Me rasuro, para ir como una puta y golfa
Recuerdo como me haces ir a ti, es esa una agradable sensación, la de disponerme para"ser una sumisa más tuya". Y es que yo, quiero ser del modo como tu quieres que sea, pero deseo serlo todo para ti mi amor y mi amo. Eso es esencial, especialmente importante ahora me reafirmo más convencidamente, en cumplir mi parte del pacto que te hice "mi amo".
Voy hacia el baño, y miro las losas de cerámica, de suelo y paredes. Todas ellas están tan simétricamente ordenadamente, todas ellas perfectamente dispuestas; yo quiero estar, perfecta para ti amo. Quisiera ser, como una de esas losas, cortada por tu mano y delineada por tus dedos, siguiendo las líneas de tus deseos.
Me siento, marcada, con trazos verticales y horizontales; son huellas como de azotes. Esa es la imagen, el deseo que distingo y que siento reflejarse en cada paso que doy, y en el calidoscopio de losetas de cerámica de las paredes y del suelo. Visualizo el ángulo de la pared, que se pronuncia ofensivo y que revela una doble esquina en el lado derecho del cuarto. Me noto nerviosa, y me siento cortada, en mi pubis por ese saliente que me golpea a la vista.
Estoy ante el espejo, con poca ropa: de momento únicamente llevo mis bragas, y mi piel. Me acerco, y me miro en el espejo, veo mi cabello liso, con las puntas vueltas hacia arriba y mi propia mirada, refleja lo que he ido aprendiendo, de mi misma contigo. A la izquierda del lavamanos, está el maletín de mi neceser, de él he sacado la brocha, y el pote metálico en el que mezclo el agua y el jabón de afeitar, la brocha y la navaja anacarada y de una hoja finamente afilada por mi misma.
Esos objetos están dentro del perímetro del lavamanos, sobre el fondo (del que he sacado el tapón). Ahí mismo, falsamente arrellanados, pero mansamente esperan que mis manos los tomen; como tantas otras veces, cuando me arreglo para ti mi amo y amante. Ahora, pongo una de mis manos bajo el chorro de agua, que ha surgido al darle paso, con una acción de mis dedos al mono-mando, que regula su salida.
El agua siempre me es grata, acaricia mis dedos, y ejerce una acción de rebote, que me despierta y permite, que luzca limpiamente mis uñas, pintadas con laca de esmalte, color negro. Por un momento las miro, luego soy consciente de mi cuerpo desnudo. Me miro, de cintura para arriba y contemplo mi cuerpo, que es tuyo. Así veo mis pechos, con los pezones ya despuntándose y noto una sensación de prepararme cuidadamente para ti, para seguir una vez más el ritual de disponerme para ti.
Al venir, miré la barra de metal, es un recordatorio de tantas otras barras, a las que tu me has sujetado tantas veces, mi amo. Esta barra está aquí por mi misma, situada encima del cuadrado de la ducha, encuadrando él espació del cerámico o recolector por donde se difumina el agua, y se eleva a una altura de 190 metros. La barra metálica queda 5 dedos, sobre el tubo de la ducha. Así surgen mis pensamientos y mis ideas de profundizar en "acentuar mi nivel de ser tu sumisa"; eso, y ya me siento con esa voluntad más excitada.
Has decidido ausentarte, justo el día anterior a mi llegada, y curioseo todos los objetos que has dejado visibles. Sé que no debo revolverte los cajones y dentro de los armarios y ni hurgar dentro de los cajones y en los bolsillos de tus ropas de vestir.
Cada vez me eres más necesario, especialmente desde que me desperté y me levanté, estoy pensando en que "yo soy la que", hoy nuevamente volverá a ser tuya... mi amo. Distingo partes de tu querida presencia y me excitó aún más sí. Ahí está tu camisa, que tú has dejado colgada del tubo de la ducha y embutida de una funda transparente, suspendida sobre una percha. Sé que me puedo duchar, pero que no debo de permitir que tu camisa se humedezca.
Mi mente rememora, tus manos poniendo cuerdas entrelazadas a mis manos y muñecas, sujetándome sobre el tubo de metal; si, precisamente ese que cuadricula y delimita, el agua que sale el aspersor que difumina la salida del agua. Sobre el estante de cerámica, veo el botecito de esmalte de uñas, abierto y con el tapón, que ejerce de pincel aplicador y una cajita redonda y metálica de crema de manos. Igualmente veo el fino chorro, del agua, caer sobre los pelos de la brocha y colmar el recipiente de jabón.
Mis pupilas me recuerdan como tu pulso alterno frió y calor a la hora de ducharnos. Me veo otra vez más, yo noto como cambio antes de estar contigo. Mi cuerpo desnudo está ante el espejo, y noto tu presencia oculta. Sueño con el tacto de tu piel y quiero que sepas que estoy íntimamente expuesta y totalmente dispuesta y deseosa de ser tomada. También me puedes tomar mismamente vestida, pero ahora mi imagen impregna tu habitación mi amo.
Mis manos, se muestran con las palmas hacia arriba, y luego giran hacia abajo; pero conservando un estado de suspensión, sobre la superficie del lavamanos, como mirando los objetos abajo depositados. Al mismo tiempo, mis ojos hacen que me fije, en sus movimientos y inicie una secuencia de acciones..., que es tan necesaria.
En mis muñecas y brazos, al igual que en mis muslos y senos, existen algunas huellas y cicatrices. Son nuestras marcas, que luzco orgullosamente. Con ellas he probado que soporto cortes y pinchazos, y los azotes, que con diversos instrumentos me haces sentir, y que tolero y hasta espero recibir; como ahora mismo, que me arreglo para ti mi señor
Sé, lo detallista que eres, mi amo. Me he dado cuenta que las uñas de mis dos dedos pulgares, están ligeramente desconchadas. Por eso, tomo el pincel y lentamente cubro la superficie de una uña y luego de la otra. Igualmente, doy algún retoque a esas puntas de lanza, en que terminan mis dedos.
Y siento el chaporroteo del agua cayendo, mientras doy una pasada del esmaltado pincel, mis nervios también esmaltan mis pensamientos, y mi cuerpo reclama sentir algo de ti. Bueno, yo toda yo soy tuya amo; paro necesito sentir algo tuyo, que tu me des, a ser posible alo nuevo, que me saque de mi embotamiento...
Cuando acabo de pintarme las manos, cierro el botecito del esmalte de uñas. Lo que no puedo cerrar, es mi húmedo coño; que ya está destilando unos primeros humores, un roció de placer, por disponerme para ti... Así, anticipo mi parte de alimento de sexo; me siento caliente y hundo mi mano bajo la braga. Estoy empapada, húmeda y uno de mis dedos entra hondo, exhalo un gemido. Me aprieto y estiro uno de mis labios dejándolo fuera un instante. El humor de mi flujo, resbala por las paredes y se me asoma... y paro, para demorar esa sensación contigo...
Esa sensación de iniciarme una... y otra vez... en el lento caminar hacia ti. Desde cada miembro mi cuerpo se reafirma lo que siento contigo. Y con cada nueva cosa que me haces sentir, una parte de mí me ata mas a ti mi amor y otra vez deseo que sea digna de merecerte.
Porque sé que me doy más y a solas me toco, para saber si estoy lo bastante bien dispuesta para que no te canses de mí. Porque te quiero más y más, sé que me estoy volviendo muy dependiente hacia ti. Sé que soy yo la que me entrego, por mi propia voluntad y con esta nueva sujeción a ti, descubro otra nueva parte de mi sentir, que antes desconocía.
Mi ser me pide ir infinitamente hacia ti, mi ser me exige que deje mi en tus manos todo mi mundo conocido, para así quedar pendiente y dispuesta a tu servicio. Soy tuya y toda yo soy para ti, y a veces, a solas temo que te busques a otras, simplemente por que sea distinta de cómo soy, o porque no soy lo suficientemente buena para vivir contigo mi amo.
Esos celos me torturan enormemente, busco y elijo conjuntos de ropa interior, pensando en mostrarme descubriéndome renovadamente y suscitando nuevos deseos, de tu parte.
Por todo mi sistema nervioso y por un impulso pasé de la
amistad a la complicidad, luego a una hermandad de entrega escalonada y dentro
de ella hay una pulsión de desenfreno. Creo que tengo una fiebre
En este espejo veo reflejos de tu mirada, dibuja los momentos de iniciar
nuestras caricias y mimos, recuerdo tan bien tu cuerpo y deseo sentirte apretado
a mí. Necesito apoyar mi cara sobre tu pecho, sobre tu corazón y su oír el ritmo
variable de tus latidos.
Y quiero distinguir nuestros cuerpos amándonos y como mis pechos se abomban y yerguen para apretarse y escribir mi deseo de ti. Quiero sentir el trote de nuestros pensamientos y verlos transformarse en acciones. Quiero notar, que vivimos juntos los momentos de nuestro encelamiento.
Sé que estás viniendo, pero siendo como eres dueño de tu persona fluyes sobre mi sentir. Me siento humedecer, noto el vacío en mi vientre y percibo claramente mis ganas de tenerte y de que me hagas tuya, amo. Quiero, tenerte más y más cada día..., cada nueva vez; hasta que llegue a ser tuya, en una sucesión in-interrumpida...
Y en este momento, tomo la brocha y la agito ligeramente sobre el recipiente, que es como un almirez que es blandamente sacudido, por un badajo de pelos. Y pienso en tu badajo, tu pene recorriendo mi húmedo coño. Me siento ser un gran coño, es decir ser como una vagina acampanada y es que estoy toda deseosa de ser removida.
Amor mío, quiero hacer una crema de placer con tu semen y mi flujo mezclado y goteando por mis muslos; goteando a las rodillas e dejando escapar gotas de lluvia de nuestra intimidad, para poder aspirar larga y profundamente su olor, pero hacerlo contigo.
Bueno, remuevo la crema de afeitar, jabonosa; la sacudo ligeramente en el aire, cual si fuera una mariposa que discurre alocadamente y empiezo a ablandar el cabello de mis axilas...
No es que sea imperativo, pues podría pasar sin afeitarme; pero quiero estar perfecta para ti. También querría quitarme esas pecas, que se muestran en la imagen de mi cuerpo, reflejada en el espejo.
Luego hago lo mismo en la otra axila, y siento que se me ponen bien duros mis pezones y las aureolas. Se me marca, fuertemente la raja de mi concha, que se entreabre. Y si pudiera describirme, me siento igual que una perra, que se lame el coño y las tetas para favorecer la entrada, intuyendo que ese deslizarse en el tobogán de la penetración va a colmarla. Deseo, que no pueda reprocharme yo misma nada. Soy muy escrupulosa conmigo; para estar lista cual una modelo de pasarela, para ser de tu entero agrado amo...
Tomo la navaja de afeitar y repaso por dos veces cada sección de mi axila. Lo hago levantando el brazo izquierdo y afeitándome con el derecho. La navaja semeja ser el estoque de una matador y una espada, de una dama samurai (sé que eran varones, pero ese es mi sentimiento en este momento). Y mientras eso hago, por que me fijo en esas dos gotas de agua que hacen bajan la espuma, y me hacen pensar en una salpicadura de la leche de tu pene; que se deshace y licua, y desciende. Con esa sola visión, siento que me deshago un poco mas entre mis piernas; por que siento, que al arreglarme para ti me estás poseyendo... amo.
Amo cuando pienso en ti, soy una puta... ansiosa de que me folles hondamente, casi sin dejarme descansar, ni dormir, ni comer... No escuches mis súplicas de que pares. Tu sigue, dándome como te parezca. Dame una sesión, de ese dulce castigo, que me deje agotada...
Sigue sin parar, quiero que así me colmes, de estas inextinguibles ganas de tenerte... dentro de mí. Y es que, no sé existir sin que me hagas tuya..., más allá de 3 o 4 días, y a lo sumo una semana... Luego, he de recibir mi ración de sexo sumisamente... y con intereses...
Otro día, os cuento como me rasuro mi concha...