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La leyenda negra hispanoamericana (2)

en Textos educativos

LA LEYENDA NEGRA HISPANOAMERICANA – 2 –

2.- LOS CONTENIDOS ESENCIALES DE LA LEYENDA NEGRA

 

Para que esa labor de desinformación y de tergiversación de la Historia en que ha quedado aquí definida la Leyenda Negra sea efectiva, ésta, pese a pretender dar una imagen general, no puede limitarse a formular una serie de afirmaciones de concepto o unas ideas de principio basadas en abstracciones globales, pues en ese caso la postura del espectador ante tal visión de la Historia se limitaría a la de adoptar una mera opinión personal.

Como toda acción de propaganda que se precie, la Leyenda Negra busca presentar una serie de hechos o de temas concretos, presuntamente expuestos de forma objetiva y veraz, de acuerdo a como se dice que son en realidad, y que por tanto se supongan que son comprobables, para demostrar así la validez de las afirmaciones propuestas (validez, hay que insistir pese a parecer reiterativos,

que obtienen en la medida en que se les supone verdaderos). Cada uno de estos aspectos es, a su vez, presentado y explicado de la manera más conveniente para lograr tales objetivos propagandísticos que se persiguen, y no conforme a la auténtica veracidad de los hechos.

No son muchas las afirmaciones sobre los que se asienta la Leyenda Negra hispanoamericana. Al contrario, pueden hasta parecer pocos, más aún si se tiene en cuenta que están directa y continuamente relacionadas entre sí. Lo que se hace entonces para conseguir una apariencia general formada por múltiples cuestiones, es presentar cada uno de esos aspectos, aun siendo los mismos, desde distintos puntos de vista: unas veces desde la filosofía, otras desde la moral, otras desde su utilidad práctica..., bien desbrozados hasta sus más mínimos detalles y multiplicando así los ejemplos. De esta manera es como se consigue dar esa imagen negativa global (al verla desde diferentes aspectos) y permanente (siempre y en cada uno de los casos en que se plantea) que invalida la acción de España como nación y como Estado en el Mundo, y de las ideas y principios que han promovido dicha acción, que son fundamentalmente los de la religión católica.

De este modo se observa que son tres esos contenidos fundamentales de la Leyenda Negra sobre los que se incide una y otra vez, y, tal y como van a exponerse a continuación, queda bien patente la relación existente entre ellos, pues tienen como elemento común, básico y esencial en los tres, el carácter negativo del "ser español" o de "la forma católica de ser español".

En primer lugar se presenta la condición injusta y tiránica del gobierno español allí donde se produce o se ha producido, y, por tanto, así será indudablemente allí donde se pueda producir en un futuro. Ese gobierno tiránico e injusto se manifiesta en tres aspectos:

1. En la mala administración española, que no sólo no soluciona ninguno de los problemas existentes en los territorios bajo su mandato, sino que añade otros nuevos (cuando menos, los derivados de su propia ineficacia), y que genera con ello una situación crónica de desgobierno político, de injusticia legal, de inseguridad social, y de desorganización y explotación económica.

2. En la opresión que padecen los súbditos de España sea cual sea su origen y nacionalidad, que son víctimas de una represión absoluta que abarca todas las facetas de su vida cotidiana, comenzando por sus formas tradicionales de vida y terminando por la represión de sus libertades. Y pasando, obviamente, por la represión del pensamiento y de las creencias en nombre de la ortodoxia religiosa, para lo cual los españoles se sirven de un instrumento tan terrorífico como se presenta a la Inquisición, que ejerce en la

práctica como si se tratase de una policía secreta política y religiosa.

3. En el atraso cultural e intelectual de los españoles, pues en tales condiciones el progreso de las ideas se hace imposible (cuando no es considerado como un hecho delictivo y hasta criminal), con lo que tampoco caben muchas esperanzas de lograr un progreso material. Atraso cultural, por otra parte, que se busca de forma intencionada por parte de los gobernantes españoles, pues de este modo, manteniendo al pueblo sumido en la ignorancia, les es más fácil asegurarse su dominio.

Así es el gobierno español en su planteamiento teórico, y así se puede trasladar este esquema al segundo aspecto, que es el de la opresión y la tiranía españolas, ya no expuestas de forma hipotética o teórica, sino vistas en sus realizaciones concretas, en los territorios donde ejerce su dominio. Esto se puede comprobar especialmente en las Indias, por ser en ellas donde con mayor claridad se manifiesta ese gobierno (o mejor, desgobierno), al haberse establecido tal autoridad gracias a una imposición por la fuerza, desde una conquista de América que se ha realizado a sangre y fuego; y con el agravante, además, de haberse impuesto sobre unos pueblos que, por su situación primitiva y su talante de bondad natural, proporcionaban la situación ideal para crear una nueva sociedad, un Nuevo Mundo, que recogiera lo mejor de los logros alcanzados por el occidente europeo sin caer en los errores que se daban en el Viejo Continente.

Pero esa situación no es exclusiva de las Indias, sino que es también la que se está produciendo en Europa, conforme el dominio español se asienta en las tierras del Imperio (en Italia, en Alemania, en Flandes...) frente a los intentos de resistencia de los pueblos sometidos a España, cuyo ejemplo más elocuente es el de la rebelión flamenca. Incluso esta situación es la que se da en la propia España, donde se observa cómo las autoridades españolas ejercen su gobierno despóticamente, ya sea extirpando cualquier minoría social (la expulsión de los judíos y el problema de los moriscos, también solucionado con su expulsión), oprimiendo las tradiciones de los distintos pueblos de la península (como evidencian la sublevación de los Comuneros de Castilla, la revuelta de Aragón, la anexión de Portugal...), aplastando cualquier disidencia desde el poder (el caso de Antonio Pérez), o manteniendo al pueblo sometido a un férreo control mediante la Inquisición.

Todos estos son los ejemplos supuestamente reales en los que se traduce ese gobierno hispano, y esta es la forma presuntamente verídica como han tenido lugar, con el obvio resultado que cabría esperar en un proceso de este tipo: pobreza, esclavitud, genocidio e incultura.

Y todo ello no es resultado de unas determinadas circunstancias históricas, que expliquen este panorama de tragedia, ni ese completo desgobierno es fruto de una incompetencia o una falta de preparación de unos determinados gobernantes españoles en un momento concreto, sino que tiene una explicación

de fondo, una raíz que explica este cúmulo de despropósitos que España aporta al mundo, y que es la clave para poder explicarlo todo de una forma natural: este tercer aspecto es el carácter de los españoles, la esencia de su talante, su propia configuración racial y cultural, que les hace inferiores al resto de pueblos –pueblos europeos, por supuesto– tanto moral como física e intelectualmente.

Esa depravación natural de los españoles se achaca al hecho de ser un pueblo fruto del mestizaje, cuya cultura y mentalidad está contaminada por elementos judíos y musulmanes (aunque, paradójicamente ,una de las cosas de las que se acuse a esos mismos españoles sea del trato dado a aquéllos y del desprecio hacia otros pueblos y culturas), y que utilizan la religión no como referente moral, sino únicamente como elemento de identificación nacional, como excusa para lograr su propio beneficio merced a la discriminación para con los demás; y por ello es por lo que los españoles abrazan el catolicismo de esa peculiar manera exaltada y sectaria, pues el carácter dogmático del catolicismo lleva así implícitos la intolerancia y el desprecio hacia "el otro".

Así es como se crea la imagen de los españoles como un pueblo compuesto por gentes despóticas, viciosas y crueles, egoístas y ambiciosas, fanáticas y desleales... Imagen que se forma desde el siglo XV y que perdura en algunos hasta hoy en día, desde la imagen de los Tercios de Flandes como asesinos y saqueadores de ciudades indefensas, hasta el tópico decimonónico del bandolero y la gitana con la navaja en la liga, para culminar en la España "de charanga y pandereta", preocupada sólo de fiestas exóticas con toros y procesiones y de llenarse el buche más con vino que con otra cosa...

Llegados a este punto cabe preguntarse cómo es posible que un pueblo así, con esos rasgos, y autor de unas acciones con unos resultados tan elocuentes, pudo llegar a ser la primera potencia mundial y árbitro internacional durante trescientos años, y cómo es posible que durante toda su historia no haya habido un solo rasgo de humanidad o de creatividad de cualquier tipo, salvo por quienes denunciaban esa realidad o por quienes obraban desde la heterodoxia, contra corriente de lo que se sentía en el seno del pueblo español.

También puede uno, de forma maliciosa, preguntarse que si un pueblo de tal índole, sádico, torpe e inculto, llegó a ostentar esa posición de predominio mundial, ¿cómo serían entonces los otros? En buena lógica, cuando menos más torpes e incompetentes. Considerando además que no sólo alcanzaron tal situación, sino que la mantuvieron por siglos, y teniendo en cuenta que España no ha constituido nunca una potencia por el número de sus habitantes, que pudiera explicar esa imposición española aunque sólo fuera por presión demográfica, lo mejor es ser indulgente y renunciar a las comparaciones...

Lógicamente, en una visión así de la historia no tienen cabida la explicación pormenorizada de la administración española, que constituyó el primer Estado moderno de Europa, con un sistema de centralización de la autoridad en la Monarquía, pero manteniendo los usos e instituciones propios de cada territorio.

Ni cabe referirse, cuando se trata de la relación con otros pueblos y culturas, a los creadores del Derecho Internacional, los Suárez, Francisco de Vitoria, o la Escuela de Salamanca. O que, en cuanto a los derechos humanos de los indios y, por extensión, de todos los pueblos, se evite la mínima mención a Antonio de Montesinos, al mismo Vitoria, a las Leyes de Indias, o al hecho de que el padre Las Casas ejerciera como funcionario de la Corona. Tampoco tiene sentido entonces hablar de la creación española en las ciencias, las artes, y las letras: no existen figuras como Fray Luis de León, Lope de Vega, San Juan de la Cruz, Cervantes, Quevedo o Calderón; pintores como el Greco, Velázquez, Murillo o Zurbarán; religiosos como San Ignacio de Loyola o Santa Teresa de Jesús; el arquitecto Herrera, los humanistas Luis Vives y Antonio de Nebrija, los geógrafos y cosmógrafos Juan de la Cosa y Alonso de Santacruz, el médico Miguel Servet, o el botánico Celestino Mutis; teólogos como Domingo de Soto; etc., etc., etc... Sin mencionar la labor de las universidades españolas tanto en la península como en América, donde la primera se fundó en fecha tan temprana como fue 1538.

No se pretende con estas líneas hacer una refutación de la Leyenda Negra, ni una exposición de los logros de España en aquellos años, sino mostrar cómo una de las tácticas de las que se vale la propaganda antiespañola es la ocultación intencionada de los aspectos positivos, lo que dicen en México ningunear, pues recuérdese el dicho: "no hay peor mentira que una media verdad".

Evidentemente, todos estos rasgos se han mostrado aquí, como en cualquier generalización, en su forma más cruda y exagerada para facilitar su exposición, pero es obvio que en las manifestaciones propagandística, literarias, o historiográficas de esa Leyenda Negra, esos rasgos muy rara vez aparecen de una manera tan descarnada sino infinitamente más sutil, salvo en casos de abierto enfrentamiento como es la propaganda de las Guerras de Religión en los siglos XVI y XVII.

 

 

3.- EL DESARROLLO EN LA HISTORIA DE LA LEYENDA NEGRA

Esta imagen deformada de la historia de España no ha existido desde siempre, como parece que así debiera haber sido si sus planteamientos fueran correctos, ni ha sido siempre igual en su exposición, sino que ha evolucionado paralelamente a como lo han hecho los conflictos e intereses doctrinales o ideológicos en los distintos periodos. Este es un hecho muy significativo, por cuanto los momentos en que nace y arrecia la Leyenda Negra, y los contenidos en que incide la misma en cada etapa de su desarrollo, hacen evidente la esencia propagandística, y no histórica ni historiográfica, de las afirmaciones de dicha Leyenda, como se verá a continuación.

Orígenes de la Leyenda Negra

En efecto, esta particular visión de la historia surge en unas circunstancias muy concretas: a finales del siglo XV y principios del XVI, cuando los reinos de España van consolidando paulatinamente su unidad y van tomando un papel cada vez más importante en el contexto internacional de la época, apenas limitado entonces al espacio que forman el Mediterráneo y Europa Occidental. Ya desde el siglo XIV, la presencia de Aragón, una vez terminada su parte de la Reconquista, es emergente y progresiva en dicho mar Mediterráneo, donde choca con los intereses de algunos estados italianos.

Poco a poco van a ir apareciendo las primeras descalificaciones, todavía esporádicas y desconexas entre sí, centradas en la escasa categoría humana que se atribuye a aragoneses, catalanes y valencianos, y a aquellos italianos que son sus partidarios (recordemos la difamación sufrida por la familia italovalenciana de los Borgia o Borja, o los tópicos acerca de napolitanos y sicilianos). Con la unión de Castilla y Aragón bajo los Reyes Católicos, los castellanos apoyan e impulsan la acción aragonesa, enfrentada ya no sólo con las repúblicas italianas, sino también con Francia, la gran potencia europea del momento, hasta lograr, tras las campañas del Gran Capitán y las posteriores de Carlos I, la hegemonía en esta zona del Viejo Mundo. Se extiende entonces esa crítica contra los súbditos aragoneses a todos los españoles, sean de la región que sean, y se va formando progresivamente un clima generalizado de opinión contraria, fruto de esa rivalidad entre estados y naciones, a diferencia de los primeros ataques, más de tipo satírico y difamador, meramente burlescos e insultantes, que formadores de prejuicios con fines políticos.

Es de destacar que en este nacimiento de la Leyenda Negra apenas tienen importancia dos asuntos que van a convertirse posteriormente en pilares básicos de la misma: la cuestión religiosa, con la implantación del Santo Oficio y la expulsión de los judíos, por un lado, y la expansión ultramarina, con el descubrimiento y conquista de América, por otro. Esto tiene una fácil explicación. Respecto al primer punto, la expulsión de los judíos no fue una decisión exclusiva de España, sino que el antihebraísmo estaba muy extendido por toda Europa: anteriormente habían sido expulsados de Inglaterra (1290) y de Francia (1306), y los motines y altercados contra los judíos eran frecuentes en todo el continente, mientras que, en contraste, se mantenía la imagen relativamente tolerante de la "España de las tres culturas" (por mucho que fuera más una imagen que una realidad) hasta esos momentos, y, desde luego, los conflictos en la península con los hebreos no eran más graves que en otras regiones del continente.

Por lo que respecta a la Inquisición, no era una medida especialmente llamativa en una Europa cristiana todavía homogénea religiosamente, y donde existían otros tipos de Inquisición en otros países, ni dejaba de ser un reflejo de una mentalidad, tanto en el orbe cristiano como en el musulmán y dentro de las comunidades judías, donde la religión era el aspecto substancial de la vida en sociedad; no será hasta la división de la Cristiandad con la Reforma Protestante y las subsiguientes Guerras de Religión, cuando las cuestiones religiosas pasen a formar parte de la Leyenda, como se verá más adelante.

En cuanto al Descubrimiento de América, hasta la conquista de México y del Perú y la vuelta al Mundo de Magallanes y Elcano, ya bien entrado el siglo XVI, las Indias no son más que unos territorios lejanos y exóticos, no se sabe bien de qué tamaño y con qué riquezas, por lo que aún no despiertan una envidia y unas apetencias en las otras potencias tan grandes como las que moverán más adelante, así que lo que allí sucede no constituye una preocupación de primer orden para una Europa poco interesada en esas tierras, o mejor dicho, incapaz de llevar a cabo una acción efectiva para explotar las posibilidades del Nuevo Mundo, algo todavía reservado en exclusiva a España y Portugal.

La Leyenda Negra en los siglos XVI y XVII

Sin duda alguna va a ser este periodo el momento álgido en el desarrollo de la Leyenda. Desde la década de 1520 a 1530, una serie de cambios trascendentales afectan al Viejo Continente, removiendo hasta sus más profundos cimientos y culminando la transición hacia lo que conocemos como el "Mundo Moderno". Esos cambios también alientan la consolidación y la vigencia de la Leyenda Negra como instrumento de propaganda, al servicio de algunos de los intereses que protagonizan la vida de ese Mundo Moderno antes mencionado. Tres son los factores clave de este periodo de la historia, en los tres tiene España un papel principal que le enfrenta a otros países y grupos de población, y los tres encuentran su reflejo en el asunto que nos ocupa: la hegemonía europea, el enfrentamiento religioso, y la expansión ultramarina.

Respecto al primero de ellos, la pugna por la hegemonía, la monarquía de los Habsburgo encarna para unos la idea imperial, según el antiguo modelo romano y carolingio, y para otros la de una monarquía universal predominante sobre las demás naciones, y en ambos casos árbitro de las relaciones internacionales, frente al auge de otros estados nacionales y su lucha bien por conseguir hacerse con esa hegemonía (caso de Francia), bien por lograr un statu quo en el que su posición y sus intereses salgan reforzados (caso de Gran Bretaña, de algunos estado alemanes, o de Holanda).

En cuanto al segundo punto, la ruptura de la unión de la Cristiandad occidental con la Reforma luterana y la difusión del protestantismo en abierta pugna con el catolicismo, éste encuentra en España a su principal defensora, mientras que los reformistas hallan su mayor acomodo en los Países Bajos, Alemania y Gran Bretaña, precisamente donde se disputa a esa monarquía católica española la hegemonía, pues en una época como aquella, donde el fundamento de la política se encuentra en la religión, la ruptura religiosa facilita ese replanteamiento del orden político que algunos deseaban, prestando las nuevas ideas protestantes las bases para crear un nuevo marco teórico para la política.

Es en este escenario de enfrentamiento religioso cuando la relación entre españoles y judíos toma vigor dentro de la Leyenda, pues los grupos de hebreos expulsados con presencia o con intereses en la política europea, encuentran así aliados en sus reclamaciones contra España, y las acusaciones de persecución e intransigencia católica y española (para el caso, se presentan como si fueran la misma cosa) contra los judíos, sirven como ejemplo de lo que sería la intolerancia y la represión contra los protestantes o contra las otras naciones de Europa si la posición católica o española resultara triunfante.

Por lo que se refiere al tercer aspecto, la expansión europea en otros continentes (en la que España –entiéndase, Aragón y Castilla– y Portugal habían sido los pioneros y hasta ese momento los únicos protagonistas), cuando se aprecian plenamente las posibilidades económicas que ofrecen las riquezas de ultramar, tras la llegada de los portugueses a la India y a la Especiería, tras la consecución de la primera vuelta al mundo, y tras la conquista por los españoles de los grandes imperios mexicano y peruano, las nuevas potencias emergentes, Francia, Gran Bretaña, Holanda, se lanzan en abierta competencia contra las dos naciones ibéricas intentando disputarles esos territorios tanto físicamente, fomentando exploraciones y conquistas, como teóricamente, negándoles las razones y derechos para mantener sus respectivos imperios, y para ello nada mejor que descalificar moralmente su actuación en aquellas tierras.

Son, pues, la política y la religión los caballos de batalla de la Leyenda en estos años, siendo la importancia de una u otra distinta según los países en los que se muestre. Pero la tarea desacreditadora contra España no es exclusiva de extranjeros: exiliados políticos españoles, como el secretario de Felipe II, Antonio Pérez, descendientes de judíos expulsados en 1492, emigrados fundamentalmente a Holanda, o protestantes enfrentados al catolicismo imperante en la sociedad española, prestan su pluma y su inventiva a los escritos que configuran la misma, presentándose por unos o por otros como testimonios directos de quienes han sufrido en carne propia la ignominia hispana.

Esencial será también para los publicistas antiespañoles el recurso a obras aparecidas en la misma España, utilizándolas de forma fragmentaria o descontextualizada, o bien exagerando la importancia y veracidad de aquellos textos que les pueden ser útiles, como ocurrió con los escritos del padre Las Casas, en un esfuerzo impresionante de lo que se entiende estrictamente como "desinformación" – es decir, como manipulación de la información –, en el que las obras del dominico se convirtieron en principal fuente testimonial.

Contra la política española en Europa aparecerán gran cantidad de escritos tanto de índole abiertamente política como supuestamente histórica. Entre las más importantes destaca la Apología o defensa del muy ilustre Príncipe Guillermo, libro encargado por Guillermo de Orange al francés Pierre Loyseleur de Villiers en 1580 para justificar la rebelión holandesa contra Felipe II, de la que Orange

era líder, como una revuelta causada por el desgobierno español en los Países Bajos; o la titulada Relaciones y cartas, del antes citado Antonio Pérez, aparecida en Londres en 1594.

Pero el material más numeroso contra España va a ser, sin duda, el compuesto por los folletos, los cuales, por la reducción de costes que permitía su pequeño tamaño y el empleo de la imprenta, podían ver su edición fácilmente costeada por políticos y gobernantes, con lo que se podía organizar su distribución gratuita, y cuyo tono general queda perfectamente reflejado en este fragmento de un libelo de 39 páginas aparecido en 1590 y significativamente titulado Antiespañol, obra del francés Arnauld, donde avisa de la "insaciable avaricia (de los españoles), su crueldad mayor que la del tigre, su repugnante, monstruoso y abominable lujo; su incendio de casas, su detestable saqueo y pillaje de aquellos grandes tesoros que de todas partes de Europa se había reunido en suntuosos palacios; su lujuriosa e inhumana desfloración de matronas, esposas e hijas; su incomparable y sodomítica violación de muchachos..."

La mayoría de estos folletos vieron la luz en Holanda, al amparo de la rebelión allí existente, pero los encontramos igualmente en otras zonas de Europa, como Alemania, Francia (hay que tener en cuenta que en estos tres países se concentraba la mayor cantidad de imprentas existentes en Europa) y Gran bretaña, siendo este último país, tras la ruptura con la Iglesia Católica por Enrique VIII y la consolidación del anglicanismo con Isabel II, y sobre todo tras el fracasado intento de invasión por parte de la Gran Armada, en 1588, el principal instigador y financiador de este esfuerzo propagandístico, especialmente en los Países Bajos. Ya en el siglo XVII, será espectacular el impulso dado a esta propaganda por la Inglaterra puritana de Cromwell, quien llega a decir frases como ésta: "Nuestro verdadero enemigo es el español. Es él. Es el enemigo natural. Lo es hasta la médula, por razón de esa enemistad que hay en él contra todo lo que viene de Dios"

En cuanto a la religión, el eje central de actuación en este ámbito será la denuncia de la intolerancia católica de los españoles, recogida sobre todo en multitud de panfletos obra de protestantes flamencos y alemanes, y es en esta época, como se indicó anteriormente, donde se pone de actualidad la cuestión de la expulsión de los judíos, fundamentalmente desde Holanda. La Inquisición, por su parte, se va a convertir en auténtica obsesión dentro de estas críticas, aun cuando el establecimiento de la inquisición española no se produjo fuera de la Península y de América, por ser éste territorio castellano, y no teniendo allende el océano jurisdicción sobre los indígenas.

Acerca de estos temas religiosos encontramos obras capitales como el Libro de los mártires, del inglés John Foxe, aparecido en 1554, o el relato del francés Le Chailleaux sobre la expulsión de los hugonotes de La Florida, publicado por el famoso impresor flamenco Teodoro De Bry en 1591, quien añade a su publicación una novedad importantísima para conseguir el efecto pretendido de impactar al lector y causarle así la mayor impresión posible: el empleo de imágenes para ilustrar el texto. Esta obra formaba parte de la Colección de grandes y pequeños viajes sobre las Indias, editada por De Bry hasta su muerte en 1598 y continuada por sus hijos en Frankfurt entre 1590 y 1623, con un total de veintidós títulos, y todos ellos siguiendo un mismo diseño: escritos de denuncia, con manipulación de textos españoles y empleo masivo de imágenes. Junto con estos y otros libros, se observan cantidad de folletos anticatólicos y antiinquisitoriales, en gran parte debidos a sefardíes refugiados en Holanda e Inglaterra.

Por lo que respecta a la cuestión americana adquiere ahora plena importancia, como se dijo más arriba, y va a ser este el tema en el que más se recurra a la manipulación de textos procedentes de la propia España. Así, el italiano Girolamo Benzoni, protestante que tuvo problemas con la Inquisición en México, publicó en Venecia en 1572 una Historia del Nuevo Mundo, ejemplo de la mayor hostilidad hacia la acción española en Indias, utilizando en su interés fragmentos de obras de autores españoles (como López de Gómara, Pedro Mártir, Fernández de Oviedo o Cieza de León).

Por su parte, el inglés Richard Hakluyt escribió numerosos libros y folletos sobre la empresa americana, muchos de ellos publicados en colaboración con el antes citado De Bry, quien siempre procuraba acompañarlos con las imágenes adecuadas; esa relación, y los frutos publicitarios que produjo, es una de las razones que impulsaron a éste último a editar una de las piezas más importantes en el desarrollo de la Leyenda Negra: la Brevísima relación de la destrucción de la Indias, de Fray Bartolomé de Las Casas, adornada con gran cantidad de grabados ilustrativos, impresa en Frankfurt en 1598, de la que se hicieron más de veinte ediciones en apenas cincuenta años, hasta la Paz de Westfalia de 1648.

La Brevísima... del padre Las Casas merece una mención especial por su trascendencia para el tema que nos ocupa. Era la primera obra de un autor español y aparecida en España (concretamente, en Sevilla, en 1552) y que era empleada en su totalidad y no de forma fragmentaria; nada mejor para ser presentado como prueba documental y fehaciente de la maldad española en el Nuevo Mundo, ilustrado con tintes dramáticos por los grabados de De Bry: ¿acaso no era lo dicho por los propios españoles, por "uno de ellos"?

Por supuesto, se oculta el origen verdadero de este texto: en la Junta de Valladolid de 1542, convocada por el Consejo de Indias para revisar la actuación en América, y donde el propio Las Casas era uno de los protagonistas; es precisamente la Junta la que hace el encargo a Las Casas de que ponga por escrito y de forma sumaria los documentos y exposiciones que éste lleva ante la misma, acordando de forma previa que lo hiciera en un tono denunciante(aunque no tan exagerado como el que utilizó finalmente), para mentalizar a las autoridades de la necesidad de aprobar medidas resolutivas, como así ocurrió con las Leyes Nuevas, propuestas por tal Junta y aprobadas ese mismo año.

De hecho, la edición sevillana de la Brevísima... iba acompañada de otros escritos lascasianos, entre ellos un Tratado sobre los indios que se han hecho esclavos, también encargado por dicho Consejo en 1548. Y, naturalmente, también se "olvida" que en 1516, el padre Las Casas es nombrado "defensor de los indios" por el regente Cardenal Cisneros: es decir, se le designa por las propias autoridades para un cargo desde el que interviene directamente (¡y cómo!) en los asuntos de Indias.

Curiosamente, el carácter y la personalidad de los españoles, pese a todo lo visto, aún no tiene la importancia que adquirirá en épocas posteriores. De hecho, los libros de viajeros que recorren España en el siglo XVI, sobre todo italianos, dan en general una imagen favorable del país y de sus habitantes. En estos momentos, ese talante negativo en sus diferentes facetas se considera más bien como un producto de la mentalidad católica y guerrera forjada en la Reconquista, y no como algo racial o biológico; aunque algo de esto sí que hay en la medida en que se atribuye, paradójicamente, a la parte de sangre judía y árabe de los españoles, frente a otros pueblos europeos más homogéneos racialmente.

Se van así extendiendo poco a poco una serie de tópicos como algo comúnmente aceptado, como reflejan los comentarios que sobre el carácter de los españoles aparecen en un texto tan poco polemista como es la Cosmographia Universalis de Sebastián Münster, una de las obras geográficas más importantes de la historia. Ya en el siglo XVII son más numerosos los juicios negativos de tales testigos, especialmente por parte de los viajeros franceses, pudiendo recogerse opiniones como ésta, debida al francés Brunel en 1665:

"Consideran [los europeos] a esta nación muy enverada y altiva, pero en el fondo no lo es tanto como lo parece; su traza, sin duda, engaña, y cuando se la frecuenta no encuentran en ella tanta gloria como imaginan, y reconocen que es un vicio que le viene más bien de una falsa moral que de un temperamento insolente u orgullosos. Creen que es grandeza de alma el aparecer fanfarrona en sus gestos y en sus palabras; y el mal está en que, viajando muy poco, no tienen medio de depurarse de ese defecto, que les viene con la leche que maman y el sol que les alumbra".

La Leyenda Negra en el siglo de la Ilustración

Mas de Jotaene

La niña de mis ojos

Así somos los gallegos

El fondo del alma

Edad media y leyes medievales

¡Oh, las mujeres!

Hetairas. cortesanas y rameras (1)

La loba

Lo potencial y lo real

Una vida apasionante (3)

Una vida apasionante (5)

Una vida apasionante (4)

Arthur Shawcross

Bela kiss

Romasanta, el hombre lobro

Poemas de Jotaene

Anuncio por palabras

Una vida apasionante (2)

Una vida apasionante

La semana tráquea

Relatos breves y verídicos (1)

El parricida sonámbulo

Curvas Peligrosas

Un fallo lo tiene cualquiera

Mujer prevenida vale por dos

La prostituta y su enamorado

Tiberio Julio César, el crápula

Caracalla, el fratricida incestuoso

Despacito, cariño, muy despacito (8)

Cómodo, el incómodo

El matriarcado y el incesto (4)

El matriarcado y el incesto (1)

Incestos históricos (4)

El matriarcado y el incesto (3)

El matriarcado y el incesto (2A)

Viene de antiguo

Viene de antiguo 2

El gentleman

Margarito y la virgen de Rosario

La multivirgen

Un grave encoñamiento (7 - Final)

Un grave encoñamiento (6A)

Un grave encoñamiento (6)

Despacito, cariño, muy despacito (7)

Despacito, cariño, muy despacito (6)

Despacito, cariño, muy despacito (5)

Incesto por fatalidad (8)

Academia de bellas artes

Un grave encoñamiento (5A)

Un grave encoñamiento (4)

Orgasmos garantizados

Un grave encoñamiento (5)

El sexo a través de la historia (3)

El sexo a través de la historia (2)

Despacito, cariño, muy despacito (4)

Despacito, cariño, muy despacito (3)

Un grave encoñamiento (3A)

Un grave encoñamiento (3C)

Un grave encoñamiento (3B)

La leyenda negra hispanoamericana (3)

Un grave encoñamiento (1)

Un grave encoñamiento (2)

Incestos históricos (3)

Despacito, cariño, muy despacito (1)

La leyenda negra hispanoamericana (1)

Incestos históricos (2)

Incesto por fatalidad (5)

Incesto por fatalidad (6)

Incestos históricos (1)

El dandy

Incesto por fatalidad (3)

Incesto por fatalidad (4)

Incesto por fatalidad (2)

Incesto por fatalidad (1)

Hundimiento del acorazado españa

Un viaje inútil

Como acelerar el orgasmo femenino

La máquina de follar

Follaje entre la nieve

Sola

Placer de dioses (1)

Placer de dioses (2)

Navegar en Galeón, Galero o Nao

Impresiones de un hombre de buena fe (6)

El Naugragio de Braer

La Batalla del Bosque de Hürtgen

El naufragio del Torre Canyon (1)

El naufragio del Torre Canyon (2)

El naufragio del Torre Canyon (3)

La batalla de Renade

Impresiones de un hombre de buena fe (7)

Impresiones de un hombre de buena fe (4)

Impresiones de un hombre de buena fe (7-A)

Olfato de perro (4)

Olfato de perro (5)

No sirvió de nada, Mei

Cuando hierve la sangre (2)

Cuando hierve la sangre (1)

Hundimiento del Baleares

Olfato de perro (1)

Paloduro

Impresiones de un hombre de buena fe (1)

Impresiones de un hombre de buena fe (2)

Olfato de perro (2)

Impresiones de un hombre de buena fe (3)

Olfato de perro (3)

Una tragedia Marítima olvidada (3)

Una tragedia Marítima olvidada (5 Fin)

Una tragedia Marítima olvidada (4)

Una tragedia Marítima olvidada (2)

Una tragedia Marítima olvidada (1)

La hazaña del Comandante Prien

La Hazaña el Capitán Adolf Ahrens

Derecho de Pernada (3)

Derecho de Pernada (2)

Derecho de Pernada (4)

Derecho de Pernada (5)

Derecho de Pernada (1)

La maja medio desnuda

Oye ¿De dónde venimos?

Misterios sin resolver (2)

Mal genio

Misterios sin resolver (3)

Tanto monta, monta tanto

El asesino del tren

Crónica de la ciudad sin ley (9)

Crónica de la ciudad sin ley (10)

¿Son todos los penes iguales?

Crónica de la ciudad sin ley (8)

El timo (2 - 1)

Testosterona, Chandalismo y...

El canibalismo en familia

Ana

Código de amor del siglo XII

El canibal de Milwoke

El canibal japones.

El canibal alemán

El anticristo Charles Manson

Crónica de la ciudad sin ley (7)

Crónica de la ciudad sin ley (6)

El 2º en el ranking mundial

El bandido generoso

El vuelo 515 (3)

El timo (2)

El petiso orejudo

Don Juan Tenorio con Internet

La sociedad de los horrores

El vuelo 515 (1)

El buey suelto

El vuelo 515 (2)

El Arriopero anaspérmico

El carnicero de Hannover

Andrei chikatilo

El carnicero de Plainfield

Barba azul

Los sicarios de satán

El timo (1)

The night stalker

Hasta que la muerte os separe.

¿Serás sólo mía?

¿Quién pierde aceite?

Gumersindo el Marinero

La confianza a la hora del sexo

Captalesia

El sexólogo (4)

Encuesta sobre el orgasmo femenino

Virtudes Teologales

El barco fantasma

El sexólogo (3)

El mundo del delito (8)

El mundo del delito (7)

The murderer

El sotano

El signo del zorro

La sexóloga (4)

La sexóloga (5)

Memorias de un orate (13)

Memorias de un orate (14 - Fin)

El orgasmómetro (9)

El orgasmómetro (10)

El sexólogo (1)

El sexólogo (2)

La sexóloga (2)

La sexóloga (3)

Memorias de un orate (12)

El mundo del delito (4)

El mundo del delito (5)

La sexóloga (1)

Memorias de un orate (9)

Memorias de un orate (11)

Memorias de un orate (10)

Memorias de un orate (9 - 1)

Qué... cariño ¿que tal he estado?

¿Que te chupe qué?

Memorias de un orate (7 - 1)

Memorias de un orate (7)

Memorias de un orate (6)

Memorias de un orate (8)

Memorias de un orate (5)

Memorias de un orate (4)

Enigmas históricos

Memorias de un orate (3)

Ensayo bibliográfico sobre el Gran Corso

El orgasmómetro (8)

El viejo bergantin

El mundo del delito (1)

El mundo del delito (3)

Tres Sainetes y el drama final (4 - fin)

El mundo del delito (2)

Amor eterno

Misterios sin resolver (1)

Falacias políticas

El vaquero

Memorias de un orate (2)

Marisa (11-2)

Tres Sainetes y el drama final (3)

Tres Sainetes y el drama final (2)

Marisa (12 - Epílogo)

Tres Sainetes y el drama final (1)

Marisa (11-1)

Leyendas, mitos y quimeras

El orgasmómetro (7)

Marisa (11)

El cipote de Archidona

Crónica de la ciudad sin ley (5-2)

Crónica de la ciudad sin ley (5-1)

La extraña familia (8 - Final)

Crónica de la ciudad sin ley (4)

La extraña familia (7)

Crónica de la ciudad sin ley (5)

Marisa (9)

Diálogo del coño y el carajo

Esposas y amantes de Napoleón I

Marisa (10-1)

Crónica de la ciudad sin ley (3)

El orgasmómetro (6)

El orgasmómetro (5)

Marisa (8)

Marisa (7)

Marisa (6)

Crónica de la ciudad sin ley

Marisa (5)

Marisa (4)

Marisa (3)

Marisa (1)

La extraña familia (6)

La extraña familia (5)

La novicia

El demonio, el mundo y la carne

La papisa folladora

Corridas místicas

Sharon

Una chica espabilada

¡Ya tenemos piso!

El pájaro de fuego (2)

El orgasmómetro (4)

El invento del siglo (2)

La inmaculada

Lina

El pájaro de fuego

El orgasmómetro (2)

El orgasmómetro (3)

El placerómetro

La madame de Paris (5)

La madame de Paris (4)

La madame de Paris (3)

La madame de Paris (2)

La bella aristócrata

La madame de Paris (1)

El naufrago

Sonetos del placer

La extraña familia (4)

La extraña familia (3)

La extraña familia (2)

La extraña familia (1)

Neurosis (2)

El invento del siglo

El anciano y la niña

Doña Elisa

Tres recuerdos

Memorias de un orate

Mal camino

Crímenes sin castigo

El atentado (LHG 1)

Los nuevos gudaris

El ingenuo amoral (4)

El ingenuo amoral (3)

El ingenuo amoral (2)

El ingenuo amoral

La virgen de la inocencia (2)

La virgen de la inocencia (1)

Un buen amigo

La cariátide (10)

Servando Callosa

Carla (3)

Carla (2)

Carla (1)

Meigas y brujas

La Pasajera

La Cariátide (0: Epílogo)

La cariátide (9)

La cariátide (8)

La cariátide (7)

La cariátide (6)

La cariátide (5)

La cariátide (4)

La cariátide (3)

La cariátide (2)

La cariátide (1)

La timidez

Adivinen la Verdad

El Superdotado (09)

El Superdotado (08)

El Superdotado (07)

El Superdotado (06)

El Superdotado (05)

El Superdotado (04)

Neurosis

Relato inmoral

El Superdotado (03 - II)

El Superdotado (03)

El Superdotado (02)

El Superdotado (01)