La otra mujer que querrías ser
Me quieres y estás casada, y querías dejar todo eso para venirte conmigo. Quieres dejarlo todo y no obstante una parte te hace quedarte "aun ahí" y eso te desgarra por dentro. Pero cada día es un paso que te acerca a mí.
Ella es la otra mujer que tu querrías ser. Es la persona que se mueve confiada conmigo y se aprieta a mí. Ella se desvergüenza consciente y goza entregándose. Esa mujer va cardándose y tejiéndose conmigo, en su labor de sensual sexualidad.
Hace sus labores presurosamente, desde buena mañana. Me llama por el teléfono, para concretarlo todo y aclarar los detalles, para pasar juntos las tardes, de los próximos días. Se transforma, en los momentos que compartimos juntos. Vivimos entre llamaradas de amor y se quiere quemar conmigo; y yo con ella.
La otra, es la que aprieta mi mano, la que me abraza. La que se da en cada besos de su boca, y se me entrega íntimamente con loca sensibilidad. Ella , tiene tus mismos ojos y me da mucho amor cada mañana y cada atardecer. Se afana en ultimar las cosas, para acabar los imprevistos más pronto (laborales y familiares) y poder venir conmigo. Todo es poco, para que sea menor la separación.
Tu te levantas y tomas tu café, se ducha, te viste y sales de casa temprano. No vives sola, te acompaña una sombra, alguien que te recrimina e impulsivamente te acosa y sigue a todos lados. Esa sombra escruta tus miradas, siempre desconfía de todos (incluso de sus familiares). Ese ser envenena "odiosamente" tu existencia, aun.
Tú no debes demorarte, en tener cierta atención con alguien, para no incomodarlo. Tu debe de cuidar tu mirada y el tiempo que conversas con alguien, para no tener una discusión o la embestida de celos. Tú te ves, limitada
Ella, tiene siempre unos minutos más para darme. La otra correr a mí y se olvidar del resto. La otra cuando llego, siempre me espera y feliz me recibe, me abraza, nos besamos (y veo como cierra sus ojos). Y, tras ducharme, ofrece su mano y salimos. Camina conmigo contenta, con su blusa entreabierta y su faldita volada. Se viene luciendo conmigo y ve el deseo en mi mirada, siente mi mano en su cintura y en su lindo culito, que se prolonga en el tobogán de sus piernas (que tanto me gustan).
Me veo, en los ojos de la otra. Siento que yendo caminando el tanguita se le va adentrando, en su rajita, la fina tela se va empapando de su agüita. Consciente de ello, y pondré mi mano en su cintura, y con finura iré subiendo. Iré viviendo con el tacto, de la tersura de su vientrecito. Me demoraré y recalaré en su ombliguito, tan chiquitito ofrecidito. Y al regresar, no podré contenerme "impávido" a su lado. Le subiré su falda estirado arriba, y descorreré su tanga, se lo bajaré y ella se lo sacará (como debe ser).
La otra, se quitará su falda y de ese modo la dejaré desvestirme y así podrá sostener mi miembro liberado. Ella, toma mi pieza, mi miembro entre sus manos, lo acerca a su cara Y la pasión la hace dejar de lado todo (madre, hijos y marido). La sentiré golosa, notando que la va trabajando mi pene gozoso. Ella, me reparte afanosa unas caricias con su lengua ingeniosa.
Siente la otra, que mi miembro entra más y más, lo engulle y me devora. Y eso se complementa, con la intención con que mueve su mano, con la palma ahuecada. Se aleja y cuando se me acerca, su boca y nariz me hacen notar su aliento La siento, como la hembra encelada, que quiere ser calzada y penetrada, repetidas veces.
Entonces la otra, se desviste al completo. La veo encuerada, desnudita y necesitada de sentirme empujarla en su "cuquita". Se la rozo, y se la paseo, le hago un esbozo de entrada y le llega un mareo, de las ganas de ser montada.
Sin ropita, la siento completamente entregada... Aun me espero..., y es ella misma, la que tome la puntita de mi espada. Como se me aprieta y me aferra la desvergonzada. Mi miembro es lubricado, por la lubricación de su cueva tan acolchada. Entro en el blando de grutita almibarada y me muevo lento (luego casi violento, la empujo intenso y hasta el fondo).
Me la llevo, hasta una pared, para dejarla sin retirada. Veo que se le escapa la espumita por su boquita de enamorada. Le doy un rato y le saco, mi lancita de su nido. La torturo con mis caricias, me muestro cariñoso y duro.
Le doy mi lengua y exploro por su boca, que me absorbe. Nuestros cuerpos se empotran, se funde. Toma de mi sabor a carne excitada y dispuesta a superarse, su mano entre sus piernas tan descolocadas y se me abre La condenada, quiere sentirse estoqueada
Se separa un rato, y se toca ella misma. Sobre un mueble, o en el suelo estirada. Abierta se toca, se exhibe para incitarme y hacerme venir a su intima "cuquita" para sentirme dentro de ella volcarme. Me pide, si morderme, mamar de mi "tranca" y con cuidado hasta intenta el diente hincarme. Esta trastorna y desaforada de ganas de tener el máximo del placer. Por demás, noto su esfuerzo y sus labios y lengua, quieren mi "pija" estrangular, para que venga a querer vaciarme en su "chuchito".
Esta tan entregada, que la tengo a merced. Y de tal modo yo, no la penetro "por delante". La vuelvo y le entro por su culito tan interesante y ofrecidito. Rozo mis piernas y las rodillas entre las suyas. La cabalgo, de este modo, para que me recuerde así montado. Me siento sobre su monte chuleado con un pocito listo a ser perforado (entrándome en su culo).
Y me apoyo, entre sus brazos y los costados. Le doy los envites, cada vez más fuerte, más seguido y con más mala leche. Me importa un carajo, que ahora, su culo se le irrite (pero lo tiene acostumbrado, por mi a esto y más).Se la coloca ella misma, le entra bien mi mango, que en su "higuito" se ha bañado. Me empujo dentro de ella y sosteniéndome y todo, presiono en sus costados con mis muñecas.
La zarandeo y le entro bien dentro. Me vierto bien dentro, sin apenas hablarle, jadeante y convulso... Con mi miembro, siente un termómetro de amor, en su sexo incurso. Y no obstante, saco goteante mi pene danzante y punzante, colgante y la vuelvo y noto el abrazo de sus manos. Me envuelve entre ella misma y entonces así descansa dichosa, me habla y se me duerme.
En ese momento aparta de ella su hogar de mujer casada y sometida a los condicionamientos. Pero mientras nos vestimos, hablamos y nos enteramos de las novedades y hablamos de todo Te acompaño por las oscuridades de la tarde-noche, semejantes a las oscuridades de dos almas que quieren unirse y se necesitan... Ella y la otra, son las dos caras de la luna y mi luna eres tú.
Tú acudes en taxi, si no tienes el coche. Y ríes nerviosa, pues dentro de ti ella va también. Constantemente van envolviéndome mil sensaciones, como que "sin ti y sin ella" antes no podía disfrutar, ni tú conocías tampoco una felicidad parecida a la que ahora sientes conmigo.
Ella y tu sois un todo deseable, que me despierta las mayores ganas, vivir y tomaros incansablemente a las dos (a cada una por separado). Y, esta mujer un día lo dejará todo por mí... y se impondrá a la otra.
Al verte, en la plaza de Duque, noté que ejercía una atracción sobre ti. Tú, me mirabas, insistentemente. Y, el acercamiento fue claro por las parte de ella. Tu sonrisa y tus maneras eran francas, las mías también...
Esa vez vine en avión, no utilizando el tren. De ese modo apuramos todo el tiempo, cada segundo y te tomé tan larga y hondamente como fue posible. Tu deseabas sentir eso y más, pero el tiempo se hecho encima el segundo día y yo tenía que regresar.
Me piensas tantas veces, estando estirados y encuerados los dos. El tacto de mis manos y aquellas sensaciones desconocidas e inimaginables, para ella; tanto que ni siquiera fueron intuidas, las primeras ves y que las vivió a mi lado. Ahora, estás deseando saltar más alto y caer más bajo.
Quieres disponer de más días, con más horas y darte a destajo y absolutamente. Esperas que deje cicatrices en ti, con que recordarme más. Hay cicatrices físicas, y las hay en el corazón y en el alma.
Quieres sentirme rugir y volver a la calma, abrazada conmigo. Te tentaré y pondré en tus manos un billete para que vengas a mi lado. Si lo tomas llorarás, por lo que dejas, para venir aquí conmigo. Y si al billete, lo dejas en mi mano, llorarás más, enfadada contigo misma, por quedarte anclada ahí; mientras, el avión me separará de ti, trayéndome lejos, hasta otro nuevo encuentro.
Te dolerán las noches de separación y los despertares, sin hallarme a tu lado estirado y adormilado. Quieres ocuparte de atenderme, quieres que de ti tenga cuidado Para eso, debes apartar los restos de tu vida y llorar ese dolor, mientras yo te abrazo constantemente amada.