Mi segunda ocupación 2.
Era tarde, se bajo el vestido, bajo la tiranta de su sujetador y el vestido nuevamente se subió. Tomamos su coche, era dichoso por verla y sentirla ante mí, pendiente de nuestras cosas. Sus manos me recorrían, mientras sus muslos se le separaban. Lleva una doble vida, la de la vida social comprometida y obligada, la de mujer casada. Y la de enamorada, la de amante y deseada se la aporto yo.
Era tarde, había oscurecido y me tentó probarla. Y por eso le susurre: te siento como mujer, como mi mujer y acaso no soy hombre yo. Así que, sácate el sujetador ahora que nadie nos ve, que tú eres diestra y vigilando yo, que te cuesta eso hacer. La frase no terminé, cuando sus dedos estaban bajándose las tiras de su vestido de un lado y luego la tirantita de su hombrito.
Se subió de lado el vestidito, y se lo colocó, pudiendo verle su pecho tomando el airecito. Repitió la operación, con el otro lado y de ese modo, tas acomodarse el vestido puso en mis manos su sujetadorcito y luego vino a abrazarse y me beso.
Tomamos su coche, y le indiqué de ir a mi estudio. Entramos y nos abrazamos. Para mí se me desvistió, y note que la humedad le calcaba su tremenda emoción y su disposición a ser usada y a darme como mujer lo que su marido no apreciaba.
Al verla ante mí, sin su vestido e ilusionada me sentí muy atraído. Me desnude ante sus ojos. Quedamos con los cuerpos mostrándonos por entero, y sentí que a tumbarnos en la cama se encendía nuestra llama y nos abrasábamos los dos.
Sus manos me recorrían y sus muslos se separaban. Sus pechos danzaban, y su vientre sinuosamente le latía. Así yo en ella me introducía, tras ponerme una goma que del cajón de la mesilla tomo. La sentí aferrarme con sus insatisfechos deseos de mujer, y sentía cobrarse en mi con creces las ganas hacer el amor. Lo hicimos varias veces y por dos veces ella la gomita protectora, de mi pene me cambió.
La tomaba, se me agitaba. Besaba su cara, y mis palmas apretaban, apartaban y juntaban a sus tetitas. Mis manos, de ella no se hartaban, la codiciaba y amasaba una vez dulcemente y otra con intensidad, siempre con ganas y con esa sexual necesidad de macho enamorado. En su mirada ley, que decía se que me necesitas y también te necesito yo.
Tómame así, con ganas con desespero. Se que no soy el primero, pero contigo soy sincero y el amor correspondido, es sentimiento florecido y una ganas félidas de felicidad. Todo eso te puedo dar, sin engaños y sin miedos. Con tu felicidad, siento que esta cama es para nosotros altar y contigo me prometo yo. Yo, me prometo ser de ti, como antes no he sido jamás (me dijo Marisa).
Y sentí que el amor llega sin prisas, tras la primera penetración más excita y clamorosa. Se me floreció, abriéndose ella y abriéndome yo dentro de ella. Como una rosa, por su acción oda la habitación se impregno de su olor, que es bello el amor y se agradece tener expuesta ante mí a una singular mujer.
Este cariño sincero, no es riesgo para su vida ni para su posición. Soy un hombre discreto y enamorado. Vivo los días a su lado y algunas noches también. Su recurso a la bebida ha acabado, sus salidas sin abonar la consumición también. Hemos abonado todas las cuentas pendientes, con alguna propina añadida. Y su chichilla, ha cumplido ayer tres añitos (se llama Guiomar, un nombre no muy corriente pero bonito).
La nena, me llama tiíto, y eso me agrada y poder con ella jugar. Tengo libertad para ir con quien me parezca, tengo dos sueldos y con esta familia soy honesto. Sus amores, los de Marisa no protesto y los recibo contento, pagando su amor con el mío.
En la intimidad sentimos el desvarió, ella renueva su íntimo vestuario y el exterior también. Se maquilla, se arregla el pelo; es una maravilla de mujer, que está permanentemente en celo, y en celo de amor estoy también yo. Como torneo su redondos pechos, como cruje nuestro lecho cuando hacemos el amor. Me gusta verla tomar el vano en casa, cambiarse con alguna de las mudas que ha traído y que dispone en dos cajones del tocador.
Lleva una doble vida, la de la vida social comprometida y obligada, la de mujer casada. Y la de enamorada, la de amante y deseada se la aporto yo.
En público, correctamente la acompaño. En privado le hago el apaño, y en su cuerpo amorosamente me ensaño. Noto sus manos, crisparse sobre mi cabello, asiéndome de la cabeza y atrayéndome a ella, cuando con ansia como de su coñito y bebo de ese cuerpito que fluye de elixir de amor. Me froto toda la cara, la siento muy alocada frotándose también conmigo.
Es un largo aullar, el sentirla gemir y gozar y sentir que se emboba sintiéndose como mi loba. Yo, me tenso, tomo mi escoba y bien fuerte a ella se la meto, la espeto y le arremeto. Me entremeto muy reincidente, que he perdido mi mente y la suya he tomado para sentir que conmigo va gozando.
Con mis dedos, con mi lengua se abrir y penetrar su coño; y con mi pene también. El placer de mis chupadas, de mis lengüetazos y morritos, hace que luego me corresponda tomando mi glande, mi tallo y juegue lamiendo y sorbiendo mis huevitos.
Cariño se que te necesito y que tu me necesitas a mí. Lo se desde que te vi, pero tarde en encontrar la manera de hacerte sentir la dicha placentera de éste que es (que soy) tu amor. Tu clítoris froto, te hago masturbar y vengo a tu mente y cuerpo turbar, con un placer estremecedor.
Deseo tu culito, pero lo tiene muy delgado sin dilatar. Que por ahí no te han entrado, apenas. Y cuando lo utilizaron no han hecho sino empezarte a dañar. Por eso de momento lo dejo estar, excepto pequeños toques mientras tu vulva estoy comiendo. Entonces, voy rozando esa entradita, cada vez un poco más. Cada vez ahí me demoro un rato y le doy un temporal arrebato que no colme las ganas de entrar de mi dedo: una vez seguida de otra, un día y otro después.
Se tumbada de espalda bien ves, como rozo tus nalguitas, y tus muslos separas tú. Por un momento te tienta, y te dispones a recibir, sin llegar a escribir esos sentimientos los capto. Y dejo plantada la labor, de la entrada por tu puerta posterior (un día llegará y será placentera, cuando tu cuerpo y tu voz me lo requieran y para eso ya falta poco ),
La siento sumisamente esclavizada a sus sentimientos, enganchada a sus deseos y pendiente de hacerme feliz y de que no deba de buscar lo que ella me pueda dar. Atiende a su niña, atiende sus ocupaciones sociales y no deja en pensar que sin mi no puede pasar y que quiere dárseme más. Vive una intensa pasión, se recrea en un amor correspondido.
Deja de lado sus represiones y el necesitar la bebida para encontrar a sus ganas de sexo una salida. Ahora se cuida más, contenta a su carnudo marido, que agradecido hasta me da alguna gratificación. Si supieras Pascual cabrón, que en tu mujer puedes tener lo que las otras no te dan. Te aburre hacer feliz a una hembra fenomenal; que torpe eres gañan, que cornamenta ostentas, tan grande que apenas por las puertas puedes entrar.
Conmigo se lubrica, y con los manuales tocamientos se va dilatando. Se coloca presurosa, paro vivir a mi "polla" como por entero le va entrando. El músculo le va pasando, y sus paredes mi verga siente que la aprietan. De ganas se mueve inquieta y escruta en mi mirada, oye mi respiración y lo que le pueda decir. Quiere hacer que sienta que ella es mi única, que se basta para hacerme mi sensualidad concentrar en por entero a ella querer llenar y darle otro poco de mi jarabe de amor.
Para mí Marisa se engalana, se hidrata, recorta sus íntimo bello, se hace manicura y pedicura, va frecuente a la esthéticien y a mi me pone a cien, con un cuerpo tan bonito. Se que la necesito y ella sabe que me necesita a mi. No necesitamos mentir, ni fingir.
Las cosas surgen tal cual, subimos las escaleras de la entrega más pasional. Ella es muy visceral y con ganas se entrega a mí; que ya no quiere sufrir, ni para ocultar su infelicidad necesita beber. Ahora entre sus brazos puede tener, lo que antes el destino le negó.
Con mi mano tomo la suya, y a una la hago masturbase, sintiendo mi mano en la suya. Cierra sus ojos, sigue mi ritmo y cuando esta a punto de llegar. Paro y se encabrita y al poco, siente mi manita, empezando a mover la suya. Siento como empapa su cuevita y como gotea su placer. Siento que vuelve a estar a las puertas del placer, lo cual le demoro varias veces.
Luego, en algún momento, no paro, el desconcierto y en impulsarle dentro sus dedos acierto y le hago sentir el placer desgarrador. La siento gritar, incoherencias y palabras calientes. La noto morderse los labios con los dientes. Se pega a mí, me besa codiciosa y se siente gozosa de compartirse así para mí.
Cada vez, sus ojos y su entendimiento de goce se van tiñendo, y así queda tatuada de este amor que por mi siente. La muerdo a ella, en su cuello y vientre, dejándole mi marca y ella en casa se las mira y se siente entregada, parte mía y presencia como es más fuerte la vivencia de entregárseme y conmigo vivir.
Mas le conviene mantener la situación y el carnudo, inmutable siente su cornamenta como llevable pues el también trasiega con pendejas por ahí (sus secretarias, alguna compañera de partido y sus whiskies).
Nuevos caminos vamos andando, y me da cada día más. Todo se puede narrar, con mayor procacidad, pero esta singular mujer se hace desear y querer; me mueve y se conmueve sin vergüenza conmigo. Siento que se me da más, que se entrega entera. Tras el invierno de amor, y aventuras pasadas siente que le llego la primavera y quiere estar a mi vera todo el tiempo que nos podamos dar. Es un mujer sin par, que conmigo se encontró y su destino al mío unió. Unidos estamos ya, de aquí a la eternidad