Te amo, amada mía 3
Si estás excitada y notas como los músculos de tus nalgas se te tensan y así te hacen rebotar sobre la sábana. Que mínimos botecitos das, sobre esas telas que cubre el colchón (funda del colchón y sábana). Y piensas, que tu misma te desenfundas, y te preparas. A medio camino, mientras bajas la tela de tu braga, haces un alto, respira y aprietas fuerte esa tela en los costados. En esos momentos, te sientes palpitar vivamente; y una escarchada, de gotas de tu placer, te rocía los bellos y los bordes de los labios de tu intimidad.
Es una sensación placentera, en que me dices que tienes que obrar con sigilo y desciendes con mansedumbre y me miras, a ver si me percato. Es como ponerte a prueba a ti mima, pero si me notas dormido y tienes deseos de sentirme, consideras que esos escasos 10 centímetros de tus costados, y la mínima tela que te cubre tu intimidad puedan estar asfixiándose. Prefieres estar libre, luciendo tu intimidad ofrecida; e incluso varias la posición:
--te colocas del costado izquierdo preferentemente, pues es tu postura habitual. Así estás de espaldas a mí. En esta posición te acariciaría el cuello, los hombros y la espalda y nalgas y tus pantorrillas y las plantas de los pies.
--también descansas sobre tu lado derecho, así me enfrentas de cara y puedes mirarme. Así estás encarada a mí, con tu vientre y pechos, y tu cara expuesta a ser sorprendida y a compartir momentos de intensidad. De este modo, te consideras en perfecto estado de revista (visual y táctil). Esta, es la postura que prefieres para compartirlos nuestros momentos de conversación. También, es la postura para darte unos toques con sabor a prohibición y a hurto sé deseos, con cierta intensidad y bravamente en su ejecución
--mirando boca arriba, es una postura de trazar planes y darte un placer suave, permaneciendo en una espera consentidora, pero con indicación de que estas dispuesta y deseando notar sensualidad en ti. Así, te acaricias muy tiernamente, y esperas unas caricias blandas. En esas veces, notas tus manos aplicando unos roces como de plumas, té notas flotando al viento (en los inicios, luego el ritmo va variando).
--Boca abajo, es cuando las ganas se agolpan y quieres ser tomada con una gran intensidad. Cuando estas sola, y necesitas que tu mano entre hondamente, y quieres presionar con tu propio cuerpo e impulsar en tu intimidad varios dedos; sueles empezar con un dedo, habitualmente que explora y reconoce, al que se añaden los dos dedos centrales vecinos y que separan tus labios y los despliegan o estiran (incluso otras cosas, que surgen...). En esos momentos si eres sorprendida, paras hasta que sientes la mano, mi mano acariciarte y separarte las nalgas; a veces también te doy unos azotes y en otras inicio una estimulación anal y la dilatación, hasta entrar dentro.
Tienes, un deseo de estilizarte y mostrarte en una perfecta presentación, mejorándola tanto cuanto te es posible y cambias de posturas. Y mientas tus 4 dedos juntos, se tranquilizan y te recorren en ese gesto de desvestirte, de ir a brindar una compañía que no evitar ese tacto que té autosatisface aunque sea minimamente.
Pero sé bien que en algunas ocasiones llegas a gozar del orgasmo, con esa liberación que logras en ese insistente rozarte, y al que también contribuye la fricción de la tela, que se desplaza descubriendo el escenario de tu pubis y de dos cachetitas que necesitan algo que no sea parte de ti.
Ambos sabemos que necesitas verme, sentirme cerca y poder estar pegadita a mí. También sabemos que los dos, que yo también necesito y quiero que tú mi amante amada está cerca, bien dispuesta. Es me gusta que estés con tu braguita de algodón y camisola. Pero que me siento muy satisfecho si te desvistes y manifiestas ganas de tenerme, y sentirme en ti. Mi mano si te roza y nota eso sabe que tu quieres ser amada, tomada y sentirme viajar en ti y hacerte elevar a las estrellas y encaminarte en un tobogán de sensualidades.
Y te siento como una mujer encela, libre de declarar su deseo, tan libre que también me acaricias, cuando se te hace insoportable que mi sueño no me lleve a apretarme contigo. Eso te hace sentir más nerviosa, consigues dominarte o evitarlo, pero a veces tienes hambre de sentirme y por encima de todo el deseo atrae tus manos y tus labios a mí; hasta apretarte y coger mi mano y rozar es mano paseándola con suavidad sobre distintas parte de tu piel (en ocasiones, estás tan húmeda y afiebrada que quieres que mis yemas, se percaten de ello y las rozas en tu intimidas perlada de humedad.
Si tu boca me besa, e imaginas que mi silencio puede ser consciente solo para que te esmeres más y te acuerdas de esas veces en que luego de parecer dormido me he vuelto a ti, y he empezado a besarte, a lamer tu mano y tus dedos (uno a uno y a conciencia).
Alguna vez, me has sentido ponerme encima y entrarte a darte estocadas en una u otra de tus entradas de amor y remover a ritmos diversos (lentamente a veces en toda ejecución, otras alterando rapidez y lentitud e incluso paradas) y notas como me esfuerzo en hacerte feliz y en reiniciar los envites de pasión tras estar recobrándome, en un cálido rato de revitalización y resurge mi ariete sobre ti y lo nota mientras estoy yo hablándote en voz muy bajita.
Sientes que mi boca te besa, que se desplaza por ti y recorro en esos trazados caminos por los que inquisitivamente voy y a los que transito en formas descendentes y en ascensos sinuosos. Rememoras y archivas esas caricias en que mi boca y lengua te rodeas las partes más sensibles de tu anatomía, una, dos o varias veces; y luego te acometen y aprisionan cachitos de ti, ayudadas de mis manos.
Mis ganas se rehacen, a los pocos minutos de verte nuevamente
ofrecida, y brota mi hambre de poseerte. Te siento entre mis dedos, excitados
ambos. Besas mi boca y te aprietas a mí, me lames el cuello y me das lo que
surge de tu pensar, que es justo lo que sabe que yo necesito. Así sé que tu
también me necesitas y estás preparada para volver a ser mía. Gemidos,
expresiones de nuestros deseos, roces de nuestros cuerpos y nuestras miradas se
convierte en un todo bello, que es como un cóctel de placer.
A veces, por un ligero momento te enciendes y te separas, por un momento, para
contemplarte y luego me haces sentir en mis labios tu boca, te aprietas con
desespero a mi cuerpo y lo sientes encendido y té noto como me vas lamiendo y
frotándote con todo tu cuerpo.
Estas muy mojada, en esos momentos bajas lames mis pezones y los muerdes, luego
aprietas mis costados y llegas a la altura de mi vientre, te demoras y rozas mi
obligo. Te confieso que noto tu frente y tu cabello y noto que me palpita mi
vientre, mis genitales y que se yergue mi polla. Noto como tus pezones me rozan
(primero el vientre luego, mi escroto y finalmente mis muslos). Ahí, té noto
apretarte a mí apoyándote tiernamente con tu cara, de un lado y también del
otro. Me besas ahí íntimamente en varias de las partes de mi mástil, en mis
testículos y juegas con hacer que tu lengua haga caracolillos con mi bello
púbico, demorándote tanto como te es posible.
Luego sientes que late, abres tu boca y lubricas y la hundes íntimamente y con tu cavidad bucal me haces tensarme y desearte. Me contengo tanto como puedo y tu haces otro tanto, pero tu mano o esa mano que me regalaste y que es tú mano derecha, la que está haciendo ese ruido que me suena en algo así como "chhhhass, chaaaas, chass...". Ese ruido, a es a tu sexo muy mojado y que confiesa que estás persiguiendo tu placer, pero que deseas que ésta vez coincida con la llegada del mío (cuando me sientes eyacular).
A veces no resiste, te apoyas en las manos y te pones en cunclillas y te sientas en cima, para empalarte en tu vagina y llegar al placer; pero la mayoría de las veces simplemente copulas con tu boca, demorando el momento en que yo llegue a correrme.
Yo me esfuerzo en contenerme, sé que te gusta que tarde y a veces hasta te hago retenerte y dejar de aspirarme mi verga; es solo para que te concentres en otra parte, y para que solo sientas y no pienses y así te sientas más dichosa si nuevamente intentas succionarme y te lo concedo (a veces a la primera tentativa, otras veces es a la segunda o tercera petición o sitio a mi torre carnosa)l
Ya llego y se ha hecho realidad nuestro sueño de amor. Me miras y te miro, nos sonreímos y hablamos y bromeamos. Tomamos algo de beber, refrescos o agua. Y noto el brillo de tu mirada y me siento afortunado de compartir nuestros días. Te miro, un largo rato y te sonrío, te tomo la mano y la beso, o tu te arrimas y me besas a mí... Y a veces se nos escapan algunas lágrimas, sí a mí también. Si, algunas veces salen, porque he de disimular eso si soy feliz.
Y luego, tras conversar un rato y mirarnos, finalmente cansados y contentos nos vamos aletargando, hasta dormirnos, con alguna palabra o caricia. Como prologo, nos despertamos uno y otro, y alga caricia dice que la persona que amo está a mi lado; y que estoy feliz de tenerte conmigo...
Te amo, mi amada...