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Una vida apasionante

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UNA VIDA APASIONANTE. – 1 –

LOS ANTECEDENTES

FAMILIARES

 

LOS RAMOLINO

 

Por Córcega, como por España, han pasado cartagineses, romanos, griegos, árabes, españoles, genoveses, franceses e incluso normandos, pero todos ellos han quedado prendados del espíritu de la isla; todos ellos, o, por lo menos, los que en ella se quedaron, se vieron pronto subyugados por el encanto isleño y se adaptaron a sus costumbres y a su espíritu.

Quizá esta amalgama de razas diferentes, explique, como en el caso de España, el carácter individualista del corso, hombre entrañablemente apegado al clan familiar, por el que estaba dispuesto a verter su sangre a la menor ofensa. Las "vendettas" podían llegar a durar varias generaciones. Sólo por un motivo estaba dispuesto el corso a olvidarse momentáneamente de sus enemigos internos y unirse a ellos: por la independencia de su patria.

En el año 1747, Giovanni Girolamo Ramolino contrajo matrimonio en Ajaccio con Ángela María de la Pietra Santa. Ella descendía de la antigua nobleza. El marido pertenecía a una familia genovesa llegada a Córcega en el siglo XV.

Juan Jerónimo Ramolino, había pasado su juventud embarcado en la armada que los genoveses mantenían en Córcega para reprimir los motines derivados, en la mayoría de los casos, por la recaudación de impuestos, además de las continuas rebeliones que el carácter independentista de los montañeses corsos, originaba a la menor oportunidad.

Obtuvo, al casarse, como pago por sus servicios militares, el puesto de inspector de caminos y puentes. Era partidario, naturalmente, del partido genovés, y, por lo tanto, mantenía su casa abierta para todos los mercenarios franceses que Génova alistaba con objeto de mantener sumisos a los indomables corsos de las montañas. Por lo tanto, puede considerársele completamente opuesto al partido de los patriotas, que sólo pensaban en la independencia.

Ángela María tuvo que renunciar a su anterior lealtad y adaptarse a las ideas de la familia del esposo con la que fue a vivir, pues, en aquel entonces, la mujer corsa al casarse, dejaba de pertenecer a su padre para pasar a pertenecer en cuerpo y alma a su marido y debía seguir las lealtades de éste. Pero es de suponer que debió costarle buenos disgustos comprobar que los oficiales franceses, que su marido sentaba a la mesa, hacían pocas distinciones entre ellos y los rebeldes de las montañas.

Dos años después de su matrimonio, en 1749, tuvo su primer hijo; una niña que murió al poco tiempo de nacer. Un año después de este primer parto, concretamente en 1750, nació otra niña a la que se bautizó con el nombre de María Leticia.

Durante dos años, los isleños permanecieron tranquilos. Ello fue posible por las dotes diplomáticas del enviado genovés: el comandante francés, señor de Cursay, que supo bandearse muy bien con los corsos durante toda su permanencia en la isla.

Pero en 1.752, el señor de Cursay abandonó la comandancia de Córcega, motivo que originó la rebelión de los fieros clanes de las montañas. Incluso las zonas marítimas que los genoveses dominaban, se vieron amenazadas peligrosamente.

 

Luis Gaffori, amigo de los Paoli, fue elegido por los clanes corsos, "Jefe de Jefes". Gaffori ya había probado el generalato al lado de Jacinto Paoli, padre de Pascual y Clemente Paoli, pero las rivalidades de los clanes, siempre indomables a toda disciplina, acabarían con él. Al principio parecía que los clanes se encontraban en mejor disposición para luchar unidos, de obedecer un mando único y Gaffori consiguió imponer su voluntad a costa de algunos severas medidas disciplinarias. Su dictadura le duró muy poco.

Los corsos no pudieron permitir que un extranjero les impusiera castigos a sus hijos. El resultado fue que en el momento en que iba a dirigir el ataque contra las guarniciones de los puertos, decidieron desembarazarse de él. Lograron apresarlo, y sin más contemplaciones lo ejecutaron. Finalmente, las guarniciones de mercenarios franceses al servicio de Génova lograron repeler de nuevo hacia las montañas a los clanes corsos.

La muerte de Gaffori no dejó de ser una buena noticia para las familias "afrancesadas", adjetivo éste bien conocido de los españoles. Jerónimo Ramolino y su esposa María Ángela lo hubieran pasado mal si los clanes hubieran triunfado. Su hija, María Leticia, al finalizar la revuelta, acababa de cumplir tres años y, según el general sentir de los ajaccianos, destacaba ya por su belleza.

En 1755, contado la niña cinco años, muere su padre. María Ángela y su hija quedan en situación harto difícil ante los patriotas, que nunca permanecen mucho tiempo sin sublevarse. Así continuarán haciéndolo contra la República de Genova por uno u otro motivo, hasta que deciden unirse al encontrar un nuevo jefe en la persona de Clemente Paoli.

Hijo de Jacinto Paoli, desterrado en Nápoles, la política seguida por Clemente hace honor a su nombre. Los clanes lo encuentran demasiado blando, demasiado apacible. Él mismo se da cuenta de que su actuación provoca el descontento de los montañeses. Recomienda a su hermano Pascual como sustituto suyo. Éste se encuentra en Nápoles con su padre, pero acude raudo al llamamiento corso.

Tenía treinta años, era alto, delgado, bien parecido, muy astuto y había sido criado en las montañas; pese a su ascendencia genovesa, sentía un profundo odio por genoveses y franceses. En Nápoles se había dedicado a adquirir conocimientos militares y a trabar amistad con los ingleses, en quienes veía un potencial aliado en la lucha independentista corsa, lo que no dejará de comunicar a los jefes de los clanes.

Viene a favorecer sus designios, que Luis XV entre en guerra con Federico el Grande y con Inglaterra, lo que motiva la retirada de las tropas mercenarias francesas que Génova sostenía en la isla. Ya por entonces había comprendido lo que podría llegar a ser en Córcega. Sin más dilación Paoli lanza a sus hordas al ataque y se hace el dueño del terreno, excepto algunas guarniciones genovesas de las ciudades costeras que se sostuvieron firmes, sobre todo en Ajaccio.

Es en este momento cuando Pascual Paoli logra imponer la más férrea disciplina que los clanes hayan conocido. Sus decisiones

fueron fruto de sus aspiraciones. Los habitantes de las ciudades costeras viéronse protegidos por haber suprimido Pascual Paoli, con ayuda de la Iglesia, las famosas "vendettas"; promulgó derechos de propiedad inviolables en toda la isla y abolió los privilegios de la antigua nobleza.

Con estas medidas no había ocasión de que los partidarios de Génova acusasen a los montañeses de insurgentes, pero María Ángela, la madre de María Leticia, tuvo doble motivo de resentimiento ya que, por una parte, se le anulaban los antiguos privilegios de la nobleza y, por otra, como viuda de un Ramolino, debía permanecer fiel a franceses y genoveses manteniéndose, por lo tanto, apartada de los patriotas. Para ella Paoli era el usurpador, el rebelde que había derogado los antiguos privilegios. Era natural que María Leticia participara de los sentimientos de su madre.

En 1757, contando Leticia siete años de edad, su madre volvió a casarse con un capitán suizo de la marina genovesa llamado Franz Fesch que sólo tenía el defecto, a los ojos de María Ángela, de ser protestante, religión que hubo de abandonar por el catolicismo, so pena de no contraer matrimonio con la hermosa viuda.

En 1763, cuando Leticia contaba trece años de edad y era una de las bellezas más prometedoras de la isla, nació el primer hijo del segundo matrimonio de su madre; la niña acogió a su hermanastro con verdadero entusiasmo. Al recién nacido se le pone de nombre José; años más tarde alcanzará el capelo cardenalicio gracias a un sobrino poderoso.

En el mismo año, madre y padrastro, a la vista del espléndido desarrollo y de la notable belleza de Leticia, decidieron que ya era hora de ir pensando en su futuro marido. De todos los pretendientes posibles que rondaban a la muchacha la elección de los padres recayó sobre Carlos María Bonaparte, pese a que tanto él como su familia eran todos del partido de los patriotas, lo que no dejaba de ser mortificante teniendo en cuenta que se habían instalado en la isla cien años después que los Pietra Santa. Pese a todo, decidieron tantear el terreno hablando con el arcediano Luciano, tío del elegido. El arcediano supo que, además de gran belleza, la joven era la única heredera de los bienes de su difunto padre.

 

 

 

UNA VIDA APASIOANTE – 2 –

LOS BONAPARTE.

 

Este nombre parece que fue llevado en la Edad Media por diversas familias italianas que, en las guerras civiles, se habían distinguido por su fidelidad a la causa que creían buena. Una de ellas, la de los Cadolingi de Lombardía, es sin duda el tronco de los Bonaparte de Córcega. Se ramificó luego en Bolonia, Treviso y Florencia y se unieron a la facción gibelina. La rama florentina dio nacimiento, a su vez, a los Bonaparte de Sarzano, de los cuales había de descender Napoleón I.

Se cuentan entre sus antepasados a Jacobo Bonaparte, hidalgo originario de San Miniato (Toscana), al que se le atribuye, algunos dicen que sin pruebas, un relato del saqueo de Roma por el condestable de Borbón en 1527. Fue publicado bajo el larguísimo título de: Ragguaglio storico di tutto l'occorso, giorno per giorno, nel sacco di Roma dell'anno 1527.

Nicolo Bonaparte, parecer ser que fue otro de los ascendientes del emperador francés. Era profesor en Florencia, nacido en San Miniato. Es autor de una comedia titulada "La viuda", escrita en 1568. Se supone que murió hacia 1598.

En el siglo XVI, uno de ellos, Francisco de nombre, se estableció en Córcega; su familia vivió en Ajaccio y sirvió la causa de la República de Génova.

A principios del siglo XVIII, esta familia estaba representada por los tres hijos de Sebastián Bonaparte, un hombre ya de ardiente patriotismo corso que sus hijos heredarán: Luciano Bonaparte, arcediano; Napoleón Bonaparte, que murió sin descendencia el 8 de Mayo de 1769 en la batalla de Ponte-Novo contra los franceses, y José Bonaparte, casado con María Saveria con la que tuvo doce hijos, el menor de los cuales fue Carlos María Bonaparte, padre de Napoleón.

José Bonaparte, el abuelo del futuro emperador, muere en 1760 cuando su hijo Carlos María contaba catorce años de edad. Como albacea testamentario deja a su hermano el arcediano Luciano, que debe encargarse de la educación del sobrino y de administrar su pequeña fortuna.

Al arcediano, de una tacañería como no digan dueñas, le faltó tiempo para esconder bajo siete llaves la pequeña fortuna de su sobrino, pero lo envió a Corte para que estudiase en la "universidad" fundada en dicha localidad por Pascual Paoli; si es que puede llamarse Universidad a un colegio regido por cinco monjes; aunque, en honor a la verdad, y para la época, no dejaba de ser algo parecido a una escuela superior. Aquí conoció Carlos María a Pascual Paoli al que había de seguir incondicionalmente, llegando a ser su lugarteniente juntamente con el hermano del general, Clemente.

No obstante, y siguiendo la tradición familiar, "Zio Luciano", como le llamaba la familia, lo enviará más tarde a estudiar leyes en la Universidad de Pisa. En principio Carlos María quiso oponerse a ser enviado al "extranjero", pero los poderes de que estaba armado su tío como albacea de su padre, no le dejaban opción a desobedecer.

El tío administraba, no sólo el pequeño capital, sino también la casa de los Bonaparte de la calle Malerba de Ajaccio donde habitaba en compañía de su cuñada, María Saveria, de la familia de los Paravicini y madre de Carlos María. Administraba asimismo las tierra de Bastelica, Bocognano y Los Milelli, casa de campo ésta última de los Bonaparte, donde acostumbraban a pasar el verano.

Antes de acabar sus estudios en Pisa, conoce Carlos María a la señorita Alberti, una muchacha pisana de buena familia de la que se enamora y a la que pide en matrimonio. El señor Alberti considera que el hidalgüelo corso, pese a titularse "conde de Buonaparte", no es bastante buen partido para su hija y niega su mano al pretendiente.

Parece ser que, de una u otra forma, se entera el "zío Luciano" y escribe una conminatoria carta a su sobrino obligándole a regresar a Ajaccio. Los Fesch ya habían propuesto al arcediano el matrimonio de su hija con su sobrino, cosa que a éste le parece de perlas. Carlos María abandona Pisa sin haber obtenido aún el título de abogado y se presenta en Ajaccio el 5 de mayo de 1764.

El 7 de mayo, tío y sobrino efectúan una visita a los Fesch y, por primera vez, conoce Carlos María Bonaparte a María Leticia Ramolino. Debió de causarle gran impresión la muchacha, pues no opuso ninguna resistencia a contraer matrimonio antes de un mes.

 

 

 

UNA VIDA APASIONANTE – 3 –

1769

AGOSTO

 

15:

Día de la festividad de la Virgen en la católica capital de Córcega; Ajaccio es a la sazón poco más que una aldea. Coincide la festividad con el primer aniversario de la anexión de la isla a Francia. Fiesta popular que se celebra con misas, procesiones y simulado entusiasmo por la anexión.

En misa de doce, misa solemne y cantada, Leticia se encuentra mal y siente los apremiantes dolores del parto. La hermana de su marido, Gertrudis Paravicini, casada con Níccolo Paravicini, la acompaña de regreso a su casa de la calle Malerba, donde ejercerá de comadrona. La parturienta no tiene tiempo de alcanzar la alcoba, ni la cama con colcha de damasco rojo y, sobre un sofá forrado de seda verde, vendrá al mundo el futuro emperador de Francia.

Algunos historiadores y biógrafos, indican que el niño nació sobre los baldosines del salón; otros, Stendhal, Las Cases, Tarlé y Merejkovsky entre ellos, señalarán que el niño nació sobre una alfombra o tapiz con dibujos de grandes figuras de la antigüedad. Esto no es más que leyenda. La verdad la declarará en su Recuerdos la señora Leticia al indicar que :

" Eso de hacerlo nacer sobre la cabeza de César es un cuento, no lo necesitaba y, además, en mi casa de Ajaccio no había tapices, y mucho menos en verano."

También indicarán algunos biógrafos que Leticia se encontraba sola en el momento del parto. Esto tampoco se corresponde con la realidad, máxime teniendo en cuenta la extensa familia de Carlos y Leticia. Dejarla sola en aquel trance no sería normal ni lógico. Como dejo dicho, en el momento del parto, se encontraba a su lado actuando de comadrona su cuñada Gestrudis Paravicini.

Las primeras aguas bautismales de socorro las impone aquella misma tarde el abate Juan Bautista Diamante, enviado a casa de los Bonaparte por el tío Luciano, el arcediano de la catedral de Ajaccio. Al bautizo oficial de Napoleón se esperará hasta 1771. La situación económica no permite grandes dispendios y Leticia cae en estado con suma frecuencia, como correspondía a una buena esposa corsa.

Por los "Recuerdos" de la madre de Napoleón sabemos que la misma tarde del alumbramiento desfilaron por la casa de la calle Malerba todos sus parientes. En Córcega, tierra de "vendettas" interminables, el mayor patrimonio que una esposa puede llevar como dote al matrimonio, lo representa una extensa familia; cuanto más extensa, cuanto más numerosa sea la familia, tanto más importantes y satisfechas se considerarán las muchachas casaderas. En aquella ocasión, como ella misma confesará:

" ...me visitaron todos mis parientes, incluso más que el día de mi boda, a la que asistieron cincuenta primos todos ellos altos y fuertes".

También nos informará en sus "Recuerdos" de donde procede el nombre de su hijo:

"Yo tenía un tío que se llamaba Napoleone que murió poco antes de la batalla de Ponte-Nuovo, pero había ido hasta Corte para combatir. En honor de aquel héroe puse su nombre a mi hijo".

Sin embargo, ella, hasta que el niño marchó a estudiar a Francia, le llamó siempre "Nabulio", nombre dialectal corso del italiano Napoleone. También el primer hijo de Leticia, que como hemos indicado murió dentro del año de su nacimiento, recibió el nombre de Napoleón. Incluso su hijo José, recibió en principio el mismo nombre, como ya hemos dicho, que fue cambiado posteriormente por el padre, rebautizándolo con el nombre de su abuelo. Quizá sea por eso que, años más tarde, en el decreto que le nombraba rey de España, figurara su nombre completo, José Napoleón. Pero es una norma para los Bonaparte que el nombre de un hijo fallecido lo reciba el próximo vástago, aparte el hecho de que Carlos María deseaba que sus hijos llevaran los nombres de su padre y de sus tíos.

El recién nacido tiene la cabeza demasiado grande, tanto que le costará mucho tiempo mantenerla erguida. Se sabe que, de adulto, Napoleón hubiera necesitado cubrirse con un sombrero de la talla 60 de hoy en día.

También se ha dicho que "como la madre no tenía leche se le buscó al recién nacido un ama de cría". Esto no parece normal en una mujer que ya ha dado a luz tres veces y se cae por su base al leer sus memorias en las que indicará, como ya se ha dicho:

" Llevaba a mi Napoleón en mis entrañas con la misma satisfacción tranquila que experimenté luego al tenerlo en mis brazos y amamantarlo a mis pechos....etc."

Cierto es que el recién nacido se cría muy canijo y desmirriado y quizá esto influyó para que se le buscara una sobrealimentación. La sobrealimentación se la proporcionó una nodriza llamada Camila Hari o Ilari, que tampoco los historiadores logran ponerse de acuerdo en el apellido, campesina de Córcega y mujer de un pescador de Ajaccio, de robusta constitución, genio vivo y lengua mordaz que toda su vida sintió adoración por Napoleón. La abuela paterna, minana Saveria, que acostumbraba a meterse demasiado en la forma de cuidar al recién nacido, recibió de la nodriza, en cierta ocasión, la siguiente respuesta:

"¡ Señora, usted a rezar que es lo suyo, no se meta en las cosas del niño que eso es cosa mía !

La madre de Napoleón explicará:

"Mi suegra era tan buena que había prometido, cada vez que yo daba a luz, oír una misa más cada mañana. Y hubo un tiempo en que tuvo que oír hasta nueve misas diarias".

Nada más levantarse de la cama, la señora Bonaparte se acerca ese día a la catedral, en la que estuvo a punto de dar a luz, para agradecer a la Virgen el feliz acontecimiento por medio de la imprescindible misa de recién parida. Según era de precepto, su ofrenda fue un pan, un cirio y una moneda.

La leyenda negra quiere que Napoleón sea hijo del marqués de Marbeuf, y puede llamar a engaño que hasta el mismo Napoleón tuviera sus dudas, pues comentó en cierta ocasión:

"No sé de donde proceden mis talentos militares, pues los Bonaparte han sido siempre abogados o magistrados. Se ha dicho que soy hijo de un general y, posiblemente, ese origen pudiera explicarlo todo".

Pero de hacer caso a todos los comentarios del emperador recogidos por sus compañeros de cautiverio en Santa Elena, podríamos creer también que su ascendencia llegaba a emparentarlo con los Orsini y los Médicis.

Debe tenerse en cuenta que Carlos María Bonaparte, pese a que había luchado al lado de Pascual Paoli hasta que éste se exilió, decidió luego colaborar con los franceses; había que alimentar a la

familia y nadie es capaz de vivir sólo del aire. El gobernador Marqués de Marbeuf, siguiendo las costumbres del siglo XVIII, hacía la corte a Madame Leticia que pasaba por ser la más hermosa joven de Córcega, como un día será su hija Paulina la mujer más bella de su época. No obstante, no existe prueba alguna sobre dicha paternidad.

Napoleón, dada la fecha en que nació, de la que no hay ya duda alguna, tuvo que ser concebido durante el mes de Noviembre de 1768. En esa época, el marqués de Marbeuf, residía en Bastia y sostenía un amorío con una señora de Varesse de la que no he logrado aún averiguar el nombre. Por aquella época los Bonaparte estaban viviendo en Appietto, cerca de Corte, en zona rebelde y en casa de Tomás Arrighi di Casanova, tío de Leticia. Si la señora Leticia entregó sus encantos al marqués, cosa que sólo ella podría decirnos, tuvo que ser después de 1768 y, por lo tanto, la teoría de la paternidad del marqués se viene por tierra.

 

 

 

SEPTIEMBRE

 

11:

Carlos María decide acabar la carrera de abogado y marcha con esta fecha a Pisa a realizar los exámenes finales, que dejara pendientes al llamamiento de su tío Luciano el arcediano, para casarse con María Leticia.

 

NOVIEMBRE

 

14:

Obtiene el título de abogado. Durante su permanencia en Pisa se preocupa de solventar su situación de noble visitando al arzobispo y a cuantas personalidades están en disposición de ayudarle en su deseo de confirmar su nobleza.

30:

El arzobispo de Pisa firma las cartas de nobleza de Carlos Bonaparte, que habrán de servirle más adelante para poder ingresar a su hijo Napoleón, con matrícula gratuita, en los colegios reales de Francia. El padre de Carlos, José Bonaparte, había obtenido cartas patentes de nobleza el 25 de Junio de 1759, expedidas por el Gran Duque de Toscana que le reconocían emparentado con la familia toscana de los Bonaparte, una de las más antiguas de Europa.

 

 

DICIEMBRE

 

6:

Carlos María regresa a Ajaccio con los dos títulos en el bolsillo. Puede suponerse la alegría de Leticia y demás parientes de la casa Bonaparte. Carlos María decide celebrar por todo lo alto su título de abogado y su reconocida condición nobiliaria como conde de Buonaparte.

El banquete fue de los que hacen época y de los que Ajaccio recordaría durante mucho tiempo. A este respecto Napoleón dirá más

tarde que el coste, para la economía de los Bonaparte, superó los ingresos de dos años.

El gusto por el boato de Carlos María, su afición a agasajar con banquetes a las personalidades francesas y corsas que creía oportuno contentar, y su no menos costosa vida de gran señor, representaron la rápida desaparición de la dote de la esposa, y ésta, de carácter más práctico que su marido, callaba y consentía, esperando se tradujera algún día en beneficios tanto despilfarro. Debió consolarse de momento, aunque ello no fuera más que un consuelo a la vanidad, pensando que era ya la esposa del conde de Buonaparte, y que por algo se empieza.

Sin embargo, su deseo de obtener la independencia de Córcega algún día, seguía tan vivo en el fondo de su alma como en la de su familia. Sin ningún género de dudas transmitió a sus hijos su deseo, escondido pero perpetuo, de independencia. Esperaba, como todos los corsos, el regreso del ídolo de los isleños, Pascual Paoli, el "Babbo".

20:

El gobernador de Córcega, marqués Luis de Marbeuf, cuyo cuartel general estaba en Bastia, se hospeda en casa de los Bonaparte, al igual que cada vez que debe desplazarse hasta Ajaccio. La hospitalidad de los Bonaparte no dejaba de representar, asimismo, cuantiosos dispendios, si bien en este caso sirvió para que el gobernador escuchara las propuestas de Carlos María respecto a Córcega. Estos consejos y propuestas restituyeron a Córcega parte de su independencia al crearse un Consejo de Doce Nobles y un Consejo de Estado, formados exclusivamente por corsos, siempre que pudieran atestiguar su condición de pertenecer a familias de la nobleza. Pero había de pasar todavía año y medio antes de que dicha cuestión fuera llevada a la práctica.

 

 

UNA VIDA APASIONATE-

CINCO

 

 

1775

MARZO

21:

Por séptima vez Leticia Bonaparte da a luz un hijo, al que se le impone el nombre de Luciano, cumpliendo así el deseo del padre de ponerle a sus hijos el nombre de sus tíos y de su padre. Será un niño muy guapo, inteligente y sano. Morirá en Viterbo el 29 de Junio de 1840.

**:

Los relatos aseguran que la afición preferida del Napoleón niño, era visitar la ciudadela para contemplar a los soldados haciendo la instrucción.

 

AGOSTO

15:

Mamá Leticia cuenta en sus "Recuerdos", dictados a los ochenta años a su secretaria y dama de compañía Rosa Mellini, que regaló a Napoleón un sable de madera y un tambor. Los niños disponían en el primer piso de una habitación para sus juegos, y allí, por lo visto, se pasaba todas las horas libres jugando a los soldados con su hermano. Pero sus trajes quedaban con frecuencia en estado lamentable. Cuando la madre le llamaba la atención por el estado en que dejaba sus ropas, el niño respondía:

"Es para practicar mejor la carrera de soldado".

 

 

 

SEPTIEMBRE

**:

Cuando Napoleón sale de casa para dirigirse a la escuela, la madre le entrega un pan blanco para merendar, casi siempre con queso o fruta del huerto, que el niño se apresura a cambiar a los soldados de la ciudadela por un pedazo de pan de munición. Cuando su madre se entera, le reprocha al hijo su manera de proceder. El niño le contestará:

"Como un día seré soldado, conviene que me acostumbre a comer ese pan".

¿ Es cierta la anécdota ? Posiblemente.

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Leyendas, mitos y quimeras

El orgasmómetro (7)

Marisa (11)

El cipote de Archidona

Crónica de la ciudad sin ley (5-2)

Crónica de la ciudad sin ley (5-1)

La extraña familia (8 - Final)

Crónica de la ciudad sin ley (4)

La extraña familia (7)

Crónica de la ciudad sin ley (5)

Marisa (9)

Diálogo del coño y el carajo

Esposas y amantes de Napoleón I

Marisa (10-1)

Crónica de la ciudad sin ley (3)

El orgasmómetro (6)

El orgasmómetro (5)

Marisa (8)

Marisa (7)

Marisa (6)

Crónica de la ciudad sin ley

Marisa (5)

Marisa (4)

Marisa (3)

Marisa (1)

La extraña familia (6)

La extraña familia (5)

La novicia

El demonio, el mundo y la carne

La papisa folladora

Corridas místicas

Sharon

Una chica espabilada

¡Ya tenemos piso!

El pájaro de fuego (2)

El orgasmómetro (4)

El invento del siglo (2)

La inmaculada

Lina

El pájaro de fuego

El orgasmómetro (2)

El orgasmómetro (3)

El placerómetro

La madame de Paris (5)

La madame de Paris (4)

La madame de Paris (3)

La madame de Paris (2)

La bella aristócrata

La madame de Paris (1)

El naufrago

Sonetos del placer

La extraña familia (4)

La extraña familia (3)

La extraña familia (2)

La extraña familia (1)

Neurosis (2)

El invento del siglo

El anciano y la niña

Doña Elisa

Tres recuerdos

Memorias de un orate

Mal camino

Crímenes sin castigo

El atentado (LHG 1)

Los nuevos gudaris

El ingenuo amoral (4)

El ingenuo amoral (3)

El ingenuo amoral (2)

El ingenuo amoral

La virgen de la inocencia (2)

La virgen de la inocencia (1)

Un buen amigo

La cariátide (10)

Servando Callosa

Carla (3)

Carla (2)

Carla (1)

Meigas y brujas

La Pasajera

La Cariátide (0: Epílogo)

La cariátide (9)

La cariátide (8)

La cariátide (7)

La cariátide (6)

La cariátide (5)

La cariátide (4)

La cariátide (3)

La cariátide (2)

La cariátide (1)

La timidez

Adivinen la Verdad

El Superdotado (09)

El Superdotado (08)

El Superdotado (07)

El Superdotado (06)

El Superdotado (05)

El Superdotado (04)

Neurosis

Relato inmoral

El Superdotado (03 - II)

El Superdotado (03)

El Superdotado (02)

El Superdotado (01)