Amantes, somos amorosos amantes
Las cosas se combinan, y la alegría ilumina a dos seres, después de hacer el amor.
Debes de arreglarte de acuerdo a la costumbre actual: la peluquería da la base, el maquillaje mejora, un vestido insinúa y provoca; y los zapatos y el bolso completan, tu vello porte femenino.
Los ojos de los hombres manifiestan el deseo de tenerte y las ganas de sexo contigo, lo antes posible y "sin limitaciones". Miro a algunas mujeres, también a algunos maridos y pienso que a tenor de sus caras la mayoría tienen poco sexo en condiciones. Llega el fin de semana y llega el "polvo" del compromiso y hay que estar atentos para tener el suficiente goce.
Durante la semana, con las ocupaciones laborales y familiares. Con el trajín del día a día, es casi la excepción que haya la emoción y el sexo sentido aparezca. Es curioso que con admiración y sentimiento, con algún tiempo para conversar y manifestar la admiración que tenemos por nuestra compañera o compañero, les "mejora" grandemente su ánimo (y ellas hacen mejorar el nuestro). La sensualidad precisa de hablarse y no solo ocupar un lugar en la misma habitación o incluso en la misma cama.
A una mujer, le gusta sentir que su compañero la admira y que siente deseos en la mirada de el. La conversación puede poner sensualidad, cualquiera de los siete días de la semana. Y una caricia, un detalle y unos momentos de intimidad sensual, mejoran la convivencia "exponencialmente".
Es posible, con niños o sin niños ducharse juntos y tener caricias y mimos sin deber de reprimirlos, solo por la presencia de los hijos. Porque se reprimen más las afectividades, que los momentos de discusión con modos y contenidos airados en la conversación (a veces incluso con malos tratos)-.
Personalmente creo, que un hijo no se traumatizará porque sepa que sus padres son compañeros y tienen sensualidad con la que gozan. Si los oyen gozar, ese debe ser un momento tan natural como el resto de la convivencia familiar. Tampoco le van a poner unas sillas y decir que se pongan a contemplar la representación; pero, que oigan algo no está del todo mal (es decir está incluso bien).
Y si sienten como la polla, del padre entra y sale, por los gemidos de ella. El sentir un cierto grado de escalofrío y de admiración o celos es natural. También saben que tal o cual compañera, tiene una pinta que "da miedo" y que sale con este o el otro; o como aquel chico, de la oficina está para mojar en el, todos los deditos. Las cosas con naturalidad bien están, no deben de ser exageradas pero tampoco ocultadas.
A veces, las faltas de efusividades y de demostraciones de deseo hacen que aparezcan las ganas de tenerlo con alguien de fuera de la pareja. Incluso se crean excusas para ir a casa de uno o del otro, y dentro del propio cuarto y en la cama del matrimonio, se tiene un sexo con este o con aquella. La cama de a diario, no es solo para dormir. Eso es lo que con "un amante" nos solemos decir. Incluso las cosas más habituales, con sensualidad se tornar instrumentos de amor (eso puede ser hasta una cuchara o un tenedor).
Una mirada directa y recorriendo el cuerpo deseado y sin disimulos dice mucho, lo dice casi todo. El hombre expresa su deseo y la mujer también, no es preciso dar tantísimo rodeos para saber que se desea tener un encuentro con variados escarceos y luego sentir la penetración y algunas cosillas más.
Un cuerpo y el otro al lado, la atracción una mano acaricia a la otra y sigue por el brazo. Unos dedos que van a la cremallera de un vestido o acarician por encima. Sensualidad y caricias, delicias de la pasión durante un rato. Luego, el vestido o las ropas se quitan. Un cuerpo queda en slip o bóxer, el otro en sujetador y braguitas. Un cuerpo al otro invita y a la vez se siente llamado a tomar de la persona deseada.
Tomar la mano de él, y sus dedos lamérselos y sentir como el cuello de ella es lamido y mordido (sentir el ruido de un beso y de una caricia detrás de la orejita). Toda la sensualidad, poniendo la intención de saber hacerlo con la intensidad del "más chulo" o de "la más puta", hace que la provocación surta efecto. Los dos cuerpos se disponen, el pene se endurece y presiona levantando la telita.
La vagina de la mujer, se humedece se endurecen los pechos y se levantan los pezones. Y una mano acaricia aquí o allá, pero se acaba yendo a soltar el sujetador (con mayor o menor fortuna). Se acaricia la espalda los costados y las nalgas. Y empieza la palpitación en el vientre de ambos.
Las tetas se llevan unos sentidos besos, unos masajes de mano y unos buenos chupetones. Se sorben y maman los pezones y una mano acaricia los muslos de ella, y entra en algún momento acariciarle el coñito.
Ella acaricia a él, lo mira y recorre con sus manos, le da besos y le regala con sus gemidos. Su lengua trabaja los labios y variadas partes, de la anatomía superior de ese varón. Y luego, acaricia el vientre y los muslos de ese hombre. Le hace sentir deseado, tocado y recorrido por unos dedos cariñosos. La mano, le saca el slip, y lo quiere ver por entero y desnudo.
La braga o el tanga, acaban siendo sacadas (el apartarlos de lado, se da pero siempre es cierta incomodidad para ella). Y mientras la mano de ella empieza a sacudir la "polla", el le acaricia sus tetas y a veces hasta su cara, sus hombros y sus costados (depende de la sensibilidad). Esto puede seguir así, hasta que el o ella se bajan a respirar y tomar del coño de ella, o del pene de el.
El sexo oral, esta bien y da un ritmo y sentido de pertenencia y de posesión. Los dos se ponen a cien y surgen las ganas de sentir la penetración. La lengua moviéndose por el tallo de el, por las ingles y muslos y los labios acompañando y sorbiendo los huevos lo han puesto en la mejor "disposición".
Una vagina, lamida y manual y labialmente trabajada y masajeada con amor deja sentir su olor y su humedad dispara las ganas de penetración, y se lubrica de forma abundante. El corazón y sentimiento de los dos, arde en ganas de tenerse. El pene entra, de mano de él o con la demostración de querer empezar la cabalgata, ella sus labios aparta y se lo coloca y espera el golpe de entrada.
Con los juegos, lo habitual es que eso pase en la cama, pero puede adelantarse y suceder en el sofá o en el sillón, o ser enmarcado en la cocina o sobre la mesa del comedor. En esas circunstancias las sonoridades de los golpes y ruiditos de la mesa (de cocina o comedor) o del sillón o sofá, se mezclan con gemidos y palabras de amor. Todo se amalgama con roces y humedades, con palpitaciones en el vientre y más íntimamente (en el pene, huevos y en el coñito y ovarios).
Los olores, y los sabores varían y se juntan. Los ojos se abren y cierran. Las manos se asen y agarran todo lo que pueden. Se hacen presas sobre sus torsos, sobre el pecho y sobre las tetas. Otras veces, se acaricia la espalda, y los dedos arañan y dejan la firma del amor y de la pasión.
El sube y baja, de un cuerpo sobre el otro, uniéndose justamente en la convergencia de las piernas, ese vértice de amor, da escalofríos gozosos a ambos. También una boca, absorbiendo y moviéndose entorno a la polla como si fuera lubricando un pistón pone mucha pasión (especialmente para el mamado).
La mujer, también agradece ser sorbida y lamida, recostada en la almohada o desmadejada toda. Eso pasa si la boca y la mano, sabe ponerle la amorosa entrega que la lleva a palpitar y subir el clímax hasta descargarse en golpes de humedad y concentraciones de vagina.
Un cuerpo, agradeces ser follado y bien bollar. Nos gusta sentir también el rostro de nuestro amado, aplastándose de forma insistente con nuestro vientre y ahí hacernos quedar en suspenso, como levitando y volando y quedar sin respiración, pero gozando y gozando tanto como dure la bendita sensación.
Puede ser positivo, ser follada o follado por los dedos de ella o de él, mientras tú haces lo propio. El lugar puede ser también una habitación de hotel, o la casa de una amiga o amigo. Lo importante es estar con ella o con el sintiendo lo bello de unir estos dos destinos.
A mi personalmente, me gusta que ella diga cosas como fóllame o tómame. La mayoría de las veces dice: sigue, continúa y me viene, métemela más. Pero, la mirada dice todo y más. Y hay que mirar de no molestar con palabras que a ella en principio ofenden, pero que con cariño y si se sabe amada acaba por aceptar. Pero lo que me gusta especialmente, es sentirla llegar y verla agitada toda, subiendo y bajando en una ola, para surfear en las puntas de la cabalgada sexual.
Me gusta que llegue y que repita la dicha sexual. También llego, pues ella necesita sentirme a mi gozar, a veces a pelo a veces con el vestido de la gomita bien puestita
Me gusta derramarle mi leche, tanto fuera como dentro de su "coño" o de su "boca". Alguna vez, también en su ano, metiéndosela en el culo, sintiéndome cogido como un embudo (en las enculadas, siempre uso goma por evitar roces y pequeñas heridas- y lubricamos con alguna crema para facilitar la labor).
En las enculadas siento bajar una combinación de líquidos y sustancias, que vienen después de una buena follada (de coño) o una comida vaginal, me gusta sentir el deslizarse de sus fluidos, a veces mezclados con mi semen.
Comer el culo, lo hago menos veces, tengo que estar muy salido y estar totalmente ido por ella. Mas una mujer, también es agradecida si se siente bien comida analmente. Tras ser comida, a veces llega el turno de ser comido tú, pero debe de desearlo con ganas y estar muy caliente y aseado tu ano, para ser de su agrado (lo mismo digo de los que como, sino de que).
Una vez bien metida, la polla, en el coño o en el culo, en ocasiones me quedo dentro sin sacarla, acaba saliendo ella sola y sale llenita de la manchota de leche y de flujos. Y yo mirándote a la cara y a los ojos, acariciando tus labios o cosas así
Alguna, muy caliente ella, toma la polla con su mano y me la limpia a lametones. Igualmente me gusta dejar totalmente limpio algún coñito, adelantándome a la ducha, tomo para mi su líquido de amor. Las cosas se combinan, y la alegría ilumina a dos seres, después de hacer el amor.