El niño de cuatro dedos, el tullido y el monje.
Un día nació un niño con cuatro dedos en cada mano,
y el niño al ser consciente de ello, lloraba por que él no era como los demás.
Después de consultar a muchos médicos,
sus padres no escatimaron en frecuentar a varios especialistas y a algunos psicólogos infantiles.
Debido a ese defecto, todos daban el caso por difícil de resolver, pues el niño no dormía bien.
Y su físico, le afactaba negativamente, tanto que hasta le costaba comer.
Una forma de animarlo era viajar, con sus padres,
y fue que en uno de esos viajes, se quedó solo frente a un tullido,
Ese minusválido, tenia un tazón de comida y un jarro de bebida,
claro que no podía tomar de ellos, pues esa paresona carecía de manos y pies.
El niño, ya con 12 años, se quedó impresionado, mirando esos muñones;
el tullido, no obstante sus deficiencias estaba sonriendo y con mirada alegre.
Y así mirándolo se le acercó al chico alguien,
ese desconocido lo empujo, amablemente llevándolo junto al tullido,
el chico por primera vez se sintió mejor que nunca antes,
se dió cuenta de la suerte de tener sus 4 dedos,
de algún modo llegó a identificarse, se colocó en el papel del tullido,
y quiso ayudar a ese ser tullido, para que pudiera beber y comer.
Entonces, tras verse atendido y tras saciarse:
estando tan agradecido, el tullido habló de un singular monje.
Le comentó: Mira, niño he visto tu mirada,
y me recuerdad a mi mismo y a mi tristeza anterior;
por tu bondad quiero compartir contigo lo ese monje me dijo a mí ,
fueron unas palabras que cambiaron mi vida...
Me dijor, que debía confiar en la buena gente,
que esperase siempre lo mejor de las personas,
a que de vez en cuando vendría alguien a ponerme comida,
luego alguien más una buena persona me pondrá la bebida,
Y luego llegará alguien y verá lo que me han dado,
pero se dará cuenta de que sus manos me son necesarias para comer y beber.
Y el monje me sonrió y me comentó:
tu has nacido, bendecido, para que otras personas sepan de su suerte,
la gente se compadece de si misma,
se sienten inferiores o con carencias físicas o mentales,
se miran en sus deficiencias y necesidades,
tu siendo tullido, les verás el dolor en sus cara y en sus almas.
Y te darás cuenta, que tu eres alguien que saber mirar en su interior.
Tu disminución física te permite mejorar tus sentimientos,
todo lo que te falta físicamente se te ha dado en tu corazón,
ahora tu puedes dejar a las personas que te ayuden,
también te llevarán a tu casa y te pondrán en un sitio donde te de el sol,
pero donde estarás con tu cabeza a la sombra.
Deja que las personas te den un poco de su bondad,
ellas se sentirán mejor y saben que pueden ser mejores,
con tu bondad puedes extnder la bondad en tu entorno, allí donde estás.
Pero, ellos no saben que yo les doy algo muy personal,
donde me hacen el bien no hay tormentas que desbaraten la cosechas,
el clima es más suave y el ganado no pierd a sus crías.
Y, mira entorno nuestro, la gente está feliz,
no pido dinero, solo cosas necesarias:
alguien me trae y me lleva, y alguien me aloja en su casa.
Además, como yo tengo una voz muy melodiosa,
sé acompañar a un anciano, arrullar a un niño, cantan bellas canciones;
también, hacer algo muy importante, se orar por la buena gente que me ayuda.
Y, se que tu sufres por tus manos,
tienes unas manos con un pulgar y tres dedos,
he visto como la mirabas y me mirabas a mí,
quiero que vayas a hablar con el monje,
e irás a donde poner el papel guardo en ese bolso.
Pueden acompañarte, pero a partir del camino de la loma irás solo,
y principalmente "has de entrar tú solo", para hablarle con humildad.
Y le dices que vas de parte mía,
desde ese momento habla de lo que sientes,
te entenderá y te dará la oportunidad de sacar tu dolor.
Ya me comento, que de vez encuando un alma con dolor vendría,
y en esos casons, me dijo que os encaminara a él
El niño, se lo comentó a sus padres, que lo oían expectantes.
Al día siquiente, los padres fueron con el niño y encontraron al tullido,
Y esté, enténdiendoles: les aseguró la reflexión del monje,
con su sabiduría le dio un real sentido a su vida, ya no se consideraba un tullido.
Ellos, se miraron, lloraron y miraron a su hijo,
Tantos médicos y psicólogos y su hijo se seguía mirando sus manos,
con cuatro dedos, pero las abría y cerraba. Miraba al tullido y su mirada cambiaba.
Y, por las maneras del tullido y lo que les habló,
con eso que llama "amor de padres" y se decidieron a hacer el camino,
no era algo acostumbrado, pero su hijo estaba ilusionado.
Y, lo acompañaron, hasta dejarlo al pie de camino y sabiendo que llegarí a la entrada de una gruta.
Pues, éste era un monje muy pobre materialmente y que no disponía ni de un monasterio.
Se informaron y supieron que a esa gruta subía variada gente, que luego bajaban cambiados .
Pero lo que antes era desola montaña, tras venir el monje era una zona apacible y agradable,
Con cada persona que venía, aumentaba la benignidad del lugar,
en cada nuevo ascenso había esperanza y en cada descenso se esparcía su agradecimiento.
Se había ido haciedo un camino con las pisadas de las visitas, antes solo era una ladera.
Y cada día, alguien se ocupaba de poner un poco de comida y bebida;
también se quedaban a hablar con él, por que se sentían muy bien hablando con el monje.
Y así pensativo subió el niñito y luego entró y vió a un hombre anciano, pobremente vestido.
El monje, se veía recostado a la entrada, en un asiento labrado en madera y encajado en la roca,
la madera estaba desgastada, por la gente que se sentaba en ella.
El niño también se sentó, ante una gesto del monje y el niño le dijo de parte de quien venía.
Y el chico, se dio cuenta de que el anciano, de algún modo se parecía al tullido,
casi como si fuera su hermano, o un padre del mendigo bonachón.
Y el anciano le dijo, con palabras calamadas:
¿Que es lo hace, que tu mirada no sea alegre?:
Y el niño, le contestó sencillamente, enseñándole sus dos mano,
Él se las miró y le dijo: ¡Ahora, tu mira mis manos!
Y el niño, miró y vio que el monje tenían sus dedos agarrotados.
Le contó, el monje, que él no podía apenas mover los dedos,
Y siempre hay buena gente, vienen y me ayudaban a comer, a beber, e ncluso a vestirme.
Y, conmovido el niño, con su manitas fué y tomo la comida del recipiente,
Y le empezó a dar de comer, alegre de poder ayudar al monje,
Luego le dio espaciadamente de beber, y continuó ayudando,
Y le limpiaba la boca, y sus manos, ayudaban y eran más útiles que nunca antes.
El niño se sentía cada vez mejor, más satisfecho y alegre.
Y el monje le dijo: Aún me sobra comida y bebida, toma de ellas; así lo hizo el chico, saciándose.
Pero además, el chico se decidióa tomar del agua y a lavar las manos y los pies del monje,
para posteriormente, secárselas con su pañuego y con su propio jersey y manos.
Y el monje sonrió y le dijo,
Ves chico, tus manos tienen cuatro dedos;
pero, otras manos, que cuentan con 5 dedos:
¡No han pensado ni en limpiarme la boca,
Ni en lavarme las manos y pies!
Y eso también me era muy necesario,
¡Desde hace semanas, esperaba ser aseado, desinteresadamente!
Y por eso, quiero que sepas algo:
Tus mano tienen 4 dedos,
Pero cada dedo es algo positivo de ti mismo,
un dedo es el amor a los demás,
otro dedos es la fe en la humanidad, eres capaz de ayudar a tus semejantes,
el tercero dedo, es la paz que sientes, cuando estas con alguien a quien puedes ayudar,
y el cuarto dedo, es la esperanza de que puedes hacer bellas cosas, tan anónimamente como hoy.
Pero tus manos son especiales,
Porque he notado tu bondad al limpiarme la cara,
te has unido a mi persona para lavarme una mano y mas tarde la otra,
Un pie y el otro, han sido aseados espontáneamente...
Has hecho acciones positivas y desinteresadas,
Por eso coge el agua sucia, donde la has exprimido.
Sí, de ese cuenco de madera...
Y tu mismo, lávate las manos en el agua del cuenco.
Y cierra tus ojos. Y él, mansamente, confiadamente cerró los ojos sin preguntar,
Y al abrirlos, tras enjuagarse, vió que ya no estaba el monje,
Ni, siquera estaba puerta de la gruta y se le abrió la boca.
Y miro su manos y vio el quinto dedo,
¿Como podía él, expresar el agradecimiento por ese regalo?
Y una voz, dentro de él le decía:
Ayuda a los demás y haz lo que nace del bien que guardas en ti.
Si con cuatro dedos, ya ayudaste a alguien,
Con cinco dedos, puedes dar más tranquilidad, y buenas obras.
Más, el ayudar te hace sentir mejor y comparte tu bienestar con los que te rodean,
Y ese día, su corazón empezó a serenarse y sus ojos darban el reflejo una preciosa luz.
Al mirar su entorno, se sintió reflejado.
Y supo que, el monje era como él mismo,
Y que esa era su misión, ayudar;
estar dispuesto para hacer que otros seres se sientan útiles,
Y se confesó, que poder ser útil con sus limitaciones,
Como todos las tenemos, alguna limitación, es una forma de superarse.
Y la mirada, se fijo en la pared de roca,
la roca pareció ablandarse para esbozar como una cara,
Cual si fuese un espejo, o una ventana.
La cara, tenía una mirada de simpatía y una sonrisa reconfortante.
Y esa sonrisa, sigue grabada hasta el día de hoy ahí,
Esperando que otros, podamos verla...
Sus padres recibieron a su hijo, y subieron al día siguiente;
dejaron un cuenco de comida, dos jarros con bebida, y dieron gracias,
miraban la roca, y miraron a su hijo,
le mostraron las manos y lloraron, dieron gracias,
también dejaron unas ropas sencillas, pero limpias.
Y se sentaron en el asiento de madera, encajada en la roca.
Y, se sintieron mejores y con ganas de ayudar.
Y oyeron, como una voz que susurraba:
Si ven a un tullido o necesitado, ayudenle,
dejen abrirse la gruta, de sus corazones;
dejen salir por la entrada al monje que todos llevamos...
Y digan y dejen que su compasión nazca, para todos...
Vivan en par y en armonía.
No den dinero, den de comer y beber,
den ropa que vestir,
den guía a quien se ha perdido,
aconsejen sobre un lugar en que reposar o dormir,
Sean benébolos, aceptandose a los demás y a ustedes mismos tal cual son.
Dicen que el cuerpo puede ponerse tenso,
la persona necesita ducharse y sentir un masaje profesional para relajarse.
Pero, un abrazo nos hace sentirnos mejor,
un beso, reconforta y libra de penas.
Y el cariño de quien nos da su amistad calma cierto tipo de sed,
Todos necesitamos un alimento: El amor, sin el cual malvivimos, sufrimos y nos desesperamos.
Es como quien ducha y masajea el corazón,
Que hace sentir mejor a quien da y a quien recibe.
Da de tu amistad y amor a las personas que te rodean,en la colina de tu entera vida;
especialmente date a tu familia y amigos,
pero tambien relacionate amigablemente con tus compañeros y vecinos.
Una sonrisa, una palabra amable y una ayuda; son semillas de Amor, se sembrador de Amor.