Soy esclava transexual, de una mujer 2
Resumen de la primera parte:
Nací como nací, y solo encontré el sentido de vivir siendo mujer. Lo único que me diferenciaba de las otras niñas, era que tenía una colita. Mi físico era aniñado, y mis amigas, morbosamente me vestían con sus ropas.
Con una par de chicas hice amistad. Sus familias, me aceptaban en sus casas y me veían como alguien del grupo, alguien que era una persona tranquila. Me ponía su ropa usada, sin manchar, pero usada; porque de esa forma me gustaba más: "era como si me transmitieran una parte de ellas". Y yo, de esa forma era más femenina.
La continuación
Mis amigas, eran entre todas un grupo cerrado, las chicas con las que salía. Ellas me feminizaban a su antojo, creando en mi un sentido de sumisión y dependencia; era como si yo fuera la obra de sus manos. Y yo crecí de ese modo, contenta con su aceptación a cualquier precio-, reconozco que estaba más contenta que unas pascuas. Me sentía encantada de salir con ellas. Ahí, me di cuenta de mi carácter de sumisa, con cuerpo inapropiado.
Tras los 16 años, todo se tuvo que arreglar. De día pasaba por chico, por las tardes y los fines de semanas, me lo pasaba fuera de casa y me transformaba en otra de ellas. Me dejaba hacer, iba con ellas. Todo muy light pero a mi me encantaba.
No había nada de directamente sexual, solo una emoción y el hecho incómodo de tener que ponerme unos esparadrapos y algunas vendas amordazando mi colita, para "disimularla dentro de lo posible y que no se me notase"... "Esa parte de mi cuerpo, siempre he considerado que está puesta ahí postiza, desde que nací fui tomando conciencia de ese hecho."
Ellas me comentaban como se depilaba, con que tipo de crema y donde iban y yo las acompañaba, aprendía y las imitaba. Era buena imitadora.
Me gustaba ponerme las cosas de ellas, estar con ellas como otra más. Si salían con chicos, hablábamos de ello y me contaban lo que sentían. Me empezaron a excitar con esas cosas. Varias noches tuve poluciones nocturnas, que me molestaban muchísimo.
Me levantaba sofocada y me iba a limpiar. Me daba asco, pero si estaba con alguna a ellas le gustaba sentir eso, y me hacía estar así, hasta que se secaba ese "moco". Tocaban eso con sus manos, les gustaba y yo aguantando, para que ellas me dejaran estar con ellas.
Salí a estudiar fuera de casa, a los 18 años. Fui con dos compañeras y ahí fue el despiposte: podía pasar por una de ellas, excepto en las prácticas y en los exámenes. Las clases son grandes, yo me ponía en el fondo, confundiéndome con el grupo.
Hablaba y hablo bien poco en clase y luego les preguntaba mis dudas a ellas, mis compañeras. Les hacía parte de sus deberes y ellas me ayudaban a mí. Soy despierta en los estudios, y ellas se sienten cómodas conmigo: no las agobio, hago mi parte de labores de casa (del piso de estudiantes).
Una de ella, Mari Luz, se ha encaprichado conmigo. Me busca, compartimos cuarto, se mete conmigo y me mete mano. No busca que me corra, solo sentirse conmigo. Coge mi mano, la pone encima de ellas y dice: ¡Vamos, haz así, solo mueve la mano! Ella, se excita, me hace vestir como otra chica, me hace regalos, me depila y me toca mi pilila. La coge, me la mueve un rato. Se pone encima y me da besos.
Se frota conmigo y me lame la cara, el cuello. Me deja sentir sus dedos en mi pelo y cuello. Me peina y me arregla, me pongo sus cosas y ellas feliz conmigo. Se pone nerviosa, si alguna se acerca a mi más de los que cree justo.
Me protege, me invita y dice que me necesita. Me llama Ana y fuera del estudio, dice que es mi hermana. Dice que ella es mi pareja, se viste más de chico que yo misma.
Y por las noches, toma mi mano y se excita, se frota con su mano un rato y me pide que siga. Yo sigo, porque es simpática y es mi amiga y me gusta hacer lo que ella dice.
Toma mi cabeza, me empuja hacia abajo y me dice que lama, que muerda y que me frote con ella. No me hace sentir incómoda, me dice como y donde hacerle cosas. Me hace que sorba lo que le sale, que apriete entre mis labios los suyos. Nos besamos, y la siento gozar.
Ella, se baja, me lame mi colita. Me besa, se queda parada. Cierra la puerta y no tolera que nos moleste nadie con nada. Me lleva de la mano, me pasea en su coche. Me ha presentado a su familia, vestida como medio chico.
Yo no me siento así, pero dice que el mejor. Mari Luz tiene mucho carácter, y tiene a raya a Purificación y Marta (las otras dos compañeras de piso). Dice que si ellas tienen sus amigos, ya saben que cada cual elige y hace lo que le parece y que no se metan con nosotras, por lo que les vale.
Ha escogido conjuntos, de ropa íntima para mí, unas preciosidades de braguitas y sostenes. Me los rellena, luego ha conseguido en una tienda de ortopedia, unos sustitutivos de tetas (siliconadas o de un material plástico) y yo me las pongo. Me depila, se ducha conmigo y me pones unos vestidos muy cortos. Compra pensando en mí, que tengo las mismas tallas que ella; salvo de pecho claro -porque no me hormono-.
Me pone las medias, me arregla me maquilla y me llama chiquilla. Me hace reír, soy feliz con ella. Me siento como una actriz de cine. Me dice que soy guapa, y que soy su estrella. Uso una crema para la cara, desde los tiernos 14 años, y no por me crece apenas pelo de barba (ni en los otros sitio); o no más que a otras chicas.
Me compra sandalia y zapatos de tacón. Es de buena familia y el dinero no es un problema, pero conmigo se gasta un pastón. Me invita, me entalla, si protesto por lo caro de algo que me compra, me dice: ¡Vamos, no seas tonta, yo no tengo problemas de dinero! Acéptalo tonta, además con nadie siento, ni parecido a lo que me haces sentir tú.
Y yo, sintiendo lo que siento, como nunca antes me acomodo a ella. Y la complazco, tanto como puedo. Y si más me pidiera, más le daría. Yo no cuento. Que me deje es mi tormento, que me haga suya mi ilusión y alimento