La monja y las dos chicas lesbianas, del internado (2).
Ella, se quedó así, paradita ante el espejo viéndome a mí, que ya estaba desnuda. Y yo la veía a ella doblemente, por ver su cuerpo y reflejada, en la imagen del espejo.
Y con sus dedos tocándose, se quedó mirándome con intención el espejo. Así se saco su calzonita agachándose, provocativamente. Y se me ofreció a la vista, dejándome ver su culito y su conchita tan lindos.
Hizo que me excitase mucho, tanto que mis pezones se pusieran duros y mi cuerpo se estremeció de ganas, de ese cuerpo de chica.
Candy se quedó así agachada un largísimo momento y me miraba, me estaba calentando. Y es más, con mi expresión, le hice entender que me sentía mejor bien.
Empecé a mojarme mucho, y ella dijo: "vamos a atrancar la puerta", con el pasador, que quiero que estemos solas. Así lo hizo, mientras no me quitaba los ojos y con la mano me anima sacarme mi calzonita y la bata, que estaba abierta .
Se puso apoyada en el lavamanos, mirándose en el espejo. Y me dijo, me gusta quedarme así. Me haces sentir muy bien, con tu mirada, pero puedes tocarme, que no muerdo (y sonrió).
Y me acerqué, la recordé con Sor Emilia y me puse a rozarle con mi mano las nalguitas y su espalda. Le toque los pechos, en formación y ella se dobló hacia delante.
Con ello, me vino la gana de acariciarle un pecho, cosa que ella agradeció, apretándome con su mano la mía, que le tocaba su teta. La noté muy caliente y cada vez más alterada en la respiración.
Y me dijo: No me tengas así, tócame más Olga. Y separó sus piernas, fue bastante. Pues cuando le puse su mano en su conchita, estaba mojadísima y se ablando toda.
Mi mono tomo vida y la tocó como nunca.
Le abrí los labios y entré bien dentro.
Noté que ella, debía de haberse penetrado con la polla o con algo, porque me entraban hasta tres dedos.
Y así apreté, por que le gustaba y ella me daba a saber a las claras que quería bastante más.
La mirada de Candy me decía sigue, sigue que me gusta.
Y eso, me lo acabó por decir con voz apagada y excitada.
Le hundí los dedos y me puse a tocarle los labios.
Le rocé su clítoris, y se me abrió al máximo tanto, que no pude más y me agaché a comerle su conchita, con mi boca.
La abrí como si eso lo hubiera hecho más veces.
La sentí como un mejillón fino, pero con gusto a chicha.
Y me corrí, casi sin tocarme, de tan caliente que estaba (en ese momento).
Mi boca chupaba y lamía y me volvía loca.
Y ella igual
Yo me corrí casi sin tocarme, (al poco de empezar a correrse ella).
Luego nos duchamos y ella me hizo gozar, y yo a ella.
Nos dimos caricias, sin llegar a corrernos, porque en la puerta daban golpes y no queríamos que fuera tan evidente.
Luego, si fue evidente, pero había más parejas de chicas y algunas hasta pagaban por que fuéramos a meterles mano.
Eso, me lo contó Candy. Que algunas, pagaban hasta el 25 euros por sentir lindo y rico.
Claro, como son unas consentidas y sus papis les dan de todo, pues eso que pueden permitirse pagar.
Pero, les hacemos hacer cola y a veces por adelantarlas o repetir los dedos, le hacemos pagar 10 euros más.
Me gustó luego besarnos, y que por un momento su mano y la mía estuviesen sobre la conchita jugosa de la otra.
No nos importó, que picaran en la puerta y salimos radiantes y enamoradas, del lavabo de amor.
Luego, he llegado a hacerme algún dedo pensando en esa vez. Por supuesto que hemos repetido.
Y que en la cama le abro sus nalgas y me meto con ella bajo sus sábanas.
Nadie cuenta nada y además Sor Emilia, y alguna otra monja, les taparía la boca, por lo que les va a todas.
Como hay poco cariño, y las familias nos tienen aquí colocadas (para estar más libres, pues somos un poco cómplices en todo).
Alguna se fuma sus porros, otra come fuera de horas. Y bastantes tenemos sexo, entre nosotras. Incluso las que dicen que son "héteros", cuando les apuran las ganas bien que nos buscan.
No les bastan sus dedos, ni hablar con su chico por el móvil o chateando (esas veces que Sor Emilia, deja abierta la puerta por las noches, cobrando algo claro).
Candy tiene mano con Sor Emilia, tanta que la toca, a poco que tiene tiempo. Sor Emilia o Emily, como la llama a solas va en permanente calentura con Candy y la llama a esta, mi niña y mi amor.
Pues bien, esta noche la ha hecho desnudar para mí, desnudándose ella. La ha tenido que rogar y azuzar un poco.
Pero Emily, esta muy caliente con los toqueteos y solo tienes 23 años. Entramos en el cuarto de la vigilanta y allí ella atrancó la puerta, luego de hacer la acostumbrada ronda por los dormitorios comunales.
Y ella (Emily) se ha sacado sus ropas. Y cual es mi sorpresa, si veo que lleva un tanga tan pequeño como el de Candy o yo misma. Eso si, está más formada, y tiene más cachetas de nalgas. Pero su tanga, está tan mojado como el de Candy, en la parte que cubre su concha.
Síiii, me dice Candy: ¡Emily se moja mucho, será monja, pero tiene un coño caliente y le gusta sentir rico!
Sabes Olga, una tarde me pilo haciéndome un dedo y se quedó parada. Tras mí sorpresa, te abría más y me puse a tocar para ella, verdad Emily (asentimiento, de cabeza).
Tardó un rato, pero acabo metiendo la mano bajo su falda. Y se bajo la braga, acabó tocándose, ante mí de lo caliente que se puso.
Y yo, la miré y me decidía ir y usar mi mano. Nos encerramos en el departamento del water y abrí su chaquetita, de botones (de punto) y le abrí la blusa, para tocarle y lamerle las tetas.
Se corrió, por tres veces, y me hizo venirme tres veces a mí. Luego, nos tomamos confianzas y usamos un consolador y una polla de dos cabezas.
Emily, es mi novia y me hizo mujer. Pero, yo por mi parte le hago esto: (se puso se meterle cuatro dedos y estirarle los labios del coño y se los frotó entre los dedos).
Esto y otras cosas más, claro....Sor Emilia aguantaba eso, pero con una excitación tremenda.
La monja acabo despelotada y le comimos todo: boca, tetas, culo, cuello vientre y espalda.
Abierta por Candy, Emily empezó a temblar de gozo. Yo le dije que me dejase a mí. Le hice lo que me dio la gana y ella con esfuerzo se reprimía sus gemidos.
Estuve lamiendo y apretando entre mis labios y dientes su conchita. Luego Candy se puso detrás, pues había estado sujetando y mirando lo que yo le hacia a la monja y lo ésta hacía mi.