El poder de esos ojos, y el pañuelo
Duerme mal, ya que su cuerpo tiene un mal acomodarse, a la cama. Por eso invariablemente, se levanta bien temprano. Solo levantarse, se prepara su cafecito y eso le da ánimos para iniciar la jornada. Le pone un poco de azúcar y remueve con la cucharilla.
Se ducha, y se coloca la falda y la blusa. Bajo ellas lleva un conjunto de color champán y de tacto suave, no opresivo, sino envolvente. Se maquilla someramente y se retoca el pelo. Su bolso va a juego, como siempre.
Y sale, con prisas por tener que ir a una cita laboral, para promocionarse. Le ha costado mejorar, tras incorporase al mundo laboral luego de años de su clausura doméstica. Recuerda con pesar, sus años de baja por depresiones y ansiedades.
Se pone a hacer las cosas rápidamente. Luego, al medio día, cuando regresa del trabajo (ya que acaba a las 14:00 h), tras comer, se pone a tomar la siesta, ya sea en el sofá o en la cama. Suele ver la televisión, el serial que pasan y con el que se entretiene. Es lo mejor, a falta de una compañía solícita, le sirve de fondo para su sueño (si este le llega).
Los chicos, la miran por la calle, la repasan por entero. Ella lleva algo en mente. Está un poco nerviosa, mejor dicho expectante. Espera que esta vez tenga tiempo de confirmar, que la realidad supera a la fantasía. Pero necesita pruebas, para con ella misma. Tal vez, algo de su bolso Si, palpa y comprueba que ahí esta
Por entre los botones de la blusa, se le ve el sostén y parte de su torso. Ella se da cuenta, y vive el hecho de que su sensualidad empieza a despertarse. Eso piensa, cuando se acomoda, en el asiento del tren de cercanías. Viaja tan poca gente, a estas horas. Ahí, a ver .
Si, ahí viene. Es el chico de otras veces. Se la mira, le sonríe y se fija en los huecos de su blusa y en su prestancia. Iba a cruzar sus piernas, pero permanece quieta hipnotizada, por ese mirar tan directo que la perfora y la desnuda por fuera y por dentro suyo.
Siente sus pezones crecer, siente que esos ojos la tocan. Siente la humedad, expandirse en su interior. Se da cuenta que el lo sabe, lo nota y le adivina sus vivencias. Y ella, mira el torso, su cuello y la cara del joven. Y baja, su atención y ve la erección del miembro viril. El bulto del paquete la llama. Y la mano de ella, va a tocarlo sobre la tela de pantalón. Y baja la cremallera, suavemente, para que nadie se entere.
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Sus sienes martillean y su corazón es un tambor. Y su vientre se vacía y el placer se mueve, entre sus labios íntimos. Su lengua recorre sus labios, y se siente desfallecer y alcanza un clímax. Nota que el pene, late entre sus dedos. Y se deja que el placer vaya y venga, la recorra por entero. Se deja estar, sobre el asiento, y la mano de él aprieta a la suya Eso, le gusta a ella. El le confirma el ritmo mejor.
El paisaje cambia, al paso del tren; pero ella no mira fuera del compartimiento. Mira los ojos del chico y se deja columpiarse entre olas del orgasmo. Toma su bolso, nerviosamente, saca su pañuelo y mira los lados. No mira nadie Vía libre pues.
Afloja el pantalón del chico y mueve su mano, y siente que su pañuelo se cierra y se impregna de los goterones, de lava blanca, caliente fluido, que se deposita en la tela de su pañuelito. Le guarda el miembro, le coloca el slip, encapsulando "el pene" aseado. Ajusta el pantalón y le sube la cremallera. Le da un beso, y le sonríe. El también le sonríe a ella, satisfecho. De este modo se encara el día con mejores perspectivas.
El encuentro, le hace pensar en el poder de esos ojos. No es la primera vez que le pasa. Luego, para que no pase por un sueño o una fantasía tiene el pañuelo impregnado de semen. Esta vez lo ha premeditado, no como las otras veces. Y los ojos, escriben amor por todo su cuerpo.