1777
ENERO
3:
Nuevo parto de Leticia, el octavo en trece años de matrimonio. Siguiendo la inveterada costumbre de los Bonaparte la niña recibirá el nombre de María Ana Elisa.
JULIO
**:
La siguiente anécdota está contada por uno de sus más prestigiosos biógrafos, pese a lo cual, si es que en realidad ocurrió, algo falla en el relato. El biógrafo, uno de los más imparciales y que mejor conoce la epopeya napoleónica, dice así:
"Nabulio es un niño como los demás. Con su hermana Paulina, se divierte en imitar la manera de andar de su abuela Fesch que, bastante encorvada, se apoya en un bastón para caminar. La pobre vieja se queja a su hija Leticia, que toma a mal la cosa.
"La Señora Madre - contará el emperador -, aunque nos quería mucho no admitía bromas, y vi en sus ojos que me esperaba un buen castigo. Paulina no tardó en recibir el suyo, porque es más fácil levantar unas faldas que desabrochar unos pantalones. Por la noche intentó en vano darme los azotes, y me consideré a salvo. Al día siguiente me rechazó cuando fui a darle un beso; en fin, cuando yo ya no me acordaba del asunto la señora me dijo:
"Napoleone, estás invitado a comer en casa del señor gobernador. ¡ Anda a vestirte !.
Subí muy contento de ir a comer con los oficiales, y me desnudé rápidamente. Pero la Señora Madre era el gato al acecho del ratón; entró de pronto, cerrando la puerta tras ella; me di cuenta de que había caído en la trampa, pero era demasiado tarde para evitarlo y hube de sufrir la azotaina. Nunca he podido olvidarlo, y se lo reproché a mi madre en la isla de Elba ¿ Cómo es posible engañar a un niño ? ¡Hacerle creer que va a una fiesta para, en seguida, darle unos azotes !".
Decimos que algo falla en alguna parte, porque Paulina nació en 1780. Napoleón marchó de Ajaccio para estudiar en Francia, el día 15 de Diciembre de 1778 y no regresó a la capital de la isla hasta siete años más tarde. Durante esos siete años de ausencia nacieron Paulina, Carolina y Jerónimo a los que vio por primera vez en Septiembre de 1786 y nos parece raro que, un muchacho tan maduro ya como Napoleón, se dedicara a realizar todavía travesuras infantiles. Por lo tanto, mal podía ser Paulina la segunda protagonista de la anécdota. Podría ser una confusión del emperador, y tratarse de María Ana, y que el hecho ocurriera antes de su muerte en 1776, a la edad de cinco años cuando Napoleón contaba siete. También nos parece extraño esta confusión, dada la prodigiosa memoria de Napoleón, pero es la única explicación que encontramos que se ajuste en el tiempo, ya que María Ana Elisa, nacida en 1777, era un bebé cuando Napoleón marchó a Francia.
OCTUBRE
**:
Leticia le explica a su hijo Napoleón:
"Tú serás pobre, pero vale más tener un hermoso salón, un buen traje, un magnífico caballo y buena apariencia exterior aunque se coma pan seco en casa".
Según el emperador contará en Santa Elena:
"Era demasiado tacaña, casi ridícula; yo llegué hasta ofrecerle considerables sumas mensuales para que las distribuyera. Le parecía bien recibirlas, con tal de poder ser dueña de guardárselas: En el fondo, todo ello no era más que un exceso de previsión por su parte, pues todo su miedo era encontrarse un día sin nada. Había conocido la necesidad, y aquellos terribles momentos no se apartaban de su imaginación. Por otra parte es justo decir que daba mucho en secreto a sus hijos. Además, aquella mujer a la que hubiera sido dificilísimo arrancarle un escudo, lo hubiera dado todo para preparar mi vuelta de la isla de Elba; y después de Waterloo habría puesto en mis manos cuanto poseía para ayudarme a arreglar mis asuntos; así me lo ofreció. Se hubiera condenado al pan negro sin la menor queja. es que en ella, lo grande superaba a lo pequeño: el orgullo, la noble ambición, iban en ella por delante de la avaricia. Por eso decía: Tengo siete u ocho soberanos que un día volverán a caerme en los brazos".
NOVIEMBRE
**:
Napoleón, niño inquieto y rebelde, arrastra tras de sí a los compañeros del barrio, chicos de ciudad, para ir a luchar con los arrapiezos de los arrabales. Nueva repulsa de la madre al llegar a casa con las ropas destrozadas y nuevo castigo que acepta sin una queja.
La infancia de Napoleón está plagada de anécdotas por el estilo. No son ni mejores ni peores que las de otro niño cualquiera pero, muchas de ellas, indudablemente, demuestran ya un carácter excesivamente reflexivo para su edad. No debe extrañarnos, si tenemos en cuenta que el mismo Napoleón, ya adulto, decía que no era un genio quien le inspiraba, sino el trabajo que se tomaba en reflexionar sobre todos los asuntos antes de tomar una decisión. Esta forma continua de trabajo incansable, será la norma de toda su vida.
1779
ENERO.
1:
Carlos María Bonaparte deja a sus hijos y al abate Varése en el Seminario de Autun, y sigue viaje hacia París.
Napoleón no habla una palabra de francés y es en Autun donde comienza su aprendizaje del idioma que, como se sabe, nunca llegó a dominar por completo. Desde Autun Napoleón irá a la Escuela Militar que se le señale. Primero se había pensado en la de Tirón pero, finalmente, se le destinó a la de Brienne.
Es en Autún donde Napoleón aprenderá el suficiente francés para poder estudiar en la Escuela Militar de Brienne, requisito sin el cual le hubiera sido imposible ingresar; en el seminario es el padre Chardón quien se encargará de enseñárselo, y el sacerdote dirá de él que comprendía y asimilaba rápidamente.
Sin embargo, como ya se ha dicho, Napoleón no dominará totalmente el idioma y confundirá durante toda su vida el significado de algunas palabras; así, dirá: "armisticio" por "amnistía": Islas Filípicas por Islas Filipinas; rentas de viajero por rentas vitalicias; punto fulminante por punto culminante; sección por sesión etc.
Sus escribas, de los que llegó a tener cuatro a los que dictaba al mismo tiempo sobre temas diferentes, debían poner sumo cuidado para sacar por el contexto el significado de algunas palabras.
MARZO.
18:
El rey de armas de la nobleza francesa, caballero Antonio María D'Hozier de Sérigny, extiende el certificado de nobleza de Carlos María de Bonaparte, nobleza probada más allá de doscientos años, sin el cual le hubiera sido imposible ingresar en la Escuela Militar de Brienne a su hijo Napoleón.
28:
Carta enviada a Carlos María Bonaparte por el ministro de la Guerra de Luis XVI, príncipe de Montbarrey:
"El intendente de Córcega, señor, ha debido haceros saber que el rey se ha servido conceder a Napoleone de Buonaparte, vuestro hijo, una plaza de alumno en sus escuelas militares. S.M. acaba de disponer que sea admitido en la de Brienne. Es necesario que le llevéis o hagáis que le lleven inmediatamente, a fin de que pueda iniciar en seguida los estudios en dicha escuela.
Debo advertiros además:
1º, que es indispensable que llegue provisto del equipo que se detalla en la adjunta memoria.
2º, que no padezca algún defecto de conformación o enfermedad incurable, por lo que el Superior tiene órdenes de hacerle reconocer a su llegada y de no recibirle si tiene mala salud o mala conformación;
3º, que sepa leer y escribir, debiendo sufrir un examen el día que se presente, no siendo admitido hasta el reemplazo del año próximo si no tiene suficientes instrucción sobre estos dos puntos.
En la memoria adjunta se detallaba:
"Tres pares de sábanas de tres pies de ancho por seis de largo. Un cubierto y un vaso de plata, marcados con las armas de la familia o por la letras iniciales de los apellidos de los alumnos. Doce toallas, un traje de paño azul, botones blancos con las armas de la Escuela, forros, cuello y bocamangas como los del traje. Dos calzones negros de
sarga de Roma. Doce camisas, doce pañuelos, doce cuellos blancos, seis gorros de algodón, dos albornoces, un saco de pólvora y una cinta para la coleta, todo nuevo."
ABRIL.
**:
Carlos María Bonaparte, con todo descaro, solicita por carta desde París al Obispo de Autun que haga llevar a su hijo a la Escuela Militar de Brienne. El descaro le sale bien, y el señor Obispo encarga al Sr. de Champeaux, cuyo hijo Juan Bautista también debe ingresar en dicha Escuela, recoger en el Seminario de Autun al pequeño Bonaparte. Los dos muchachos van a pasar unos días al castillo de Thoisy-le-Désert, propiedad del Señor de Champeaux. Pero la estancia se prolonga más de lo previsto debido a que el pequeño Juan Bautista de Champeaux cae enfermo y el joven Bonaparte permanecerá tres semanas en el castillo, hasta que el Sr. Obispo de Autun envía a su gran vicario a recogerlo.
MAYO.
15:
Hamey d'Auberive, gran vicario del obispo de Autun, Alejandro de Marbeuf, acompaña al pequeño corso a la Escuela Militar de Brienne. Napoleón recibirá en esta Escuela preparatoria la formación necesaria para ingresar más tarde en la Escuela Militar de París. Se le proporcionará gratuitamente instrucción, alojamiento, comida, libros, papel y para sus pequeños gastos particulares veinte céntimos al mes, hasta las doce años y cuarenta a partir de esa edad.
El encargado de recibirle es el superior de la Escuela, Padre Leleu.
A sus condiscípulos les llamará la atención el nombre, que el joven corso pronuncia "Napolione", y que ellos van a transformar, con la pérfida inconsciencia juvenil, en "La paille au nez": La paja en la nariz, apodo que usarán durante mucho tiempo, y que molestará profundamente al huraño y altivo niño corso.
Los alumnos se levantan a las seis de la mañana y se acuestan a las diez de la noche, dedicando mucho tiempo al estudio de las fortificaciones, a la esgrima e incluso a la danza. No faltan tampoco los ejercicios físicos que deben fortalecer los cuerpos en crecimiento de los estudiantes. Napoleón, dedicado en principio a la marina, tiene que dormir en un coy, para acostumbrar su cuerpoa las incomodidades de los navíos.
En esta escuela uno de sus pocos amigos será Bourrienne, amistad que perdurará hasta que éste se mezcle en turbios asuntos monetarios y se vea obligado a desterrarlo de Francia. Es a éste amigo al que dirá en cierta ocasión, harto ya de tanta burla por parte de aquellos condiscípulos de rimbombantes apellidos:
"¡ Haré todo el daño que pueda a tus franceses !"
Otro de los estudiantes de Brienne escribirá sobre él:
"Triste y huraño, siempre ensimismado, se hubiera dicho que acabando de salir de la selva en la que esquivó la mirada de los semejantes, experimentaba por primera vez un sentimiento de sorpresa y desconfianza".
JULIO
1:
La falta de recursos económicos por parte de la familia obliga a Napoleón a permanecer en la Escuela durante el periodo vacacional.
SEPTIEMBRE
**:
Luis XVI, siguiendo las corrientes reformistas de la época ha dispuesto:
"El rey, queriendo dar a los jóvenes de la nobleza las preciosas ventajas de la instrucción pública, desea mezclarles con los jóvenes de las otras clases, doblegar su carácter, ahogar el orgullo que tantas veces confunden con la elevación, y enseñarles a considerar desde un punto de vista más justo todos los órdenes de la sociedad."
El prefecto del colegio, padre Berton, pone a disposición de Bonaparte un trocito de tierra del patio del colegio, una especie de jardinillo que el joven corso se dedica a cuidar con esmero durante sus ratos de ocio. Allí se aislará de las burlas de sus compañeros, leyendo ávidamente cuanto libro cae en sus manos. Todos los de la biblioteca de Brienne habrán pasado por sus manos, antes de abandonar la escuela preparatoria.
DICIEMBRE
14:
Por primera vez en su vida y con gran asombro por su parte encontró en un jarro agua helada y se puso a gritar. Le respondió un coro de carcajadas de sus compañeros y tiene que intervenir el profesor:
"¿ Por qué se ríen ustedes de este señor ? ¡ Ha nacido en un país en donde no hay hielo, y jamás lo ha visto !. "
17:
Napoleón comete una falta, no se sabe cual, y el cabo de cuartel le castiga con uno de los castigos vigentes: Vestir un hábito de estameña y comer de rodillas a la puerta del refectorio. Napoleón se pone palidísimo, con los ojos fijos y desmesuradamente abiertos, pero no obedece. El cabo ordena:
"¡ De rodillas, señor !."
El pequeño corso tiene un ataque de nervios, vomita y grita: ""Comeré de pie, señor, y no de rodillas. ¿ En mi familia sólo nos arrodillamos ante Dios ! ".
El cabo de cuartel quiere obligarle a la fuerza a cumplir el castigo y el pequeño corso, revolcándose por el suelo grita sollozando:
"¡ Sólo nos arrodillamos ante Dios, señor ! ¡ Sólo ante Dios !." Tiene que intervenir el superior de la escuela para liberar al joven de aquel tormento.