El entendimiento S/M
El entendimiento, es necesario en todos los juego del amor. Hemos de coincidir las dos voluntades en una misma dirección y tenemos que entrelazarnos para complementar el mutuo deseo en una dualidad de darse y tomarse. Dentro de los diversos tipos de amores, hay variedades de entendimientos; hay muchos matices y diferentes colores y hasta una pluralidad de tonalidades cariñosas.
Con el tiempo desarrollamos un creciente grado de comprensión y en él mirarnos y en el modo de nuestro hablar, y en esas sorpresivas maneras de compartir nuestro tiempo juntos. Con todo eso surge las señas especiales e identificativas de nuestra personalidad entre ambos pareceres y sentimientos (dominante y sumiso).
Y así es que notamos como avanzamos. Nos unimos cada día más, en el lento consuetudinario de acomodarnos para hacernos más felices en el universo de dos amantes al quererse hacer dichosos, se dan el uno al otro y libremente exponen sus partes más íntimas.
En el "afecto" sado-masoquista que ejercemos, hay indudables intensidades de afectos y caricias impensados y que emanan de esos especiales juegos que mantenemos. En nuestra relación de pareja coexiste la ternura y una cierta violencia.
La partida amatoria, en todas las oportunidades, hasta donde yo tengo conciencia, siempre está adornada de pinceladas de mimos. Esas notas de tranquilidad, en la que surgen unas sensuales y tempestuosas rachas pasionales, son las que nos impregnan profusamente y caracterizan nuestra manera de ser como amantes. Nuestro modo de darnos, lo asumimos doblemente: por la persona que amamos y por nosotros mismos.
Amada, tu sabes que existe el amor y la comprensión "siempre", tanto en los momentos de ejercer la cresta mi actuación dominante, como en los valles de tu asumirte receptivamente sumisa.
Tal como hemos engastado nuestro afecto: <<La sumisión y dominación son libremente convenidas; es decir son un genuino pacto evolutivo, sin coacción y que sé gradualiza según nuestros estados de ánimo y excitación de ese ahí y ahora>>.
Hay algo realmente muy importante e indispensable, es que siempre queremos hacernos felices, y que mantenemos el diálogo. Esto es primordial, pues así sabes que en cualquier momento puedes demandar que cese o se aminore la intensidad.
Y esa constatación, de poder disminuir el ritmo e intensidades, e incluso de exponer que no despierta ninguna sensación placentera, son las que te dan la confianza para entregarte más convencida:
Como, masoquista quieres ser amoldada, educada y valorada en las maneras, las prácticas y las formas de tu deseo, que va íntimamente trenzado con el deseo de "como quiero sentir la felicidad yo que íntimamente actuó de dominante". Si amada, quieres adecuarte tanto como te es posible a mis deseos.
Por eso me has dado tú mano derecha, la que en ninguna de las circunstancias puede serme negada por tu persona. E igualmente me has dado tu pecho derecho. Esas son las zonas especiales dentro de tu cuerpo, las que me recuerdan más a mí.
También tienes asumida tu entrega para darme hijos. Son hijos que tu también deseas y a los que educaremos de común acuerdo; son la confirmación de nuestra solidez como pareja (esta es nuestra decisión, entendemos que en otros caso pueda acordarse lo contrario).
Y, en muestra de entrega y sumisión, has asumido llegar a ser anillada en uno de los pezones, concretamente en tu pecho derecho y también en uno de tus labios vulvares.
Estas concesiones son definitivas, pero estamos pendientes de la posibilidad de que aceptes el anillamiento de tu clítoris. Son unas respetables muestras de tu sentida entrega. Yo las entiendo como un regalo que interiorizas, llevar en tu persona "para hacerme feliz a mí tu dominante". Aunque ello también es parte de tu sentir, de tu modo de ser y darte tanto como puedes asumir (a día de hoy).
El hecho de que para llegar a eso ejerces un prolongado dominio de tus aprensiones y miedo, es él tener que esforzarte cada vez un poco más. Con ello, lo que das crecientemente y lo vas asumiendo aumenta y lo percibo como lo vas viviendo. Con el tiempo, va me iras exponiendo tus propios deseos de darme nuevas cosas y tus inquietudes, y todo será dialogado entre ambos.
Todo eso, se acompaña con el mucho cariño que pongo, con estar contigo en todos los momentos y por preocuparme por hacerte feliz ideando nuevas maneras y entendiendo tus dudas y la necesidad de que ciertas decisiones requieren tiempo. Toda entrega verdadera debe de ser madurada, querida, interiorizada y exteriorizada en comportamientos y en hechos que dejan en algunos casos marcas en tu cuerpo; pero, en toda ocasión, se gravan en tu mente.
Con tu manera de ser, ambos somos muy felices. No imitamos, sino que generamos nuestra propia vida y reglas de relación. Y, aun cuando la realidad marca unos hechos; nosotros podemos asumirlos como pareja y presentar una respuesta conjunta, que ha de ser querida y asumida...
Esa es mi felicidad, hacer cosas que tu misma entiendas que son conductas positivas para nuestro amor. Y, esta sobreentendido, que esos anillamientos los ejerceré / realizaré yo personalmente, con una atención sanitaria suficiente, sin apresuramientos, hablando todas las partes... Para ser plena, precisarás asumir, recibir el anillado sin anestesia, bien que es posible utilizar frío (cubitos de hielo, y hielo de farmacia,...) para que degustemos el momento...
Hay que elegir la zona, delimitarla minuciosamente, escogiendo de entre las posibilidades. Y tú amada has de tomar en cuenta los diferentes: objetos, materiales y calidades, colocaciones y funcionalidades inherentes.
Personalmente, estoy notablemente inclinado por el oro (oro amarillo u oro blanco), en objetos de fino diseño y no ostentoso ni exagerados. Por lo cual descarto en principio, colgantes y materiales plásticos y maderas, cerámicas o cristales (inconvenientes por su peor mantenimientos y conservación). También descarto otros metales, por oxidarse, bien que queda la opción del acero quirúrgico y del titanio, pero los estimo como menos propios / adecuados.
Tu verás, oportunamente como quedan en esas partes visualmente; pero el primer paso es tener la imagen "mental y emocionalmente impresa". Tras, sentir la naturalidad sadomasoquista en cada una de las distintas prácticas, lograrás "recibirlas como un regalo a ti misma y a mí". Personalmente, considero que es el mayor nivel de entrega, el de que la persona sumisa, acepte y desee el cuidado de su dominante y ello le procure placer...
El dominante que soy, por mi carácter no es violento y sí bastante detallista y cariñoso contigo. Como tu sabes te quiero, y además se da las circunstancias que asumes ser mi complemento masoquista, del mismo modo que yo asumo ser tu complemento. También, deseo darte mucho cariño y ocuparme de ti, y estoy pendiente de ti en todo momento y ocasión, como tu sabes. Tu das fe de que te entiendo y escucho tus inquietudes, tus dudas y espero que libremente muestres tus deseos presentes y futuros.
"Mi persona, que como bien sabes tu, te arropa tanto como me es posible" y "se siento que juntos somos ambos muy dichosos íntimamente".
El deseo, la ayuda, el mimo y el romance son todos ellos partes de "un mutuo amor compartido".
Y las caricias, las muestras de afecto, salen de unas maneras impredecibles, solo posteriormente podemos detallar su evolución y como, cuando y él porque tomaron una forma u otra. Pero, en casos de anillados y similares, es precisa una buena higiene, productos sanitarios y cierta elaboración, cierto entendimiento es indispensable. La total improvisación, pueden dar lugar a infecciones, daños y molestias innecesarias y contraproducentes siempre.
Pero, tanto en esa etapa, como en todas, también hay ciertos juegos y prácticas, complicidades y sorpresas; incluso, surgen novedades impensadas previamente y que se basan en las complicidades y en una correspondencia de voluntades muy estrechamente unidas, que permiten innovar y crear.
El hecho de que vivamos estas ganas de experimentar, y que nos demos al diálogo en las variaciones posibles, de las maneras de llegar a los estadios placer, nos da a dominador y masoquista diferentes caminos y nuevas posibilidades de conocernos. A mi dominador me gusta el placer de ti mi pareja, también la manera de llegar a tenerlo y él modularlo de unas u otras formas.
Me gusta darte unos tiempos y ambientaciones, y entablar el juego dentro de un diálogo adulto, me ser cariñoso, tener inicios sensuales y llegar a momentos intensos que desgranar entre ambos amada.
Me gusta sentir, que tus manos me acarician y tus brazos me estrechan, especialmente cuando ya confiada, pierdes tu vergüenza y te me insinúas manifestando tus deseos. Tu cariño, primero te comportas con sigilo, en unos principios sumamente cautelosos.
Ante mi cómplice respuesta permisiva, vas adecuándote y liberando lo que en tu corazón bulle, y siento como tu ser expresa gratas diabluras enmarcadas perfectamente por tu linda cara, que luce una risa carioca.
Feliz te sonrió, cada vez que mañosa como tú eres, logras volver a escribir con tus dedos, con tus labios y con tus dos pechos pujantes unas deliciosas caricias de amor.
La pasión que dispersas y luego concentras, en una u otra parte de mí anatomía, me dice que toda tu me dices que quieres ser siempre mía. Luego siento, que unidos hacemos un conjuro, de estirarnos y doblarnos el uno en el otro; y tengo la sensación de que tu te expandes por todo mi cuerpo, y me cubres con el tuyo. Así amarradita, con tus propios brazos a mi te me entregas. Y en ti yo me entre, el elixir de mi placer, que se mezcla en el tuyo, en dulce cóctel de amores...
Luego nos amansamos, sonreímos y nos movemos un poco, o estamos quietos durante algún tiempo, hasta que vuelve a hervir el deseo de hacernos felices...