Anticipándome contigo, en el nuevo encuentro
Tus ojos de mujer son de una oscuridad profunda, y tu expresión es muy cambiante. Tus labios al mirarme tiemblan; y están desprovistos "por completo" de carmín; se te colorean de con la circulación de tu sangre, por tu mismo ser, agradezco el verlo así al natural.
Yo, Kharlo, soy rubio, tengo los ojos azules, mas bien alto (mido 174 m.) y soy delgado. Me defino como de conducta natural e imaginativa. Tengo momentos de suavidad y en ocasiones ejerzo toques de mano dura, cuando estoy con una sumisa. Si me la piden mi opinión, sobre el tema que se considere. Ahora, tengo 45 años.
Esta noche, pienso en que hemos quedado para vernos (una vez más). Se, que viviremos unos días intensos, tendremos unos momentos sentidos para recordar.
Ya me siento, contigo. se que nuestro encuentro se iniciará al levantarnos y al tomar consciencia de que he tomado el avión y estoy en tu mi misma ciudad. Yo, estoy en el Hotel y tú en tu casa, llenando las horas. Tu vas disponiendo las cosas para venirte conmigo, sabes que estamos muy unidos, el uno con el otro.
Los días han pasado y ya tengo las reservas en mi mano. Todo eso, permite que me imagine contigo, una vez más. Ahora se que estarás un buen rato en el lavabo. Te arreglarás con mucho cuidado, eso será para asentarte y dejar de lado a "ciertas" inseguridades.
Te miras en el espejo, quieres dulcificar algunos matices de tu cara. Eliges la ropa y vendrás hacia donde hemos quedado, pensando mil posibilidades. Pero caminas con paso firme, decidida a estar conmigo
Con tus manos, te acaricias, pensando que soy yo quien lo hace. Las expresiones nos cambian y sientes en el corazón, la comezón de la picardía, de la manera con que te sonrío, y me acerco a ti.
Me ves parado, me miras y caminas hacia mí, temblándote tus muslos. Me miras, acaricias la cara interna de tus muslos. Estás suelta, pero vienes hacia mí, del mismo modo que un torero se acerca al toro; tal vez esperas la cornada de lo imprevisible, algo con lo que no hayas contado.
No obstante todo va bien, dentro de lo previsible. Más flotas, estás en una nube y dentro de ella llegas hasta mí para abrazarme y besarte conmigo.
Sientes en mi boca tus labios, los mueves primero solo un poco y vas apretándote conmigo y te me frotas. Eso lo haces a tientas, pues has cerrado los ojos.
Teniéndome abrazado, tus manos acarician mis hombros y tus dedos tamborileen sobre mi espalda. En un momento, tu mano osadamente pasa a acariciar mi pecho. Te sostengo de la cintura, acaricio tus lumbares y también tus nalgas. Tú, me sientes y me miras.
Esperas que me vuelva osado, más me demoro en ello y presiono tus nalgas. Introduzco una de mis piernas entre las tuyas y con la rodilla te rozo internamente, en tus muslos. Esa acción, dura solo un instante, durante el cual me sonríes y tiemblas. Me pones, una mano a cada lado y, me apresas contigo.
Notas que mi persona te atrae hacia mí. Me hueles, y observas desde abajo. Me das besitos e impulsivamente me pasas tu lengua por el cuello. Yo noto tus pechos sobre mi costado, estás rozándote como una cariñosa hembra.
Te comportas femenina y amorosamente, sin vergüenza, simplemente eres tu misma. Y notas como te late tu vientre y como mi masculinidad se hace poderosa asimismo.
Me deseas bajando, desde el ombligo y quieres que me resbale por tu pubis, y quieres que entre en tu concha lubricada y expectante. Estas esperanzadoramente predispuesta, abierta y anhelante. Yo te miro y tú deseas sentir íntimamente, mi cilindro rosado.
Quieres que te bombee sexualmente, se que me deseas a cada segundo más. Mis manos toman tus mejillas y te beso, sintiendo ente mis dedos tu cuello, tu cara y tus orejitas.
Me gusta verte, y por eso me siento en el borde de la cama, de la habitación doble a la que habremos llegado. Te desvistes, te sacas tu vestido, te quitas los zapatos y tu sujetador. Te quedas en braguitas y ante mi separas tus mulos, con naturalidad te muestras tanto como puedes.
Seguimos un rato así y nuestros ojos pasan de uno a otro matiz. Te acercas y quedas de pie, asequible y sientes como mi mano derecha te empieza a acariciar el costado y el lado izquierdo de tu culito.
Mi mano izquierda, aprieta la otra cacheta, presiona y siente en su hueco tu nalga. Y más tarde, con ambas manos te entro dentro de tu braga, por entre los bordes laterales de tu parte trasera.
Sientes mis yemas palparte y te mana más flujo. La secante, contiene a tu abundante flujo. Pero uno de mis dedos, se ha entremetido y al sentirlo estás a punto de caer, al empezarte a sentir tomada, follada táctilmente.
Quieres que mi acción sea lenta, noto como te aflojas, y concedes que entre profundamente en ti. Estás de pie, ante mí y estas sintiéndote tomada, cada segundo más fuerte. Te sostienes sobre mis hombros y mi cabeza, mientras -tanto como puedes-. Acabas rodando y yo quedo sobré ti.
Estiro de tu braga, y te toco por delante con una mano y con la otra por detrás.
Eres obediente y estás entregada. No te importa nada, solo quieres que siga y te de lo que has esperado sentir hacerse realidad. Por muchos meses me has deseado y ahora soy una realidad, que tu cuerpo te confirma. Te amo, no pares ahora. Te amo, te amo . (eso, es lo que tú me repites).
Me sientes, y te entregas, tu cuerpo hace olas y siente un placer que le viene y se esparce, se concentra y irradia por todo tu ser. Sumisa, así estamos un largo rato, de indeterminable duración.
Mis dedos están impregnados de ti, ya que te he tenido para mí y te he hecho conocer dos orgasmos, casi seguido uno del otro. Pongo, mi mano, encima de tu vulva, y siento que aun te palpita de placer.
Noto que te vuelves para acariarme, ese es un gesto que te tengo consentido. Me recorres con tus manos, por la espalda y por los costados. Me atraes hacia ti y te me aprietas calidamente.
Haces dibujos, en mí, con tus dedos. Siento tu respiración, y te tomo de la mano. Te beso y te tumbo boca arriba, y luego boca abajo. De ambas formas no paro de tocarte. Me tumbo a tu lado, la cama es doble, de esas de matrimonio.
Nuestros brazos y manos nos hacen sentirnos. Exhaustos y felices.