Heridas punzantes, en el corazón y en el alma.
Empujada y vituperada, por venir a mí. En estos tiempos, en los que no significa "nada" la palabra honor. Hay muchos tipos de personas, más ambos somos tempos de una misma melodía, que oímos noche y día, y juntos nos confirmamos. Un trocito de metal, cada vez mis manos empuñará y así será lentamente empujada dentro de ti: tal vez una pulgada, tal vez menos y tal vez más (eso depende del lugar y de mi elección personal).Quieres ser parte de mi mismo, sin tener existencia para ti misma, fuera de lo que eres conmigo, alejada de mi te deshaces y la angustia te posee
Te sientes con piel de seda, sientes que una parte de ti, se resiente en esta espera, esperanzada y silente. Sientes tu cuerpo latiente, de ganas de superar el listón. Dudas de que hacer y que decisiones tomar. Te pones seria y las palabras te tiemblan entre tus labios. Los sentimientos, te dan puñaladas en tus propias carnes, te aprisionas y arañas, más la sensación no es igual
Tu mente excava y encuentra una llaga de dolor, alejada de mí a quien amas. Más quieres sentir el goce de mi escarbar... de amor, dolor y placidez. Cada vez que te alejas de mí, nace un padecimiento que se acrecienta a cada paso que das, si este es en dirección distinta a donde yo me hallo.
Y con todo, por momentos precipitarías todo ello, dejarías la realidad, para sentir de mi trato, mi personal sello de amor y de dolor ponerse en ti. Y, solo girándote hacia donde me hallo hallas algo de tranquilidad, pues te acercas a lo que tu ser más íntimo te pide: el estar permanentemente en mi presencia.
Miras mi imagen, en alguna de las fotos que de mi tienes y las comparas con cada una de las veces en la que hemos permanecido juntos. Cada encuentro, pongo algo más de mí, en la visión que tu mente "ya" tiene formada, de mi persona y de mis maneras de amor. Con los ojos cerrados y en completo silencio, te recluyes en un confinamiento que te resulta imprescindible. Es el castigo, que tú "sumisamente" te impones a tu misma, que no entiende tan perfectamente ningún otro como yo.
Separa de mí, se te caen todas tus prioridades y cada pocos minutos murmuras mi nombre, para hacerme presente contigo. Es como un conjuro, que vivifica tu cuerpo y que tu mente precisa de repetir. Cientos de veces, se te sale la primera consonante de mi nombre; para que al llegar a la última vocal, varias ideas diferentes se vayan entrelazando y se te quieren arrastrar. Te sientes mismamente trayéndote hacia mí. Con todo, aun hay otras cuerdas, de una pluralidad de personas y convenciones, que te mantienen alejada.
Los alfileres son algo que ansias sentir en tu piel y en tus carnes. Me has visto, con tus propios ojos mostrarte esas estiradas "cositas" que puedo irte poniendo. Unas tienen un sombrerito de chincheta y otras parecen con un borde de clavo mellado y reaplanado. Pero, los alfileres largos son las que más necesitas, las que has visto dentro de su tubito y de las tabletas por estrenar.
Son querencias, que temes y deseas y que conseguirán calmar ese dolor que deforma tus noches desveladas y las horas de trabajo, en que me hago presente por esta prenda o por aquel recuerdo, que se te vienen a apoderar. Y un día, tu misma sostendrás esas alfilercitos. Hay una decenas de lugares de tu cuerpo, que empiezan a pedirte sentirse tomadas, de esa forma tan especial.
Y yo dibujares, esos puntos, esos entrantes y salientes. Unos lugares son íntimos y otros más aparentes. Pero, el sentir esa presencia latente y esas ganas de experimentar. Todo eso te hace desear tenderte y sumergirte en el abismo de la entrega. Quieres lanzarte desde el trampolín de la renuncia y sentir que cada aguja es la letra de un abecedario, que se conforma de más de un centenar de elemento. Que pulcritud y que silencio debe sentirse perforada, ensartada, banderilleada por agujas tan especiales como las que he mostrado a tus ojos.
Tus labios temblarán y saldrán algunos gemidos. Temes dar unos alaridos y con todo sabes que aguantarás más y más. Todo lo darás por bien, cuando llegue el momento del encuentro. En la mesita cercana, estarán también: el alcohol, gasitas, una solución yodada, pomada cauterizante y los pendientes que tú misma habrás dejado. Tal vez, puede ser habrán unos pañuelo de hilo fino y suave, trabajado con esmero, prestos, para tomar tu sudor de mi sumisita "en celo de pasión y devoción".
Te desesperas, impaciente y quedamente entrega, ambas cosas "tan encontradas" se encuentran en ti. Todo lo pones, para entregarte. Si querida sumisa, ahora y de esa forma, te reconoces más desnuda, de lo que ahora mismo estás. Si, está leyendo esta declaración, de lo que pronto te va a llegar a ti mi {sumisa}. Mas el momento, vas a pedírmelo tu y yo elegiré el lugar.
Ahora cuentas tu sola, si sin nadie más. Tu corazón y tu mente, siente el dolor hiriente y la vibración que tu ser vivirá. Anticipas el momento, por eso te lo comento, para asimilarme en tu estructura física y mental. Esto es algo que en ti siembro y que pronto de ti misma crecerá.
Soy tu señor, y a ti te escogí y tu me escogiste para sentirme de ti enseñorear, entregándote a cada segundo más. Desnúdate, entra en la ducha, sécate un poco y tras releer este relato. Vives acelerada, gimes de la emoción del sentimiento. Cada punción, es una palabra de amor, que se te inca en ti, por mi mano. Cierras los ojos, aprietas tus manos, te agarras a algo.
Bajas al infierno y estás en el cielo, conjuntados, hermanos y presentes en ti como dos corceles alocados. Cada pinchazo, tiene la promesa de una lágrima de sangre y una "casi crucifixión". Quiero, que lo reflexiones, lo analices y lo sintetices. Todo eso quiero que lo juntes y los separes, y la decisión haga que si me amas te dispongas, para que todo su ser se preste a será asaeteado, por un enjambre de alfileres. Sin prisas, sin risas, sin más testigos que tu y yo, testigos del amor que ambos nos tenemos Vela la cercanía del encuentro, que se aproxima con paso cierto
Un alfiler es eso, más depende de que lo blande es lanza, saeta o espada. Con el ingenio de espadachín, lancero o del arquero habilidoso, se planta en tu cuerpo ofrecido con acierto y con cuidado. Nada es al azar dejado, sino en oportuno concierto da la nota requerida. Por esa dama tendida y expectante, de sentir un nuevo aguijón del caballero. Esa dama eres tú... Y yo soy quien a ti te quiero, y al final mirare y besaré los parpados de tus ojos, recorreré tus labios rojos y te desclavaré cada "apéndice de metal".
Hay tanto cuidado y tanto arte, en "sacar y desclavar" pues sí. Eso te digo yo a ti, mi sumisa enamorada. Yo soy caballero que usa lanza, saeta o espada, eso siente cada vez tu cabecita, que se mueve de un lado al otro. Tú eres yegua entregada, al galope sin igual, de su querido y amado Lord Kharlo, que es tu semental.