Eres mi cocktail de amor
Tienes que andar por casa, con tu bata puesta y debajo solo tu ropa interior. En verano, irás exclusivamente en biquinis de dos piezas. Los días que hace buen tiempo, dentro de casa utilizarás el vestuario de verano. Tus pies únicamente llevarán unas chanclitas o zapatillas de piel (también forradas por dentro). Opcionalmente puedes llevar tanga, o bragas modernas (no ropas de monja, ni puritana).
En todo momento, tus prendas han de estar limpias. Caso de que realice una inspección y las note manchadas, serás azotada (el mínimo son 30 azotes) sin bragas. Tú te pondrás, como ya ha ocurrido sobre mis rodillas, te bajaras la prenda de abajo, una vez recostada sobre mis muslos. Y luego, te balancearás, para desabrochar tu sujetador y dejar libres las tetas. Otras veces, simplemente te sacaras tus senos y la tela del sujetador (brasier) quedará debajo, apretándote y sujetándote ahí; eso ejerce cierto rozamiento y te hace sentir una secundaría corrección.
No debes de hablar... a penas, pides y contestas. Dices lo que hay, y cuando eres buena y cumples con tus tareas, tendremos un rato para hablar. No has de cruzar tus piernas, ni juntarlas, ni poner una sobre la otra (eso te lo tengo prohibido, como tu sabes).
Me gusta sentir el efecto de la luz y de las sombras sobre tu cuerpo. Al ducharte, has de dejar la puerta abierta, y las mamparas de la ducha descorridas. No debes de poner el agua ni caliente, ni fuerte. Tienes como imposible el masturbarte manualmente o con objetos, tampoco puedes hacer que la ducha te provoque el orgasmo. Yo, soy el único que decide cuando debes tener placer y cuanto durará este.
Evidentemente, solo gozarás después de pasar tus reglas, y tendrás un período de carencia de 8 días. Con ello aumentan tus ganas y el placer, te vendrá más intensa y avasalladoramente. Pero, no tengo porque darte placer a los 8 días, ni a los quince. Debes portarte bien, pues no tienes derechos y yo, solo te daré placer y caricias si te portas bien. Más soy cariñoso hablando y tú te sientes a gusto con mi trato serio.
Antes, todo te era demasiado fácil, aburrido y tu vida estaba llena de monotonía. Tu marido, tu madre, tus hermanos y tus hijos eran demasiado rutinarios. Ahora, conmigo tienes emoción y puedes dedicarte a mí, por completo. Por cierto, que como tu sabes estoy pendiente de ti a todas horas y velo por tu seguridad y bienestar. No tienes derechos al placer, pero gozas muchas más veces y más intensamente que antes.
Tus noches son a veces solo momentos de conversación, otras ocasiones son espera y acecho; confiando que entre y te tome, te toque y me quede a dormir contigo. Y otras veces, es pasión torrencial y tocamientos hasta que te vencen unos fuertes golpes de placer, que te agotan, te ahogan y te dejan sin habla, pero muy feliz y satisfecha.
Mi manera de ser, consigue hacerte cansar, de la mejor de las maneras y se acabaron tus noches de insomnio. Acabaron tus quimeras y tus pesadillas. Ahora te sientes dispuesta y quieres que mi mano toque tu cara, tu espalda y tu culito.
Tus senos, se levantan y despiertan con mis caricias y entre tus piernas, surge una dulce humedad, que facilita que mis dedos, del mismo modo que mis objetos o mi "cosita" (MI PENE), entre agradablemente dentro de ti. Mi mano, sabe darte toques en tu puntito, justo donde a ti te gusta, por fuera y lo hace salir, despertarse y darte campanilleos de felicidad. Dentro de tu rajita, tienes un segundo punto, que gusta de ser masajeado, lo froto y presiono. Tú te quedas tan quieta, tanto tiempo como puedes, pero el placer hace que empieces a abrir y cerrar tus manos. Me pides permiso y te abrazas conmigo. Gimes, te agitas y acabas dando gritos de placer (cuando te dejo, ser espontánea). Si no, muerdes tus labios o tu mano, también cierras tus dientes sobre la almohada o sobre las sábanas o manta (y alguna vez, dejo que muerdas mi mano o mi brazo).
Tu cuerpo, tus miembros y tus sentidos son la pantalla, sobre la que me proyecto yo. Mis acciones se dedican a despertar uno a uno tus sentidos. Abarco todas las zonas de tu cuerpo, si no en el mismo día, a lo largo de un tiempo. Te has dado cuenta de que te deseo por entero y que por ello debes mostrarte por completo, cuando te lo requiero. Pero, ir siempre desnuda sería demasiado evidente.
Por eso llevas algo de ropa y por eso cuando te lo requiero entras a un aseo o probador y te sacas tu braga y/o el sujetador. No por nada, solo por cumplir mí deseo. Y constato, juntamente contigo. Que tras cumplir esas tareas tus pezones se levantan y tu intimidad está mas sensible, tu puntito está empezando a intuir que puede ser acariciado y tu corazón te late fuerte (yendo conmigo, todo puede ocurrir).
Por eso a veces pongo mi mano en un asiento y tú te sientas conscientemente encima. Mis dedos se pueden mover por separado o juntos, pero son efectivos, manipulándote íntimamente. Y no me importa darte besos; los cuales tú recibes con deleite, saboreándome en ese momento y lugar tan largamente como te es posible (y como yo te concedo).
Al pasar mis manos por ti, siento amor y vivo que estoy haciendo "arte". Tú eres bella, te deseo y te siento conmigo. Te tomaría más veces, más intensa y frecuentemente; pero debo de espaciar el placer que te administro, del mismo modo que se dan "pautadas" las tomas de un medicamento. Yo te medico de placer, con deseo y sensualidad y con amor; ese es el cocktail que te ofrezco y del que ambos tomamos.
Hay días en que te aconsejo, ponerte sudaderas e ir sin ropa interior (para que no te deje marcas). Quiero tenerte con la piel armoniosa y sin rozamientos. Son días de suavidad y ternuras, más allá de las que se le dan a una bebita. Te trato con cuidado y siento que han de estar en consonancia tus tres centros de decisiones (tu mente, tu decisión y tu nidito de amor). Siento, que conmigo te consideras deseada por entero, no solo como antes que apenas eras culo, coño y tetas (que reducción de las posibilidades de amorosas, el pensar solo en esas "específicas" zonas).
Me gusta que practiques gimnasia en el "gimnasio" y que corras todas las mañanas. Has de sudar, ponerte en forma y eliminar toxinas. Me gusta que tengas tu vientre plano y que tus músculos se desarrollen armónicamente. Pero, el ducharte y cambiarte has de hacerlo en casa. No has de dejar que nadie vea tu cuerpo, que me pertenece a mí y tú me has dado todos los derechos (como tu bien sabes, sumisa).
Por otro lado, me gusta que duermas con pijamas y camisolas de telas suaves, que enerven tu cuerpo y que te envuelvan en mimos. Has de sentirte flotar y resbalar dentro de tus ropas. A mi lado, has de sentirte oferente y contenta. No siempre dormimos en la misma cama; pero cuando dormimos, mis manos quieren notar suavidad en tu piel, también en las ropas que utilizas (no me gustan los tejidos bastos e irritantes, ni para ti ni para mi tampoco como tu conoces-).
Conmigo te sientes feliz y distinta a como eras en tu vida anterior. Conmigo eres como una modelo, siempre dispuesta y desfilando por la pasarela de nuestra común existencia. Antes de que llegue te preparas, mientras estamos juntos vives nuestra compartida felicidad y tras el encuentro me recuerdas y memorizas (en tu mente y en tu mismo cuerpo, sonriéndote y volviéndome a sentir contigo).
Vas frecuentemente al peluquero, y aunque eres algo ancha de caderas te ves bien. Tu simpatía es algo que irradias estando conmigo, también la repartes por donde vas. Se nota que eres feliz y tu sabes que la receta que consigue esos efectos se basa en irte uniendo más a mí, dándote un poco más y entregando tus pensamientos, tus acciones y tus deseos. Tu eres como una bandeja y alguien que se hace a si misma, según ambos vamos acordando. Y yo hago el amor contigo, no solo penetrándote, ni solo tocándote o diciéndote cosas animadas. Todo, es sensualidad y forma parte de nosotros. En la sensualidad nos montamos y cabalgamos como potros, llegando a las altas cotas des placer compartido.
A veces vistes formalmente, otras ocasiones de forma deportiva o exótica (cuando vas de calle). Pero siempre, se nos nota diferentes al entorno, cada cual pendiente del otro y eso en cualquier ambiente.
Yendo vestida, piensas en mí y cuando entramos en casa, quieres que sea una de esas veces, cuando me sientes "caliente" y cuando la impulsividad me lleva a arrancarte tus vestidos y tomarte con fiereza. Beso tus labios, acaricio tus pechos, tu cuello, y eludo el puntito entre tus piernas. Acaricio tus muslos, tus pies y tus manos. Y masajeo tu espalda y nalgas. Te abro por atrás, estando tu boca abajo. Huelo tu piel y saboreo varias partes de ti. Te hago volverte boca arriba y te tomo, te aprieto.
Te muerdo y lamo. Te araño y te hago sentir mi deseo y luego, veo como tu "puntito" está bien predispuesto y como tu humedad crece y hace un hilillo. Te esparzo esa humedad, por los bordes y en las entradas. Tu boca se ofrece, y le doy besos suaves y mi lengua te posee. Y acaricio, con una de mis yemas tu puntito más sensible, saco humedad de ti y la esparzo por el. Vienen tus calambres de places, y te tensas largamente disfrutando el momento y poco a poco te aflojas.
Y siente s como mi herramienta, se levanta como por una acción de polea y como el nivel de deseo crece en mí. Y sientes ganas de que entre, te traspase y me quede dentro, quieto, un buen rato. Luego, puedo moverme o no, pero tú me notarás dentro. Gozarás nuevamente conmigo, mirándome a los ojos (entregados y satisfechos).
Sientes que empujo, con mi "herramienta" y paso por tu desfiladero de amoroso y rozo con la cabeza de esa "garrocha" en tu hendidura, en el fondo y en tu capuchón. Me puedo quedar quieto un momento y froto la cabeza de mi "herramienta sexual" sobre tu puntito. Soy insistente y me concentro en acometerte, darte gusto, saturarte de placer.
El cuarto es testigo de nuestros olores, de nuestros gemidos y nos sentimos inmersos en un horno de pasiones, prendidos uno del otro