El día de nuestra boda, tus manos se aprietan I.
Son un matrimonio joven, una pareja heterosexual de dos chicos de dieciocho años, con sus vidas acordadas por las familias. Ambos educados con estricto rigor, con apego a la tradición y fuera de las corrientes actuales Es su día de bodas y su inicio de vida en común, su conocerse y el darse para el resto de sus días.
Hemos sido una pareja de novios, con nuestros futuros acordados desde niños. Nuestras familias se pusieron de acuerdo, los intereses comunes y la convergencia de opiniones y gustos hicieron que nuestros abuelos y luego nuestros padres acordasen unir las dos familias.
Nuestra educación hace que las relaciones prematrimoniales y el sexo explícito no esté indicado, más bien todo lo contrario (sobre todo para ti, mujer e hija de una familia muy cumplidora de preceptos). Y además, tu educación en colegios e internados exclusivos y los tutores eran rigurosos; tu familia que decirte, te dan lo que necesitas abundantemente, más no hubieran soportado saber que tenías la vida de las otras jóvenes de tu misma edad.
Tienes solo 18 años, recién cumplidos igual que yo; ha llegado el momento de nuestra unión, según el acuerdo familiar Hoy no has dormido apenas, te has arreglado y antes de vernos has hecho la oración acostumbrada, y sabes que yo oraba exactamente con las mismas palabras y en el mismo minuto que tú. Es como acordamos ambos Iniciar nuestras vidas, con una oración compartida , una vida en común y un futuro de pareja.
Tienes dudas y miedos, hay interrogantes sobre si el matrimonio será como has oído, con momentos felices y monotonía y con cosas duras. Habrá momentos de placer o será, como para otras amigas, que solo están con sus esposos; pero que no son felices y no están contentas; pero a cambio tienen más obligaciones, como esposas y la seguridad de un marido y unos hijos que van llegando
Te han ayudado tus hermanas, tu madre, tu tía y tus primas. Hoy llevas el anillo que te regalé y la diadema de la abuela. Llevas la ropa prescrita, el color es blanco y vino la amiga peluquera a casa. Te has hecho pedicura y manicura, el maquillaje es de la línea parisina, pero con productos apropiados. El banquete ha sido revisado y no han de haber inconvenientes.
Sabes que estaré y mientras te duchabas has tenido un hormigueo y una premonición de gozo. No te había pasado antes, pero has sentido mis ojos en ti, has tenido que apoyarte en la pared de baldosas y luego, sentarte en la banqueta; todo por tus nervios y ansiedad. Temiste caerte, pero aguantaste y lentamente recobraste casi toda la calma anterior; excepto una pequeña resaca emocional
En la ceremonia, las dos familias nos han visto, los miembros de la comunidad y amigos también. Hemos paseado bajo palio, dando las vueltas acostumbradas y solo hacías que apretarme la mano, entre la mía y mirarme a los ojos. Por cinco veces te he visto sonrojarte, otras tantas ocasiones te he apretado tu mano y mis ojos han sido tranquilizadores.
Hemos estado los dos en el punto de mira, se han pronunciado los nombres adecuados y las palabras justas. Hemos quedado ligados y la dote es la adecuada. Mi familia se hace cargo del convite y la reserva de hotel la anulé; el motivo es evidente, eres mi mujer y quiero que nuestra primera noche sea con sábanas nuevas y de mejor calidad. Que sepas que todo es nuevo para ti, que nadie ha estado ahí conmigo y que tú entras como señora y princesa de la casa.
Tendrás dos criadas y una doncella. Pero no vendrán hasta dentro de 10 días, será cuando haremos el viaje de Luna de Miel; no entiendo la precipitación de otros, por salir corriendo a un viaje largo, a un lugar desconocido (sin conocerse íntimamente y tener una base estable acordada por los dos nosotros si nos acordaremos y estableceremos nuestra conducta, desde el principio-).
Hemos tenido el convite y nuestro baile; luego han venido los bailes, con los invitados distinguidos y con los padres y madres. Tu hermana ha llorado, más que tú y me miraba con un cierto dolor. Tú me dijiste que le gusto, pero ella aun no ha cumplido los dieciséis y no es la primogénita. Cuantas confesiones te ha hecho, la de veces que te ha comentado que desearía estar en tu lugar. Y merece mi simpatía, por eso tuve mi segundo baile con tu madre y luego con ella (con Dina).
Le he dicho que estaba muy guapa, como si ella también fuera la novia y me ha dado un beso. De hermano o cuñado, tal vez de enamorada y feliz por ser el primer baile de los dos; tras el de apertura contigo y que tuve con tu madre. Luego bailé con la mía, y con la lista interminable de primas... y tías. Y el marco del convite fue la Bodega de mi familia, con un mosto tinto excelente y para acabar un cava también reservado especialmente en la pasada vendimia y embotellado con especial dedicación. El salón, había sido logrado a base de ir haciendo ampliaciones excavadas en la roca y acondicionadas con cuidado y gusto.
Recuerdo, que de pequeño me daban razón del futuro contrato de esponsales entre tu familia y la mía. Todo fue según la costumbre antigua y con apego a las leyes y usos habituales. ¿A ti te contaron algo parecido, verdad Judith ? Las familias tomaron el acuerdo, en el Muro de Occidente y desde allí a redactar los papeles mediaron unos cinco años, pero la palabra dada obliga, cual si fuera escrita
La temporada de las "Altas Festividades", se corresponde con el convite nupcial y si coinciden traen especial bendición. Sobre el verano, en sus finales suele ser una época adecuada y muy bendecida para celebrar los enlaces y pedidas
La celebración se llevaría acabo en el mes de la Misericordia. Y efectivamente, sobre el verano, nos llegó el momento de celebrar la ceremonia, de las Siete Bendiciones. Ambos sabemos que nos damos, uno al otro y nos tomamos para siempre y que nos pertenecemos el uno al otro... Ya desde el contrato de esponsales, sabíamos que somos dos vías que convergían, pero ahora ya más pormenorizada y completamente somos los dos raíles de la misma vía.
Tú eres una chica joven, tienes dudas y recelos. Te han contado muchas cosas y otras te las imaginas: sabes de la pesadez de llevar una casa, aunque sea con ayuda y de tener que ocuparte de supervisar los alimentos y bebidas, la ropa y el como hacer las cosas apropiadamente. Pero tienes miedos, crees que ha llegado todo muy deprisa y tu cuerpo aunque preparado y listo de tus días de impureza, ahora estás con el temor de ser maltratada
Por todo eso cuando entramos, te tomo en brazos, para traspasar el umbral y te acompaño al cuarto. Tú vas al dormitorio y te desviste y te metes dentro del edredón y de las sabanas y te quedas vestida con la ropa interior y con un fino camisón al lado, por si acaso también traes una par de toallas, pañuelos y un frasco con analgésicos y un vaso de agua.
Tus manos se aprietan, cerrándose y mueves los dedos de tus pies, así encastados los estuches de tus zapatos. Tus brazos y piernas, tu espalda y vientre están disponiéndose para escenas de sensualidad múltiple, con un lirismo de enamorada y con la demencia del deseo que nace y se te descontrola.
Hemos entrado, te has desvestido y decides por un algo indefinible que prefieres que al llegar te vea tal cual, ver como reacciono. También te tomas la molestia de ocultar las toallas, para que no sea evidente el sentimiento de que vas a ser desgarrada y penetrada. Y luego, tras hacer esas variadas cosas, oyes mis pasos y te levantas y te quedas de pie, con los brazos cruzados y estás nerviosa; deseas saber lo que vendrá, pero disfrutas cada segundo de espera, revisas todos los antecedentes de los proyectos y del como será está primera vez...
Te has depilado externa e íntimamente, has elegido el conjunto de ropa "intimísimo" y estas esperando, ves que vengo con una silla del comedor. Y te crees completamente observada, hasta en tus íntimas emociones. Tienes ganas de que suceda algo, pero a la vez lo temes y notas que te empieza a inquietar... mi silencio. Me ves llegar, luego coloco la silla y me aflojo el lazo de la pajarita, me desabotono la camisa y me quedo sentado. No hablo, y tú estás pendiente sin saber que hacer.
Estiró uno de mis pies y alcanzo las zapatillas, empujo los zapatos bajo la cama, con un puntapié de zapatilla y te quedas dudando. Indecisa no sabes que es esto, es diferente a lo que te han dicho. Estás fuera del guión de lo probable y de lo esperado. Hasta que mi mano y mirada, te dicen que vengas y te sientes encima.
Eso es un algo, pero distinto. Dudas, pero lo haces y te quedas ahí esperando, desesperándote por no ser tocada Nos miramos y pones tus antebrazos sobre mis hombros y tus manos acarician mis cervicales y la cabeza. Tus dedos, son aventureros y juegan entre mi cabello. Y notas mis manos en tus caderas y subiendo por tu espalda. Así estamos un largo rato abrazados, tú decides apoyarte sobre mi cara.
Tus pechos están sobre mi cara y notas como respiro en ellos, como acaricio tu espalda. Mis manos llegan desde las raíces del pelo de tu cabeza, bajando por toda la columna, subo tu espalda, sobre tus riñones y costillas. Y no te sientes invadida, sino cuidada y querida. Estás bien, sin miedo y sabes que mi mano en un momento y otro hará algo más íntimo. Y lo hacen, bajan y tú haces lo mismo con tus manos imitándome. Llego a la tela de tu braga y tu te paras en la cintura, es íntimo (esperas que te las baje o te diga que te levantes y ). Pero mis manos se dedican a acariciarte las nalgas y besarte el cuello, la cara y los hombros. Y solo luego, tras un rato así, una de mis manos entra de lado bajo la braga, te acaricia las nalgas. La otra mano te acaricia la espalda. Luego nos quedamos parados, espera y actas lo que venga pero estás muy bien así. Si yo entendiera eso, y sientes que te digo:
--Neftalí: has sido muy dulce, me haces muy feliz. Ahora, me gustará que te vistas y cenemos algo ligero y veamos la tele; es nuestra primera vez así, sentados y no quiero que llegue algo que te haga daño. Y si somos cuidadosos, todo irá mejor; estás conmigo y me haces muy feliz así sentado. Estate tan quieta o muévete si quieres, luego levántate; puedes hacer lo que quieras Te mueves y me abrazas, me besas la cabeza y te aprietas a mi; te rozas un poco y respiras rápido. Luego te tranquilizas, y sigues... tranquilizándote y sintiéndote mejor, más a gusto cada vez...
Me acaricias y dices:
--Judith: gracias, por entender y tener paciencia. Es que todavía es pronto, para más Pero, me gusta estar así; y lo que dices, también me hace sentir mejor. Ten un poco de paciencia, se lo que me corresponde
--Neftalí: Si, pero quiero que sepas lo que quieres, y que quieras quererme.
--- [Pas un rato largo, no se que duración darle . Y te levantas y me levanto, nos vestimos mirándonos. Tú te pones unos tejanos y una camisa, y una bata ligera encima. Yo me pongo un pantalón de pana, un jersey y mi bata. Nos hemos visto casi desvestidos y nos hemos vestido mirándonos; y el derecho se insinúa entre nosotros].
Te precedo en salir, voy a la cocina y tomo una coca-cola, entro a la salita para quedar ahí esperándote -mientras me pongo a ver la televisión-. Estas más segura de todo, nerviosa, pero mucho mejor que si todo hubiera sido precipitado. Desde la sala, bajo el volumen del TV y te oigo trastear, al buscar y utilizar cosas para preparar algo.
Apareces, pronto con una bandeja y pan con tomate y aceite, unas lonchas de queso de oveja (rebanado y loncheteado), un poco de vino y un poco de miel y pan blanco leudado
Tras eso cenamos y luego entre los dos ordenamos las cosas. Esta noche, quiero ser tu compañero en todo. En las pequeñas y en las grandes cosas, aunque luego cada uno utilizamos un aseo (pues en la casa hay dos). Te pido que me esperes en la cocina si acabas antes, o te esperaré yo. Me esperas y allí nos abrazamos, nos damos unos besos y vamos al cuarto tomados de la mano. Entramos, nos desvestimos, tu sentada en la cama y yo apoyándome en la silla, muy pendientes del otro y de cada parte de uno mismo (según van siendo desvestida).
En la cama hablamos, nos contamos cosas, abrazados y apagadas las luces. Nos acariciamos un poco como dos niños, todo limpio y libremente. Te acaricio sobre tu camisón, por detrás y por delante. Y te digo:
--Neptalí: ¡Te deseo tanto y te quiero hacer tan feliz que esta noche, la primera será tranquila!
Todo, es tan suave y noto que relajas, estás receptiva Y mientras te acaricio los muslos, te hablo y te digo cosas dulces, son los inicios de la intimidad de los dos. Te acaricio tu vientre y tu mano me toca con cariño, sin ir a zonas principales. Pero estoy a gusto contigo y me hace feliz toda caricia que des por propia iniciativa...
Y así nos dormimos, y nos despertamos varias veces; a veces el desvelarnos es a la par y otras cada uno. Estamos con ganas de tomarnos y a la vez saboreando la tranquilidad de simplemente tener una noche de cama, sin más que acostumbrar un cuerpo al otro. Rozo el colchón y llego hasta el borde redondeado y tú haces lo propio o parecido por tu lado.
Una de tus piernas entra entre las mía, y te quedas así. Estas húmeda y no hemos hecho nada. Pero, tu Judith estás muy feliz, sorprendida por tener un marido que no te acucia y que deja que tus ganas vayan naciendo y deseando más intimidad
(Continuará ---- >)
Kharlo