El cafecito no me gusta solo 2
Continuación del "cafecito no me gusta solo 1". Tras haber de retornar a Europa (Septiembre de 2003), nuevamente el trabajo me trae a mi México querido, a la tierra de Zapata y de Paquita (la sensual secretaria de Don Alonzo).
Paquita se ha casado y tiene dos niños, tiene una cuidadora y ella sigue trabajando. Físicamente se ha mejorado, sus senos se han abultado y ahora es una madre lactante. Ella, ha tenido dos partos muy seguros. Tal vez ya estaba embarazada, por eso tubo más sexo explícito conmigo. Fue mi amante, entregada
Paquita, sigues vistiendo con trajes de sastre y blusitas semitransparente, que dejan entrever la forma y los límites de tus sujetadores. Continuas con tu cargo de secretaria ejecutiva del Sr. Alonzo, el poderoso Director General, de Lips Pheng As & Psea Limited).
Yo me he promocionado, en mi empresa aseguradora, que repetidamente sale en los anuncios de la tele. Nuevamente vengo pasaje y el hotel, y una cuenta abierta para dietas y para ultimar unas gestiones, una Joint venture, con tu empresa (es confidencial, paso pagina OK). La persona de referencia, en este encuentro eres tú, en quien delega tantas cosas tu jefe Paquita.
A las 8 de la mañana, nuevamente te siento inquieta, algo triste, tensa y ojerosa. Te has casado, tienes un niño, Fabricio y una niña Rosalía.
Alguien nos iba a presentar, pero a la vez le decimos, que nos conocemos de antes, de otra vez, nos sonreíamos francamente. Realmente, te conozco más a ti que al Sr. Alonzo, DG. de Lips. Esta vez, sabes que me quedaré unos 15 días. Estás nerviosa ¿Verdad? Recuerdas lo que ocurrió y también lo recuerdo yo.
K- Llámeme Kharlo, sin formalismos yo te llamaré Paquita.
P- Claro, Kharlo.
Me sonríes, y nos damos la mano. La simpatía es mutua, y se agradece tener una persona bien dispuesta, competente en lo profesional, y de hablar dulce.
K- Recuerdo los horarios y las costumbres de aquí, vengo pronto y así evito las retenciones, atascos de tráfico. Cosa parecida haces tú, aun vives fuera.
P- Si, aunque en otro lugar. Pero si, también vengo pronto y prefiero anticiparme. Quiero tomar un café antes de empezar. Y si lo tomo relajadamente, con buena compañía: ¡Mejo que mejor!
K- No me gusta tomar el cafecito solo, desayuno corrientemente una pieza de pasta y te quiero invitar.
P- De acuerdo, si Como la otra vez
Sabe que me agrada, y la miro y ella se inquieta, me sonríe, el carmín de sus labios me llama a un hondo y mórbido beso. Quiero lamerlo y morderlo y sorberte toda, pero esto solo lo pienso, aunque tú lo entiendes
(Recuerdas nuestro pasado, te hayas o no casado, fue muy intenso lo nuestro (pienso esto, y se que la huella de mí, está en ti). Se que has dormido poco, mi retorno ha provocado el resurgir del hervir aquellos momentos
P- De acuerdo,... (Me contestas). Me lo dices con tu voz, y más me haces saber con la mirada. Repaso tu cuerpo, embutido dentro de tu traje ceñido y mejor lo veo al sacarte la chaqueta.
Tu blusa siento entre mis yemas, sin tocarla- y me agaché, igual que hacía aquella otra vez. Y tú, juntas tus rodillas y al momento como entonces, separas tus piernas. Noto tu excitación y veo el color de tu lindo tanga.
Tus piernas siguen luciendo muy bien torneadas, largas y subidas a la tarima de tus zapatos, de tacón alto y puntera; se te ve perfecta y conjuntada. Eres una hembra felina, empiezas a sentirte otra vez cómoda y, me sonríes cómplice de cuitas y de esta visual exhibición tuya y visualización mía.
Noto que tu cuerpo se te entibia, se te suben y redondean los senos y los pezones. Te encuentras más suelta. Notas a mi mano, en la mesa y la tuya se me acerca. Veo tus labios presionarse uno al otro.
Abres tus labios y me enseñas tus bellos y blancos dientes y una sonrisa espontánea. Surge el morbo, y acaricias con tus dedos los míos, en la cafetería a la que nos llevó el ascensor.
Mis pies notan, que te has descalzado y con tus dedos, cubiertos por una fina media me acaricias mis pies con morbo. Lames tus labios y yo lamo los míos. Y s me miras con hispas en tu mirada. Aumenta nuestra complicidad y nos tomamos los cafés y, los tomamos pensando en estar solos... Y en tomarnos, el uno del otro. Todo ha resurgido y se acelera.
Rozo el borde de mi tacita, pensando en tu boquita y en tu coñito, humedecido ya. Estás sonrojándote y prosigues tus táctiles caricias, con tus pies. Te aprieto uno, lo sostengo entre los míos, así sujetado te lo aprieto y lo acaricio.
Me miras y, hablamos, y tu respiración se te, tus pezones se te van parando e incorporándote a mirar hacia el techo (eso es lo que siento, de su levantamiento).
Tu voz se te va alterando. En cuanto acabamos, abonas la consumición de ambos, pues te me has anticipado, y además llevo moneda de mi país. Pagar con tarjeta o euros no sería del todo habitual me dices. Lo acepto, y entramos en el ascensor.
Me coloco a tu lado, penes las espaldas, sobre la pared del ascensor y alargo mi mano por tu espalda, llego a rozarte las nalgas. Me miras a los ojos, y sigues bajando tu mirad y te percatas de mi paquete. Te sigue gustando, verme excitado y lames el interior de tu boca.
Tus pechos, de madre, que aun da lechecita a tu nena están sensibles. Y diría, que estás muy caliente y salida. Con tu vagina expectante, empiezas a desear sentir una de aquellas pasadas cogidas, con el morbo de la clandestinidad.
Si así bajamos, entramos como entonces en un lavabo y te subes la falda. La chaqueta, no te la has colocado y la pones en el lavamanos. Y te desabotono la blusa, te subo el sujetador, rozándote y con mi mano acaricio tu vientre y por dentro de tú tanga.
Me siento, con mi mano navegando en tu cuerpo. Te bajas la tanga, o esa era tu primera intención. Pero te indico que la coloques de lado. Me acerco y lamo tus tetas.
Me Sacas la chaqueta y la colocas encima de la tuya. Me desabotonas la camisa (esta vez voy sin corbata). Y notas mis dedos, perforando, hurgando y presionando tu rugosidad interior.
Me empapas la mano y notro tus variadas rugosidades interiores. Me concentro, en la protuberancia interior de tu vagina y te sobresaltas. Gozas, atropellada y me muerdes la mano con la que te apretaba a la pared y te rozaba la cara y cuello...
Alargas tu mano, me desabotonas y libras la hebilla de mi cinturón, bajas mi bóxer y tomas mi pene. Quieres sentirme fuerte, y me dices "cógeme", y dame bien fuerte, quiero sentir (me dices) tus golpes de "polla".
Te doy con ganas usando mi polla: tal como a la campana le da el badajo. Sacudo, me sacudo dentro, siento que quieres que siga sacudiéndome contigo a mi aferrada... y vibras así caliente y salida como perrita.
De tus pezones, salen golpes de leche, según te mamo. Tu nena tiene "solo" siete meses (eso me lo confirmas luego), es pequeña y aun le das de mamar. Rosalía su nena, ya prefiere el biberón: que le es más cómodo y no le hace trabajar tanto, ni la ahoga cuando vienen los golpes de tu abundante leche.