No había tenido la dicha de sentir alguien como tú.
Resumen
Separabas tus piernas y nuestras próximas rodillas se llegaron a tocar y así permanecieron. No era nada descarado, pero suficiente para entender que deseábamos tomarnos y enlazarnos. Y siendo de noche, con poca luz y la gente adormilada o leyendo; pues no era hora de que pasasen la película.
Te alteré y mientras anulabas la reserva de ti hotel te viniste, para humedecer mi mano con tus sacudidas espermáticas. Luego llegamos sobre las siete de la mañana, fuimos en metro, total solo son dos bolsas y estábamos contentos. Llegamos al hotel, desayunamos juntos (cómplices y contentos).
No había tenido la dicha de sentir alguien como tú, hasta que te conocí el mundo era una conglomerado de gentes diversas. Había amistad y sensualidad, cotidianidad y de vez en cuando un poco de fantasía.
Dos personas, se conocen e intiman y deciden pasar un rato en común, son las cosas de los viajes y las esperas entre los diversos caminos, por los que llegamos a un encuentro. Cada recuerdo de amor, esta lejos y a la vez se inscribe en los sentimientos y eso lo hace más cercano. Mis ojos me llevaron, como consecuencia de ir acelerados ambos, nos chocamos y llegue a sentir , entre mis manos, a tu cuerpo. Y ahí me prendí de ti.
No hubo intento de seducción; simplemente ocurrió y sentí tu olor. Llevaba meses yendo a sitios, sin llegar a ningún lugar que mereciera la pena; ahí surgió tu persona tímida, parecías una criatura silenciosa. No era tal, solo que eres una persona sorda y necesitas mirar a los labio y luego pronuncias las palabras calmosamente.
Sentí a tu lengua y labios decir palabras, dibujando trazos en el aire y noté como un cosquilleo en el interior de mi oreja y se hacía táctil tu mirada bajando por mi cuello. Te movía con una delicada ambigüedad. Tu mano y tu brazo hacían unos círculos, te desplazabas escribiendo en el aire matices que una conversación "ordinaria" no abarcaría.
Me quedé absorto al observarte: Tu cuerpo marca sus curvas de mujer, tu pecho me sugieren desesperación y algo de excitación. Te has sonrojado y tu intimidad se ha endurecido. Tu cintura estrecha parece invitarme a tomarte. Nos sentamos y cruzas tus piernas, quedan veinte minutos parra que el tren a Madrid entre en el andén y ambos tenemos billetes de primera. Subimos al club de pasajeros a tomar algo, tú no lo conoces pero te dejas aconsejar.
Me entero de que viajas en soledad, me comentas eso con una voz pausada e íntima, que dice mucho más que simples palabras. Me comentas que pasarás una semana allí y curiosamente yo también (desde el Domingo de Ramos, hasta el Lunes de Pascua festivo en Cataluña-).
Tú eres bailador de flamenco, te cuidas y tienes un aire de estar pasándolo mal. La suerte parece ir en contra tuya, elevas una de tus piernas y me dan ganas de acariciarte una de las rodillas.
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Luego de tomar un café expreso y tu un zumo de melocotón, natural y mirándome todo el rato Me estabas sondeando y declarándote, eras bien consciente de que me impactabas y con tu voz suave y susurrante me decías de lo que esperabas y de que me deseabas tener entre las piernas y que te hiciera mío. Separabas tus piernas y nuestras próximas rodillas se llegaron a tocar y así permanecieron. No era nada descarado, pero suficiente para entender que deseábamos tomarnos y enlazarnos.
Luego hablamos con el interventor, era renuente a los cambios, pero eran dos billetes de primera y tampoco viajaba tanta gente; al final tragó y pudimos ir acompañados y empezamos a conocernos y desearnos más.
Te mueves con suavidad y nuestros cuerpos piden que nos demos besos, también reclaman su parte de sensualidad nuestros sexos. Puse en un momento mi mano entre tus mulos, tú los cerraste y te apreté fuerte. Miramos controlando, pero la situación permitía eso y mas
No quería que se redujera todo, a ir ambos al lavabo y allí hacernos una paja doble (receptiva y activamente). Podrías haberme mamado y lo mismo te haría yo, pero eso en un contexto de prisas y tal como van los sanitarios de los trenes (aun siendo de primera), no me pareció conveniente.
Tampoco quería que fuera algo sórdido, me estabas empezando a gustar. Por eso te consulté, mientras mi mano subía por entre tus piernas y te hice prometer que anularías ahí y ahora la reserva de tu hotel. Yo, tengo una habitación doble, es algo que acostumbro a hacer (lo cual es cierto, y además providencias en este caso).
Te estuve tocando, un buen rato con ritmos diversos. Y siendo de noche, con poca luz y la gente adormilada o leyendo; pues no era hora de que pasasen la película. Así, te bajé la cremallera y puse mi cazadora encima y así te masturbe, no una sino dos veces. Te alteré y mientras anulabas la reserva te viniste, para humedecer mi mano con tus sacudidas espermáticas.
Algo debió notar, por el otro lado del teléfono, pero tú no te cortaste. Todo estaba preparado para que vayamos a mi hotel, del Paseo de la Castellana. Luego la segunda vez, fue distinta: te baje el bóxer y mi mano te tocaba y paraba; te estire y empujaba tu pene hacia abajo como un timón. Tu tiburón no me mordió, pero si se puso a escupir entrecortadamente . Luego de eso, me dijiste que si quería lo mismo. Te dije que no, que te reservaba eso para nuestra noche en el hotel y para verterme dentro tuyo (con profiláctico, por supuesto). Eso te emocionó, y te apoyaste en mi hombro, ahí te quedaste dormido.
Me gusto sentirte así, miraban a ratos; pero tampoco es nada tan extraño y si se pican peor para ellos. Luego llegamos sobre las siete de la mañana, fuimos en metro, total solo son dos bolsas y estábamos contentos. Llegamos al hotel, desayunamos juntos.
Tu tenias que ir con premura, a tu tablao (te estuvieron llamando desde las cinco de la mañana, les distes largas pero tampoco es para pasarse tanto). Al final fuiste, te di mi móvil y me llamaste a la oficina de mi compañía. Y esa noche nos amamos y nos hicimos novios .
Aun ahora siento tu aliento, sobre mi oído y noto como me lames el cuello y la oreja. Nos comimos a besos y nos tocamos con ganas, por delante y por el revés; por los costados. Nos tomamos de las manos y nos frotamos hasta los pies. Y mientras te hago el amor noto como arañas y estiras la sábana de la cama. Así te entro y me muevo dentro tuyo Así te hice mío, pero aun recuerdo nuestro viaje en el departamento de primera .
Kharlo