POEMARIO DE JOTAENE.
Siempre es poco.
Ni por ética luciente
ni menos por desparpajo,
a los coñitos calientes
ha de sobrarle el carajo.
Ya que por gordo que sea,
y muy largo se presente,
el coño siempre se siente
defraudado, y más desea.
Pues los muslos relucientes,
con la su la llama ardorosa
le ofrece boca sabrosa
húmeda, lisa y sin dientes.
Y no hay señores tan duchos
a satisfacer tanto ardor,
porque, aún siendo muchos
que presumimos de ardientes,
no tenemos suficientes
en la canana cartuchos
"pa" complacer tanto amor.
Jotaene.
Excomunión.
Un cura a su Obispo confesaba
que a una mujer casada se tiraba,
y el confesor al confesando urgía
que le dijera también dónde vivía.
Y como el confesando se negaba
a confesarle la casa que habitaba,
el confesor le negó la absolución,
con amenaza también de excomunión.
Y ante tan gravísimo dilema
De verse al infierno condenado
Solucionó el cura su problema
dándole dirección de una morena.
Corrió el Obispo a casa de la nena
Que a moros cien por día se tiraba;
Metió el tieso hisopo en la alacena
Y a pocos días de dolor bramaba
Por culpa de unas lindas purgaciones;
Cada vez que el Obispo orinaba
Del cabrito del cura se acordaba
Olvidándose las excomuniones.
Moraleja:
A juzgar por lo que he visto
Tratándose de jodienda
no hay Cardenal ni Arzobispo
con propósito de enmienda,
Jotaene