BARBA AZUL. Gilles de Laval
Gilles de Laval "Barba Azul"
Gilles de Laval, Barón de Rais, nació en 1404 en el castillo de Macheoul, Francia, y falleció en 1440.
Fue un militar destacado que participó, a las órdenes de Carlos VII, en el intento de rescate de Juana de Arco en 1430. Al morir ésta Gilles aseguró que la "pureza" había muerto, no obstante el mismo que dijo esas palabras fue un verdadero sádico que sólo obtenía placer a través de las torturas que infringía a sus víctimas.
A los 25 años renunció al honor que se le había impuesto de Mariscal de Francia, y tras retirarse a sus posesiones de Tiffauges, se dedicó a convertirse en la otra cara de la moneda. Dejó de luchar por el bien para luchar por el mal guiado por la alquimia y el sacerdote Prelati del que creía conseguiría la piedra filosofal y con ella fabricar oro.
Gilles provenía de una noble, acaudalada y poderosa familia francesa y con sólo
11 años heredó una de las más grandes fortunas de Francia. A los 16 años se casó
con su prima Catalina de Thouars, también muy rica, e incrementó su fortuna.
Catalina le hizo padre de una niña.
Pero si bien Gilles tenía su propia esposa, era Juana de Arco su verdadera pasión. Enamorada en secreto de ella, al perderla su mundo se vino abajo. Cuando Juana ardió en la hoguera, Gilles abandonó a su esposa y se marchó solo a Tiffauges. Negándose el placer con otras mujeres, Gilles comenzó a buscar otro camino de satisfacción y lo encontró en la crueldad.
Se gastó parte de su fortuna organizando fiestas y tal fue el derroche que acabó vendiendo algunas de sus posesiones.
Esta pérdida de dinero le hizo pensar en cómo recuperar lo perdido sin trabajar, y fue conseguir la piedra filosofal, que según el esoterismo puede convertir el metal en oro, su meta en los siguientes años. En su castillo instaló un laboratorio y se trajo magos y alquimistas de toda Europa, pero los gastos se incrementaban. Puesto que no fructificaba, hubo quien le sugirió que pidiera ayuda al mismo Diablo, y se cuenta anecdóticamente incluso que puso parte de su testamento al nombre de éste aunque con la condición de no cederle su alma.
Se supone pues que su primer asesinato surgió a raíz de este pacto con el Diablo. A su víctima le sacó el corazón, los ojos y le cortó las muñecas para sacar su sangre, pero el oro no apareció. No obstante Gilles de Rais, alias Barba Azul, consiguió algo que no esperaba: placer.
Utilizaba niños a los que violaba y asesinaba. Los colgaban de ganchos, los escuchaba suplicar, simulaba salvarlos del horror y luego los degollaba, violaba su cadáver, mutilaba y utilizaba las membranas y la sangre para sus hechizos alquímicos. Se le atribuyeron más de 200 crímenes de niños y adolescentes. Algunos de los niños desaparecían de la ciudad de Nantes y pueblos colindantes, y otros eran pobres mendigos a los que llevaba a su casa mediante secuestro.
Una de sus extrañas conductas era las de dormir profundamente
tras entregarse al asesinato y el orgasmo de cadáveres infantiles, y mandar
guardar las cabezas de estos niños para luego pintarlos y celebrar, con estas
cabezas, concursos de belleza. Amigos e invitados votaban y premiaban una de las
cabezas que luego Gilles usaba para sus propósitos necrófilos.
Cuando el pueblo no pudo más, aun sabiendo que el barón era poderoso a pesar de haber perdido grandes fortunas, se alzó la voz contra éste, pero las amenazas contra los humildes acallaron muchas bocas. No obstante llegó a oidos del Obispo de Nantes el rumor, y en 1440 instruyó un expediente según el cual Gilles habría ofrecido a un demonio llamado Barón, los ojos y la sangre de un chiquillo para conseguir sus favores.
Barba Azul fue detenido, juzgado y condenado por la desaparición de 150 niños cuando el Duque de Gran Bretaña escuchó las denuncias del asustado pueblo. Se le acusó, además de infanticidio e inmolación a una media de entre 140 y 200 niños, de herejía y satanismo, y su confesión no se logró a través de las torturas a las que se le sometió, sino con la simple amenaza de excomulgarle.
Se le llevó al patíbulo el 26 de octubre de 1440 para ser ahorcado y luego quemado en la hoguera, y allí pidió perdón a los padres de las víctimas y suplicó que nadie siguiera su ejemplo.
Su cuerpo parcialmente quemado, fue enterrado en la iglesia de las carmelitas en Nantes a petición de algunos de sus parientes. Gilles de Rais, asesino sádico de criaturas y adolescentes, se arrepintió en el último momento por su fe en Dios, él que había hecho un pacto con el Diablo.