocurrencia y se metieron a sus departamentos, mientras se quitaba las botas pensó "Espero que entienda mi mensaje ya que realmente estoy ardiendo", abrió la llave de la tina de baño, dejó que se llenara un poco y metió los pies en el agua caliente, usar las botas le cansaban los pies, no tenía costumbre ya que siempre usaba zapatos suaves y de tacón bajo.

Estaba sentada en la orilla de la bañera, se había lavado los pies y los había dejado dentro del agua caliente, su mirada estaba fija en sus pies y sus piernas cuando escuchó el timbre de la puerta, se secó rápidamente se acercó a la puerta y vió por la mirilla, era Félix con un cuaderno de apuntes en la mano, su corazón se aceleró, abrió la puerta y él dijo

-Buenas noches doctora, me dice mi papá que me consiguió el libro y quisiera consultarle algunas dudas que tengo.

-Pasa, te doy el libro y con gusto te explico lo que quieras.

Los vecinos del departamento de al lado que estaban en su puerta saludaron y vieron entrar a Félix al departamento de Susana como lo había hecho varias veces desde que entró a estudiar medicina.

Ya dentro del departamento, Félix le dió un beso húmedo en la boca que los mantuvo con sus bocas y sus lenguas unidas por un buen rato, se separaron y Félix le dijo

-Te extrañe mucho, todo el día he pensado en ti, en tu cuerpo en el calor de tu vagina, en lo increíble de tus orgasmos y el placer de tener el mío dentro de ti.

Mientras le decía esto metía su mano bajo su falda y acariciaba sus muslos y su sexo, Susana sentía el calor del deseo inundar su cuerpo y le dijo

-Yo estoy igual, ven pongámosle remedio

Llevó a Félix de la mano a su recámara, él se quitó los zapatos y antes de que continuara desnudándose, Susana le desabrochó el pantalón, se quitó la panty, se subió la falda, se sentó en la orilla de la cama y le dijo a Félix

-Ya así Félix, yo estoy ardiendo en deseos por ti.

Ella se recostó en la cama, Félix se quitó el pantalón y el calzón, Susana apoyó sus pies sobre la cama, separó sus piernas él se puso en medio de ellas y la penetró de un solo golpe, sintió el pene de él empujar su útero, Félix se apoyó con las manos a los lados de la cabeza de ella y comenzó sus movimientos rápidos, ella entre gemidos le decía

-Oh Félix, me encantas, me gusta tenerte dentro de mi, me acaricias, te siento dilatar mi vagina al máximo, eres increíble, me gusta tu pene, eres un gran amante

-Tú Susana, tú cuerpo, tú calor es lo que hace a cualquiera un buen amante.

Cambió el ritmo de sus movimientos, salía de ella despacio y empujaba con fuerza al entrar, Susana gemía en cada embate de él con gemidos que nunca pensó llegar a hacer, "ahh, ohh, mmm, agg"

Estaba sintiendo un gran placer, se mordía el labio, sentía su respiración y su pulso agitados, las venas de su cuello se saltaban mientras decía.

-Así Félix, con fuerza, empuja, metete todo, fuerte, empuja fuerte, no pares, no pares.

Sus piernas comenzaron a temblar de forma incontrolable, las subió sobre las nalgas de él, apretándolo con fuerza pero sus nalgas seguían temblando, lo necesitaba, le urgía el orgasmo que relajara su cuerpo, con sus manos tocaba su cabeza y su cara sin razón alguna, sintió venir su placer bajó sus piernas de Félix, puso sus manos sobre las nalgas de él y lo empujó para que permaneciera en el fondo de su vagina, abrió la boca deteniendo su respiración y alcanzó escuchar a Félix decir

-No aguanto mas reina, me vengo, me vengo

Ella no pudo responder, permanecía con la boca abierta, sus ojos desorbitados, su respiración detenida, el primer chorro ardiente de semen dentro de ella la hizo detonar su orgasmo, de su boca salió un grito similar a un rugido, todos los músculos de su pelvis se contrajeron con fuerza, sintió algo placentero correr por su columna hasta llegar a su nuca, su ano se contraía, su vagina se apretaba sobre el pene de Félix en contracciones placenteras, mientras sentía los chorros calientes de semen en sus entrañas, sus espasmos fueron disminuyendo en intensidad y frecuencia, Félix se había dejado caer sobre de ella y le dijo al oído

-Susana, eres maravillosa, que manera de venirte, que manera de venirme, me encantas, eres la mujer mas increíble del mundo, voy a terminar enamorándome de ti, te vas a convertir en un vicio incontrolable.

Ella no podía hablar ni moverse, sus espasmos se repetían de forma esporádica, los sentía en toda su pelvis, así permanecieron un buen rato ella acariciaba la espalda de él y él la besaba en el cuello diciéndole repetidas veces lo maravillosa que era en la cama, ella al sentir que se perdía la erección le dijo

-Félix, me encanta sentir tu semen dentro de mi, me hace sentir mujer, tú mujer y te siento mío, te siento mi hombre.

Sus palabras la hirieron sentimentalmente, eso era su mayor deseo ser la mujer de alguien y sentirse dueña de un hombre, necesitaba amar y ser amada en la cama y fuera de ella, había tenido el orgasmo mas maravilloso de su vida, sin embargo sus mas deseadas ambiciones nuevamente habían sido pasajeras, reducidas solamente al placer del sexo. Félix se "bajó" de ella y se sentó a la orilla de la cama, se puso de pie y entró en el baño, Susana bajó su falda colocando sus nalgas sobre ella estiró las piernas y cubrió con su falda hasta la mitad de sus muslos, escuchó correr el agua del lavabo, supuso que él se estaría lavando el pene para no oler a sexo al llegar a casa, Félix salió del baño, se vistió y le dijo

-Es tarde Susy, no quiero que sospechen.

-Arréglate bien la camisa, no te acompaño a la puerta, en el librero está el libro que necesitas, cierra bien la puerta.

El le dió un beso en la boca y se retiró, escuchó cerrarse la puerta de entrada y se quedó recostada mirando al techo, mantenía sus piernas juntas y estiradas con un tobillo sobre del otro mientras sentía el semen que lentamente escurría de su vagina y mojaba la parte interna de sus muslos.

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