Azotes buscados, son azotes queridos
En el cajón de mi sinfonier o mueble aparador, que es todo el de cajones largos y hondos tengo varios cinturones. Yo en lo personal, soy educado y acepto los errores involuntarios, las equivocaciones intencionadas deben de corregirse.
A un niño pequeño, hasta los 9 años, basta con unas cachetaditas en cara y unos "medio-azotes en el culo". Desde los 10 a los 16 años, pueden darse nalgadas de manos, con la ropita de abajo puesta. A partir de los 16 a los 18, hay que introducir los azotes con cinturones secos y mano y culitos secos, pero con las braguitas bajadas.
A partir de los 18 años, la naturaleza está más preparada y la persona adulta puede recibir adecuadamente unos buenos cinchazos. La azotaina debe darse inmediatamente de conocer las faltas, siendo proporcional a la gravedad que tenga. Y, caso de ser muy importante el mal causado y haber voluntariedad y reiteración, hay que dar con el cinturón mojado, enlustrado en aceite de oliva. También, me gusta untar, el culito, de crema o de aceite.
Una mujer, cuando va a ser azotada, debe estar con las piernas separadas. Si es una corrección, que solo pretende el castigo debe, ella ha de estar incómoda, de pie y apoyándose sobre sus piernas; como mucho, puede sostenerse, un poco, sobre el borde de una mesa, o sobre el respaldo de una silla. Debe de estar con los ojos cerrados, preferentemente por ella misma, más a mi me gusta vendarla de ojos.
La misma chica o mujer debe bajarse el pantalón, primero; luego debe hacer resbalar sus bragas o tangas hasta por debajo de las rodillas (pero sin que toquen el suelo, eso me resulta descuidado y me hace duplicar el castigo, además de alargarlo para días sucesivos).
Una mujer, debe saber bajarse las bragas, sabiendo que es vista y que va a ser azotada. Esto se hace a ritmo, con las dos manos, flexionándose y sin hacerlo de golpee como si fuera una cuajada seca.
Los azotes, no empezarán de golpe. Ni serán, rítmicamente, acompasados y regulares. Han de ser imprevisibles, y no deben de alternarse, acompasadamente, pasando de una nalga y de muslo al otro. Eso permitiría prepararse, y endurecer los músculos. Deben de caer, sobre el lugar desprevenidamente...Sería demasiado fácil para ella, debe estar indecisa y quebrada en su orgullo.
También, pueden darse azotes a su espalda; lo cual debe de practicarse, con más cuidado. La acción de castigo de espalda es más humillante aun y debe de hacerse con el sujetador abierto, pero sin sacárselo completamente y ella debe estar con las bragas bajadas. Es preciso que la sumisa, se halle con el pompis al aire. Hemos de comprobar si se moja, tras los azotes y lo receptiva que está a las caricias. Cada cual tiene sus maneras y sus atenciones. Más, en mi opinión está bien tocarla, mientras se la doma y azota.
A mi sumisa, la corrijo, la dejo reposar y le pongo crema analgésica y cicatrizante, tras sus buenos 30 o 50 cinchazos (repartidos, esparcidos por la superficie que desee hacer receptora de golpes).
El culo, varía desde la tonalidad blanca, pasando por la rosada a la morada. Tras azotarla, me gusta lamerle las heridas y rozarle con la puntita de "mi cosa" (mi herramienta), por las zonas más doloridas. Luego se la paso un rato por entre sus conchitas. Ella normalmente, pese al dolor se empieza a inquietar y separa algo sus piernas y gira un poco la cabeza. Mas tarde, noto como va apoyándose un rato en cada una de sus piernas, mientras la otra se flexiona.
Y siento como su conchita, se sensibiliza y empieza a sacar su "babitas". Le gusta sentir cariño, incluso cuando la corrijo. Más aun le gusta sentir a mi herramienta, rozándola con su puntita en las zonas sensibles. Y se la hago sentir, pasando sobre sus labios.
Así la tengo un buen rato. Hasta, que ella pida el permiso. ¿Para, que? Bueno, pues para doblarse, sujetándose sobre sus piernas se agarra a la mesa o al respaldo de la silla. Que se apoye, ella misma, sobre sus propios muslos; y se dobla hacia delante, rozándose su "cricha (crestita o funda de clítoris)" con mi cosa. Se roza suave, notando como la humedece y como la punta blanda de mi cosa, se le siente rica. Se va poniendo sensible, le late su vientre y se separa más. Espera que la agarre de sus senos, cosas que a veces hago y otra no.
Si no la toco arriba, si ni siquiera me aprieto a su espalda, la hago sentir más desamparada. Es como si la interviniese con mi termómetro. Y siente, que su puntito, le pide ser tocado. Se va levantando, pero ella se abstiene de tocarse con las manos (lo tiene prescrito como imposible). Y ha de doblarse más, para rozarse su puntito con el extremo de mi cosa. Siento como su cricha se abulta y se le va separando y es como si me llamase.
Así de ese modo acaba, rozándose y sintiéndome bien rico. Llega su placer, tiembla y se sujeta a lo que tenga. Suele separar sus piernas, para que al estar más separa la sustenten mejor. Y así, se mueve en esos espasmos de gusto que le vienen desde su puntito y desde la "junta partida", su conchita, donde convergen sus piernas. Luego, la hago tumbarse, boca arriba y miro hasta donde le llegan las gotas corridas de su humedad, tal como le ha ido bajando.
Si me excito la masturbo, así mismo. Pero, lo que mas me gusta es masturbarla rozándome mi cara con su culito o espaldas azotadas (o sus muslos, si le he dado ahí).
Cuando la dejo tumbarse sobre la cama o sobre la mesa, boca abajo (estirada del todo o arrodillada al borde de la cama) entonces sabe que la voy a hacer correrse tantas veces como quiera. Pero eso, es en pocas ocasiones. Me gusta más que este de pie e incómoda. Luego de azotarla, estará por varios días con problemas para sentarse y deberá permanecer más tiempo sentada. Eso es chocante, por verla ir de pie con el asiento del transporte público vacío.
También está levantadita, mientras yo como. Puede sentarse pero la braga ya le molesta, cuanto más sentarse encima. Que picazón, que comezón. Pero, por otro lado le gusta y lo busca, pues acaba haciendo algo como para ser castigada. Cada 15 días, parece buscar, con regularidad su zurra. Ella sabrá, pero a mí, la verdad me gustar darle esas tandas de zurra, en nuestra casa
Tras los azotes, me gusta dejarla abrazarse a mí, de pie o sentada. Me gusta, que tenga un rato para poderme abrazar y sentir que la abrazo y quiero. Es una doma, no es repudiarla, por que sí