Capítulo primero
Pese a todos los estudios realizados por la ciencia médica, pese a todos los inventos para medir la energía de las diversas actividades de los órganos humanos, pese a haberse inventado el termómetro, los rayos X, el tensiómetro, el cardiograma, el encefalograma, el láser, la ecografía, la radiografía, el escáner y un sin fin de otros inventos más para el estudio de las reacciones y comportamientos de los órganos del cuerpo humano, que yo sepa, a nadie se le ha ocurrido aún inventar el placerómetro. Dicho de otro modo, nadie has pensado en inventar un aparato para medir la intensidad del placer durante el acto sexual y el orgasmo; repito, por lo menos que yo sepa.
Ni el informe de la doctora Hite, ni el más exhaustivo de los doctores Master y Jonson, ni los mejores especialista en la materia hablan para nada de esta intensidad del placer. Lo han estudiado todo; todo lo han descrito con grandes estudios estadísticos pero ninguno de ellos, ni tampoco especialistas posteriores han aclarado el tema de la intensidad del placer que siente cada uno de los participantes durante la cópula.
Un hombre y una mujer se enamoran. De inmediato surge el acto de la posesión del ser amado, acto de posesión que culmina con la realización del acto sexual.
Los dos sienten placer, pero los dos saben la intensidad del placer que siente cada uno por separado y los dos dan por supuesto que el otro está sintiendo el mismo placer que él. Él siente el húmedo calor de la vagina y ella el calor del miembro masculino Pero, así como no existen dos huellas dactilares iguales, tampoco creo que existan dos placeres con la misma intensidad.
Las preguntas son:
¿Siente la mujer mayor placer que el hombre al ser penetrada, o es el hombre el que siente más placer el penetrarla? ¿Tiene mayor placer el hombre durante el orgasmo o lo tiene la mujer?
Hace muchos años que hice ésta pregunta a un amigo sexólogo; la respuesta me dejó sorprendido:
-- El hombre tiene pene; la vagina tiene mujer.
Por no parecer tonto de remate, asentí con la cabeza, suponiendo que, mi amigo el especialista, me estaba indicando que la mujer siente mayor placer que el hombre. Hoy ya no estoy tan seguro de que mi interpretación fuera la correcta.
Sabemos desde hace años por los estudios realizados por la doctora Hite que la mujer es, en un porcentaje muy elevado, más potente sexualmente que el hombre. Llega el estudio a afirmar que entre dos mil quinientas mujeres entrevistadas, hubo una que, sin ser ninfómana, podía tener cien orgasmos durante las veinticuatro horas del día y durante cuatro días a la semana. Esta mujer fue reseñada como un caso excepcional.
Lo normal, no obstante, según señala el mencionado informe, si el hombre aguanta de quince a veinte minutos antes del orgasmo, la mujer durante ese tiempo puede tener tres o cuatro orgasmos llegando a quedar saciada exactamente igual que el hombre después de eyacular. Lo mismo afirman los doctores Máster y Johnson. Los informes de estos tres especialistas de reconocida fama mundial, se realizaron en Norteamérica. Me pregunto si las españolas responden al mismo arquetipo.
Como yo no lo sé, quizá las señoras que lean este escrito puedan informarme si estos doctores tienen o no razón.
Como el estudio fue realizado en Norteamérica y con señoras y señoritas de varias nacionalidades, supongo que el estudio es extrapolable para las mujeres hispanas.
Empeñado en descubrir quien de los dos siente con mayor intensidad el placer durante la cópula
estuve varias horas pensando a quien acudir hasta que me acordé de mi amigo Carlos Fuentes Aguirre, que, además de físico fue el inventor de LAS GAFAS PRODIGIOSAS que, seguramente, habrán leído en este foro.
Después de escucharme en silencio mientras le exponía todo lo que ya les he contado a ustedes, se levantó de la butaca y preparó un par de lingotazos de Jack Daniels, porque sabe que me encanta el burbons. Levantó el vaso y dijo:
-- Brindemos por tu brillante idea. Ando algo espeso esta temporada y no se me ocurría nada importante, pero esta lo es y vale la pena dejar las cuatro chapuzas que estoy inventado para dedicarme a ésta idea fabulosa, pero claro hay cosas que tendrás que hacer tú, porque yo debo acabar el motor de aire comprimido que me ha encargado la General Motors Corporatión.
-- ¿Y qué tengo que hacer, yo no tengo puñetera idea de inventos?
-- Tú no tienes que inventar nada.
-- ¿Entonces? pregunté intrigado.
-- Tienes que encontrar a la pareja que se someta al experimento.
-- Eso es bien fácil, mañana mismo la tendrás aquí.
-- Para, para no corras tanto. No es tan fácil como te parece.
-- ¿Por qué? pregunté extrañado
-- Porque el pene del hombre y la vagina de la mujer tiene que acoplarse perfectamente. No puedes traerme una mujer con una vagina como la puerta de una catedral y un hombre con un pene parecido a un dátil y, además, los dos tiene que estar igualmente enamorados.
-- Caray exclamé eso si que será difícil.
-- Claro que lo será, pero ten en cuenta que mientras tú buscas la pareja yo tengo que preparar los sensores, medidores de energía, corrientes nerviosas etc, y eso me llevará algún tiempo. Tal como yo lo veo el hombre tendría que tener un pene de un tamaño corriente entre 17/18 centímetros de largo en erección por cuatro de diámetro, eso cuando menos, y la vagina de la mujer debe acoplarse a esas medidas, aproximadamente, claro. Peo lo más importante es que los dos estén enamorados.
-- Pero, vamos a ver, no puede ser con una pareja con esas medidas aunque no estén enamorados.
-- Ese ya sería otro experimento porque, en realidad, la mayor energía de la cópula se da si los dos están enamorados.
-- Vale, ¿Y de cuanto tiempo dispongo?
-- De dos semanas cuando menos, antes no, ya te he dicho para tengo que acabar lo del motor de aire comprimido reciclable.
-- ¿Y si no la encuentro en ese tiempo?
-- Si la encontrarás, hombre, depende del dinero que estés dispuesto a gastar.
-- El dinero no es un problema, pero no me gusta tirarlo por la ventana.
-- Si conseguimos demostrar que el experimento funciona, cuando lo patentemos y salga al mercado recuperarás lo gastado multiplicado por cien. Te lo aseguro. Sin embargo, para que podamos demostrarlo científicamente, no servirá con una sola prueba. Habrá que hacer bastantes más, pero para empezar con la primera nos llega porque habrá que afinar mucho antes de publicarlo en revistas científicas.
Después de acabar otro lingotazo de Jack Daniela y acabar de perfilar la búsqueda de la pareja, nos despedimos y salí de su piso dispuesto a buscar con gran decisión a esa primera pareja de enamorados que necesitábamos
Continuará.