La semana tráquea por Jotaene

La Semana Tráquea.

Tras ganar las elecciones americanas el partido demócrata, como había pronosticado tres años antes nuestro infalible oráculo monclovita, se anunció a bombo y platillo la llegada del nuevo embajador americano que fue recibido por el Presidente Zapatero en las escaleras de La Moncloa con su más amplia sonrisa netolizada y los brazos abiertos como Cristo en la Cruz.

Los dos prohombres se fundieron en un abrazo tan intenso y prolongado que los fotógrafos agotaron los carretes y los flashes de sus máquinas, y esperaron otros veinte minutos a que el abrazo finalizara; cuando esto sucedió observaron horrorizados que al señor Zapatero le faltaba la tráquea y sangraba como un becerro degollado mientras el embajador americano, mister Simpsom, la escupía con signo de repugnancia, mirando despreciativo como se derrumbaba hasta el suelo el cuerpo sin vida del nieto del Capitán Lozano.

La estupefacción general dejó paralizados a los escoltas, cámaras, policías y fotógrafos y hasta yo mismo, que miraba el evento por Televisión me que quedé estupefacto y, en un arranque de euforia exclamé:
--¡Concho!, por fin se lo han cargado!

Cuando los escoltas y policías lograron por fin reaccionar para detener al embajador useño, éste había desaparecido entre la multitud sin dejar rastro.

Mientras una ambulancia de lujo recogía el cuerpo del difunto para llevarlo a la Mezquita de la M-30, Telesforo Rubio al mando de la Policía Nacional, consiguió detener en diez minutos a media docena de marroquíes complicados en el 11-M. y, de inmediato, llamó por teléfono a la Vicepresidenta de la Vega para que se hiciera cargo del Gobierno. Pero María Teresa no respondió al teléfono. Al parecer, y según se supo más tarde por su peluquera, un individuo vestido de chaqué la había dado una dentellada arrancándole de cuajo la tráquea cuando salía de la peluquería.

Se avisó entonces al Ministerio del Interior para que el señor Rubalcaba convocara de urgencia un Consejo de Ministros. La secretaria advirtió al señor Telesforo que el ministro aún no había llegado, pero al mirar hacia la puerta del despacho de su jefe y ver que por debajo de la puerta salía un reguero de sangre le dijo que esperara un momento y fue a curiosear. Abrió la puerta y salió dando alaridos de espanto comunicándole al señor Telesforo que el señor Rubalcaba no podía ponerse al teléfono porque le faltaba la nariz, la tráquea y las mejillas.

Entonces tomó cartas en el asunto el señor Felipe González que se había enterado por los periódicos de lo que estaba sucediendo y se había encerrado en el búnquer de La Moncloa para organizar la busca y captura del embajador asesino.

Por extraño que parezca aquella semana terminaron destraqueados, Arnaldo Otegui, un tal Pernando, López Aguilar, López Garrido, Llamazares, Pérez Rovira, Tardá, Pepiño Grillo, Durán y Lérida, Jorge Pujol, Maragall, Ibarreche, Imaz y si por fin se logró detener al embajador asesino fue gracias a un chivatazo de la CIA que avisó a la policía española de que el doctor Hanníbal Lecter se había fugado de la cárcel de seguridad de Guantánamo donde estaba recluido.

Cuando me desperté me llevé un cabreo de padre y muy señor mío.

miprimita.com

La semana tráquea

en Otros Textos

Mas de Jotaene