Una noche entre sábanas
Hemos de pasar toda la noche sin descansar. En la excitación y en la intimidad sexual. Entonces pues, estaremos los dos, entre las olas de placer. La fuerza del goce, nos impulsaran hasta irnos dejando agotados.
Pero yo siempre te hablo, verbalmente y también con el lenguaje mímico, de mis manos; las cuales son suaves y se dedican generosas, a darte miles de caricias. Contigo todo es sentido, sensual y gratificante.
A veces, te colocas de uno u otro lado, y otras veces, te sitúas boca abajo o boca arriba. Noto, como te mueves y además vas estirándote. Si, estamos a semi oscuras; y de esa forma me palpas. Si entra algo de luz, tus ojos se acomodan a esa "poca" claridad y me miras.
Nos abrazamos y mis manos tocan tus nalgas, y sienten la animalidad del deseo. No me sació en mi curiosidad y deseos por separar tus muslos y levantarte tus brazos. Quiero atar tus muñecas, y sujetarlas a una pata de la cama. Has de estar del todo dócil. Tus piernas se te abren, esperándome y mueves sobre el colchón tu espalda y tu culito.
Con mis caricias, con mis mordiscos, con mis correcciones (por los golpes de mis ayudas, mediante golpes de fusta) acciono tus resortes más íntimos y tus senos, creen y noto la redondez de tus aureolas, sobre las cuales se presentan tus puntiagudos y duros pezones.
Inmovilizada, más ansiosa, te esfuerzas... por acercarte más a mí. Te frotas, con aquellas partes de tu cuerpo, que están en contacto conmigo. Tu hendidura (tu vagina está presta) estás depilada, por completo. Y el deseo de mi, lo sientes muy fuerte. Se encuentras nuestros labios y nos besamos.
Todo cabe, entre nosotros. Tenemos suficiente imaginación y rebosamos ternura. Esta noche, no te dejaré dormir ni siquiera 2 horas seguidas. Me sientes frotándome contigo. Me he sacado mi calzón (slip) y sientes mi herramienta como si fuera un mango de madera o una carnoso mano de mortero. Si empiezas a desear que machaque, dentro de ti.
Tus piernas se abren y se cierran. Tú, pareces tener las extremidades, hechas de bambú, siendo tan alargadas y flexibles. Más tu piel la siento como si fuera de seda y te huelo, me pareces ser de azahar y naranjos.
Uso, una latita de crema de manos; y dispongo de un tubo de gel, de lubricante íntimo. Tus ganas con mis acciones, cada poco se despiertan. Te pongo crema en tus pechos, por toda su superficies, más especialmente en las aureolas y en los pezones. Esparzo crema en tu vientre, junto a tu ombliguito y por tu pubis depilado. Te siento mujer adulta y niña.
Te giras, y te unto y masajeo tus nalgas, incluido el rosetón de tu culito. Me entretengo un rato pasando mis dedos, entre tu ano y tu hendidura vulvar. Y Siento que empiezas a inquietarte y a desearme. Estas presta y conforme, para recibirme dentro y por eso te acercas más; siento que estás impaciente.
Mis manos, te tumban baca abajo, estando como estás atada, te abro y aprieto largamente tus nalgas. Tu piel, es sensible, suave y muy agradecida. Y tu humedad aumenta. Estas manchando la sábana, no importa tiene la protección de la funda del colchón. Y además, lo que importa es hacerte volverte loca de placer a ti. Mi mano se mueve, sin vacilar y separo tus labios, los finos y los gruesos. Te muerdes los labios y tus pies rozan dentro de la cama, con los talones.
Unto bien mis dedos, en gel lubricante y empiezo a ejercer un ritmo de estimulación vulvar, por encima sin entrar. Acaricio la base de tus pechos, con una mano y bajo por tu vientre, llego a tus caderas y acaricio la cara interna de tus muslos. Y mi otra mano, estimula tu puntito, que está erecto. Lo froto, lo toco, lo inquieto y le esparzo el gel lubricante que se deshace (que se mezcla, con tu personal lubricante vaginal).
Según te manipulo íntimamente, el flujo se empuja afuera y te baja hacia tu culito, y sigue más lejos. Pongo una mano debajo, y siento como caen esas gotas, en un hilo seguido (de babitas de tu íntima concha).
Justo entonces, hundo dos dedos, que te hacen sentir una posesión "peniforme", dentro de ti. Te hago sentir, subiendo, en la intensidad del clímax, del ascenso preorgásmico. Ya te has vuelto, tu cara hacia mí. Te giraste, según te tocaba, quedaste boca arriba y tu cuerpo se levanta y me sientes dentro. Rozo tu otro puntito, dentro de tu vagina, lo froto un buen rato. La acción de acariciar tu puntito interno (con dos dedos) y tu puntito eréctil con mi pulgar te lleva a un placer casi animal.
Te acercas hacia mí, te entiendo y nos besamos. Estiras con tus muñecas y marcas las cuerdas en tus carnes. Quieres sentir eso y muerdo tus labios, con mis dientes. Y te los lamo, sintiendo tu respiración en mi cara. Tomas un creciente ritmo y me pongo dentro de ti. Noto, tus paredes vaginales, apretándome. Tus piernas, me rodean fieramente. Me haces presa, de ti. Y, me estimulas: tanto con tus gemidos, con tus ganas de mi, como con tu piernas y pubis, que sacudiéndose y golpeándose conmigo. Y me vierto dentro de ti, regándote. Me quedo ahí, un rato.
Mas tarde, me resbalo a un lado. Suelto tus muñecas, y nos levantamos, para asearnos (limpiarnos de fluidos y pringues). Yo te limpio a ti, caballerosamente y tu como mi dama me aseas a mi, me das besos y me haces sentir querido. Nos metemos en la cama y abrazados, nos dormimos en brazos de quien amamos Felices, y confiados de tener un amor, para toda la vida.