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Azotes para mi aprendiz de sumisa (3)

en Dominación

Azotes, para mi aprendiz, de sumisa III

Has de sentirme, pero el sentimiento, ha de salirte de las entrañas y de cada poro de tu piel. La necesidad, de tenerme, ha de superar tu entendimiento. El conocimiento que tienes, de lo que consideras tu amor por mí, está empezando a templarte: como mujer, como sumisa, como amante y todo ello estando enamorada, de tu amo.

Aunque me quieres, me amas, no has llegado a necesitarme con desesperación, para que llene todos tus momentos. Cuando tu cuerpo, sea una unidad con tu mente, entonces tu corazón, te traerá a mi, "para compartir la cotidianeidad de pareja". En nuestro amor, cotidianidad no quiere decir monotonía, ni aburrimiento; simplemente, cada situación que vivimos y dispone, la necesidad de dar un paso más (más largo y más hondo) dentro de mí y conmigo.

De lo que me quieres, tu sabes que en ciertos momentos lloras, debido a las circunstancias, por tu misma impotencia te clavas tus uñas y te muerdes tus labios. En otros momentos, te abrazas a ti misma, pues me sientes contigo. Vives pensando en cuando estaremos juntos, de forma inseparable y no solo unos pocos días.

Al estar estos días, las ganas de tenernos, más largamente, han aumentado y nos hacemos más falta. Recuerdas, cuando el pasado miércoles, cuando nos vimos y paseamos, con las manos tomadas. Te vi, tan limpita, tan fresca y con ojos de enamorada.

Recuerdo el sudor de tus manos, entre las mías y tus sudores, fruto del nerviosismo. Tomamos algo de comer, un refrigerio y hablamos mirándonos. Yo no pude dejar de contemplar tus ojos, tus manos y tu escote. Vi, el ligero tono rosado (muy clarito), de tu sujetador (brasier) y tú me sonreías, pese a las complicaciones de última hora. Con todo, te sobrepusiste a los inconvenientes y viniste a reunirte conmigo.

Tras pasear un rato, entramos a preguntar si tenían una correa para mi reloj. Fue al tercer intento, cuando encontramos, una relojería y tú me elegiste una correa marrón, a la que tuvieron que practicarle un par de orificios más, para ajustar el cierre de la hebilla al grosos de mi muñeca.

Tu misma, con tu mano me la ajustaste, con todo el cariño del que fuiste capaz; no es solo una correa, es "la corra que tu has elegido para mí", la cual me hace tenerte presente, un poco más todavía.

Luego, te pregunté si querías venir al cuarto, de mi hotel y me comentaste que sí. Sí, me dijiste, con un matiz de tranquilidad (por que te lo haya pedido) y con cierto desespero (por lo que puede venir). Nos alegramos, nos íbamos dando algunos besos y estábamos contentos como niños y como adultos.

Fuimos por las calles adoquinadas, con las aceras formadas de losetas y también de lanchas de pizarras, bien cortadas y bien colocadas. Me venía tu olor, la imagen de tu cara. Notaba el sonido de tus tacones, y no fui consciente, de las pequeñas heridas que los zapatos hacen en tus dedos y en tus pies.

Luego, me di cuenta de ello, cuando estando ambos estirados, en la cama de mi hotel, esas pequeñas llaguitas, quedaron delante de mis ojos. Te puse un poquito de saliva, con mis yemas y te hice notar, que has de cuidarte al completo (también en tus deditos y en tus pies). Todo tu cuerpo es parte de mí, de un modo tan sentido, que me duelen, esas heriditas y los daños que te haces. Por ello, es preciso que te cuides por ti misma, y si no cuídate por mi.

Quiero, que llegues a esos extremos; sabiendo que, tras la posesión, conseguiré estar bien presente, en ti. Y, el que me sientas largamente, es algo que deseamos ambos; aun pagando el elevado precio, el de notar unas ciertas molestias.

Sí, tú eso ya te lo sabes de antemano. Como yo, yo consciente de que el tenerme, te es algo sumamente necesario (a cada momento más y más). Quieres notarme, para constatar que yo estoy llenos ganas de ti. Ese deseo lo asumes, salvo en algunas ocasiones, en que se te transforma en una pulsión, que llega a violentarte, haciendo que me llames a gritos.

Si notas mi amor en la forma en que te tomo y en como te hablo y te miro. Vivo, con hambre de ti. Te abrazo y te tomo, te acometo en la intimidad. Te sientes dominada, por encima de los niveles, a los que hasta este momento has estado habituada (al conocerme).

La primeras veces, te daré con mi mano, las segundas veces te "impactaré" con la ayuda de mis ayudas ("mi fustas") y la tercera vez, notarás las vivencias que surgen con mi correa ("twase"). El twase, bien empleado, hace su especial terapia y se te clavará bien fuerte, en tus nalgas (las tienes muy adecuadas, para ser azotadas).

Esta correa, te dejará unos surcos anchos; que son como los segmentos, de las ruedas de un carro. Las ruedas, con una corona de acero, parecen haber rodado por ti y hasta han patinado; además suenan "inconfundibles" al golpearte, hasta te parecerá que queman y notarás como mil cosas te pasan (por tu cuerpo y tu corazón).

Un buen maestro, en el uso del twase, deja el uso del mismo para adelante. Las primeras veces, te parecerá que no te hago una fuerte doma, más te tomaré con intensidad. Creo que eso ya lo sabes, tras el último encuentro. Te sentiste entregada a todo, pero solo tomé una parte de ti. Miré, durante todo el momento, a tus ojos. Me quité, mi reloj y mis pulseras. A ti, te saque tu reloj, tu collar y tus pendientes. Todo lo coloqué en su sitio y te fui desvistiendo, con tu ayuda.

Noté que tus bragas, estaban muy mojadas y con solo presionar sobre ellas empezaste a gemir. Te hice sentar en la silla, la cual era bien sólida y toda ella de madera. Tú, dudaste y te sentiste, dentro de un remolino, con vivencia del vértigo emocional. Te saque tu jersey elástico tu sujetador, abriendo el doble cierre trasero.

Tus pezones, enseguida se levantaron, y los sentí como dos chicles, entre mis labios. Te incorporaste un tanto, y me ayudaste, a que te sacara las bragas. Vi tu coñito arreglado, con algo de bello, por encima de tu puntito. La forma era como un triángulo invertido, de mucha base y poca altura. Tus labios mayores, son gruesos y suaves. Los menores los tienes finos y sensibles…

Mis dedos, empezaron a jugar, con tu intimidad. Te excite un rato, luego me desvestí y te dejé en el comedor, con los pies sobre el asiento, con tu cabeza recostada, en el respaldo de la silla. Fui a mi cuarto y me desvestí y vine con varios objetos. Hice sonar una cajita, contenía dos bolas blancas, unidas por un cordel (fino y resistente). Te las mostré, más sin gafas y excitada, casi ni las examinaste. Solamente notaste algo, que quedaba muy en segundo término, ante el placer que te daba.

Al pronto, te las hundí, dentro... de tu hendidura, en tu palpitante manantial "vaginal". Esos objetos, te entraron de forma sumamente fácil, pasando a ser tomadas por ti, en tu rosado interior. Y la tentación, creció dentro de ti; yendo, por unos caminos de sentimientos y descubrimientos gozosos.

Tenías, tu "chochito", trabajando aplicadamente; por eso lo noté, tan lubricado y acogedor, con beneplácito y alegría me las recibió (es lo que pensé para mi mismo, contemplándote feliz). Presioné, hacia adentro y las absorbiste. Te estimulé con mis dedos y empezaste a gozar. Fueron los primeros momentos, del goce.

Esos minutos de dicha, ya e te enajenaron, te alienaron y te privaron de una completa consciencia. Más dentro de ti misma y conmigo (a la vez), empezaste a aumentar tu goce. Pero, te abstrajiste de la realidad. Por eso, no notaste, el objeto peniforme, de silicona verde y con base con tope, el cual empleé para estimularte. Te sentía a punto de gozar, y la silla era algo precaria.

Tú, pensabas que yo te iba a atar, posiblemente a las patas y al respaldo, de la silla. Tenias, un poco de miedo, pero me otorgabas, mucha confianza. No llegaron las ataduras, no esta vez. Y te indiqué que te incorporases, lo hiciste. Fuimos desnudos a la habitación, al cuarto con la cama doble. Te pusiste encima y te miré, te besé y nos acariciamos.

No te abracé mucho, pero te estimule. Nos besamos, bastante. Tú, querías besos hondos y de los que se dan con lengua. Sumisa, querías vivirme, de una forma penetradora e invasora. Yo, prefiero besarte por encima, rozar tus labios, tu "zona de bigotito" (ese labio superior depilado), te acaricié la nariz y deposite mimos de labios en tus ojos y en tu frente. Jugué con tu lengua pequeñita, cuya punta, semeja el puntito de tu misma intimidad.

Y mi mano, te acarició y estimuló tu "chocho", donde se resbalaba bien, ambos notamos como te entraba sin mayores dificultades. Especialmente, porque mi ritmo y maneras, eran cuidadosos "contigo"; siempre estuve pendiente, con todos mis sentidos...

Te dejaste hacer, seguí un ritmo lento y preferí tomarte cada vez con más dedos. Finalmente me entró mi mano entera. Mis dedos largos, mi mano fina y suave se dedico a reconocer tu interior, hice un masaje vigoroso. Te empujaba y llevaba a galopar, sobre el colchón.

Te mostré mis ayudas, las fustas y apenas te di con ellas. Pero las vistes, las identificaste y quedaron gravadas en tu mente. Es importante que las conozcas y sepas que vendrán para más adelante. Quiero que sepas que con las gustas y mejor aun con el "twase", se despiertan y conmueven tus nalgas, tu espalda y el resto de ti.

Que sepas que, con las marcas que se forman, por dar cinco o seis golpes correctamente alineados, se pueden hacer mapas y pequeños dibujos geométricos; los cuales son la señal de ser "un maestro en el uso del twase").

Te tomo y empujo, con mi mano llenándote por completo. A ratos, te hace cierto dolor. En determinados momentos, te vienen un placer grande y galopas una vez tras otra. El tiempo se alarga, la sensación de resbalar y ser tomada aumenta. Y los orgasmos se siguen, se encadenan. Quiero que te sientas feliz, por eso te miro a los ojos.

Siento algo y te lo digo, pues me parece que: ¡Tú, te rejuveneces a ti misma, mientras gozas conmigo! Estás en la cima del placer, te percibo como si ahí te quedases parada y tomas mi mano, alargando a tientas la tuya y agarrándome te sientes crecer, como una parte de mí.

Por un lado, te estiraría tu cuerpo. Si, te pondría unas correas. Más, pienso que, por toro lado, para eso aun es pronto. Es que, te he de ir templando, y haciéndote subir unos sucesivos escalones. No hemos de hacer springs, ni intentar hacer cien cosas en dos días. Quiero que lo que vivas lo guardes en tu mente, haz acopio de todas estas suaves y las fuertes sensaciones.

Te sientes mujer y un calidoscopio emocional. Te notas, como estás llena, de matices y pormenores de bienestar; y sientes mucha dicha…, junto al hombre que amas. Y esto va a seguir así, hasta que los dos decidamos.

(Continuará)

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Atada a las esquinas de la cama

El poder de esos ojos, y el pañuelo

La Rionegrina, que me cuida

Anaís, una lesbiana que se admira a si misma

El mando de la ducha y el cepillo eléctrico.

Totalmente mia, de tu amo

La pulsera de compromiso

En la Telaraña de nuestras vidas

El pasajero, del tren de cercanías.

Mi alma se eleva y se junta con la tuya

Sintiendo y orando ante Ti, mi Señor

Te espero, esperanzadamente

Dos pájaros somos

Nos veo tan juntos y unidos como dos diamantes

Y yo soy contigo en el mismo aire

Tú eres esa persona

Azul y verde, el amor nos muerde

¡por estar ahí, yo junto a ti y tu junto a mi!

Las cosas no son lo mismo

Una sesión de amor, hasta nuestra pasión saciar

Tiemblo a tu lado, tiemblo dentro de ti

La tentación, por ti, me nubla la razón

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Maria: ¡la confesión, de una esclava! (3)

Maria: ¡la confesión, de una esclava! (1)

El sentimiento nos crece, el amor nos mece

Te Respiro, el aliento

No soy mía, soy parte de ti

Ligo con esposa embarazada, de mi amigo

Los azotes

Yo, en un columpio quisiera ponerte.

Quisiera sostenerte, junto a mí, en este mes...

A veces te siento, como que de mí estás tan lejos

El hallazgo de “ACRHUS”

Tumbada en tu habitación, de madrugada.

Dudas y por eso das los pasos tan despacio.

Crisanta, mi vecina embarazada

La espera tiene su recompensa de amor.

Me siento entregada

La línea dos, del metro: con dos seres amándose

La -bizarra- gamberra...

El autobús de retorno

La mulata preciosa, Virginia Suzzane

Los dos vestidos: tu piel y tus sentidos.

El día de nuestra boda, tus manos se aprietan 2

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Las dos hermanas santeras y mi arisca jefa (6)

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Conmovidos ante el mundo entero

Sonrisa preciosa

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Peluquera a domicilio, masajista ocasional.

Decidió entregarse a mí, en el partido de fútbol

Bajo por la calle, pensando en dos barquitos...

Mis fetiches son la ropa femenina y los olores

La adolescente mirona

Virtualmente te conocí y me enamoré de ti

Habitación de Amor, es la mujer embarazada

Almudena y Berta: jovencitas amantes

El encuentro deseado

Quizas, el paso es aceptar la completa sumisión

Tus palabras y tus gemidos, están en mi óidos.

Chica mala, mete tu mano dentro del tanga,, tócat

Quizas, el primer paso es venir a verme

Amalia se entrega a mi hija y dice que me desea

Musa amada, tu a mi vida iluminas

Eres esclava, de tu amor

Pasear contigo

El descubrimiento: Me gustan las Adolescentes

Alber mi esencia, en tí

Es un martirio desearte y no tenerte

El niño de cuatro dedos, el tullido y el monje

Seduzco y someto a Amalia, la amiga de mi hija

Deseo Poseerte Entera

Tu eres mi sonrisa

Tus ojos brillan cuando me hablas

Carta a un concebido, acomodado dentro de su mamá:

El Don del Bangré

Así estamos, asiéndonos de mil maneras.

Hola sonrisa

Tu siempre... de mí, tendrás mucho más .

Mi cara se gira a tí, dentro de tí me descubro

Me gusta cuando callas, y desde tu silencio te das

Notas que caminas delante de mí

Dormido en tus brazos, te quiero

Unos momentos, ante los rayos de luna

Corazón que vuelas libre

Sentimientos que se me salen

Cuando estamos solos, todo se transforma

De mí para tí, este canto ha nacido

El tiempo no existe

Jardincito mi dulce jardincito

En la sombra de la noche

Los dos

Nuevas maravillas encontradas

El azar, pone a dos seres: Uno frente al Otro

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Me entrego a ti emocionado

A tu vera, vive la primavera de mi amor...

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De continuo permaneces en mi ser

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