Me gusta iniciar
Me gusta iniciar, el acercamiento con toques accidentales. Las nalgas, los brazos, las piernas, los mulos y los pies. A veces, me gusta que lleves ropa interior elástica, que persona tu piel y tus carnes, las amordaza. Otras ocasiones, veo la ropa interior, que llevas holgada y suelta, lo que permite los casuales roces, de la tela convertida en brisa de fibras de vestido, sobre ti.
Soy muy conciente de "esos toques casuales de la tela de tu ropa interior con tus nalgas y con las tetinas". Los deseos que vives, son las iniciaciones de tu preparación para la seducción. Que poco a poco, van haciendo más natural el contacto y la proximidad con la persona.
El ritmo varía de caso a caso, a veces se debe descartar el encuentro. Otras veces, se fijan lo toques laterales y galanteo. Y en algunos caso, se progresa claramente y se siente la calentura que la gacela siente siendo esculpida, con manos que cincelan su cuerpo.
Algunas se ponen airadas, hasta que le aplicas la corrección y atiendes su parte más sensible y le haces ver la conveniencia de conservar su empleo. Y ciertas, chicas se quedan paradas y dejan que avances y progreses. Se sumen, en una entrega y una sumisión, que revela los deseos reprimidos y la necesidad de que unas manos "masculinas" sean la llave para dejar libres sus ansias de goce y placeres.
El que tras llegar a casa, te desvistas, te duches y te vistas, eligiendo las prendas, de la piel de tu ropa interior para mí. Eso, me señala tu maduración en la sumisión y en el amor compartido. En casa, me gusta verte, con falditas cortas y con tops. Con tus pies con una lindas sandalias de tiras, que cambias al salir a la calle para poner zapatos de tacón. Esas veces, vas metida en mí, del mismo modo que una mano se coloca en el bolsillo de mi pantalón, mi manera de ser te caló.
Me gusta que prepares todo, de puertas hacia adentro, para que ambos estemos cómodos. Lo que arreglas, lo has madurado desde esta mañana y ahora lo plasmas. Eres puntual, aplicada y te tomas tu tiempo en hacer que las cosas encajen bien.
Sabes que como y ceno poco, pero me gusta que esté bien prepara, presentado y hecho con buen gusto algo que es connatural a ti-.
Varias veces me intuyes, esperándome junto a la puerta, para que no tenga que tocar el timbre y evitas que deba de introducir y girar la llave. Tú me sonríes, satisfecha de tu prestancia, de tus maneras y de que nuestras personas se tengan la una a la otra. De similar modo, veo que tu corazón late al compás del mío, tus ojos y los mío se reflejan mutuamente. Que alegría, estar contigo y mi sonrisa brota espontánea.
Nos besamos y siento tus brazos llevarte a más perfectamente entallarte conmigo. Te suspendes a mi lado, y sientes mi mano pasando por tu espalda, llegar a tus nalgas. Mi otra mano, se dirige a mimar tu carita, tu nariz, tu barbilla. Te hago una caricia, tierna sobre tu cuello o en tus hombros. Aspiro tu olor, y me recreo en ti mi persona querida, mi atenta amada, mi complemento emocional y vitalmente revivo contigo.
Algunos se alimentan de comidas y cenas, yo tomo lo necesario para vivir. Pero, me alimento de ti, de lo que haces, lo que me dices, lo que me presentas de ti. Me compartes, todas tus ideas, tus fantasías y me expones tu persona junto a mí rellenando el espacio "inmediato" con tu elegancia hermosa.
En tus acciones, de acercarte e ir a por cosas: "te aprecio pendiente, de adivinar lo que deseo, leyendo mis expresiones". Tal es tu atención, que muchas veces, las palabras son innecesarias. Eres de esas personas, tan gratas que regalan con todo lo de ellas, hasta con su manera de rellenar el silencio con gesto y cumplimiento de deseos "intuitivamente". Te das de cuerpo, exterior e internamente. Pero, lo que principal: me das de pensamiento, tu sentimiento, tu alma y tu suerte conmigo, tu amigo-.
Me gusta tu manera de moverte, de andar y de alzarte. Tus ojos cuidan avanzarse a lo que pueda o podamos precisar. Y te noto, como una perrita que se aprieta a mí, me das tu calor y tu bondad y acaricias mi oído con tu voz, mi vista con tu imagen, y con tu tacto sellas a mí tu pacto de amor.
Siento como crece en ti la excitación y se exterioriza en tus tonos y tus matices, y pone dos guindas en tus tersos pechos. Tus labios tiemblan un poco, tu sonrisa es acompañada de la canción de la alegría que está entre tus labios, y se pasea por tu cara.
Pongo besos, de mis labios, en tus manos (en palmas y enveses), en tus mejillas, en tu frente. Te beso, en tus oídos para que oiga, el ruido del amor y lamo esos laberintos que esperan mis palabras. Te abrazo, notando tu temblor y como te quedas presta a ser izada, extendida y separada. Ansías que te gire, que el relieve de mis manos, mi cara y mi piel se ponga sobre tu superficie femeninamente entibiada.
Me siento abejorro, sobre la colmena de tu cuerpo, a ello me dedico y siento que soy degustador del dulzor de miel de tu piel. Tus ojos me miran, para que sepa de tu constante atención. Ya que, no tienes permiso para hablar, tu mirada y ligeros apretones de tus manos, me hacen ver que deseas sentir a mi "pene" dentro de ti.
Te notas mojada y notas la opresión expansiva de tus pezones que me llaman a ir a ellos-. Leo los deseos que escribes en tus ojos, los interpreto y tal cual los recibo, y te los voy ordenando (a mi ritmo, al que tú te acostumbras).
En un momento dado, te ordenaré como ahora que empieces a desvestirme. Lo haces alegre, concentradamente. No quieres que nada se te escape. Paseas por el paisaje físico de mi cuerpo, miras las expresividades que se alternan en mis ojos y en las facciones de mi rostro. Me acaricias, con levedad y fluye una atracción mágica hacia mí, para estar acoplada conmigo.
Como una perrita, sacas mi camisa, me descalzas y quitas mi pantalón. Te paras, en ese recodo de tus haceres. y me pides permiso para desvestirme. Pero, no te contesto inmediatamente. El silencio, tiene un valor importante. Te quedas, quieta como una perrita, me miras y se te abre la boca. Sientes, las marcas de los botones en tus yemas, pues se te meten en tus yemas y se aprietan entre las uñas y las carnes de tus puntas digitales.
Te autorizo que saque mi slip, lo descorres y al sacarlo lo pones de lado. No puedes evitar, llevar tu mano a tu cara, para oler mi esencia e inspiras aire que transportes ese preciado perfume íntimo "tan inconfundible". Y puesta a mis pies, sentada sobre tus nalgas me acaricias los pies (y también una sección de las pantorrillas y gemelos). Me besas mis rodillas y muslos. Y así apoyada, sentada miras entre mis muslos y me miras en sentido ascendente-, hasta que llegas a mis ojos.
Te estás desbocando, de ganas de abalanzarte y separar mis piernas y colocarte entre ellas. Me lo pides, angustiosamente me haces saber la solicitud, de encajarte entre mis muslos y sentirte metida entre mis piernas tomando partes de mí, lamiendo o friccionándote repetidamente.
Usas un rato tu boca, tu lengua y tus dientes. Te ayudas de tus manos, una para tomar el mástil masculino. La otra, para apoyarte y presionar uno de mi muslos, sobre el que imprimes "el idioma Morse" amoroso (constituido por apretones largos y cortos, en secuencias distintas y variables intensidades).
Más tarde te rozas, con mi pene, paseándotelo como si buera un cincel que marcase el camino. Mi glande, es punta de brocha que pasa por tus maxilares, por tu cuello y queda entre el valle de tus pechos. Lo levantas y rozas tus aureolas y tus pezones. Recorrer el contorno de tus 110 cm. (una, dos y más veces). Lo colocas, entre ambas tetas y te mueves, hasta notar los latidos del tallo carnoso.
Tomas el pincel, lo pones en tus labios y lo engulles. Y dentro de ti las sacudidas, de la blanca pintura, dejan la impronta de mi "masculina esencia" dentro de ti. Ingieres una parte, para sentirte más hondamente tomada y notar mi penetración, darte alimento. Y dejas otra parte, en tu cavidad bucal, para saborearme largamente.
Has tomado tu alimento, lentamente, para saborearme más largamente. Y te sientes perrita, zorrita y mujer enamorada, atendida y querida. Te sientes comprendida, y mueves tu cabeza, rozándome la cortina de tus cabellos sobre mis muslos, sobre mi vientre. Tomas la base, y una parte de la longitud fálica y apretándola con tres de tus dedos- la sacudes, para que salga una gota más, y según baja te pones sobre mi, para aspirarla.
Estoy acariciándote un rato, y tu me acaricias a mí (sabes que me gusta premiarte y darte mi cariño). Después, me levanto y tomo tu mano. Vamos a la cama y esta vez utilizaré mi mano, como si fuera un vibrador. Te pongo, del tarrito de crema que guardas en el cajón superior de tu mesilla. Y calmosamente, te hago sentir que esparzo la crema, froto mis yemas. Meto un dedo, lo rozo y lo saco. Introduzco dos, lo aprieto y siento el temblor de tus paredes y algunos movimientos de tu cuerpo.
Saco los dos dedos, juego por fuera, frotando tu vulva, esparzo tu esencia femenina, rozo tu clítoris salido. Te siento gozas, aunque quieres estar totalmente inmóvil, te es imposible. Junto tres yemas, con sus tallos detrás, los conjuro en aunarse y te los introduzco presionándote y con calma. Y siento, que cuando aprieto, se te escapan quejidos del alma.
Tomo, un par de pinzas, con forma de pececitos y con sus dientes de cocodrilo dejo que te muerdan los labios vaginales externos-. Y te noto próxima a correrte. Me pides autorización, pero te la demoro un poco más. Acerco mi boca, sopló dentro de ti, en el hueco que hacen mis dedos al separarse. Dejo, que saliva de mi boca caiga dentro de tu vagina, corriendo dentro de ti: va siguiendo el camino de mis dedos.
Y me pides, que te folle. Te contesto que sí, que lo haré tras esta primera corrida tuya. Y me mueve dentro de ti con mis dedos. Mi saliva te llega dentro y se mezcla con tu fluido de hembra. Agito con intensidad, y te follo fuerte. Separo los dedos, aprieto en las paredes y en el fondo. Hago palanca y venzo tu última resistencia. Te has retenido de gozar tanto como te ha sido posible y ahora te mueves y te entregas a gozar el placer conmigo. Cierras tus ojos, pero cada cierto tiempo me miras.
Luego, nos seguimos acariciando. Y voy a la cocina, traigo un recipiente de aluminio, con nata montada y azucara. Pongo cachitos de fresones, que he cortado, en piezas pequeñas. Y te doy de comer un poco, con una única cucharilla. Rozo, tus labios, tus parpados y tus mejillas. Y como la nata, te siento contenta y veo que te estiras como una nata.
Hundo la cucharilla dentro de tus labios y entra en tu vagina. Tomo de tu sabor, y cojo nata, con trocitos de fresones. Me la acerco y me la pongo en los cojones, y tu acercas a esa parte tu boca, comiéndola concentrada te pones como loca. Y te empiezas a excitar, me excitas a mí. Mi pene se levanta, y mi deseo canta su renacer.
Me sientes crecer, y acabamos la nata. Me coloco sobre ti, te entro te empujo, te embrujo con mis envites. Y sientes, que dentro de ti, mi ariete viene y va. Se han caído las pinzas, y las tomo para ponerlas en tus pestañas. Me aferras, y sin querer me arañas. Mi lanza, dentro de ti se ensaña y te hago enloquecer. Vivo, contigo tu placer de mujer y en tu intimidad sin para, me dejo verter.
Me muevo, te mueves. Apuramos el momento, degustamos y nos amamos. Nos entregamos. Y luego me quedo un rato encima de ti. Luego me ladeo a tu lado. Me acaricias y me haces sentir de tus manos mil delicias. Hablamos, nos miramos y lentamente nos adormecemos y dormimos, mientas nos acariciamos
Entre sueños, siento que te aprietas a mí