Impresiones contigo sumisa amada
Somos dos complementos, las dos caras de d/s y hay amistad y confianza.
Vamos conociéndonos, hechos chateado primero en un chat de irc-hispano, luego por el MSN messenger de Hotmail y nos hemos visto. Tenemos un día a día, y hablamos por el teléfono móvil. Hemos establecido una vida compartida, en la que únicamente falta que te vengas a vivir conmigo a mi casa. Pienso que tienes que dejar cosas ahí venirte conmigo. Pienso en tu voz y en algunos pequeños malentendidos y en como el amor y la sumisión han ido arraigando contigo.
Tu sumisión no es genérica es algo consustancial a estar conmigo y a lo que siente por mí. Tienes que aclarar algunas cosas, tienes aun algunas dudas, pero hasta que no des el paso siempre habrá rincones. Es como cuando hablamos y nos duchamos al mismo tiempo, pero juntos pocas veces, esas ocasiones en que tenemos suficiente tiempo y luego de estar ambos bajo el agua me dices que te sientes más alegre.
Tú esperanza crece y la gradúas del mismo modo que aumentas el volumen del agua que cae sobre mi rostro. Te veo a mi lado, bajo esta lluvia doméstica y poco a poco nos enjabonamos, nos tocamos y nos secamos separadamente pero mirándonos.
Al poco rato, estamos estirados sobre la cama y nos estamos salpicando de caricias y con palabras tiernas. Como dos niños, somos dos amantes que jugamos, nos damos besos y abrazos. A tu lado todo toma su lugar y te siento fresca y consciente de que te das y me tomas a mí. Mi piel es canela sobre tu color blanco de nata, es más oscura que la tuya. A tu lado la mía se me oscurece y tu piel blanca se te aclara más.
Siento el tacto de tus manos, tu cara y tu cuerpo y el suave roce de tus senos y tus mulos, sobre mí. En ese momento me surge una nueva erección, que se estimula según me tocas. El deseo surge en mi pene, que quiere alargar su cuello y sentirse mover en tu íntima gruta y quiere esforzarse y dejar escapar el corcho, para que sea expulsada la espumita de mi semen sobre tu vagina, entre tus labios o en tu mano.
En parte me siento como una manivela o un grifo, al que le habías cerrado el paso del agua. Lamer tu piel y sentir que me notas, hace que mis brazos y mis piernas se estiren por ti. Te miro y deseo sentir la demora en las sacudidas de mi leche.
La excitación me va tomando, pero la controlo, te digo cosas y mis dedos te dicen que te quiero, tal como van subiendo desde las muñecas por tus antebrazos, hasta tomar las corvas de los codos. Y subo más, por tus brazos, llego a tus hombros y te miro asiéndote así. Lamo tu cuello, lo beso y llego a tu cara y te beso, larga y profundamente. Siento como reaccionas y se que somos una pareja feliz, apurando el momento.
Te veo contenta y feliz como una niña que explora nuevas sensaciones, con su nuevo amor que se da el caso de que es un chico mulato. Así me cuelo en ti y quiero hacer mimos a tus senos y tu barriga. Me gustan tus labios y seños hinchados, para lamerlos y para alimentarme de todo el amor que pones en ellos para que los tome yo.
Te has confesado que al verme las primeras veces, me miraste bromeando con si surgiera algo. Y viniste a preguntarme algo inocuamente y yo vi el color verde de tus ojos y así comenzó todo. El querer verte otra vez y sentir como te ves en el espejo de mis negros ojos. Y una cosa fue el presentarnos y darnos en las mejillas el primer beso inocente. Se tocaron nuestros cuerpos y los dedos de mis manos me pedían más. Viste "en mí" el deseo de tu cuerpo. Tu vientre se te dio un vuelco. Pensaste, en el matiz salado de mi piel.
Ahora una piel junto a la otra, forman un revuelto de brazos y lenguas. El encuentro nos permite degustarnos. Es entrañable estar íntimamente contigo y acurrucarte entre mis brazos y sentir cada sílaba de tu voz, tan en corto. Te quiero conocer toda, por una cara (de frente) y por la otra (de espaldas), también por tus costados, por fuera y por dentro (en tus emociones y sentimientos, en tus impresiones agradables y en tus descontentos).
Tras el placer nos reposamos, y surge la conversación en la que me vas a contar tantas cosas. Yo te contestaré, a lo que quieras saber Más todo, entre ambos, sale natural. No es preciso preguntarnos mucho. Simplemente nos lo decimos. Me siento encajándome en ti, cada día un poco más. Te llevo dentro , muy dentro conmigo; tú me llevas a mi, soy inseparable contigo.
Analia te imagino con una bata de blanco satín y una toalla enrollada en tu cabello, recién duchada y limpia, preparadita y tan apetitosa de ver y de tomar. Eres sumamente deseable. Hace mucho deporte, por lo cual te duchas y te cambias frecuentemente de ropa. A veces también sales del baño con una toalla a la cintura "únicamente".
Me gusta tu cabello liso, estirado y sedoso. Me haces sentirme mimoso contigo y me alargo en darte placer tanto como se. Te doy unas tiernas palmaditas, en tu trasero; te lo separo y estando de espaldas conmigo te lo amaso, lo beso y me apoyo la cara mismamente ahí dándote besos. Veo sobre la superficie del mueble cercano, tus ropas y tu tanguita azul celeste y el sujetador.
Recuerdo lo que me impresiona más de tus pechos, son tus esbeltas aureolas, que se levantan como dos bellos hongos. Tus tetas son eréctil es y se sensibilizan apenas con ser tocadas y casi sin sobar, por mis yemas. Y recuerdo esas veces, de intensidad con tus aureolas y pezones, cuando algo de ti me llama a torturarlos y morderlos.
Quiero verte gozar, cuando estimulo exteriormente tu coñito, mientras observo tu cara acalorada y veo las expresiones de tus ojos. Mi mano se va quedando mojada de tu licuada intimidad. Siento el cóctel del olor de como transpiras y mis dedos se entremeten allí donde manan tus jugos, de boca y de tu conchita. Te voy a hacer llegar, al íntimo placer; lo noto en tu respiración, en tu boca, mientras te beso.
Te hago sentir una estricta educación, acostumbrándote a mi, haciéndome imprescindible en grado superior a como ya lo era ayer. Me gusta sentirte separar tus muslos. Veo como vas quedándote, mirándome con la vista algo perdida y un poco entelada y siento las expresiones de tu cara y las vocalizaciones, que el placer te otorga, relampagueando por tu sistema nervioso y tomando posesión de tu cerebro.
Un rato estas plácida y al poco rato las ganas de sentirme dentro te vuelve impaciente; entonces me aprietas hacia ti. Te tomo prolongadamente y te hago las cosas que surgen entre dos amantes. Cabalgamos y nos tomamos, varias veces, hasta que saciados nos reposamos y aquietamos todo deseo, reconfortándonos uno con el otro placidos y sentidamente