Tumbada en tu habitación, de madrugada.
En casa todos duermen. Me levanté, y sentí unos ruidos en tu cuarto. Llegué junto a la puerta, y veo que tú eres quien ocasionas el ruido. Sigue ajena a mi presencia. Estás boca abajo, y te ondulas, la cama cruje, siguiendo un rítmico compás.
Te estas masturbando, lo haces de la forma que surge, de tu plenitud corporal y la necesidad psicológica de hacerte feliz. Te sabes deseable, eres atractiva y te mueves dedicada, siguiendo el ritmo de tus deseos y apenas rompes el silencio.
La mano, se te abre, y se tensa, con los dedos vas abriéndote, separas tu vulva y presionas con tu pubis. Te notas llegando, rozas con tus montes palmares y te penetras, en una acción seguida y de variaciones continuadas.
Los placeres, se empiezan a notar e impulsas tu cuerpo, van intensificando tus movimientos. La respiración se hace más rápida y profunda.
Has descubierto, la parte baja de tu espalda y el camisón, esta subido por delante. Te vas rozando tus senos, con la superficie de la sábana (que nota la consistencia del colchón). El movimiento de tu trasero, se hace ondulante, y te llegan las caricias de un gozo, que te sube suavemente.
Tu mano derecha, se dedica a acariciar el conjunto de tu cuerpo: la parte trasera de tu cuello, el espacio entre los hombros y tu baja espalda desde los riñones, hasta tus nalgas-; también te acaricias los muslo especialmente el derecho, el más próximo a tu mano.
Con firmeza y apoyas tu mano y juntas los dedos, por detrás y te dedicas a masturbarte con ambas manos (una por delante y otra por detrás). Mueves tus piernas y tus pies patalean, como queriendo bajar las prendas de la cama. Necesitas más espacio, para poder maniobrar, con tu cuerpo; por eso accionando tus piernas, te vas proporcionando unos palmos más.
Tu cara se aplasta de un lado y luego cambia, para concentrarte en tus manipulaciones vaginales. Estira, con cierta firmeza uno de tus labios, luego otro; más tarde encajas tu capuchón entre dos dedos. Y, te dedicas a replegar la funda clitoriana, para rozarte ese botón, que te regala tanto placer.
Desde que te separaste, de parecido modo, te llegan los
mayores placeres, que a ti misma te das, autosatisfaciéndote. Experimentas en
nuevas formas, dándote lo que deseas, en un disfrute pleno y sin complicaciones.
Tu trasero de una mujer, tenía una desafiante personalidad, me lo miro desafiantemente. En ese momento, te giras y me ves ahí, ante la entrada. Apenas te detienes, ya no te importa, que sea un amigo de la familia, que he venido de viaje.
Sigues mirándome, no te importa nada. Te excita que te vea, y me sientes excitado, lo sabes bien, pues ves mi mano moverse entro de mi pantalón pijama. Te parece muy bien, que me siente, el borde de la cama.
Tu ex marido, debe de estar con cualquier pendón y hace ocho meses, que no estás con un hombre. Tus hijas de dos y cuatro años, duermen, apaciblemente; tu eso lo sabes perfectamente, pues antes de iniciar tus juegos de amor visitaste la casa, para comprobarlo todo, especialmente "te aseguraste del dormir de tus niñas".
Pero, solo soy un visitante, y esa circunstancia te descolocó. Estaba en el baño, del otro extremo de la casa y por eso me pasaste por alto (es más, no entraste ni en mi habitación con solo mirar, hubieras visto vacía mi cama).
Eso significa que, o bien le distes un margen al azar, o por otro lado esperabas que pasara algo "excitante". A veces, el inconsciente no deja una salida, para que nos llegue la felicidad, hay que dar unos pasos (tu los distes).
Ahora tú estas, junto a otro adulto, que es simpático y amable contigo; alguien que te ha mirado, varias veces, durante los dos días que llevo en tu casa. Y, alguien con quien estabas fantaseando y que imaginabas contigo. Por eso, me sonríes, cuando te acaricio la espalda y te subo la parte de camisón que cubre tu espalda.
He cerrado la puerta, girando el pomo y poniendo el seguro. Y, mis manos acarician tu cuello y tus hombros, te acaricio los costados y tu espalda. Y, dejo que sigas dándote placer, te acaricio las nalgas mientras me ves contemplándote. Tienes, subida la persiana y entra luz por la cortina; esa es una invitación, a que te pudiera sorprender.
Tal vez, no es tan casual que te "pillase", y me necesitas ahora. Me coloco junto a ti y te voy susurrando cosas.
--Me has gustado, desde que te vi. He estado, pendiente de ti, me gustas mucho. Pero, con tus padres y las niñas
--Lo he visto, me he dado cuenta, te deseaba entrando por esa puerta (la señalas).
Entonces no es casual, por ello ahora seremos uno del otro. Así que, separa tus muslos, deja de tocarte. Pospondremos eso, y coloca las manos así (te las he puesto, en la parte alta de tus muslos abriéndote).
Si, sigue acariciando, tus muslos, en las caras internas, desde las rodillas a tus ingles. Cuando llegues a arriba, ahí permanecerás, mientras te acaricio tu espalda y tus nalgas.
Con mis manos, separo tus montañitas, esas dos mitades de una manzana, tan tentadoras y tan cercanas al clímax.
Te has abandonado, te mueves según digo y tus rodillas y pies aprietan sobre la sabana y el colchón. Y notas a mis manos: una acariciándote, de cintura a arriba, y entrando -a ratos- bajo tu vientre.
Te busco tu ombligo y la parte superior de tu pubis, llego a tus senos y entro entre ellos; tu dejas que lo toque mejor, ladeándote, buscando el placer que te dan las caricias de mi mano. Y me miras.
Mi otra mano, deja que un dedo y luego dos bajen, por atrás, pasando entre tus nalgas y llegue a acariciarte, el rosetón de tu culo. Y sigo, lo suficiente, para bordear la separación de tus labios vulgares y presiono un poco.
Eso, te hace gemir, cuando te entran dos dedos, tu mano se alarga y me baja el pijama, y me coges mi verga y la mueves. Y aprietas y acaricias, ese miembro, que cada vez se pone más duro.
Compartimos la excitación y de común acuerdo, decidimos irnos dejando ir, desde el placer más blando, hasta las primeras cotas de un común clímax amoroso. Toda tu expresión, facial y corporal y tus gemidos contenidos y aminorados-, por la proximidad de tus padres y niña.
Todo lo tuyo, toda parte de ti, me dice insinuantemente y con claridad, que quieres llegar al orgasmo, aquí y ahora.
Pero, quieres gozar sin gritos, sientes que has de conseguir la libertad que deseas y que te cuesta reprimirte, para no gemir y decir las cosas en alta voz. Por eso, muerdes la almohada, cuando te hinco los dedos y te remuevo.
Me sacudes mi verga, y llegas a tu placer, entre espasmos y mordiscos a la almohada. Te acaricio, tanto hondamente y repaso todo tu cuerpo, en su parte frontal. Subo, desde tu pubis, por el vientre y "tetas", acarició más hondamente tu cuello.
Rozo tus labios, suficientemente, para que decidas lamer y chupar los dedos, y dejar que te los hunda en tu boca. Es algo maravilloso, ver tu expresión es angelical y perturbadora.
Ahora no tomas, la píldora y yo no llevo una goma. Por eso tras correrte, te pones, a la espera, de mi sacudida espermática. Y te indico, que me dejes hacer. Dices que vale, pero que vaya con cuidado, pues no tenemos precauciones.
Y, sientes como me rozo sobre tus nalgas y acaricio tus "senos". Te lamo el cuello y te doy besos. Tus manos, se vuelven y me acaricias los costados, mis nalgas y muslos. Y siente, que me subo, y me rozo con la parte alta de tus nalgas y espalda y ahí me llegan los espasmos y me corro.
Mi leche se pone ahí, en grumos, de melosa esperma. Que, tu misma esparces y sientes licuarse e impregnar tus manos. Y, a la vez unas gotas caen sobre tu vientre, y mancharan las sábanas. Pero, no he intentado ni penetrarte, con mi "pene" a tu "vagina".
Luego nos miramos, nos abrazamos y nos damos besos. Me quedo un rato, luego sobre las siete de la mañana, me levanto y me acuesto en mi cama. Podría ser un sueño, pero ha sido realidad. Y a las nueve, tras asearnos y ponernos a desayunar:
"Ellos no notan nada, pero un amor ha nacido", un amor que yo llevo meses sintiendo y que tu hasta esta noche, no me has hecho saber, que era un sentimiento que conmigo compartías.
No ha habido casualidad, lo has calculado. Tu madre toma somníferos, y tu padre tiene mal oído. Las niñas, habían tenido un día muy ajetreado, dormían como dos benditas. Y, yo estaba levantado, por eso te decidiste a invitarme a ir a ti. Si lo hiciste con el lenguaje del amor y de los sentidos. Y yo, entré a tu vida
Te fuiste convenciendo, empezaste muy suavemente. Luego, te animaste y con la pasión decidiste dejar al aire tu trasero y ponerte boca abajo, para que fuera más fácil, la contemplación.
Y el anzuelo, de tu cuerpo me pescó, me atrajiste y entré en
tu cuarto y te fingiste distraída; no era tal, sino una manera de facilitarme
todo. Y luego, me miraste y te quedaste ahí, confirmando que te parecía bien mi
presencia en tu cuarto. Y tu corazón, como el mía parecías latir juntos.
Nos sentimos unidos, y obedeciendo el mismo impulso. El amor, fue el que hizo
que esa vez, todo fuese tan compartido, tan cuidadoso. Te corriste dos veces, y
yo una. Me ganaste y te diste tan enteramente. Luego, hemos quedado en vernos,
este sábado 16.4.2005.
Quedaremos, y haremos algo más cotidiano, como ver una película, pasear y merendar. Los dos, tus niñas estarán en casa. Has quedado con alguien, y eso le has dicho a tus padres, sin especificar con quien.
Y ellos, que desean verte feliz, te han sonreído. La sonrisa de tu madre, ha pasado de ti a mí. Y me ha dicho, pasarlo bien, os lo merecéis ambos Se ha dado cuenta, antes o después de los somníferos. Y le caigo bien, me ha sonreído agradecida y me dijo: "No tengáis prisa, las niñas estarán bien". Tenemos, su aprobación y ella hace con tu padre, casi lo que quiere. Además, tu padre y yo, somos amigos
Ahora, vienes y corres hacia mí, te aceleras al final y me besas y abrazas; con ganas y pasión. Y, tras unos momentos así, me das tu mano, y vamos también cogidos del brazo.
Somos, unos amigos y paseamos; nos paramos, nos sonreímos y nos hablamos. Nos enamoramos, y cada minuto que pasa, nos entendemos un poco más. Nos sentimos mejor, y más del otro, a cada paso, a cada soplo y a cada respiración