El día de nuestra boda, tus manos se aprietan II.
Resumen
En casa tu Judith tendrás ayuda y en los estudios también. Tu eres de familia de médicos Judith y quieres ser neurocirujano (eso te ocupará ocho años, que puedes compatibilizar con tener un par de hijos, pero es una decisión libre).
Mi familia, como tu sabes estamos asociados a Ramat-Gam y acudimos a la Federación de Bolsas de diamantes. Somos del negocio y negociantes en piedras preciosas i especializados en las tallas preciosas. Viajamos bastante al cono sur de África, a Rusia y por representación también con Sierra Leona y con la Republica Democrática del Congo; además de ir a los Países Bajos/Benelux (quiero que algunas veces vengas conmigo). Y contratamos a los mejores tallistas, dentro de nuestro ámbito...
Pero diamantes como tu, no halle jamás otro igual. Por ti todo lo hubiera dado, pues por un ser precioso, todo lo demás se da Judith.
------ Enfoque de la vida en común ------
Dos esposos, han de irse encontrándose con bondad, con generosidad y con ternuras. No tienen que hacer lo que les cuentan, sino tomarse el tiempo para ser ellos mismos. Y en ese momento abrimos nuestros corazones, para recibir amor y dar parte de nuestro amor a quien amamos. Eso no debe ser obviado, ni por prejuicios ni por simplemente hacer lo acostumbrado o fijado como usual.
Las cosas para ser sólidas, tienen que edificarse con cuidado y a conciencia; por eso hay que tomarse el tiempo, para hacer una firme institución marital. Y para que luego surja la sensualidad y el sexo; sin miedos y sin engaños.
La mujer se siente frágil y débil, pero tiene mucha fuerza; solo hay que darle la oportunidad de elegir el momento de librarse y atenderla, oírla y ser sincero con ella... Somos jóvenes, pero estamos dispuestos a aplazar la llegada de los hijos. Lo hemos hablado y nuestros padres también, para tener un futuro más enfocado.
Tu como mujer y novia, te has comprometido a conectar tu alma a la mía y a que juntos encontremos la satisfacción. No deleitaremos el uno en el otro, nos enseñaremos los dos. Hemos resuelto sernos dos manos que se aprietan y se dan fuerzas. La familia necesita dos pilares, los esposos; los hijos son un añadido de bendiciones y de preocupaciones también.
Nos hemos unido para el presente, para la eternidad y aunque todos han comido, nosotros de acuerdo a la tradición hemos ayunado (absteniéndonos de comer y beber); con nuestra unión se nos perdonan todos nuestros pecados, nos hemos renovado e iniciamos el camino con limpieza y claridad.
Con la melodía de la boda no removemos y limpiamos de aficiones limitadoras. Nos libramos de la compulsividad, de los hábitos negativos, dejamos apartados los resentimientos y enojos, tiramos la envidia y los miedos deben retirarse
En el cuarto, tras las palabras estuvimos juntos (libres de todo el entorno, el uno para el otro). Tras salir del cuarto, la alegría y lo que hablamos nos alegraba las caras: yo te prometí esperar y respetarte, tu me dijiste que te darás tanto como nadie se me dio (pero que aún es pronto, que aceptarás mis caricias, pero que estás nerviosa y aun tienes miedos).
Te entendí y tú me entendiste a mí, eso es básico y la consumación puede llegar el primer día o el 10, no tiene que buscarse a contra-reloj. La luna de miel no ha de terminar tras el primer mes, ni la excitación debe tener una maratón de treinta días, para luego limitar a cuidarse el uno al otro. Sí, debe haber confianza y lealtad, cotidianidad y dosis de alegría y enajenación, compulsividad y nuevos descubrimientos
Tras el mes de Luna de miel, se produce un bajón, por las obligaciones y sin grandes celebraciones; es el mes de asumirnos como socios (de presente y futuro). Pero una vida compartida, sin interrupción hace que nazca un conocimiento y de ahí surge el futuro y la sensualidad , las bases del trato de amor.
------------------------La historia--------------------------------------------------------
Continuación del relato: "El día de nuestra boda, tus manos se aprietan I".
Me levanto, te miro de cerca y giro en torno a ti, sientes mi aliento y te mueves de hombros, se te pronuncian los pechos y dejas caer tus brazos; tu misma te indicas que hacer.
En un momento, notas que me paro, el calor de mi cuerpo te revela donde estoy, con mis dedos cerca de tu piel. Sin tocarte, pero rozando la pelusilla de tu piel. Luego recorro el dibujo del tirante transversal de tu sujetador, aprieto levemente el enganche, cuelo un dedo y estiro levemente.
Bajo por uno de tus costados y notas que mis dedos semejan ser unos múltiples pinceles, que actúan como un equipo y que se expresan, en el lienzo de tus lados y tomo tus caderas, perfilan tus nalgas y se pasan en el límite de la costura de tu braga y tu carne. Por un momento, oblicuamente a ti, uno de los dedos, entra y se mueve a lo largo del elástico de tu braga...
Y aunque lo deseas, no pides que entre, pero me miras y saboreas ese mínimo contacto, y las paradas que hago; pues me detengo, y eso aun consigue ponerte más en evidencia (lo cual se nota al separar tus labios y aletear tus fosas nasales, te pasas la lengua y humedeces los labios).
Y sientes que me fijo en eso y con la mano abierta, mi palma sube flotando sobre tu piel y relieves, planeando sobre tu vientre, plexo solar y senos, sobre tus hombros. Es como si quisiera demorar lo que deseas.
Llego a tu cuello, lo recorro con dos yemas de una mano, que esos dedos se deslizan sobre tu boca y repasando la carnosidad de tus labios, que se ablanda y se secan. Te ofreces, te vas ablandando, te entregas.
Tu lengua empieza, moverse y haces que venga recorrerme los dedos, vas notan mi sabor salado. Lames la junta entre mis uñas y la carne, por toda la superficie de la letra "U", también lames la parte superior. Intentas adivinar que he tocado, mis sabores y además libritas cada dedo; para que sepa que estás receptiva.
Tras un rato decides, ponerte a morder las diferentes falanges, tanto en las articulaciones, como en las partes medias. Consigues que tus decentes se transformen en pinzas y marquen su relieve, en minúsculas entradas; son como pisadas en la arena de la playa (tus dientes son los pies, mis dedos la playa).
Precisas, que una mano u otro órgano, más alargado e incisivo, te abra tu concha. Lo deseas, lo esperas sentir que te mueva los dedos o los junte transformándolos en un apéndice "peniforme". Me miras y notas que bajo nuevamente, estás mordiéndote los labios.
Te tomo de los hombros, sigo cayendo, recorriéndote tus carnosos y flácidos brazos y me entretengo en sentir, los pliegues que hay en tus codos y el la corva que forman el antebrazo y el brazo.
Ahí estoy un rato alargando la expedición desde la muñeca hasta las axilas (por dentro y por fuera). Voy haciendo espirales retorcidas, como una escalera de caracol construida alrededor de una columna o una serpiente, en torno al tronco de un árbol...
Quiero sentiré descontrolar, en superior grado al que has imaginado; por eso me dedico a juntar y separar tus pechos, con mis manos apoyadas sobre la tela. Separo los dedos, y entre dos de ellos quedan los pezones, que sobresalen de la base inflamada de tus aureolas y pezones.
Siento como tu pecho te late, cierras los ojos y te marcas los dientes en tu labio inferior, luego te lo humedeces y realizas algo parecido en el labio de arriba, pero de forma más breve, solo como con un toque de distinción
Te gusta sentir mis dedos, quieres que toque tu piel y libre tus pechos Pero, a una indicación, pones las manos en la espalda y te coges una muñeca a la otra; de forma que tus propias manos te esposan. Te inmovilizas y quedas en posición de disposición, de libramiento y entrega a lo que haya lugar
Deseas, esperas que siga esta agonía. Quieres que el río de tus deseos, deje de ramificarse desde tus pechos y vientre, y temes que el lago de tu concha se llene y muestre demasiado pronto lo caliente que estás. Pero eso mismo te excita, saberte tan junto a quien amas
Ah mi mano te explora, basándose en la línea formada por tu columna, a ratos se apoya, entra en ese desfiladero y llega a la barrera formada por el elástico de tu braga y sigo haciéndote notar mi mano, sobre la tela.
Mi tacto se te hace presente, con dos dedos centrales de una mano en el surco de las nalgas. Y, con el dedo medio de mi otra mano rozándote los labios...
Y al poco, notas como llamo y el dedo te entra en tu cavidad bucal y la nota agradecida y presurosa a lamer. Con el dedo doy vueltas al cono de tu lengua y te la sostengo, entre tres dedos que utilizo como pinza.
Recorro tu paladar y entro bien hondamente y tras eso tu respiración se queda en vilo, suspendida. Estás frente a mí y el aire entra y sale sobre mi cara; inspiras y expiras de una forma entrecortada, pero sobre todo deseas. Y sientes ganas de que mis dedos se cuelen bajo el algodón de tu braga, aunque te la rasguen como unos cuchillos.
Empiezas a tener un deseo loco, por eso te aprietas con más fuerza tus muñecas y juntas tus piernas, los tobillos se tocan y tus rodillas se dan besos. Me acerco y exhalo mi aliento en tu cara y bajo soplando sobre tu mentón, por el cuello, por entre ambos pechos sin sacarte el sostén-.
Ahí hago un aventamiento, sobre tus pechos. Sigo la línea de tus bordes de sujetador. Luego doy empujes de aire, sobre alguno de los dibujos de esa tela. Y más tarde, paro ; pero mi rodilla derecha te da golpecitos a tus mulos, te piso los pies, separo una pierna de la otra
Me aprieto a ti, lamo tu vientre y me siento feliz. Eres una chica preciosa, estás tranquila y ofrecida. No tienes ese miedo que tanto temías y te sientes cómoda. Tu marido te entiende, y te empiezan a venir olas de una sensación agradable y cada vez más intensa.
Tu vientre se te crece, se hace necesaria una caricia más íntima. Y, la esperas y deseas; mudamente pides que no respete tus primitivos temores. Me pedirías cosas, pero temes parecer desvergonzada, si lo dices de palabra. Pero, tu mirada y tus labios entreabiertos, tus pechos erguidos y tu sexo te piden sentir cosas.
Estas endulzándote, sientes mieles que se derriten por ti. No has sentido nada parecido y estas muy feliz, expectante y empezando a notar que la desesperación de ser tomada y de poder abrazarte a mí y moverte conmigo. Te sientes como la primera vez que tomaste las prendas íntimas de mujer, aquel sujetador y bragas de fantasía. Pero, esta vez toda tú eres una caja de rosas y jazmines. Y quieres que mis manos acaricien todos tus pétalos. También quieres irme acariciando y aprender maneras de hacerme feliz.
Tu madre y tu hermana te han dicho cosas. Pero todo lo dicho, es nada comparado a lo que sientes. Te han dicho que puedes sentir una sensación agradable o algún dolor; pero que tardarás en llegar a sentir verdadero placer. Y tu, estás sintiendo mucho placer y la sensación es cada segundo mayor. Y que decir de tus miedos a un trato desconsiderado.
Sabes que por mi situación, me ocuparé de ti y que las veces que hemos salido he estado pendiente de ti, atento y simpático.
En la intimidad tenías "escondidos ciertos temores", tan preocupada estabas que apenas has dormido cinco o seis horas en estás dos últimas semanas. Pero, que felicidad y que bien comprendida te sientes. Estas probando algo exquisito, con sabores dulces y salados. Todo en una proporción imposible de imaginar.
Jamás has estado íntimamente con un hombre. Ni te han visto "completamente" desnuda, excepto en las consultas médicas y de ginecólogos. Pero ahora, desearías ser paciente y que yo te explorase sin límite. Sabes como es todo, lo referente a las relaciones y la sexualidad. Pero estas vivencias, son imposibles de describir y te llenan el alma.
Estas a punto de llorar de felicidad, por la suerte de tener un compañero que piensa en ti, y que empiezas a creer que el amor tiene peldaños que subir. Y tu quieres ascender esa escalera de ángeles ministeriales
Y las lágrimas te salen de los ojos. No creíste conocer algo así, eres feliz. Yo soy feliz, por que mujeres como tú, solo ha una entre un billón; y si me apuran, eres única "mi amor".
Ahora, tus manos se aprietan. Pero, se aprietan en torno a mí y me haces muy feliz
¡Me enamoré de ti, el primer día de verte Judith!