JOHN WAYNE GRACY
Retrato de un payaso asesino
John Wayne Gacy había llegado a su ciudad natal Chicago tras unos años en Iowa, donde se había divorciado de su primera esposa. Era un buen vecino, un hombre afable un poco entrado en carnes, que trabajaba duramente para llevar a buen puerto su empresa de albañilería. Tenía una buena casa en un barrio tranquilo, una esposa y desarrollaba una intensa vida social.
Organizaba fiestas vecinales, se disfrazaba de payaso para alegrar las tardes de los niños en el hospital local e incluso estaba pensado presentarse a concejal. Lo que nadie sabía era que la razón de que su primera esposa se hubiera divorciado de él es que un joven empleado del restaurante que regentaba en Iowa le había denunciado por sodomizarle y, posteriormente Gacy, había intentado contratar a otro adolescente para que asesinara al primero. Gacy fue condenado a diez años de cárcel, de los que sólo cumple tres por buen comportamiento, y vuelve a Chicago a rehacer su vida, casándose con la que sería su segunda esposa.
A estas alturas, Gacy había asesinado a al menos 33 jóvenes recogidos normalmente del ambiente homosexual de Chicago o de jóvenes a los que atraía con ofertas de trabajo en su empresa (como veis hay cosas aún peores que las ETTs). Tras narcotizarlos, les torturaba salvajemente mientras los sodomizaba o violaba y después enterraba los cadáveres en el jardín de su casa. De hecho muchos vecinos que iban a sus fiestas se sorprendían de lo mal que olía el jardín de su casa.
Pero Gacy se confió a medida que aumentaba su número de víctimas y emepezó a cometer errores. En Diciembre de 1978, Gacy recogió a un joven autoestopista. Tomándolo por sorpresa, Gacy le tapó violentamente la nariz con un paño impregnado de cloroformo y le durmió. Cuando despertó, el autoestopista se encontró encadenado a la pared de un sótano y con el hombre que le había recogido delante de él, desnudo junto a una variada selección de artilugios de tortura. Gacy le fue explicando para que servían cada uno de ellos y pasó luego a la práctica. A la mañana siguiente, el joven despertó tirado en la calle, torturado salvajemente y con el hígado destrozado por el cloroformo pero vivo. Fue el primer error de Gacy.
En Diciembre de 1978, la madre del joven de 15 años Robert Piest denuncia su desaparición, tras comentarla que un hombre le había ofrecido trabajo. El policía encargado del caso, encuentra el número de teléfono de Gacy en la agenda del joven y comprueba el historial de Gacy en Iowa.
Tras conseguir una orden de registro, la policía encuentra los útiles de tortura de Gacy y, finalmente Gacy confiesa el lugar de enterramiento de los asesinados.
A la pregunta de porque rebajaba así a sus víctimas respondió que no eran más que unos "despreciables mariquitas", unos inútiles vagabundos mientras él era un próspero hombre de negocios que no disponía de muchas horas libres. Declaró que una relación sexual esporádica con estos jóvenes le quitaba menos tiempo que mantener una relación seria con alguna mujer.
En el juicio que se celebró en 1988, sus abogados alegaron inocencia por enajenación mental, pero fue rechazada y condenado a 21 cadenas perpetuas y 12 penas de muerte. En la cárcel comenzó a pintar cuadros naif de temática circense que alcanzaron buenos precios en el exterior hasta que fue asesinado legalmente por inyección letal el diez de mayo de 1994. Sus últimas palabras fueron "besadme el culo".
El diario de John Wayne Gacy
Tras la ejecución del payaso asesino, este deja como herencia a unos familiares lejanos, periodistas que investigaron su vida en los ultimos años o el cura que trato de reconciliarlo con Dios durante su estancia en el corredor de la muerte un extraño diario. En él, Gacy no sólo relata con detalle los crímenes por lo que fue condenado, sino que además describe otros similares ocurridos en diferentes lugares del mundo.
En su delirio, Gacy se autoproclama en el diario como siervo de una oscura deidad que persigue el poder mediante la producción de dolor ajeno. Según su relato, toda una secta extendida por el EEUU y buena parte del mundo rinde culto a esta deidad y se entrega a prácticas sádicas como las realizadas por Gacy. Todo podría pasar como los delirios de un loco, pero al poco de hacerse con el diario, lo personajes empiezan a notar como son vigilados e incluso llegan a antentar contra sus vidas. ¿Existe esa religión de la que escribió Gacy? ¿Son sus seguidores simples perturbados o una organización cuyo peligro y poder ha de tenerse en cuenta?
Las enseñanzas de su religión parecerán sin duda el producto de una mente enferma, pero conforme los personajes investigan, lo sobrenatural puede entrar en sus vidas de forma... dolorosa.
El estado de Chicago contra John Wayne Gacy
La esposa de John Wayne Gacy contrata a los miembros de un
bufete de abogados, para llevar a cabo la última apelación de John Wayne Gacy antes de que este sea ejecutado. Según su mujer, todo el caso es un montaje contra su marido, de cara a desacreditarlo y eliminarlo, pues tiene importante información sobre el gobierno que podría resultar muy incriminatoria.
Ella ignora que información es, pero en todo caso parecerá una mujer algo desquiciada y de escasa credibilidad. Conformen investiguen para la defensa, los personajes encontraran extraños agujeros en el caso, incongruencias en el sumario que podrían no ser nada, pero que también podrían apoyar la versión de un montaje, para aquellos dispuestos a creerla, claro. ¿Y qué fue del anterior abogado de Gacy y del extraño accidente de coche en el que perdió la vida?
Nunca se supo la causa del accidente.