Adolescente mirona, le gusta mirarme y viene a mi rincón de playa, me espía, se turba y se masturba.
Hacía calor a esta hora, he llegado como otras veces, tú estás extendida en la toalla y oyes música, de tu reproductor de archivos de MP3. Llevas un rato así, estabas un tanto aburrida y expectante, porque yo no estaba totalmente, sabes que me tumbo y me saco la ropa lentamente, sin prejuicios. Antes disimulabas un poco, los primeros días, pero te diste cuenta que se lo que haces, y que con descaro me exhibo ante ti desnudo.
Mi pene, durante un momento está amorcillado, recogido pero libre para que lo puedas ver; lo has mirado tantas veces y al resto de mi cuerpo, que sabes mis detalles y tu mano va a quedar bajo tu cuerpo, entra en la tela de tu mínimo tanguita bañador compulsivamente (has elegido el tanga más sugerente, de colores más llamativos y otras veces te pones ese de tela blanca, que te transparenta, tras salir del agua).
Esa necesidad que tienes de mirarme, luego surgió la gana de tocarte a ti misma: primero solo te dejabas hacerlo dentro del agua, pero si te apretabas boca abajo contra la toalla y luego te surgía otra vez ese deseo, estando ya en tu casa. Esas atropelladas locuras y los enervantes desvaríos que se te vienen a ti, en la silente y acolchada noche y que al compás del agua brotan desde bien dentro de ti, al bañarte, luego casi en cualquier sitio. Hasta que, te das cuenta que es muy fuerte lo que sientes, y te resuelves a estar tan junto como te sea posible y tantas veces, como haya a lugar.
Ahora ya, vencidos tus reparos y cada vez con menos disimulos compartes tu placer y te acaricias ante mí y cada vez más abiertamente, pero aún quieres mucho más. Estamos en un rincón tranquilo, después de caminar un rato, tienes plena libertad de estar bajo el sol, y de elegir estar como desees y ante quien sea, y deseas estar así junto a mí.
Yo, me voy untando con crema protectora, de un algo índice de protección y me toco lentamente, de esa manera que a ti tanto te gusta. Me pongo boca arriba, se te seca la boca, ves que con unas fricciones y nuevamente, como deseas: Ya está levantado y erguido señalando al cielo. Ahora te sacas también tu tanga, quieres que yo sepa que te gusta; además te resulta una molestia insoportable.
Y me deseas, cada día más; has combinado tus cosas, para poder venir a las horas en que acostumbro a venir a tomar los baños de sol. Y eso significa mucho para ti, tanto que te parece que tu novio y amigos son patanes. Ah, ves como se me alza mi mástil totalmente imponente y mi cara se gira a ti y te muestra la media sonrisa, esa burlona y cómplice expresión, la cual no has sabido encontrar hasta ahora.
Y eso, junto con todo lo demás te hace derretir, sudas exteriormente y tu vulva suda una humedad más abundante que jamás, ya ni lo quieres reprimir. Porque, eso sólo lo intentabas contener, que acallarlo no podías, y resurgía fuertemente para desbordarte y hacerte sucumbir de forma más compulsiva, ¿Te acuerdas, lo tienes impreso en cada neurona de tu cerebrito y en tu médula dorsal, con solo acercarte a mí?
Tus manos se mueven maliciosas, decides ponerte boca arriba Elvira; quieres que comparta contigo lo que haces, lo has deseado muchas veces y ahora es necesidad, dar algo de lo que estás orgullosa. Estás enamorada, por eso vas a cortar con tu novio; si con sus caricias y sus cosas, apretándose a ti y haciéndote el amor es incapaz de hacerte sentir algo, ni remotamente parecido a lo que vives en estos momentos conmigo.
Me gusta tenderme así al sol, ponerme un poco de crema y estar con mi diminuto bañador, tipo tanga de hombre. Como esperas y memorizas, todos los detalles y pormenores de mi cuerpo y sobre todo de mi expresión y esos últimos días con el beso que te envío desde donde me hallo. Son tan buenos esos ratos; así tendidos los dos a pleno sol, luego si alguien viene se nos mira, paramos un poco y se da cuenta; respeta esa intimidad; es algo tan normal entre los naturistas o nudistas. Y si alguien más y viene con su pareja, a veces se tumban y abrazan y se tocan desde una prudencial distancia, mirándonos.
Yo me coloco, tendido bajo el sol, voy y me baño un rato, tú me vigilas la ropa, luego te bañas tú y yo hago lo propio. Es un pacto no escrito, pero lo curioso es, que cada día nuestras toallas están mas cercas y hasta hemos compartido algún refresco y unos sándwiches. Reímos un rato, y paseamos hablando de cosas, pero desnudos; cada uno con su bolsa de mano y la toalla. Yo te invité a una Woll Damm y tomé otra, tu luego me invitaste a un almendrado helado nos miramos reímos y esas primeras veces nos separamos, con un beso de amigos. Ahora deseas más, piensas más y el resto de las personas van quedando tan en segundo plano.
Luego, jugando corriendo uno tras el otro, agite la botellita y te salpiqué con la espuma de malta, que se te puso por tu cara, por tu cuello y por tus brazos y muslos. También te abrumo el gusto, cuando lentamente te la acerqué y te hice sentir el geiser líquido, sobre tu recortadito pubis. Me acerque más y más, cerraste los ojos y te hice sentir el picor burbujeante sobre tu "conchita", esta se te abrió, y con la boquita de la botella te acaricié y el mundo se te paró. El corazón latía más y más, mordiste tu mano y te apoyaste a la roca que el litoral poseía. Gozaste, te moviste y los ojos cerraste y abriste mientras el orgamos paladeaste y fuiste muy feliz.
Luego nos abrazamos, y te me apretaste a mí. No pediste más, pues con ese fuiste feliz y hoy deseas más de mi, pues sabes que gozar mucho más pudiste y de mi quieres ser más y más, darte y dormirte, despertarte y abrazarte... Y yo me encamino a ti, para tomar el sol y el brillo de tus ojos me dice que tú quieres tomarme a mí
Así me percaté de que mi vecinita, que me espiaba con regularidad. Y no solo eso, sino que te excitabas y venias a vivir todo aquello; procurando ir encontrando las maneras y lugares en que poder espiarme mejor. Yo, maliciosamente tu cara miro, cuando tus timideces iniciales vences y valoro como inspeccionas el entorno; hasta que tu cuerpo tiende la toalla y se deja caer cerca de mí. Tú, sabes que eres una chica preciosa, de figura larga, alta y estilizada, con las piernas largas y bien depiladas, tu pelo recortado durante los meses del verano y moldeado, con reflejos y mechas. Ahora, cuando vienes llevas unos pantalones muy cortos, de algodón azul clarito y con flores estampadas, se te ajustaban espléndidamente, y se te marcan los abultamiento de los labios vulvares y arriba tu camisetita o top, realzan tus pechos, que no precisan sujetados (que lucen los pezones en puntita, como con ganas de taladrar y quedar al aire y al sol). Te sientes segura, luciendo tu cuerpo prometedor y todo eso se te queda en nada, al acercarte a mí te sientes insegura y deseas delicias y te derrites con solo acercarte, se te revuelve algo en tu vientre y te sientes cual un helado al sol y quieres que te tome y te haga sentir mis delicias...
El desfiladero de tu raja, se te ensancha por una indudable excitación, cada vez tu coño se halla más abierto. Es evidente que utilizas todo tu cuerpo como reclamo, para atraer y que corresponda a lo que tu sientes, por eso eliges con tanto cuida lo que ponerte cada día, para no repetir vestuario, ni bañador o el pantaloncito que ponerte. Tu desconsuelo llega si es día de lluvia o si tras esperarme no me presento y has de marchar sin verme.
No te sientes cómoda, para entrar al agua de la playa y simplemente bañarte; porque te has acostumbrado a que haya un algo más, más ilusión, más deseo y hasta estudias la manera de moverte y de pasar junto a mi, con la excusa de ir o por algo o de hacer un poco de ejercicio en la arena de la playa. Luego de hacer unas brazas y refrescarte en agua, al salir máquinas en la manera de secarte y pasear un poco mientras lo haces, para ver si me fijo en ti y si te digo algo. Hasta cuando te pones una camisita blanca o de colores claros y semitransparentes.
Eso lo haces para que, tras haberte sacado, algo antes de llegar hasta donde estoy; pues entonces así se deje ver tu ombliguito y sus dos pechos, especialmente deseas que me fije en tus dos ariscos pezones. Nada en su cuerpo es desproporcionado y no tenía ni un gramo de grasa; pero ahora tienes la necesidad de cuidarte más, para que me fije y a ser posible me enamore de ti. Te das cuenta, de que según te acercas, parejamente se empiezan a erguir tus tetas. Similarmente, notas un empuye dentro de tu vagina, y notas como las paredes se te descontrolan y te laten, sientes un vacío en tu vientre, y has de cuidar y estudiar tus pasos para con caerte. Todo se te concentra, para hacerte sentir debilitada y cada instante en que te vienes hasta el lugar que has decidido tomar, para poner tu toalla y bolsa, para tumbarte tu, pues cada momento se te hace un desespero gozoso y te sientes como una pedigüeña de caricias y de que me fije en ti.
Las peticiones de cariños, son parejas entre tu cara, tu cuello, tu vientre y tus costados y deseas sentir tus dedos de la mano, entre los míos y a la vez, quieres que se me escapen los ojos y me fije en tus dos gemelos pezones, que se te crecen y se excitan con solo sentirte mirada. Mueves con estilo tus piernas, sabes bien como pasear para que se realce la curvada tersura de tu culito prieto y a la vez separas un poco tus firmes muslos, y sientes como te late el corazón y piensas que deseas que mis manos te tomen y te asan y te apriete a mí, para sentir mi paquete presionado poderosamente a tu pubis y coñito. Antes, ese tipo de cosas hasta te molestaban, pero quisieras que no hubiera nadie más, por muchos días y poder estar a solas y alguna vez ponerme la crema por todo mi cuerpo, desde los talones a la nuca, pasando por los costados y sentarte en mis nalgas, sin nada de ropa.
Deseaba tenerla la oportunidad, de poder sentarte sobre mí, estando yo boca arriba para poderte rozar sobre mí, como al descuido pasearte un poco con tus nalgas. Y si puede ser, pedirías que se me levante el falo, y se quede dentro de tus muslos y apretado a tu entreabierta concha. No, sabes como reaccionarás, pero con solo pensarlo e imaginarte poder palparlo se te vienen unas olas de gusto, sedantes de modo parecido a las olas del mar sobre la playa. Ya está, otra vez caliente y solo con pensar cosas así, de las que no se te habían ocurrido antes, no tan vivamente y con tanta insistencia y ganas.
Ya lo sabes, que por lo que sea, por un algo indefinido o un conjunto de cosas, te has quedado obsesionada conmigo; desde hace días me espías. Eso se remonta a un día, en mientras que yo tomaba al sol, algo excitado por una lectura erótica: dejé que una de mis manos tocara y masajeara mi pene y testículos. Tú, te quedaste absorta y te impresionaste de forma casi instantánea, yendo aumentando más y más y siendo incapaz de desviar tu mirada, lo intentaste y no pudiste resistir. Notaste crecer tu humedad y empezaste a moverte, sobre los rizos americanos de tu toalla amplia y bien dispuesta.
Así tus ojos, me sentían exhibirme para ti y atónita veías y sentías cada porción de movimiento cuando yo, con mis dedos extraje las bolas, y me las acariciaba. Y en un momento, tomé con la otra mano, mi tubular pieza de carne, y la sacudí un rato parsimoniosamente, y me quedo así adormecido, bajo el sol, tras haberme puesto un manto de crema, que tu hubieras deseado esparcir. Puede que hasta te levantases y te acercases a mí y yo no me diese cuenta.
Creo que fue así, pero no me molesta que lo hagas y que te tocases como lo hiciste, pues no supiste poner límite a tus ganas, salvo dejando que tus dedos entrasen y se moviesen mirándome. Esta vez, has saltado los muros de lo correcto o de la simple expectación, pero eso te hizo muy feliz y lo volverías a hacer, de volver a esa conducta poder ejercer. Te sentiste meces, en un columpio de posesión, de íntima penetración y de gozosa satisfacción.
La escasa separación, que día a día entre los dos hemos acorta; hasta colocarte casi arrimada, para de esta forma poder saludarme y hablar un rato. Has sido muy paciente y cuidadosa, no quieres que me moleste y a la vez quieres acercarte un poco más como absorta. Miras cada vez menos reprimida, permisiva con tus deseos y con un claro enfoque de tus ojos, quieres sentir tu mano casi sobre mí, tanto es así que cuando duermo rozas a mi toalla y te tienta tocarme la mano, cosa que has hecho impulsiva. Si esperabas que te la cogiera no lo hice, pero no la rechacé tampoco y eso es mucho, pero te ocasiona un íntimo sofoco y te mojas crecientemente. Te sientes incandescente y deseas sentirte mía, por eso vienes uno y otro día; por eso hoy has traído comida para dos y me la ofrecerás a continuación.
No te importa lo que piensen, ni tu novio ni amigas y eres feliz con que junto a tu lado yo este y de ti me prende un poco, te mire y deje que algo de deseo, te haga abrigar esperanzas con las que llegar a algo más. Pues si te lo pido te das y conmigo te quedas tanto como puedas.
Hacia mi casa quieres venir, que sabes que vivo cerca, pues mes ves descender por la vereda, en las veces que coincides en mi salida y además lo has comprobado, y con más insistencia pasas por ahí, para conmigo coincidir. Has mirado en torno al la valla, te has encaramado y visto mi jardín y tu vista comprobó que no te había visto, y hasta pensaste en saltar, más tras le metro setenta de altura, de la construcción, se levanta una reja de casi metro y medio más, acaba en puntas lanceoladas, que se hacen peligrosas y te intimidan, que no aquietan tu deseo de poder entrar y pasear y mirarme, por las ventanas, que desde ahí y entre los arbustos atisbas a ver. Bajo, en ese momento y te pones un poco nerviosa, pero no te ocultas, que ya no eres una niña y además ves que te saludo y te indico que ahora salgo, que bajo para tomar el sol y que ambos iremos juntos si hacia la playa vas. Sonríes, y te pones muy contenta, te he visto y te he invitado a ir juntos, es un principio y eso es algo que tú de mi esperabas y algo que resulto para bien. Amén.
Esta primera vez no entras a mi jardín; tiempo habrá de eso y más, también tu crecerás enamorada de mi. Así ahora, conmigo, como en una cita notas un subidón de moral y de sensualidad y notas como se te van abultando tus senos, y como te humedeces y te mojas con flujitos que de tu cuevita de amor, van siendo derramados y descienden a la vez que nosotros bajamos a la playa, pero no te importa nada; solo disfrutas de estar conmigo, de esta primera cita, que tu has posibilitado con tu curiosidad.
Alguna vez, desde que te conozco y mientras hago el amor con alguna de mis amigas, en ti he pensado. Eso no te lo digo, pero lo siento, mientras caminas a mi lado; y noto que mi erección empieza a hacerse notar. Tu miras, y patentizas que eso no es una simple imaginación que ya es algo que te hace alegrar y estar más dichosa, pues te das cuenta que me gustas; y como yo te gusto, pues es una felicidad, caminar e ir de poco a poco, hasta tener más y más.
Metes tu mano, y la mueve dentro del bolsillo de tu pantaloncito, presionas tu intimidad y te mareas un poco. Yo noto algo, y te apoyo en mí. Tú cierras los ojos, y tiemblas, de gozo y emoción de placer y alargas la sensación aun tras sacar la mano, y apoyarte en mí. Y, llevas parte de ti, que al apoyarte en mis brazos me impregna...
Lentamente te recuperas, pero notas que me he apercibido, de lo que por ti pasa. No te importa, sientes lo que sientes, y no vas a mentir, sino a aferrarte a ello con uñas y dientes. Quieres pelear por mi amor, y quieres que te vea como jovencita, pero también como mujer, que desea y espera y quieres sentirte tener, como antes no has querido. Vives lo que no has vivido, y quieres probar más y más de esta emoción que socava tus últimas reservas de pudor, es tremenda la excitación que recorre tu cuerpo y se concentra en su vagina.
Y cuando te tomo de la cintura, te aumenta la flojura y el placer te cimbrea, pero te siente sujeta a mí y por eso al llegar a la arena, al colocar la toalla, encima de ella, tas desvestirte, tu cuerpo reposo habla, pero notas que acepto que te me abraces a mí
Kharlo