Sumisamente estás.
Sumisamente estás, a las puertas de mi casa. Las dudas han desaparecido. Lloraste y los dos sabemos que, poco has dormido y con todo, te me entregas a ti misma para mí. Es lo más que puedes dar, renunciar a todo. Y compartirte desde ese instante, para lo que pueda decidir.
Vengo a las puertas de tu casa, me dijiste. Espero obtener tu gracia, quedo postrada, arrodillada sobre la alfombra de la puerta de tu entrada. Me quedo reverentemente inclinada, mirando el polvo que han dejado tus zapatos.
Mis ojos vislumbran la rendija de la entrada, me hallo a tu merced desesperada. Ten a bien venir y tomarme, déjame en tu vida y en tu casa hospedarme. Atrás queda mi pasado y mis anteriores cosas, mi separación de ti y tu ausencia me resultan insoportables losas.
Hermosas son tus maneras y tus formas de quererme, sin ti soy incapaz de sostenerme. Mi ser desea sentir que tu oradas, déjame ser tu sierva en tus moradas, en los días y en las noches, yo te precederé y atenderé; te dispondré tus ropas y tu calzado. Amo, me dices, tu desayuno con esmero te dispongo; si tú lo tienes a bien, me recalcas. Cada día mejor me preparo, para superarme en darme a mi misma, de más formas y maneras. Déjame reposar a tu lado, velando tus sueños y siendo parte de ti, aun como una alfombra o una zapatilla a las que pisas.
Déjame entrar, quedarme y permanecer contigo son mi mayores deseos. Quiero compartir tu sosiego y tus prisas, me dices. Me lo dices, con una voz tenue y muy mesurada. Te noto en completa entrega, y alzo tu barbilla y tu cara... Y sientes como delante de ti voy, me sigues y tiemblas tiritas, y te sientes feliz de tu infinita renuncia y tú entrega plena.
Expectante te asientas a mi lado, lloras y te abrazas a mí. Sientes que te acepto, sientes que tu obediencia es un precepto, postrada, arrodillada o sentada, tumbada o echada eres mi "humilde esclava". Y, el antes ya no cuenta, solo ves ante ti presente y futuro conmigo, unidos para siempre jamás.
Me amas, me necesitas, con mi suavidad y mi aspereza. Me sientes con simpleza y con cada parte de ti que silenciosamente grita que no te ignore, que prefieres el castigo a que pase de ti como si fueras solo una "mendigo". Y sientes que junto a mi, tu ser y tu mente se recrean y resurgen, la sonrisa va apareciendo a lo largo de los días, tras unas pocas semanas, renuncias a pensar en tu "anterior familia".
Sientes conmigo alborozos, gozos y placer, que no tuviste de niña, de recién casada, ni en la adolescencia apenas paladeada (por tus obligaciones familiares). Y me haces llegar tus preces, una diez y cien veces. Has abandonado tus vergüenzas y tus miedos. Y sientes que te escucho, te acaricio y te peino.
Sientes que conmigo, nuestro destino es vivir en un reino. Defenderemos nuestro mundo y nuestra manera de entender el amor. Somos tierra y flor, que reciben el viento y la lluvia. Somos sensualidad y cotidianidad de pareja de amo y esclava.
Ya no recuerdas apenas, el resto y tu ser viene a mi prestamente y dispuesta para ser tomada y para atenderme. Y sientes que nuestra relación nacida en la amistad y la comprensión es una "pasión duradera y verdadera". Y el amor crece, la pasión se mece, cuando te arrullo antes de dormirte y en los momentos que tu corazón retorna a los segundos anteriores a despertarte y de venir al mundo
Y con todo, el viento y la pasión embravecida, te sacuden repetitivamente y te hace cobrar unas cimas de placer, que desconocías y desde las cuales te reconoces más unida conmigo. A cada segundo que pasa, tu mirada y tú palabra, tu silencio y tu tacto te dicen que no tenías elección: no puedes vivir sin mí.
Sumisamente estás, "nuevamente" a las puertas de mi casa. Es un ritual, que cada seis meses realizas, confirmando tu entrega. Te desnudas, a la hora convenida y quedas así expuesta a que los vecinos puedan verte y considerar de ti lo peor o lo mejor. Las dudas se te han desaparecido, lloraste tanto la primera vez y ahora entre dudas tiemblas de frío, en esta madrugada del mes de enero de 2006.
Se, que como las otras veces, nada o muy poco has dormido. Sabes que puedo renunciar a ti, solo te tomo por seis meses cada vez. Tú, te me entregas a ti misma para mí. Es lo más que puedes dar, renunciar a todo. Y compartirte desde ese instante, para lo que pueda decidir. Y yo, nuevamente abro la puerta, y de dejo pasar, tras sentirte una criatura sin amor, como una perrita perdida. Y te dejo alzarte y pasa, casi ni me miras y desde luego que no enfrentas mis ojos.
Ves mi cuerpo y mi sombra, sientes mi mano que toma algo. Si, nuevamente acepto el pacto y te coloco el collar de cuero y las muñequeras, con anillas. Te ciño, con el cinturón de piel que te hace sentir atada a mí. Cobras seguridad con esas prendas, esos accesorios de entrega y dominación. Y Sigues mis pies, empiezas a entibiarte con el calor del hogar y apenas notas los restos de picor, de las fibras del felpudo de la alfombra (de la entrada de mi casa, que sientes como tuya).
Has notado mi presencia, y notas que entro en mi dormitorio. Me sigues, y mientras entro bajo las mantas y la sábana, cubiertas por un edredón de crema, tu te arrullas junto a mí. Te sientes feliz. Y sientes que desnuda, te vistes de mi amor. Me saque la bata y tu la colocaste, me miraste y apagaste la luz. Te tumbas, y sientes mi respiración. Murmuras palabras de amor. Y sientes mi pie acariciarte y luego mi mano. Y tras unos momentos te digo, sube y entras entre las acogedoras sábanas.
Notas mi olor, y mi cuerpo próximo y esperas a que te enlace. Y así, acariciada, como una perrita y como una niña. Pero tú, eres bastante más que eso, eres mi "esclava" sumisamente entregada y aceptada. Estas dispuesta y aceptas ser instruida y corregida, aceptas el dolor y todo por seguir conmigo, con quien amas...Renuncias a todo y sabes que lo que te doy, es sincero y querido. Y tú, me lo das todo. Te abrazas a mí y sonríes feliz, enamorada y sumisamente dichosa seis meses más.
Respiras, y las anillas de tus pezones se rozan con mi piel y se entibian, tomando de mi calor. A ratos, rozan las sábanas, y sientes que has cambiado tanto y sigues una metamorfosi, desde la vida anodina a la existencia plena y a sentirte viva y con quien amas. A veces, siento que quedamente me llamas y dices mi nombre hasta en silencio, en sueños. Tu ser viene a mí, para lo que disponga. Y deseas ser dispuesta abierta y utilizada. Y quieres ser izada por cuerdas y poleas, sientes las caricias de la cera y las agujas tan finas, que tengo para ti. Recuerdas las ayudas (fustas), los cinturones y las inmovilizaciones Siento eso, y tu misma también sientes las primeras comezones del placer Siento eso, y tu misma también lo siente. Te vienen, los primeros comezones del placer
Tienes prohibido acariciarte, tocarte a ti misma. Tampoco lo deseas, pero sientes como una íntima caricia al recordar esas cosas, estando a mi lado. Siente que mi ser en el tuyo mil veces a entrado. Y desea que discurra una miríada de formas de hacerte más de mi persona. Te sientes pendiente, del devenir del amor. Antes no imaginabas estas maneras y los largos pormenores, de los rituales del amor y del placer bdsm.
Antes de mí, no hubo antes todos tus amantes quedaron atrás. Después de conocerme, siente que fuera de mí no hay nada que venga y añada algo que puedas desear [Es nuestra canción ]
Torturas, castigos dicen algunos. Tú lo vives y los sientes con ansia y ganas. Destilas placer y empapas tu tela íntima. Y deseas que se prolongue "un poco más", el tacto de mis manos y verme junto a ti te son imprescindibles, a como de lugar.