El pasajero, del tren de cercanías.
Todo depende de ti, si Tú colaboras. Si no ya veremos. La evolución dependerá de tus propios medios. Has de ser rápida, para ser la que ocupe el asiento contiguo. Puede que hoy, nuevamente este vacío... O puede que...
Un dedo te paseó, por el cuello. Esa altiva mujer que antes fuiste, estuvo a punto de emitir un grito. Algo que apenas pudo ser ahogado. Reconociste ante ti misma, que ibas a hacer todo lo que te pidiese.
El placer "finalmente". Gozar te ahora era algo posible". Sin dar rodeos lo tocabas. Duraba más y más Sin largas consultas a médicos especialistas, que siempre daban buenas palabras y hacían muchas promesas, que luego se te reclamaban como ineficaces. Pero, estos "médicos" o curanderos, invariablemente, te reclamaban unas elevadas sumas de dinero, para defraudarte luego con los resultados.
Si, sólo fuese el dinero. Pero: ¿y las sesiones de medicación, los engorrosos tratamientos, las dietas imposibles?
Las sesiones de autoestima, y el acudir a psicólogos ayudo algo; pero solo fue un paliativo menor. Ago insuficiente, respecto a tus aspiraciones. Eliges bien tu ropa, vistes con clase, vas al gimnasio y haces deporte. El mantenimiento es bueno.
Luces bien. Pero pese a todo, no eres tu misma. Tienes un cuerpo bonito, que ordinariamente se levanta sobre el resto, por tu altura. Destacas de las demás y minimizas la atención hacia ellas, ellas te perciben de una forma casi insultante.
Algunas compañeras y amigas acaban eludiendo salir contigo. Tus formas, tu hablar y tus maneras van mostrando una "genuina y falsa superioridad". "es tu forma de ser, tan mal entendida". Eso no me oculta tu insatisfacción. Tu vives una incapacidad para querer, para gozar y para sentir placer.
No se imaginan, que puedes sentir un cuerpo u otro, e incluso varios a la vez, y hasta hacer felices a esas personas. Tanto das, sin que correlativamente tú sientas algo placer.
¿Son esas personas, incapaces de hacerte gozar? O, eres tu misma, la que tienes un "gran problema". Les ocultas eso, fingiendo un orgasmo; algo que realmente desconoces. Es algo que ves, en las caras de las personas, con las que compartes tu sexualidad. Pero pasa de lado...
Pero, ves su placer, sus expresiones y se las imitas. Has tenido sexualidad, desde los catorce años. Pero, la cosa ha empeorado progresivamente.
Primero creíste que era cosas de la inexperiencia. Luego intentaste variar de pareja y ocasionalmente alternabas la heterosexualidad y prácticas lésbicas. Y había buenos momentos, comprensión y compañerismo. Pero, ahí todo se estropeaba al llegar al campo físico, donde te rebelabas incapaz de sentir un solo orgasmo.
Has llorado, te has irritado. Pero sabes que en algún lugar hay alguien que debe de ser capaz de corregir tu insensibilidad. La excitación crece, se mantiene la complicidad y hay una sensación placentera al sentir el tacto de otra piel junto a la tuya. Los resultados son parecidos tanto con chicos, como con chicas. Y algo parecido lo vives al tocarte tu misma.
Pero aquí, te dices: en tu cabeza, en tu corazón, y en tu cuerpo sufres una condena a llegar al verdadero y real placer. Y únicamente gozas, con ver que te desean, y que tu cuerpo es buscado. Te llaman y sales, llega la intimidad y ellas y ellos, las parejas de turno lo pasan bien y quieren más. Tú, también quieres más. Si . Quieres sentir un orgasmo real y no fingido.
Últimamente, te has dado cuenta que si dejas que hagan cosas y son cosas fuertes, sientes algo más. Pero lo pasas agradablemente, sin llegar al placer. Y hasta pierdes las ganas de comer y no duermes por sentirte tan distinta a las otras. Ellas explican sus cosas, te las restriegan y te hacen sentir envidia y celos. Tú les puedes quitar el sueño y conseguir a cualquiera. Pero, porque nadie te hace vibrar. Porque has de repetir lo que tus amigas y compañeras dicen, siento mentira tus palabras. NO SIENTES, NO VIVES, ERES SOLO UN CUERPO SIN ENTENDER, SIN SABER QUE ES EL GOZO.
El encuentro fue casual, fruto de la escasez de espacio en el transporte público. Ese día, las cosas pasaron por si mismas Tenías prisa. Te urgía ocupar ese sitio desocupado, por otro viajero. Y no te apetecía ir de pie todo el trayecto, hasta la estación de destino. Entraste imponiéndote, sin darle ninguna oportunidad. Ni el viejito, ni la chica con el nene dijeron nada Pero otra chica, te dijo dos palabras. Y tú, no contestaste. Solo te sentaste con premura.
Y te sentaste sobre mi mano. Te encajonaste, entre la pared y la ventana (de un lado), el respaldo por atrás, y mi persona a tu izquierda. Notaste la mano, y esperaste que la retirase. No hice tal cosa. Hiciste el gesto de ir a decirme algo, y levantarte. Pero, no querías ir de pie. Tampoco querías dar el primer paso. Esperaste que fuese yo, quien sacase la mano. Y te sopesaste sobre ella.
Ni siquiera te miré. La chica pija, de buena familia. La deseada por todos. La tan deseada, estaba siendo ignorada por un desconocido. Y te moviste sobre la mano. Tus nalgas se columpiaban sobre mi mano. Y mis nudillos se empezaban a sentir bajo la tela de tu pantalón de vestir. Y empezaste a sentir algo raro.
Notabas una sensación parecida, a la de estar enfrentando a una mirada. Tú no querías dar tu brazo a torcer. Y te intentabas hacer mas pesada, sobre mi mano. No retirabas la mirada, cuando te enfrentaban otros ojos. Y la chica de delante de ti, con el niño a su lado se dio cuenta. Y eso, te excitó más aun. Empezaste a sentir un latir que crecía, partía de tu ombligo y bajaba hacia tu vagina (por dentro).
Te sentías semi-mareada. Pero, no querías renunciar. Ni ibas a demostrar tu debilidad. Menos que ahora, para que supiesen que llevabas un rato sintiendo la mano entre tus nalgas, sentándote y rozándote con ella. Te autosatisfaces, te humedeces... Con solo recordarlo... Sientes otra vez, un poco de aquello... También la sentías en tu vagina. Te moviste un poco más y un nudillo quedó justo en el corte medio de tu coño. Si, notaste que tenías un dedo, bajo tu cuerpo y tu coño se despertó de la insensibilidad de tus 22 años.
Empezaste a mirar por la ventana, y a concentrarte en esa espiral de placer. Y la chica de enfrente, estaba al caso de todo. Pero callaba. Posiblemente también estaba excitada. Posiblemente no, con certeza te dijiste. A esa, se le han puesto duros los pezones y no hace caso a lo que le dice su nene. Mira a este chico y me mira a mí (te decías).
Y yo, el chico de al lado seguí leyendo en ese trayecto. No llegaba mi estación. Que estación, será decías. Y tu cuerpo se removía. No eludías nada. Lo empezaste a disfrutar. Te amoldabas y sentías la humedad crecer, descontroladamente. Y empezaste a temblar ligeramente, crecientemente. Y tu respiración, se alteró. La mirada de la chica de enfrente era clara. Y levanté mi mirada, hacia ella y o hacia ti. Y ella, se puso colorada. Pero, no aparto sus ojos. Estaba excitada, humedeciéndose más y más.
Y empezó a mover sus piernas y sus rodillas. Noté que mordía sus labios. Su niño, se había quedado dormidito. Y ella, estaba sintiendo placer. Y mi mirada te encaró. Durante unos instantes, y mi mano apretó ligeramente. Te aflojaste, y dejaste que voltease mi mano. Y empecé a tocarte con ganas. Te chuleé y te toque tu zona blanda. Dos dedos presionaban, y te miré: JUSTAMENTE, CUENDO TEMBLABAS. Te corriste, en un fuerte placer.
Seguí tocándote. Llegamos a mi estación, me levante. No dije nada. Te quedaste callada, pero húmeda. Estabas embobada, con cara de vivir algo irreal. E irreal estabas, porque no caíste en la cuenta de que te pasaste de tu estación. Y que yo, justamente bajé, donde tu sueles bajar. Tuviste que tomar otro tren. Cruzaste los ojos con la otra chica. Ella sabe que te han tocado. Tú sabes que ella te miró y me miró a mí. Ella se ha excitado. Y tú has gozado de tu primer ORGASMO.
Me vas a buscar. Estás en estado de shock, trastornada. Pero feliz.
Ahora sabes que no eres incapaz de gozar. Ahora sabes que mis ojos son azules, que soy delgado. Llevo gorra. Visto de azul marino, con camisa blanca, de manga corta. Y leo, musitando unas palabras. Algo que no entendiste, pero que tiene como una cantarela. Ahora, tumbada en tu cama: como estas dos semanas, piensas en aquello. Te tocas, no te llega el placer, pero te mojas . Y sonríes, pensando en otro encuentro. Un par de veces has visto mi cara, mi gorra. Pero el asiento va ocupado.
Vas a hacer, para hablar conmigo. No resistes, no quieres que aquellos sean "los momentos de una UNICA VEZ". QUIERES MÁS DE LO MISMO, CONMIGO. Lo vas a tener a como de lugar. Duermes, sientes aquello, te mojas y casi gozas. Casi, pero necesitas MAS DE LO MISMO, MÁS DE MI PERSONA. Soy alguien que no te hablé, apenas te miré y te hice sentir AQUEL LOCO PLACER, QUE HASTA ESE MOMENTO DESCONOCIAS .
Todos los días miras, mañana también. A ver si me ves, si me ves. Vas a hablarme. No tienes vergüenza, ni miedo. Solo quieres que vuelva ser lo de aquella vez, o mejor aun
La guarrilla de enfrente, también piensa algo parecido. La has visto caminar hacia donde yo estoy y sentarse a mi lado. Esta vez sin niño, se ha sentado sobre mi mano. Como tú hiciste, la miraste como ella te ha mirado. Y ella, como tu turbaste se ha turbado. Estás excitada, como aquella vez le pasó a ella. Y ves, como se marcan los pezones de sus pechos, sobre su vestido.
La envidiaste, te pudiste acercar. En los asientos de al lado, unas chicas bromean, cuchichean, y empiezan a lanzarse miradas cómplices. Dejan de hablarse, contemplan y espían. Se integran, en el rol de mironas. Miran, y me fijo en que: una de ella mueve sus pies, las piernas y rodillas. La otra, esta como hipnotizada, respira entrecortadamente . A su manera goza, como si fuera mi mano la que la acaricia a ella. Esta chica, debe tener unos 18 o 20 años, como mucho. Esta muy sentida, metida en todo lo que hago ante ella (en un cuerpo de mujer sensibilizado, como el de ella).
Su lo vive, pero no tanto. Mira a su amiga, y sabe que aquello la ha cogido. ESA CHICA ESTÁ CORRIÉNDOSE, SIN SER TOCADA.
Lleva varias estaciones mojándose. Goza de forma compulsiva. Con su cabeza, se apoya al marco de la ventana. Muy mínimamente, noto como su cuerpo da sacudiditas que van por toda ella. Las amigas, sienten rayos y centelleos de placer. No hablan, no dicen nada. Sus ojos y los tuyos se cruzan, y hay complicidad. Con entendimiento os miráis. Y contempláis la entrega de una joven madre, y la chica estudiante.
Las dos se corren. Las miradas, y otras pequeñas señales no pueden engañaros. Las envidiáis, especialmente tú, que revives aquello y mojas tu braga como aquella vez Pero sin tocamiento, no llegaras. Por eso sabes, que buscarás un lugar en que darte placer. La autosatisfacción te calmara, por un tiempo Luego, volverás a pensar, a revivir a desear