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Incesto por fatalidad (4)

en Hetero: General

INCESTO POR FATALIDAD -4-

 

El último billete de cinco euros, unas ochocientas treinta pesetas, lo habían gastado en comprar pan, una lata de paté y otra de atún en aceite de oliva, tomates, un pequeño bote de mermelada de fresa y medio kilo de picotas, una especie de cerezas sin pedúnculo ni hueso muy sabrosas que a los dos les agradaban sobremanera.

Después de hacer las fotos, de comer un bocadillo de paté y una ensalada de tomate con atún, recogieron y lavaron los platos, y decidieron tomar el postre de fresa y las picotas. Cuando estaban por la mitad del postre ella vio que él separaba doce picotas y casi la mitad de la mermelada que le había tocado.

-- ¿Por qué separas eso, cariño? – preguntó ella.

-- Quiero hacer un experimento – le respondió, levantándola en vilo por la cintura y sentándola en la mesa.

-- ¿Qué experimento, Tony? – volvió a preguntar.

-- Ya lo verás, nena, tu haz lo que yo te diga. Ahora acuéstate y separa los muslos.

-- Pero ¿para qué? ¿Es que me vas a penetrar ahora? – quiso saber, pero sin moverse.

-- No, por favor, Irene, haz lo que te pido, cariño.

-- Vale – respondió acostándose y separando sus magníficos y sedosos muslos.

De pronto notó los dedos del hermano abriéndole la vulva y untándole todo el coño con la mermelada de fresa. Permaneció en silencio. Era placentero sentir aquella caricia que le prodigaba. No imaginaba lo que deseaba hacer pero empezaba a sospecharlo. Cuando todo su coño estuvo untado de mermelada, notó que le abría la vagina y le metía una a una las doce picotas que había separado y no pudo evitar mover las caderas en un estremecimiento adelantado del placer que imaginaba.

-- No te muevas, por favor, nena – le advirtió.

-- Es que no puedo evitarlo, cariño – respondió sofocada.

-- Bueno, ya está. Ahora cuando empiece a lamerte ya puedes gritar todo lo que quieras.

Al cabo de unos segundos comenzó a gemir procurando permanecer inmóvil pese a que la enervante caricia de la lengua de Tony lamiéndole lentamente la vulva de arriba abajo la estremecía de placer. Exclamó sofocada

--¡Oh, cariño mío! Me estás matando de gusto –Y remachó – Voy a correrme, mi cielo, voy a correrme, no lo puedo aguantar…

-- Córrete cuanto quieras, nena, para eso lo hago.

Cuando la lengua entró en su vagina para sacar una picota explotó en un orgasmo descomunal y le resultó casi imposible permanecer inmóvil. La fuerza de sus contracciones vaginales a causa del orgasmo, fueron expulsando las picotas recubiertas de su néctar que el muchacho comía con fruición mezclando los sabores del orgasmo y de las picotas con un sabor parecido al del membrillo con queso. La caricia de la boca masculina sobre su vagina era algo que nunca nadie en sus diecinueva años de existencia le había prodigado.

Los orgasmos la sacudían en oleadas cada vez más intensas y por un momento temió perder el conocimiento hasta que terminó por agarrarse a los cabellos del muchacho oprimiéndole la cabeza contra su sexo efervescente y abriéndose como un compás para que pudiera alcanzarla en lo más profundo de la fuente de la vida. Sus esculturales piernas se cerraron alrededor del cuello masculino, oprimiéndole la cabeza contra su sexo en un ansia infinita de gozar de aquella excitante caricia que le subía como un hormigueo de corriente nerviosa desde los talones, las piernas y los muslos hasta explotar en su sexo. Era un nuevo placer que ella nunca había experimentado que resultaba verdaderamente dulcísimo y arrollador. Un placer tan intenso que la dejó extenuada.

-- Basta, mi vida, basta, no puedo más – exclamó finalmente, quedando desmadejada sobre la mesa.

Se dio cuenta, al acariciar la erección masculina, que palpitaba de deseo contenido y al palpar los testículos los encontró tan duros como bolas de billar. Abrió la boca para chuparle el capullo, pero él se lo impidió.

-- ¿Por qué yo no puedo hacer lo mismo que tú me haces a mi?

-- Porque no quiero y menos hoy.

-- Es que deseo averiguar a qué sabes, cariño – suplicó.

-- Otro día, nena, hoy no. Anda, vamos a ducharnos y a vestirnos – indicó tirando de ella suavemente por uno de sus preciosos pezones.

 

Salieron de casa hacia General Vídeos una hora antes de la entrevista ya que, debido a su apurada situación económica, no tenían dinero ni para pagar el autobús ni el metro. El último billete de cinco euros los habían gastado en la comida y a él le faltaba todavía una semana para cobrar su mensualidad del paro.

-- ¿Qué desean? – les preguntó la recepcionista al entrar en el lujoso vestíbulo de General Videos.

-- Somos el matrimonio Duarte. Tenemos concertada una entrevista con la señorita Laura – respondió Tony.

-- ¡Ah, si! Cojan el ascensor hasta el tercer piso, verán el letrero con su nombre en la puerta de su despacho.

-- Gracias.

La señorita Laura no era precisamente joven pero si , muy atractiva y con una figura de mujer de excelentes curvas, y era, además muy simpática y amable. Les invitó a sentarse en los sillones frente a la mesa. Comentó mirando a Irene:

-- Tony, tienes una mujer preciosa.

-- Muchas gracias, pero ya te lo dije.

-- Bien, ¿has traído la documentación que te pedí?

-- Sí, aquí está. – respondió sacando del portafolios el sobre con la documentación. Las fotos polaroid cayeron al mismo tiempo. Ella comentó:

-- ¡Ah, caramba! Habéis hecho fotos.

-- Las he hecho mi marido, creímos que nos las pediríais – comentó Irene dándose cuenta de que las aletas de la nariz de Laura, al mirarlas, se dilataban y aquello no le gustó imaginando que la erección de Tony la excitaba. La oyó preguntar:

-- ¿Hace mucho que estáis casados?

-- Cinco meses – respondió Tony rápidamente para anticiparse a su hermana y porque era la fecha en la que quedaron huérfanos.

-- Es la primera vez que veo un miembro tan grueso. Te felicito Irene, por habértelo tragado entero. Debe ser una experiencia tremenda ¿Verdad? – le preguntó a la muchacha.

-- Sí, lo es y muy gratificante – respondió ella.

-- Las fotos me las quedaré. Haré que fotocopien la escritura y con eso y vuestra firma tendré bastante – comentó entregando la escritura y el DNI a una joven secretaria – Supongo que el piso estará libre de cargas.

-- Por supuesto -- respondió Tony.

-- ¿Tenemos que hacer una prueba hoy? – preguntó Irene.

-- Depende de lo que queráis hacer – respondió Laura mirando muy sonriente a la joven belleza.

-- No entiendo ¿Qué quieres decir? – volvió a preguntar la "esposa".

-- Quiero decir, mi querida Irene, que si os decidís por pertenecer a la plantilla de GV, es una cosa, si lo que deseáis es realizar películas caseras por vuestra cuenta es otra. ¿Lo entiendes?

-- Si, es más o menos lo que me explicó mi marido. ¿Pero tú qué nos aconsejas?

-- Verás, Irene, te hablaré con franqueza – explicó la señorita Laura retrepándose en su sillón -- si yo tuviera tu cara y tu cuerpo me decidiría por pertenecer a la plantilla en la sección de películas eróticas que a veces se interpretan escenas muy subidas de tono aunque sin llegar a la pornografía pero…

-- Estupendo… ¡Eso me gusta! -. Cortó sin poder contenerse Irene, para preguntar luego -- ¿Pero qué, Laura?

-- Tienen el inconveniente de que hay que aprenderse de memoria el guión, saber interpretar y, sobre todo, tener suerte. ¿Conoces a Anna Jimskaya?

-- No, no la conozco – respondió Irene.

-- ¿La actriz de la película erótica de Tinto Brass, Monamour? – preguntó Tony.

-- Sí, la misma, Tony, la misma.

-- Pero esa mujer es mucho mayor que mi… -- dudó un momento al darse cuenta que iba a decir hermana – esposa y además, aún siendo muy guapa y, como suele decirse, estar muy cachonda, no es más bonita ni tiene mejor cuerpo que Irene.

-- No digo que no, pero con una sola película erótica ya se hizo famosa y le llueven los contratos. Si empezáis con la pornografía podéis quedar encasillados en ese tema en el que ya existe una gran competencia que aumenta cada día más. Os hablo así porque los dos me habéis caído muy bien y habéis sido muy sinceros. Desgraciadamente tengo que tratar con todo tipo de tramposos engreídos, pero en vuestro caso ha sido al revés y sé que algún día llegaréis lejos si tenéis paciencia y ganas de trabajar.

-- Tendremos toda la paciencia que haga falta y haremos todo lo que nos digas, pero es que no tenemos ni un euro, los últimos cinco los hemos gastado para poder comer. Esa es la pura verdad, Laura.

-- ¡Vaya, pocas mujeres conozco que hubieran sido tan sinceras! – exclamó Laura abriendo un cajón de su mesa y sacando unos folios y un talonario – Vamos a ver, en estas hojas encontraréis las condiciones del contrato de los que pertenecen a la plantilla de GV. Leerlos y si estáis conformes los firmáis y os adelanto el dinero que necesitéis.

Al cabo de unos minutos de lectura fue Irene la primera en preguntar:

-- ¿Cómo qué el piso queda en garantía del resultado de las películas? Por favor, Laura…

-- No, cariño – se adelantó el "esposo" – no quiere decir eso. Tal como yo lo entiendo lo que quiere decir el punto siete es que el piso quedará en garantía de nuestro trabajo en las películas y es natural. ¿O no, Laura?

-- Si, Tony, así es. Pero es mejor que Irene acabe de leer el contrato hasta el final y exponga entonces todas sus dudas.

Siguieron leyendo y al finalizar Irene preguntó de nuevo:

-- Por lo que he leído, si el guión me exige que haga el amor con otro hombre que no sea mi marido tengo la obligación de dejarme penetrar y hacer el amor con ese hombre ¿Es así?

-- Sí, Irene, así es. Debes tener en cuenta que, por ejemplo, Sharon Stone en Instinto Básico tuvo que interpretar una escena de cama con Michael Douglas a pesar de que él estaba casado y ella también. Éste actor comentó la escena como el Polvo del Siglo, ¿Te acuerdas de ese comentario de Douglas?

-- Sí, sí, me acuerdo de haberlo leído, creo que en la revista Hola.

-- Bueno, pues empezando por Sharon Stone, siguiendo por Demi Moore, Michelle Pfeiffer, Susan Sarandon, Susanne Bier, Amanda Peet , Angelina Jolie y cualquier otra actriz de Holliwood que quieras nombrar, todas ellas han interpretado películas eróticas y algo más que eróticas porque así lo exigía el guión.

-- ¿Y mi marido también tendrá que acostarse con otra si lo exige el guión?

-- El actor tiene las mismas obligaciones que la actriz.

-- ¿Qué te parece, cariño? – preguntó Irene mirando a su "marido".

-- A mi me parece lo mismo que a ti, pero el que algo quiere algo le cuesta y nadie da algo a cambio de nada. De momento tendremos un sueldo cada uno de dos mil euros mensuales más el porcentaje estipulado por película que puede ser diez veces esa cifra. Cariño mío, haremos lo que tú digas, pero firmaría sin pensármelo dos veces.

-- Pues firmemos, hala, no hace falta pensar más.

Los dos firmaron uno detrás de la otra pese a que ella no pudo presentar el DNI porque, según dijo, se lo había olvidado en casa, pero como se acordaba de memoria del número y la letra, Laura dio el visto bueno a los contratos estampando el sello de la empresa y su firma en las copias que les facilitó. Seguidamente extendió un cheque y se lo entregó a Irene, advirtiéndole que podía hacerlo efectivo en la caja del primer piso antes de marcharse.

-- ¡Dos mil euros! – exclamó atónita al mirarlo – Gracias Laura, eres un cielo. No sé como podemos agradecértelo.

-- Verás, puedes agradecérmelo – explicó Laura -- interpretando en uno de los platós una escena de amor con tu marido. ¿Qué te parece?

-- Me parece una idea excelente pero, ¿habrá mucha gente mirando?

-- El cámara, el director escénico y yo, claro. Espero que no me dejes quedar mal poniéndote nerviosa y no dando pie con bola.

-- No, intentaré imaginar que estamos solos.

-- Eso es lo que tienes que hacer siempre que ruedes. Y tú, Tony, tienes algún problema.

- ¿Yo? – preguntó extrañado el muchacho – Sería capaz de follármela en medio de la calle.

Los tres salieron del despacho riendo mientras se encaminaban al cuarto piso donde se hallaban los platós de rodaje. Por lo que pudieron comprobar, en cada habitación había un plató y los dos pensaron lo mismo al ver unas puertas cerradas y otras abiertas. En éstas últimas no había nadie. Comprobaron que no sólo había dormitorios sino también comedores, gabinetes, salas de estar y todo montado con elegancia y buen gusto. Irene supuso con acierto que las películas porno no se rodaban en aquellas habitaciones.

-- Antes de que me olvide – comentó Laura – Debo advertiros que los dos tenéis que hacer una prueba de fotogenia de gran pantalla y un contrate de voz, pero creo que no tendréis mayor problema. La voz de Irene es muy bonita y la de Tony muy varonil. Creo que pegaréis de lleno, chicos. Tú Irene, quédate conmigo mientras Tony hace sus pruebas de fotogenia y sonido.

Tony entró en el estudio que le indicó Laura. Cuando Tony desapareció la directora de GV llevó a Irene hasta unos sillones del pasillo donde se sentaron. Comentó en voz baja:

-- Quería pedirte un favor, Irene.

-- Tú dirás. Si está en mi mano, cuenta con él.

-- Quizá te parezca un poco insólito y desvergonzado lo que voy a pedirte.

-- No te preocupes, dime lo que deseas. Después de lo bien que te has portado con nosotros no creo que haya nada que pueda negarte.

-- Gracias, pues desearía que le pidieras a Tony que hiciera el amor conmigo. Como ya te dije antes, nunca había visto ni probado un miembro tan grueso y me gustaría saber qué se siente.

Irene procuró disimular su pasmo mirando al suelo y pensando a toda velocidad antes de responder:

-- ¿Y por qué no se lo pides directamente a Tony?

-- Por lo que he visto está muy enamorado de ti y si tú no se lo pides él no aceptará.

-- Eso no lo sabes, Laura. No creo que se atreviera a decirte que no – comentó Irene dándose cuenta de que Laura comenzaba a ponerse nerviosa.

-- Quizá no te lo creas, Irene, debido al cargo que ocupo, pero directamente no me atrevo. No es necesario que se lo digas hoy. Si acepta me llamas por teléfono ¿Lo harás?

-- Sí, mujer, claro que lo haré – y riendo comentó seguidamente – Tendré que acostumbrarme a que me ponga los cuernos.

-- Sólo será una vez, Irene, te lo prometo. Pero no lo fuerces, por favor.

-- No te preocupes, Laura, sé como tratarlo y no se negará. Comprendo que no es muy normal que la esposa entregue a su marido con tanta facilidad, pero no sabes tú del grave problema del que nos has sacado.

-- Gracias, Irene. No te arrepentirás te lo aseguro.

 

 

Continuará…

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